Pascuala Ilabaca: A los prisioneros del reloj

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“Aunque hagamos una música un poco más folclórica, en el fondo mi ídolo siempre fue Janis Joplin”

 

Catorce veces ha pisado suelo español la chilena Pascuala Ilabaca en apenas cinco años, pero la música le ha hecho viajar a otras muchas culturas que han quedado reflejadas en sus canciones. De ello habla con Arancha Moreno.

 

Una entrevista de ARANCHA MORENO.

 

Lleva un vestido de colores muy vivos, pero es más viva aún cuando habla. Hija de artistas chilenos, la creatividad acompaña a Pascuala Ilabaca (Girona, 1985) desde que nació. Lo hizo en España, pero circunstancialmente: “En el 85, en plena dictadura en Chile, mis padres tenían 21 y 24 años y querían ser artistas en un país en el que había toque de queda y las universidades estaban cerrados, y era difícil. Vinieron a España para encontrar esa libertad, poder estudiar”, nos cuenta. Su acento le delata: regresó a la tierra de sus padres, y es allí donde se ha criado y formado esta mujer de mente inquieta, cultural y musicalmente.

Valparaíso fue su puerta de acceso a todas las culturas que venían del otro lado del charco, y que influyeron en su educación musical. “El rock llegó a Chile a través de los barcos, nos criamos con una cultura muy rockera. Aunque hagamos una música un poco más folclórica, en el fondo mi ídolo siempre fue Janis Joplin. Cuando vamos a Inglaterra, mostramos cómo creamos una música que por momenots puede tornarse más experimental, progresiva, rockera… es rico que ellos vean cómo le damos la vuelta de tuerca”, cuenta de sus viajes a Europa.

Partiendo de su folclore, y con una marcada influencia rockera, Pascuala no se ha conformado con el territorio conocido, y su música ha crecido con su interés por añadirle sonidos nuevos. Pasó un tiempo estudiando canto en India y también investigando la música en Estambul, y todo eso ha marcado su obra: “Me he ido transformando en una representante de la música oriental en nuestro país”. Le interesa mostrar al mundo sus raíces, pero tiene claro que nadie es hijo de un solo lugar: “Por una parte queremos difundir nuestra cultura en el mundo rompiendo con los clichés, otro tipo de mujer latina, complementar las formas. Pero en este momento ya no hay gente pura, todos somos mezcla. Hacemos fusión porque nuestra sangre es fusión. Cuando una persona a la que solo le gusta la cumbia logra disfrutar una cumbia con melodías orientales es una batalla vencida, le amplío el horizonte a una persona que creía ser muy puro en una cultura. No podemos reafirmar nuestra identidad tratando de ser lo más puros posible, porque no lo somos”.

Pero el discurso de Pascuala no solo es formal, también encontramos un fondo en su temática. Dedica su último disco, “Rey Loj” (2015) a ese maldito reloj de arena que gobierna nuestras vidas: “Una vez escuché un video de una chamana mexicana, la abuela Margarita, que decía: “Nosotros los mayas conocimos muy bien el círculo, pero nunca lo hicimos rodar”. Es una advertencia: el hombre que hace rodar el círculo entra en un ritmo que luego no puede parar. Me quedé con esa idea creativa y empecé a crear todas las canciones de “Rey Loj”. Un disco conceptual dedicado al tiempo, en un momento en el que la vida arrastra con vértigo: “Ese disco lo hicimos un año que tocamos 60 conciertos en Europa. Vinimos 4 veces, fue una locura tener que correr en contra del reloj frenéticos. La gente está buscando una manera de conseguir el bienestar, y todos somos prisioneros del reloj, del tiempo, de la muerte, presiones que te impiden muchas veces de disfrutar de verdad los momentos que te llenan de brillo los ojos, que te hacen sentir que viviste. Pueden cambiar los dioses de un país a otro, pero el reloj sigue marcando la hora, estamos todos sincronizados con ese artefacto”, explica.

 

 

Esas catorce canciones que giran alrededor del tiempo lo hacen desde la rebeldía, como la propia ‘Rey-Loj’, desde la angustia o desde el hedonismo, mostrando “cuáles son las llaves que puedo entregar desde la música para superar el tiempo. La música es el arte especial para poder hablar del tiempo, porque las canciones se sujetan sobre el soporte del tiempo, no se pintan sobre una tela”. Desde ahí lanzan su propio mensaje: “Creamos una nueva manera de vivir el tiempo. Es la llave más hedonista: cultiva tu ocio, los momentos en los que conectas con una música y logras zafarte del reloj, encuentra tu puerta”.

 

 

Interesada también en la estética de los discos, el diseño de su último trabajo llegó en 3D: “Es una máscara del rey del tiempo que diseñamos con un tatuador que se inspiró en las de los carnavales, mezcladas con las máscaras de los demonios tibetanos”. El interés por la imagen también se aprecia en sus conciertos, donde refuerza el contenido del espectáculo con visuales que hablan de las canciones, y apuestan por una propuesta colorista en el vestuario. “Somos otra generación, nos gusta mostrar la identidad chilena, que tiene mucho humor, se puede hacer contenido con ella. La música que se baila también puede tener un contenido importante, bailarlo es una manera de interiorizarlo mucho: no solo lo vives desde el cerebro, vives esa música”.

 

 

En función de dónde toquen esa noche, “nos gusta dejarnos llevar y ver qué necesita el lugar”, y eso es lo que hacen: si están en una fiesta en la noche apuestan “por música donde hay más baile, en un club de jazz se usa más la música progresiva, o más intimista si estás en un teatro, o más acústicos. El espacio te dice qué repertorio seleccionar para tocar”. En su tierra dieron un paso más, y trabajaron con un elenco de bailarines que traducían la música en la lengua para sordos: “Ahí estamos haciendo una apuesta innovadora, porque generalmente no les invitan a los conciertos, poder entender todas las letras, que entiendan por qué Violeta Parra es importante”.

Desde 2011, Pascuala ha visitado nuestro país catorce veces, la última el pasado otoño dentro del intercambio que la AIE hace con artistas de Chile, y cada vez que lo hace se queda prendada: “Es muy bonito el trabajo, darse cuenta que hay muchos lazos en común”. Unas veces se queda girando por nuestro país, donde han estado catorce veces en los últimos cinco años, y otras hace escala para visitar Barcelona, donde está su sello, y sigue rumbo a Alemania o Inglaterra, donde tocan con cierta frecuencia. Pero reconoce que se sienten cómodos aquí por el lenguaje común: “En mi música la letra es muy importante, tiene mucho contenido. España es importante porque podemos compartir esa poesía sin traducciones. Por otra parte, que hayamos sido una colonia española supone que hay una cultura de ida y vuelta, a nosotros nos llegó la cultura árabe a través de ustedes, a mi me interesa mucho. Y el flamenco me encanta. Es interesante traer cosas de vuelta, mostrar qué puedo hacer como músico latino con esta herencia cultural que nos dejaron”.

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