Operación rescate: Los Huracanes

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«El larga duración que vio la luz aquel 1966 no incluyó ni una sola versión. Ni tan siquiera, ninguna composición de alguno de los músicos a sueldo de EMI»

Los Huracanes
«Los Huracanes»
Regal/EMI, 1966

 

 

Texto: CÉSAR CAMPOY.

 

 

Regal, la marca de EMI, se convirtió en uno de los buques insignia con más renombre de la industria discográfica ibérica de los 60. En su nómina figuraban artistas de la talla de Los Mustang, Los Salvajes, Los Beta, Os Duques, The Four Winds & Dito, Mike & The Runaways (a punto de mutar en Los Bravos), Los Rockeros, Los Protones o Bruno Lomas. Valencianos de origen, como estos últimos, fueron Los Huracanes, la banda liderada por Víctor Ortiz, Julio Andreu y Pascual Olivas. El buen hacer de pioneros del rock valenciano como Los Milos, Los Top-Son (en ambos figuró Olivas) o Los Pantalones Azules, auténticos precursores creados por el propio Víctor junto a Tito Pemán, hizo que los principales sellos del Estado (sobre todo, los catalanes) dirigieran su vista hacia la capital del Turia y se lanzaran a producir y editar trabajos de calidad como muchos de los protagonizados por Los Huracanes.

Cuando desde Regal/EMI se les propone editar un elepé de catorce temas, previa intermediación del popular locutor Enrique Ginés, máximo valedor de la banda, hacía poco más de medio año que el conjunto había firmado su contrato con la compañía. No obstante, en tan breve periodo de tiempo, el quinteto había sido capaz de crear tres epés con títulos ya míticos como ‘Aún’, ‘Ocho días cayendo lluvia’ o el sorprendentemente contundente ‘El calcetín’, y actuar en las principales salas de las ciudades más importantes de la península, además de frecuentar la efervescente escena musical barcelonesa. En esos momentos, en Regal/EMI están convencidos de que acabarán convirtiéndose en una de las referencias del pop hispano. No lo dudan.
Y es que, posiblemente, cuando el grupo viaja hasta Barcelona y entra a grabar este larga duración, Los Huracanes viven uno de sus mejores momentos creativos. Además, su formación (completan José Casquel y José Segura, alias «Malayo») es una de las mejores que conocerá nunca una banda que ve cómo Olivas y Andreu se esfuerzan para convertirse en uno de los dúos compositivos de referencia de la época, a partir de una increíble incontinencia compositiva, y cómo la característica y potente voz de Víctor deviene uno de los mejores seguros de vida de un conjunto que se siente seguro arropando al carismático frontman.

Si bien en la época no era muy común que una discográfica propusiera a una banda editar un elepé (los formatos de moda eran el epé y el sencillo), mucho menos lo era que el sello confiara en que todos y cada uno de los temas fueran originales del propio grupo. Hasta el momento, en ese sentido, pocos habían disfrutado de un privilegio solo al alcance de gigantes como Los Brincos. De esta manera, el larga duración que vio la luz aquel 1966 no incluyó ni una sola versión. Ni tan siquiera, ninguna composición de alguno de los músicos a sueldo de EMI. Sí incorporó seis temas previamente publicados: La exitosa ‘En tinieblas’ y las mencionadas ‘Aún’ y ‘Ocho días cayendo lluvia’, del primer epé, y ‘Sonríeme’, ‘A la caída del sol’ y ‘Dulce despertar’, del tercero. El resto de composiciones, ocho, eran completamente inéditas. El propio Víctor Ortiz recuerda perfectamente cómo se grabaron, en un sólo día (aquel 26 de mayo de 1966), en los estudios barceloneses de EMI, bajo el asesoramiento del maestro Doménech.

El disco se abre con una de las creaciones más coreadas del conjunto, el roquero y salvaje ‘Esta tarde a las siete’. Le siguen ‘Sonríeme’ y la dulce ‘El conquistador’, interpretada por Pascual (único tema de la historia del grupo no cantado por Víctor), una buena muestra de la querencia de la formación por las cuidadas armonías vocales, los depurados arreglos y las transiciones estudiadas. Tras ‘En tinieblas’, el grupo nos sorprende con la dramática ‘Espérame’ y encara la recta final de la cara A con una balada al uso, ‘Creo que te quiero’, que da paso a la efervescente ‘Aún’.

Muchos de los riffs empleados por Los Huracanes a lo largo de su carrera dejan muy claras, tanto sus fuentes británicas, como su pasión por interpretaciones contundentes. No obstante, los valencianos no pueden ser considerados una banda pura y dura de garaje. En su repertorio juegan un papel importantísimo, tanto los clásicos medios tiempos, como algunas creaciones netamente pop, algunas de ellas, de una luminosidad casi perfecta. Es el caso del tema que abre la cara B del elepé, ‘El calor del verano’, una de sus creaciones más redondas. ‘¿Dónde te escondiste?’, por otra parte, se convierte en otro elaborado ejercicio compositivo para lucimiento de todos los miembros de la banda, que da paso a otro «viejo» conocido, el coreado ‘Ocho días cayendo lluvia’ y a ‘Quiero repostar’, una de las criaturas más curiosas y extrañas de Los Huracanes, que narra el encuentro de un humano con un marciano cuyo platillo volante se ha quedado sin carburante.

Cierran este disco la romántica ‘A la caída del sol’ (piano clasicón incluido); ‘Podrás pensar’, de nuevo, el vehículo ideal para el lucimiento de un Pascual que siempre gustó de la pincelada guitarrística y un Julio virtuoso de la batería, y la tierna y ya conocida ‘Dulce despertar’. Por supuesto, los ocho temas inéditos vieron la luz, posteriormente, a través de dos epés, que tuvieron más difusión y repercusión que el larga duración.

Pese a gozar de una innegable buena prensa, y estar considerado uno de los conjuntos de la época con mejor directo, Los Huracanes no acabaron convirtiéndose, a nivel estatal, en aquella banda ultra popular que soñaron en Regal/EMI (lo fueron, y mucho, tanto en el Este como en el Norte de la península). Eso sí, su carrera se alargó hasta los primeros años de la década de los 70 y el conjunto llegó a girar, una buena temporada, por tierras austríacas. Tras la edición del elepé que nos ocupa, el grupo se sumergió definitivamente (coqueteando, también, con la psicodelia), en la pasión por los metales (los registros de Víctor se adaptaban perfectamente a estos ritmos) y el soul (fueron unos de los pioneros en nuestro país). De hecho, se podría decir que este disco grande marca un punto y seguido en su carrera, ya que su siguiente (inédita) y más que eficaz referencia vino dada por esa incorporación de instrumentos de viento como apoyo, a partir de los temas ‘Tarta de merengue’ (uno de los más conocidos de su cosecha), ‘Ya verás’ o ‘No lo pienses más’ (una salvaje versión del ‘Hold tight!’ de Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Tich). A partir de entonces, la banda siguió editando epés repletos de interpretaciones de altura como ‘Carnaby Street’, ‘Una fiesta sin smoking’ o, ya bajo el amparo de Belter, ‘Algo por nada’ (la revisión del ‘Something for nothing’ que popularizaron los portugueses Jess & James), la inmensa ‘Me haces mal’ o la energética ‘Todo nos sonríe’.

Con el paso de los años, este disco se ha convertido en una pieza cotizadísima. No solo por su evidente calidad, sino también porque, según recuerda el propio Víctor, tan solo se editaron unos cientos de copias (se sabe que también circularon algunas por el mercado latinoamericano). Por otra parte, la discografía completa de Los Huracanes fue revisada, hace varios años, por Rama-Lama. Previamente, Cocodrilo Records había recuperado, en vinilo, los temas de su primera época. El segundo de los volúmenes, al imitar la carpeta del elepé que nos ocupa, es confundido habitualmente con una reedición de éste. Nada más lejos de la realidad. De hecho, muchas de las reseñas sobre el mítico vinilo andan erradas, al tomar como modelo esta supuesta reedición.

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