Por tierra, mar y aire: Desde Loquillo a Bilbao

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«El Loco y yo hemos hablado mil veces sobre fe, creencias y demás. Él no es creyente (yo sí), pero tiene mucha fe. Con una banda tan amplia lo normal hubiese sido no llegar»

 

El pasado viernes, inesperadamente, Loquillo tenía que actuar en Bilbao, en las fiestas, en una sustitución de emergencia. Con los miembros del grupo desperdigados de vacaciones, en doce horas hubo que organizar el concierto. Todos llegaron a tiempo… Igor Paskual nos cuenta la aventura desde dentro.

 

Texto: IGOR PASKUAL.
Fotos: SUSANA KOSKA.

 

Llevábamos una serie conciertos brutales. Por ejemplo, el de Huesca, fue de mis favoritos y el Sonorama no estuvo nada mal. Me hubiese gustado cambiar mi opinión acerca de la vieja guardia indie pero no hubo manera. Pese a la buena racha, el último concierto había sido raro. Fue en Xátiva, durante la gira “Uno de los Nuestros”, unos hijos de puta entraron a robar (¡¡por la ventana del camerino!!), y la verdad es que después de un montón de horas de furgoneta no es lo más agradable. Esta es nuestra España. Después del concierto de Ariel Rot, comenzó a diluviar. No suspendimos pero casi, el escenario inundado y… cuando terminó Leiva salimos a tocar con más de una hora de retraso. Creo que eran las tres de la mañana. Y justo al terminar la luz se va… España y yo somos así, señora. Pero eso sí, de ahí no se movió nadie pese a la mojadura, la espera y el cansancio. Es de reconocer que esa es también nuestra España. Somos lo peor, pero también lo mejor. Sin punto medio, a lo grande. Salimos agorados pero airosos. ¡Ah! El campo donde tocamos me encantó, el del Olímpic de Xátiva. Una «tribuna» interesante.

Y llegó el día del reto. Yo estaba en Inglaterra. Había estado en Oxford pero, esos días andaba con la furgoneta de camping por ahí. A los críos les sienta de maravilla. Ya estaba de vuelta, iba a cruzar el Canal de la Macha, y bajar poco a poco por Francia es una pasada, puedes pasar por Bayeux y el ver el famoso tapiz, y mejor aún, acampar al lado de esas playas de las Landas que tienen algunas de las mejores olas de Europa, paraíso. Estaba ya en Dover, delante de esos acantilados blancos de tiza (por eso “Albion”) de tiza que tan bien se describe en ‘Clover over Dover’ de Blur.

Tenía un billete para cruzar el Canal a las dos de la tarde, pero al recoger los billetes sobre las doce, de casualidad me los cambiaron para la una de la tarde. Una hora antes. Una hora salvadora que confirma que los astros se unen de vez en cuando para que el destino encaje. Miré de casualidad el móvil y tenía como veinte llamadas perdidas del Loco y de Big Star (nuestra oficina de contratación, no el grupo). Fue una casualidad que llevase el móvil con algo de batería, ya que en los campings no suelo poder cargarlos. Había salido un concierto en Bilbao para esa misma noche. Me preguntan que dónde estoy. “En Inglaterra!!!”. Hay concierto en Bilbao esta noche. Se ha caído El Arrebato… «¿Gatillazo?” entendí. “Gatillazo”.

Me sugieren pillarme un vuelo desde Londres…Y no… Estoy en U.K. pero en el agua, en un barco de nombre extranjero. La mejor y única opción es un avión desde París-Orly hasta Biarritz. Pero en el continente es una hora más. Si llego, es de por poco y de milagro… El mayor problema son los atascos en el cinturón, el espantoso cinturón de París (los mismos barrios donde antes salía elegido el Partido Comunista y ahora lo hace la hija de Le Pen). Sé, por experiencia, que hay unos atascos tremendos, lo recuerdo bien. Llegué de milagro por los atascos y la floja señalización. Air France, eso sí, es una maravilla: cerveza gratis.

Llego a Biarritz. Y el taxi que viene a recogerme… está en un atasco (¡otro!) de más de una hora en el último peaje antes de la frontera. Cuando, por fin, llegó nos fuimos directos a Bilbao, el taxista, eso sí, es «espabilao», vasco de bien, y me lleva de maravilla, mejor imposible, con el último de Daft Punk sonando a toda pastilla. Llegó y a toooda leche hasta Bilbao. Nos cruzamos con algún borracho hijo de puta y casi nos matamos. Me cambié en el taxi y salí directo al escenario. No llegué a la hora pero sí a tiempo ¿Y los demás? El Loco estaba cuidando de su madre, que sufrió recientemente una caída, en Barcelona. ¡Stinus perdido en algún lugar del Pirineo! Santi Comet, en algún pueblo de Galicia, tuvo que alquilar coche porque por el norte es complicado moverse en poco tiempo en bus o tren. Alfonso, fue desde Granada en su coche hasta Málaga y ahí, avión hasta Bilbao. Josu, ilocalizable, pensamos que estaba en alguna isla del Mediterráneo o encerrado en un estudio grabando a grupos de pelo largo, armonías vocales y sonrisa California, pero no, estaba en Madrid. José Lapuente, Big Star, nuestro road manager, Pluto, y su capacidad organizativa, pero ese día, más. Mucho más.

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Eso sí, hubo que hacer llamadas de urgencia. Por ejemplo, Chico, mi backliner rockero y colchonero y rockero estaba en Rusia con amor. Su sustituto estuvo a la altura. Carla, nuestra técnica de monitores, tampoco estaba. Somos una banda muy complicada de monitorizar y, mucho menos, sin hacer prueba de sonido.

El Loco y yo hemos hablado mil veces sobre fe, creencias y demás. Él no es creyente (yo sí), pero tiene mucha fe. Con una banda tan amplia lo normal hubiese sido no llegar. Agradezco que me esperasen porque si empezamos con retraso fue por mi culpa, o de los atascos. A veces, hay una especie de justicia divina (y también poética) que dispone en las ocasiones especiales un orden específico para que algo casi imposible salga adelante. Y el día no podía ser mejor. Esa misma mañana se había anunciado que el concierto de Bilbao de la gira “Uno de los Nuestros” se había cancelado. Fue como un gesto de justicia, porque si hay alguien que está pelando por esa gira es el Loco. Se la toma en serio, y aprovechando su gran capacidad mediática, la anuncia donde puede. Se la pelea, no espera a verlas venir. Se comprometió a hacerla y la lucha. No se le caen los anillos por intentar que algo funcione a contracorriente.

Sigo sin entender por qué hay gente que dice que es fracaso de gira. No sé, con seis millones de parados, ¡no se pueden llenar estadios! También es cierto que no es una entrada barata, pero son tres bandazas que representan diversos momentos del rock en español, gente en activo que saca discos cada poco, con muy buen directo y repertorios imbatibles. Es un intento de dignificar, cierto rock hecho en España. No siempre se gana por goleada, pero a ciertos críticos les encanta tirar por la borda cualquier intento de hacer algo. Lo que más me jode es que es el Loco quien se lleva las hostias cuando él está dando la cara más que nadie por esa gira. Jamás me han molestado las malas críticas, de hecho, el recibimiento más tibio de “Equilibrio inestable” lo hizo uno de mis mejores amigos en la profesión. Pero con argumentos o explicando el punto de vista no pasa nada. El problema es cuando se critica sin fundamento, luego los críticos profesionales se quejan de que cualquier tipo con un blog tenga más seguidores que ellos. Lo dicho. Hay un crítico, feo, gordo y con gafas de pasta a la que se la tengo jurada.

Y el concierto de Bilbao, pues obviamente, muy emotivo. Muchos no se habían enterado del cambio del Arrebato y se vieron arrebatados. Puedo afirmar que todos lo damos todo, pero en esa ocasión más aún. Miraba a mis compañeros y me sentía orgulloso de estar en esta banda, y el Loco, que le encanta jugar con el viento en contra, pues se salió. Y Bilbao es rock. Euskadi lo es. Después, un merecido descanso, hicimos una celebración íntima. Es curioso cómo cambian las cosas. La última vez que estuvimos en Aste Nagusia (veníamos de tocar en Donosti donde me ocurrió la anécdota de ‘Rock and roll mama’ que cuento en «El Arte de Mentir») salí a darlo todo. Fue una noche interminable, por las choznas, iba con mi bolsa de la Real Sociedad y a la mañana siguiente perdí mi bus a Gijón y, ya que estaba, me quedé de celebración. Esta vez, solo quería beber en hotel. Del camping al Carlton. De un extremo a otro.

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