Operación rescate: Terminal Sur

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«Decidieron andar un camino bastante poco trillado en esos momentos en el rock español: La fusión de ritmos, con sustanciosas influencias magrebíes, y un cierto concepto de rock arty»

Terminal Sur
«Viajero»
PDI, 1988


Texto: JUAN PUCHADES.


Pese a ser la gran esperanza blanca del pop valenciano de finales de los años ochenta, Terminal Sur no tuvo demasiada suerte. Tras ganar un concurso de nuevos valores grabaron un disco fantasma con RNE, del que renegaron nada más editarse y siempre consideraron como algo ajeno a ellos. Unos meses después, editaron este «Viajero», en el que, entonces sí, reflejaron todo su potencial musical. Pero las diversas obligaciones de sus componentes  –en formaciones paralelas o con trabajos en estudios de grabación– y el nulo apoyo de la discográfica les condujo hacia un rápido fin sin final, y sin poder llevar a cabo la que fue una de sus últimas ideas: funcionar como grupo de estudio y solo muy esporádicamente tocar en directo. No fue posible. Este disco (si ignoramos el antes mencionado) fue su partida de nacimiento y su certificado de defunción.

¿Pero qué era Terminal Sur? Pues ni más ni menos que uno de los proyectos más interesantes surgidos en la última recta de la movida ochentera, cuando las ideas de los nombres que marcaron los principios de la década de los milagros andaban en franco retroceso. Pero Terminal Sur residían en Valencia –suficiente motivo para que las cosas fueran un poquito más difíciles de lo habitual–, no eran precisamente unos jovencitos y, para colmo, decidieron andar un camino bastante poco trillado en esos momentos en el rock español: la fusión de ritmos, con sustanciosas influencias magrebíes, y un cierto concepto de rock arty (con la mirada puesta en David Byrne y sus penúltimos ensayos con los Talking Heads).

De todo ello surgió un disco espléndido, una invitación constante a dejarse mecer por la densidad de una propuesta única y arrebatadora. Tan capaces de acercarse a Tom Waits (‘Dinero negro’) como de darle la vuelta a los ritmos árabes tradicionales y llevarlos a terrenos contemporáneos (‘Viajero’). A lo que deberíamos sumar la excepcional voz de Miquel Gil y los textos que escribía Fernando Garcín, poeta local siempre vinculado a proyectos musicales.

Pero, lo dicho, su menú no parecía del gusto mayoritario y solo unos pocos críticos y unos cuantos fieles seguidores –de aquellos que acudíamos a sus conciertos en la seguridad de estar viendo algo único– comprendieron las justas dimensiones de este robusto «Viajero». Luego, como siempre, el olvido. Pero la gente que formaba Terminal Sur continuaron vinculados a la música. Así su líder y cantante, Miquel Gil (que estuvo durante años con el grupo Al Tall), tras grabar un primer disco solista en el que, de algún modo, siguió las coordenadas de Terminal Sur, se recicló en cantautor de raíz valenciana y, entonces sí, ha logrado enorme reconocimiento en los ámbitos del folk; Vicente Sabater siguió dándole a los teclados con Presuntos Implicados, como técnico de sonido en los estudios AC y en labores de producción (Piratas, Girasoules); Maribel Crespo (laúd y voces) continuó con Al Tall; Salva Ortiz siguió ocupando el puesto de batería con Presuntos; y Pepe Cantó se ha destacado como uno de los mejores percusionistas de este país (muy por encima de muchos nombres habituales en las grabaciones madrileñas).

Personalmente, a «Viajero» lo tengo entre mis discos de cabecera, uno de esos a los que regreso de cuando en cuando, y siempre compruebo cómo se mantiene fresco, vivo: no ha perdido un ápice de su encanto, y su ideario continúa siendo algo inusual. Si tras leer esto sientes curiosidad por escucharlo, no pierdas el tiempo buscándolo en CD, no se ha reeditado. Mejor acercarse a alguna buena tienda especializada en vinilo.

[Versión puesta al día del texto publicado originalmente en EFE EME 26, de marzo de 2001]

Anterior entrega de Operación rescate: Vainica Doble.

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