Rockola, Discos. 10 de julio de 2009

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Lilith
Sal si puedes

AUTOEDICIÓN

Lilith son un grupo que el rock español llevaba esperando desde hace tiempo. No hablamos de rock urbano, punk, metal o pop, sino de rock duro, un estilo casi huérfano en nuestra tierra aunque bien cultivado en el extranjero anglosajón (¡aunque bien cierto es que saben recoger seleccionados ingredientes de las citadas músicas). Guitarras potentes, voces suaves y rasgadas, salvajismo rockero cuya pulsación no cae la brutalidad ni en la estridencia aunque sí sea violento y acelerado en según que momentos.
La banda de origen catalán (aunque de letras en castellano) cuenta con un sólida masa instrumental, aunque el principal atractivo es la poderosa voz de Agnes, una vocalista con carisma y garra capaz de ponerse al frente una entidad tan indómita como Lilith, lista para pasar de la melodía al rugido y regresar a la armonía mientras entona letras trabajadas que van de lo social a lo sentimental pero sin caer ni en la reivindicación vacía ni en la sensiblería de postín. Desde su debut de hace un par de años (el brutal No teRINDas), el grupo ha crecido: Albert se desmarca como un guitarrista arrollador, que igual respalda como rítmica que acomete arreglos o ataca como solista mientras que el bajista Rafael Martínez y el batería Joan Vilanova se muestran como un dúo no solo engrasado, sino incendiario.
La mordacidad de la inicial “Guau!” es solo uno de los engranajes sobre los que se articula Sal si puedes, pues la batidora Lilith es capaz de clavar un estribillo casi pop (“Dios”) y unas cuantas canciones más adelante firmar un medio-tiempo tan emocionante como “Olvido” (¡magistral, hay que escucharla!) y, entre tanto, escupir veneno en “Zorra cruel”, furor en “El hombre del saco” y liberar su vena alternativa en la casi grunge “Todo es nada”.
Pese a que músicos maduros del panorama urbano como Aurora Beltrán o las caras más conocidas de Barricada, entre otros, arropen a la banda en parte del material de Sal si puedes, sería equivocado pensar que las directrices musicales del grupo se mueven en torno al género al que pertenecen sus amistades. Claro que suenan callejeros, pero tan callejeros como puedan sonar Motorhead, Nirvana, Aerosmith o Guns n’ Roses, influencias que se agolpan en este gran segundo trabajo. Una obra que aún no se ha distribuido en tiendas y que se puede adquirir en formato físico en la web del grupo a un precio más que asequible.
Lilith han vuelto a grabar un disco encomiable, revitalizando el rock duro español, dotándolo de inteligencia y de una presencia femenina que los hace únicos. Ya es hora de que les conozcas.
JUANJO ORDÁS.

Steve Cradock
The Kundalini Target

MOSELEY SHOALS/EMI

La duda asalta a este crítico antes de introducir en el reproductor de CDs The Kundalini Target, el debut en solitario de Steve Cradock, guitarra de Ocean Colour Scene y fiel escudero de Paul Weller desde 1993, año en el que colaboró en la grabación de Wild Wood. ¿Sonará como un disco de OCS, será un simple apéndice welleriano o por el contrario optará por una tercera vía? Afortunadamente, Cradock ha elegido la última opción. The Kundalini Target es un disco humilde, en el sentido que no tiene la ambición de deslumbrar con riffs guitarreros, algo en lo que Cradock es un primer espada. Tampoco ha echado mano de todo el catálogo de sonidos mod que domina a la perfección. Su apuesta ha sido entregar once íntimas y cálidas canciones que festejan la dicha de ser padre y vivir en una feliz armonía familiar. En principio, no parece un tema demasiado rockero, todo hay que decirlo, pero Cradock consigue crear una atmósfera especial al entorno de estas canciones, que suenan plácidas y atemporales. Aires e George Harrisson, Steve Winwood, Traffic, Ronnie Lane y el propio Weller (que colabora cantando en un tema) contribuyen a crear este universo personal.
Disco especialmente recomendado para todos aquellos progenitores que han desarrollado la capacidad de poder escuchar música mientras sus retoños gritan y saltan por cualquier rincón de la casa. Señores, no es verdad que la música amanse a la fieras. Sé de qué hablo.
ÀLEX ORÓ.

Cristina Branco
Kronos

UNIVERSAL

Cristina Branco es una extraordinaria fadista que logró el éxito en Holanda –donde vivía–, antes de decidir regresar a su país. Razón más que suficiente para atacar las raíces desde la misma raíz: la saudade. Y más cuando este disco trata del “tiempo”, ya de por sí un factor de melancolía de primer orden. Por esto mismo sus canciones hay que vivirlas como una lograda renovación de la tradición, pero con el máximo de los respetos. No hace mucho le dedicó un álbum completo a José Afonso y otro a Amalia Rodrigues. Y justo cuando no todos los afluentes del fado parecen bajar a favor de la guitarra portuguesa, va ella y mete al maravilloso Bernardo Couto para que la toque y en no pocas piezas. Hay fados muy tradicionales, como “Trago um fado” o “Fado do mal passado”, pero también otros que no lo son, como “Electrico amarelo” y “O meu calendario”. Más que a fado, Kronos es un disco que suena portugués. Y esto es mucho, muchísimo.
GERNOT DUDDA.

Gent del Desert
Molles

SAMA REC

Gent del Desert: el último eslabón de la cadena de delicatessen locales de una escena, la del pop cantado en valenciano, tan bulliciosa y diversa como escasa de apoyos mediáticos, y no digamos ya institucionales. Y aquí ya no valen las excusas ideológicas. Las que tienden, y no sin razón, a desconfiar de todo aquel producto que venga avalado por cierta autocomplacencia reivindicativa, en lo lingüístico o en lo político. O las que, también con razón, han fruncido el ceño desde los tiempos en que el rock subvencionado promocionaba mediocridades en Cataluña. No hay excusas para desdeñar a Arthur Caravan, Óscar Briz, Verdcel y tantos otros. O a estos Gent del Desert, proyecto encabezado por el veterano Jesús Barranco, quien tiende en este Molles un puente entre el rock acerado, el folk rock de ínfulas literarias (tal y como lo entienden The Decemberists u Okkervil River), los ecos de la escuela de Al Tall, los inequívocos aromas mediterráneos (de la costa valenciana a los Balcanes), el reggae o la rumba.
Con la ayuda de Marc Pérez (Gátaca), Miquel Gironés (Obrint Pas) o el poeta Sergi Torró, el combo de Ontinyent ha tejido con mucho empaque y una precisa instrumentación un tratado sobre cómo gravitar con conocimiento de causa por todos los estilos ya citados, que no debería pasar desapercibido. Aunque sólo sea por ese tema, ya estrenado digitalmente hace unos meses, titulado “Education For Citizenship” (“Educación para la ciudadanía”), que ilustra con elegancia y sentido del humor el esperpento con el que muchas veces la clase política autóctona asombra, con su barroco y fallero desvarío, al resto del país.
CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

Quant
New adventures in full colour

AUTOEDITADO

Les voy a hablar de las sensaciones del cronista ante este disco. Un disco que se abre en Internet para su consumición inmediata –gratis en este enlace– y que con un precioso libreto y tres vídeos de regalo se puede conseguir en formato físico en el blog del grupo. Y las sensaciones del cronista son de arrebato de justicia, toda la vida doliéndose de que las canciones que adoraba no pasasen el filtro de las discográficas y, por fin, parecen haber acabado los filtros. Aunque ello conlleve que se cuelen temas prescindibles, pero quizás sea preferible este desorden a la injusticia.
No es el caso de Quant, cuatro chavales con pasión por las melodías y resolución para ejercerlas. Y de regalo siempre, puesto que llevan seis maquetas degustadas por espíritus afines al power pop y a las guitarras de terciopelo. Enormes canciones de habitación enchufadas directamente a su disco duro. En las catorce de su disco conviven las más celebradas de su andadura junto con un puñado de nuevas.
Texturas diferentes con una misma tela, desde la sutilidad francesa de “Ta liste des amitiés brisès” hasta la reivindicación de esencias gallegas en “Ningún parece escoitar”. Y para sustentar su desprejuicio lingüístico, un par más en castellano que son un delicioso regalo, especialmente “Algo nuevo”, como si Fernando Arbex hubiese producido a Los Ángeles. Lo demás en inglés y en la sutil frontera de los sesenta y los setenta, esa época de la que apenas ha quedado nada y en que lo más comercial podía ser lo más underground. Los Rolling Stones hacían baladas tan bonitas que “Tell your mama” parece ser suya y las canciones no tenían más virtud que la energía y la belleza, como en “Dollars in her eyes”.
Deliberadamente cercanos a Cooper –“Girls, girls, girls!!!” posee ese tono evanescente y marcado del leonés– media docena larga de canciones son perfectos ejercicios de estilo. Ya tiempo atrás se enamoró el cronista de “We’ll make you smile”, una melodía por la que se hubieran peleado Ohio Express y los Archies. Psicodelia crujiente, dibujos animados de feria. Caramelos que se deshacen en tres minutos, pero que durante tres minutos son imprescindibles.
CÉSAR PRIETO.

Rainer Seiferth & 8HZ
Guadiela

SALTAMUNDI/GALILEO

La de Rainer Seiferth es una historia singular. Joven alemán estudiante de guitarra española en Heidelberg, conoció allí a una española que se lo trajo para España. Su primer destino, la Alcarria y el fascinante paisaje del Guadiela, cuya reveladora orografía está bien presente en muchas de las piezas de este trabajo. Seguimos hablando de un jazz sin fronteras definidas con la composición clásica, el vigor de las músicas tradicionales o el escenario melódico de la nueva música instrumental contemporánea (para mayor gloria del grupo Oregon, que junto a Pat Metheny y el laudista tunecino Anouar Brahem, forman parte de su santuario personal). Y al igual que ocurre con todos ellos, no hay disolución ni fisura alguna entre la parte que se deja como instrumentista y la que le toca como compositor, a lo que tanto contribuye también la banda que ha formado alrededor de este proyecto: la trompeta y fliscorno de Chris Kase, el violín de Diego Galaz (inmenso en “Mudanzas”), el bandoneón de Daniele di Bonaventura, el bajo de Marco Herreros, la batería de José Martín y las percusiones de Aleix Tobías. A todo esto, bajo la producción de Josete Ordoñez, con lo cual hablamos de músicos relacionados con proyectos tan importantes de nuestra geografía como Elementales, La Musgaña, Mosaico, Eliseo Parra o Tactequeté.
Todos los temas son del propio Seiferth, aunque el álbum se abre con los ecos piazzollianos de “La plata siempre la plata”, realmente un homenaje a Dino Saluzzi. Y hay muchísimos espacios libres esperando que los hagamos nuestros en piezas tan bellas como “Mudanzas”, la muy flamenca “Zumaque” o la más abstracta “Laberinto de espejos”. Hay mucho que explorar entre estos meandros.
GERNOT DUDDA.

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