«Vagando por ahí», de Los Chunguitos

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OPERACIÓN RESCATE

«John Peel se hace con discos locales pero no se deja impresionar por el nuevo pop, tan similar al anglosajón. Sin embargo… escucha a Los Chunguitos y salta la chispa: ahí sí que oye algo distinto, algo que deslumbra y que suena inédito. Los pincha en la BBC y obra el milagro de que la modernidad hispana mire con buenos ojos al trío rumbero madrileño»

Los Chunguitos
«Vagando por ahí»
EMI, 1984

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Estamos en la primera mitad de los años 80, La Movida no solo es un hecho desde 1982 sino que el ruido de que en España una explosión cultural (que eso fue, aunque a veces lo olvidemos y todo quede reducido a lo musical, pero salpicó también a las artes plásticas, al cine, a la moda…) está inundando el país llega hasta los medios internacionales, que curiosos de que el viejo reducto fascistoide abrace la modernidad, no dudan en venir a ver qué está ocurriendo. Justo ahí, salta la leyenda urbana: a John Peel, el gurú musical de la BBC, le llegan ecos de lo que sucede (Manrique de por medio, que lo invita a una edición del carcomido Festival de Benidorm reconvertido para la ocasión en muestra sonora de actualidad, dejando atrás su pasado competitivo-melódico), se hace con discos locales pero no se deja impresionar en absoluto por el nuevo pop, tan similar al anglosajón solo que interpretado en castellano. Sin embargo… escucha a Los Chunguitos y salta la chispa: ahí sí que oye algo distinto, algo que deslumbra y que suena inédito. Los pincha en su programa de radio y obra el milagro de que la modernidad hispana mire con buenos ojos al trío rumbero madrileño… ¿Verdadero o falso? Parece que nunca lo sabremos, pues algunos de los protagonistas ya no recuerdan muy bien cómo fueron los hechos. Pero de lo que no hay duda es de que Paloma Chamorro le abrió a Los Chunguitos las puertas de la televisiva «Edad de Oro», que era como darles el plácet de la modernidad: la rumba suburbial o mesetaria (al gusto del consumidor), molaba. ¡Toma! ¡Hasta Alaska grabó con ellos en un directo!

Ese fue el momento en el que Los Chunguitos, no se sabe si inspirados por las muchas muestras de afecto recibidas en aquel tiempo, o por un brote de espontánea inspiración, parieron uno de los discos más rotundos de su carrera, «Vagando por ahí», en el que desde la portada ofrecían una imagen distinta a la tan racial, y algo rancia, de sus producciones anteriores: diseño «pensado» y moderno, jugando con la tipografía, fotos en blanco y negro silueteadas. Pero lo bueno de «Vagando por ahí» estaba, como es de rigor en esta sección, en sus surcos.

Producido por Julio Palacios (con larga experiencia, había trabajado al lado de Gonzalo García-Pelayo) y arreglado por José Miguel Évoras, el portugués Johnny Galvao y el componente de Suburbano Luis Mendo, se aprecian, según la canción, los diferentes arreglos: unos más acústicos y ortodoxos, otros más pop y otros más rockeros. En los créditos se evita mencionar a los músicos de estudio que pusieron sus instrumentos (¡maldita costumbre!), y es una pena pues convendría saber quién toca, por ejemplo, las guitarras eléctricas (probablemente fuera el propio Galvao).

El elepé se abre de manera inmejorable con ‘Vagando por ahí’, rumba callejera y rockera (escrita por dos Chunguitos y el mismísimo Leonardo Dantés, décadas antes de que acabara siendo un personaje lamentable más del friquismo televisivo) con introducción de la sección de vientos hasta dar paso a las tres voces del grupo (su forma canora más identificable), con esos versos iniciales que son, sencillamente, impagables: «Tiene 18 años y está cansado de vivir / porque el mundo en el que vive / no le puede hacer feliz. / Tu padre te echó de casa, / no tienes calor de hogar, / por un poco de dinero, / con cualquiera tú te vas». Rumba para el barrio, para la inhóspita ciudad dormitorio. Y por si había dudas de cómo Los Chunguitos se acercaban a la calle, ahí va eso de «el ácido y la bebida, / te apartan de la realidad, / cuando te falta el dinero / tú lo tienes que robar». Y venga el estribillo: “De noche y de día / vagando por ahí, / no sabes lo que hacer, / no tienes dónde ir, / el mundo te olvidó, / ay, qué va a ser de ti”. Todo ello con melodía y ritmo imparables. Un melocotonazo de miedo, que habría dicho el difunto El Fary.

Pero en esto de fijar la imagen del suburbio, Los Chunguitos no eran unos recién llegados, como bien lo comprendieron José Antonio de la Loma y Carlos Saura al incluirlos en las bandas sonoras de, respectivamente, «Perros callejeros» (1977) y «Deprisa, deprisa» (1981), que los catapultaron al éxito de las cintas de casete y los Seat 850 y 124, solo que en este disco, y en contra de sus (grandes, ojo) producciones anteriores, el sonido logrado por Los Chunguitos es único, perfecto, contemporáneo, pero en absoluto ochentero (aquí no hay “máquinas”): con enorme claridad los planos quedan definidos, las piezas encajan, se refuerzan los temas más rock y se tratan con cariño los más raciales, como el intenso ‘Mi chavorrilla’ (una delicia para cantar el amor de un padre por su hija), ‘Amor de segunda mano’ (típica canción de desengaño amoroso a lo chunguito, deudora de las letras de la copla, con base rockera y los coros de Azúcar Moreno), ‘Ojos morados’ (de Dantés, y esa guitarra eléctrica, uno supone, de Galvao) o ‘Embustera’ (historia de traiciones y cuernos). Pero también hay sitio para delicias como ‘Recuerdo’ (una balada hermosísima), para ponerse pop en ‘No puedo dejar de amarte’ o temas en los que sacan el lado flamenco y moruno, como en la fantástica ‘El amor es eterno’ («El amor es eterno / cuando se quiere como tú me quieres, / cuando se quiere como yo te quiero») o en ‘Quisiera volar’ (una rumba de Pepe de Lucía). El cierre del disco, como el arranque, es pura gloria del asfalto, genuino sabor de barrio, parafraseando a Gato Pérez: ‘Puños de acero’, con arreglos hermanos a los de ‘Vagando por ahí’, en este caso para contar la historia de un boxeador preso y esos bis a bis con su churri que le mantienen vivo, aunque cuando no está con ella, el deseo y el recuerdo lo consumen: «Maldito muro, me aparta de la que yo quiero, / cuando peleo el coraje me pone ciego, / y mi contrario es el mundo entero / y mis puños parece que son de acero», ¡uf! Para rematar, una trompeta nocturna y golfona subraya semejantes versos, ¡doble uf!

Si la leyenda urbana es apócrifa y John Peel nunca escuchó a Los Chunguitos, debería haberlo hecho. Seguro que le habrían gustado: para activarte por la mañana son mejor que el Pharmaton Complex con ginseng.

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