Punto de partida: Jorge Martí (La Habitación Roja) y La Dama se Esconde

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«Tiene una enorme capacidad evocadora, una cercanía y una intimidad únicas, y al escucharlo, todavía hoy tengo esa placentera sensación de escuchar música triste que te pone contento, que te acompaña»


Jorge Martí, guitarrista y vocalista de La Habitación Roja (con el reciente “Para ti. Vol. 2”, en el que recogen favoritas del pop español, muy fresco), echa la vista atrás y confiesa que «Armarios y camas», de La Dama se Esconde, le cambió la vida.

 

La Dama se Esconde
«Armarios y camas»
DRO, 1986

 

Cuando te preguntan por el disco que empezó todo, el más importante de tu vida, te vienen a la cabeza multitud de recuerdos y referencias, pero en tu fuero interno sabes que hay un disco que es más especial que otros. Obviamente, antes de comprar ese disco que consideras clave hubo otros importantes; sí, también ha habido otros muchos después, mejores, más completos, pero no como el que podríamos denominar “el primer amor”, ese disco para el que guardarás siempre un rinconcito en tu corazón.

El primer vinilo que me compré fue «Armarios y camas» de La Dama se Esconde. Por aquel entonces ya había colaborado económicamente en la compra de algún disco con mi hermano mayor. De hecho recuerdo darle todas las monedas de veinte duros que tenía en mi hucha para que comprara el 12″ de «Bigmouth strikes again» de The Smiths de importación. Eran tiempos muy emocionantes, despertando a la vida adulta, al rock, un momento llena de sorpresas y aventuras.

La canción que abría «Armarios y camas», ‘Amenazas’, es una de mis favoritas de siempre (hicimos una versión con LHR en 2004) y comienza diciendo: “Despertad alegres mis amigos y olvidad los ruidos que hay, que la noche se está yendo y el día vendrá”. Esas palabras sacadas a su vez de «El señor de los anillos» describen perfectamente lo que la música significa para mí.

Recuerdo perfectamente el día de verano en que lo compré, allá por el año 1986. Fue en el Corte Inglés de Pintor Sorolla, en Valencia. La sección de discos que tenían no estaba mal y era un lugar al cual, siendo de pueblo, era fácil llegar y lo que es más importante: de encontrar, pues todo el mundo sabía dónde estaba El Corte Inglés. Para comprar un disco tenía que escaparme de L’Eliana e ir a la ciudad, en tren o en Vespino, comprar el disco y volver a casa antes de que anocheciera, con el disco a escondidas para no levantar sospechas de la escapada. Llevar en la mano una bolsa con discos era casi tan emocionante como llevar una guitarra, pero era algo que había que ocultar al llegar a casa para no ser delatado. Me costó unas 1.500 pesetas y fue de esos discos en los que la bonita portada se corresponde al cien por cien con las música que contiene en su interior.

Conocí a La Dama se Esconde por casualidad, escuchando una noche la radio mientras estudiaba para algún examen en mi habitación. La canción que me los descubrió fue ‘Un regalo’, de su primer mini LP “Aventuras”. Al escucharlos tuve una especie de revelación, una conexión total. Me identificaba con el sonido, con lo que decían, con la melancolía que destilaban sus canciones y eso me hizo sentirme único y afortunado, y al mismo tiempo acompañado. Me pasaba lo mismo con The Smiths y con The Cure ya por aquel entonces, pero con La Dama existía ese plus que daba el entender lo que decían.

Cuando acabó de sonar la canción el locutor mencionó el nombre del grupo y lo apunté en un papel. Una vez reunido el dinero suficiente me escapé a la ciudad a buscar el disco. No lo tenían, así que en su lugar compré «Armarios y camas», que acababa de salir y que a la postre se ha convertido para mí en un disco muy especial.

Mientras escribo estas palabras escuchó de fondo el disco y vuelvo a sentir y a oler aquellos días de adolescencia y sentimientos a flor de piel.

La canción que más me gustaba era ‘Amenazas’, pero todo el disco me parece especial, porque tiene una enorme capacidad evocadora, una cercanía y una intimidad únicas, y al escucharlo, todavía hoy tengo esa placentera sensación de escuchar música triste que te pone contento, que te acompaña. Música hecha por gente con la que seguro compartes un determinado tipo de sensibilidad que te hace sentir único y especial. Si me dan a elegir entre ser original o ser especial, me quedo con lo segundo.

Para mí, sin duda alguna, es el mejor disco de La Dama y el más especial. De vez en cuando vuelvo a recuperarlo y a recordar una de las etapas más emocionantes de mi vida y de la música.

Anterior entrega de Punto de partida: Julio Castejón (Asfalto) y Yes.

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