“Partir”, de Lucía Baskaran

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LIBROS

 


“Otra de las escritoras que podrían asimilarse a este mundo de miradas hacia lo que ocurre en la calle desde otra perspectiva más poética”

 

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Lucía Baskaran
“Partir”
EXPEDICIONES POLARES

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

En el mundo anglosajón es común la aparición cada temporada de novelas que tratan de las andanzas de una generación joven. Por lo menos –si nos fijamos en el mundo moderno– desde el “Less than zero” de Bret Easton Ellis. Mundos universitarios, amistades, drogas, relaciones sexuales… todo ello, con más o menos fuerza, aparece en las nuevas novelas de iniciación. Sin embargo, en la literatura en castellano son poco frecuentes, únicamente testimoniales y nada más, sin que hayan creado ningún quiebro en las estéticas que se van desplegando tras ellas. Y desde luego, no acostumbran a estar escritas por mujeres. Por eso, resulta altamente significativa la historia que Lucía Baskaran quiere contarnos, prologada por Luna Miguel, otra de las escritoras que podrían asimilarse a este mundo de miradas hacia lo que ocurre en la calle desde otra perspectiva más poética.

“Partir” es la historia de una chica que roza la deficiencia emocional en un mundo que ya ha asumido plenamente esa deficiencia como normal. Tras una adolescencia en que la apariencia es la verdad –se pone un postizo en su primer sujetador–, aterriza en una escuela de arte con unas compañeras  que no pasan de tres años mentales; curioso contraste en el mundo urbano y moderno, la ropa y el peinado ha de estar a la última, pero los programas preferidos son telenovelas y la película que ha marcado a una generación es “El rey león”. La visión de la misma protagonista a los diecisiete y a los veinticuatro da un original contrapunto.

Todo sale mal, pero nada es un desastre. Profesoras de inglés que son impostoras pero que van sobreviviendo, chicos que parecen un buen partido pero que son homosexuales, se hacen amigos por internet. Olivia es una de ellas, quizás el personaje mejor trazado de la obra, maravillosa, vital, ilusionada; frente a ella, el que acude a la cita como sir_lancelot, es capaz de enviarle un mail enormemente obsceno. Todo son invasiones de la intimidad obscenas, si nos ponemos a mirar; fogosa sexualmente, la novela describe violaciones que no pasarían por ello: la chica entra en el piso, no quiere, pero nunca dice que no quiere. Una novela de iniciación, pues, en la que no hay nada en lo que iniciarse.

Los adultos participan de esta dinámica de engaños e insatisfacción. Curiosa la escena en que una amiga deja su piso para que tenga un encuentro con un chico, y el padre de la amiga –comprobado que su hija está fuera– acude con la amante. Un dos por uno, lo utilizaban ambos.

Las clases de teatro ocupan el final, un final en que no casualmente recitan en una prueba un fragmento de “Locos de amor”, de Sam Shepard. Al final, todo resulta ser un sit-book, el reencuentro con un compañero de la escuela que tampoco funciona, y un chico que la encandila en una librería. Adivinamos que seguirán pasando historias; buenas, malas, qué más da… Lo importante es ir sobreviviendo.

 

 

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