Rockola, Discos. 25 de junio de 2010

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«Gotan Project han logrado un sonido único y repleto de elementos propios e identificables, y no cabe ya apuntar si lo suyo es o no el último ‘hype’ de las músicas electrónicas»

Gotan Project
«Tango 3.0»

YA BASTA/KARONTE

Hay tres buenos pilotos que se pueden tomar como referencia ante un nuevo trabajo de Gotan Project. Primero, si se mantiene la igualdad de condiciones para ambos elementos en su elegante fusión de tango y electrónica, bien ejemplificada por la aportación del propio Eduardo Makaroff. Segundo, ver cómo son esas valiosísimas (aunque sucintas) ocasiones en que cruzan todo esto con el dub (como en la maravillosa ‘Mil millones’). Y tercero (una debilidad), la voz de la catalana Cristina Vilallonga. En los tres supuestos, nuestra «checkin’ list» particular, sin rozar la excelencia, se salda muy satisfactoriamente.

Gotan Project han logrado un sonido único y repleto de elementos propios e identificables, y no cabe ya apuntar si lo suyo es o no el último «hype» de las músicas electrónicas. La cuneta está llena de «últimos hypes» del mundo del dance y ahora lo más importante es proteger y animar aquellos proyectos que han dejado un buen poso, lo que es claramente el caso. Y hay aquí muchas piezas que prometen, por su intensidad y sinceridad. Como su propio tema estrella, ‘La Gloria’, rítmicamente tan pizpireto como aquel ‘Tu es fotu’, el llenapistas de la franco-italiana Ingrid. Muy original eso de «retransmitir» el «line up» del grupo como si de un partido de fútbol se tratara. La voz corresponde al «relator» deportivo Víctor Hugo Morales. Los argentinos hacen tango incluso cuando retransmiten un partido. Como lo hace también el escritor Julio Cortázar narrando en ‘Rayuela’ un fragmento de su propia obra. ‘De hombre a hombre’ es puro spaghetti western, merced a esa fabulosa guitarra «twang». Un spaghetti pampero. De gaucho a gaucho. ‘Panamericana’ es un riquísimo e intrigante instrumental que no tendría ningún problema de ubicación en algún disco de Air. ‘Tango square’ mezcla sabiamente fanfarria de Nueva Orleans con bandoneón. Y temas con letra impresa, como ‘Peligros’ o ‘Desilusión’, se remontan con tristeza a la época del «corralito», con toda su amargura y tragedia milonguera.

Eduardo Makaroff, Philippe Cohen Solal y Christoph H. Müller siguen formando una delantera imbatible.
GERNOT DUDDA.



Harper Simon
«Harper Simon»

PIAS

Es posible que sean pocos los que puedan salvarse de la lista de hijos de leyendas musicales que se han subido al carro de la popularidad paterna para perpetrar algún que otro olvidable álbum. En ese reducido grupo estaría sin duda Harper Simon. El primogénito del eterno compañero de Art Garfunkel no se ha decidido a saltar a la arena musical hasta cumplir los 37, aunque previamente se haya curtido como guitarrista de estudio y directo tanto junto a su padre como a otros colegas de generación.

Desde que empieza a sonar la primera canción, queda muy claro que la intención de Harper Simon no es tomar el sonido familiar y meterlo con calzador en las emisoras de radiofórmula. Tampoco hay pretensión de actualizar ni de hacer relecturas de nada. El suyo es un estilo propio, que bebe inevitablemente de unos sonidos muy presentes en la familia. Folk urbano, pop de tiernas melodías y letras que huyen como del diablo de las rimas fáciles y buscan refugio en juegos lingüísticos, ferias metafóricas e historias tan sencillas como entrañables. Tal vez el hecho de rondar ya los cuarenta ha hecho que el disco esté impregnado de cierta nostalgia en su planteamiento. Entre músicos de sesión de Dylan y algunos nombres conocidos de la escena neoyorquina, destaca el propio Paul Simon, tan virtuoso a la guitarra como de costumbre, su inseparable baterista Steve Gadd, u otro hijo legendario, Sean Lennon. Por otro lado, varias de las letras hacen referencia a recuerdos y estampas familiares, todas ellas firmadas por Harper, con la colaboración en un par de ocasiones de papá Simon (e incluso de la segunda esposa de éste, Carrie «Princesa Leia» Fisher). Es inevitable que tanto la voz como algunas melodías e incluso el propio uso del lenguaje en Harper Simon traigan a la memoria algunos de los discos más intimistas de su padre, especialmente sus dos primeros en solitario a comienzos de los setenta, pero eso sólo demuestra que teniendo en casa a un gran maestro no ha necesitado mucho más para forjar un talento prometedor.

Un disco lleno de matices y muy agradable, al que no se le deja de sacar jugo tras varias audiciones.
JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.



Nitoniko
«Selva de Mar»

GREEN UFOS

Vuelve la polémica, menor, escueta, pero necesaria para la salud del pop. Sin ella se muere. Y en este caso va de Nitoniko, de su prestancia y de su compañía, Green Ufos, a la que en algún momento se ha reprochado pasar de su modélica delicadeza a editar cosas tan, ufff, banales, dicen. Bien, obviemos las dos primeras, ‘Los chicos de ahora’ y ‘Mecánico pop’, deudoras del espíritu que animaba a OBK o Platino –o The Hidden Cameras, siendo benevolente–, aun sin quererlo. Tampoco están mal. Pero resulta que estos dos hits, los denostados, tapan una media docena de canciones espléndidas, más modestas, que no parecen buscar más que una precisa emoción. Con ciertas coordenadas adolescentes, hedonismo, una pulsión luminosa tras el amor o un desespero congénito, a la vez que se descorren los velos aparecen bajo un aire de indietrónica auténticos destellos de soul blanco –falsetes, coros aéreos– como ‘¿Por qué? Porque…’ o el precioso crescendo que acaba casi como una plegaria juvenil en la enorme ‘El mismo cielo’.

Uno, que ha asistido a la génesis y a las vicisitudes de estas canciones, regrabadas y regrabadas por Juanjo Pedro, comentadas por él con desesperada humildad, editadas hace un año en México, vestidas al fin por un grupo, no puede más que maravillarse de la depuración que se ha conseguido. Han acabado generando los recursos que hacen de la sencillez pasión. Y así pueden colarse llamadas al baile deudoras de la chispa del italodisco de La Casa Azul –atención especial sus fans– en ‘Voy a ponerme guapo’ o placidos paisajes de softpop como ‘Sol’, con un susurro cercano al de su amada Christina Rosenvinge en ‘Alguien que cuide de mí’. Aún tiene tiempo con ‘Ya no’ de rozar experimentos cercanos a Depeche Mode o a los OMD de ‘Dazzle ships’, con teclados de Chopin y ruidos industriales y de concluir con una explosión. La explosión se llama ‘Basta de peleas’ y es una versión de una canción de –pásmense– Massiel que él convierte en una celebración de la música italiana de esos años, del 83. Los fantasmas de esas grandes damas que nunca fueron –Gianna Nannini, Marcella Bella– están convocados. Y dan rabia melodramática a un disco que nació desde la pulcritud.
CÉSAR PRIETO.



Lucky Soul
«A coming of age»

ELEFANT

50.000 discos en todo el mundo. Esa es la cantidad de copias que despacharon el sexteto de Greenwich Lucky Soul de «The great unwanted» (Elefant, 2007). Fue un disco alabado por la crítica por su espíritu renovador pero, a veces, el éxito (aunque sea a nivel indie) supone una experiencia difícil de gestionar. Es lo que le sucedió a Andrew Laidlaw, cerebro de Lucky Soul, al enfrentarse al reto de componer un segundo disco que, por supuesto, debía superar en todo al primero. El hombre se contagió de lo que podríamos llamar la «mistica de Brian Wilson». Se encerró en el estudio del grupo, salía sólo para ducharse en la piscina municipal y, aunque no sabemos con qué frecuencia, eso denota que es un tío aseado.

Esta locura buscada se ha traducido en las doce canciones (trece en la edición de Elefant) que forman «A coming of age», la nueva propuesta de Lucky Soul. El disco arranca con la impetuosa ‘Woah Billy!’ y sigue a un ritmo trepidante con ‘White russian doll’ y ‘Up in flames’. Son tres temas de aire Motown y Norhern Soul, un estilo que tuvo gran arraigo en los clubes británicos de baile en los setenta y los ochenta y que todavía tiene miles de fans. No obstante, este festivo envoltorio esconde unas letras agridulces y melancólicas. En cambio, temas como ‘Warm water’ y ‘Could be I don’t belong anywhere’ ejercen de contrapeso melódico a la vez que nos ofrecen la posibilidad de disfrutar de todos los matices de la bonita voz de Ali Howard, la vocalista femenina del grupo.

Andrew Laidlaw y sus Lucky Soul han cumplido con creces el objetivo de mantener el nivel de su primer trabajo e incluso nos atrevemos afirmar que lo ha superado.
ÀLEX ORÓ.



Paula Grau
«Prismática»

TSUNAMI MUSIC

Es posible que el lector de EFE EME ajeno a la órbita de Javier Corcobado desconozca a Paula Grau. Normal: desde el exilio mexicano del «chatarrero», hace casi una década, su musa desempeñó un papel de discreta secundaria en la banda. O al menos eso creíamos. El debut en solitario de su ex teclista esclarece, por lo pronto, el peso específico que ésta representa en la etapa que arranca con «Fotografiando al corazón» (2003) y culmina con «A nadie» (2009). Entre medias, Grau demostró al propio Corcobado todo su potencial en aquellas sesiones almerienses. Al regreso de un paseo en bici, Javier encontró compuesta, interpretada y grabada ‘Bahía eléctrica’. Majestuosa gema acuática que entró en el disco «Editor de sueños» (2006). Se trata de una simple anécdota, vale, pero define la excelente retroalimentación de la pareja.

«Prismática» suena al Corcobado del último decenio. El álbum acumula las lecciones aprendidas por Paula de su maestro borgiano. Además, aprovecha la tremenda empatía con músicos como Vera Acacio, Javier Arnal y Salvador Soto. Abundancia de cajas de ritmos y pianos en su piélago sintético. Una suerte de «avant-garde» imposible que encuentra sus puntos álgidos en piezas como ‘Presa motriz’, ‘Electroshock’ y ‘Peones como reinas’, en la que participa su mentor. No podía faltar la preceptiva bizarrada instrumental como broche (‘Revelados de Hiroshima’). Aunque la huella de Corcobado también se palpa en los textos («aullido de perro en tu sien»). Eso sí, el videoclip de ‘El ojo retrovisor’ muestra a Paula Grau aireando su esplendor lascivo y rijoso.
EDUARDO TÉBAR.



James Williamson with The Careless Hearts
«James Williamson with The Careless Hearts»

EASY ACTION

¿Pero qué porquería es esta? Vale, somos muchos los que adoramos el sonoramente deficiente de «Metallic K.O.», también se entiende que el legado Stooge debe ser sucio y distorsionado, pero de ahí a editar discos como el que nos ocupa en los días que corren hay un trecho.

En la actualidad cualquier concierto puede ser registrado con buen sonido y pocos medios gracias a los avances técnicos, no hay razón para editar un trabajo en vivo con sonido pirata. Este trabajo en directo de James Williamson y los Careless Hearts goza de un repertorio impecable (basado en clásicos de Iggy y los Stooges) y de una interpretación potente, pero su calidad es tan deficiente que no justifica su compra en absoluto. ¿Tanto les habría costado dejar constancia de este fantástico set list con un decente sonido de mesa de mezclas? Es increíble que Williamson haya permitido que este artefacto (con DVD incluido) vea la luz de forma oficial. Una cosa es el legendario estruendo de los Stooges y otra poner en la calle productos paupérrimos. Poco importa que fuera la primera vez que la leyenda tocaba en directo en 35 años, precisamente por eso había que haber dejado constancia del evento de forma profesional.

Para escuchar con calidad al legendario guitarrista mejor hacerse con alguno de los conciertos que la web Simfy Live vende, no sólo tendrás en tus manos el testimonio de la actúal gira de Iggy y los Stooges sino que además podrás disfrutar de un excelente audio que respeta la rabia que la iguana y sus compañeros están esgrimiendo sobre las tabalas.
JUANJO ORDÁS.



The Sad Riders
«In the end we always win»

TWO GENTLEMAN

Lo que empezó como un grupo paralelo para hacer canciones de domingo se ha convertido en un sólido proyecto encabezado por el suizo Chris Wicky, lider y guitarra del grupo de emocore, Favez. «In the end we always win» es su segundo trabajo en solitario, el primero, editado en 2003, fue «Lay your head on the soft rock», aunque meramente sea una forma de hablar, pues ha reclutado a algunos miembros de Favez como Jeff Albelda y a el propio hermano de Chris, Greg, componente de otro conocido grupo suizo llamado Chewy. De todos modos, la banda ha sufrido algunas modificaciones desde el comienzo de esta andadura.

Dentro de este artefacto encontramos un suave folk-rock muy americano que recuerda a Neil Young o Jayhawks y que ha elegido como carta de presentación ‘Victoria’, un precioso single acompañado de los coros femeninos de Heidi Happy, también es digno de mención el videoclip de esta canción, pues su sencilla pero curiosa puesta en escena sorprenderá por su arte. Grandes composiciones de carácter intimista plagan la mayor parte del álbum: ‘Devil’ es el primer corte en presentarse, ‘Sorry as I’, ‘Take my heart around’ o ‘Deep within’ the world’, entre otras, dotan de este espíritu relajado a todo el LP, donde son clave en sonoridad piano, Rhodes y suaves guitarras tanto acústicas como eléctricas. También encontramos movidas melodías, rozando el country en la fronteriza ‘Mr. Porter’, el rock en ‘Professional man’ o la onda cabaretera en ‘Baby dancing over the sun’.

Son trece sensacionales postales sonoras que crean paisajes dispares en cada nueva melodía. La portada ya anuncia por dónde va la senda a seguir, el relajo y el polvo de la ruta son compañeros de viaje a pie o en coche, pero sin duda un agradable camino.
CHARLY HERNÁNDEZ.



Anterior entrega de Rockola.

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