Operación rescate: Lagartija Nick

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«Se trata de uno de los estrenos más excitantes de la historia del rock español. Un calambrazo de ideas y fuerza en la resacosa escena musical española de principios de los noventa»

 

 

Lagartija Nick
“Hipnosis”
ROMILAR-D, 1991

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

Los álbumes de Lagartija Nick tienen más vidas que los gatos. En los últimos años, el grupo granadino ha resucitado en plástico y en directo “Inercia”, “Omega” –iniciativa de Enrique Morente– y “Val del Omar”. En 2012, recrean en su integridad “Hipnosis”, el primero de su discografía. Señal inequívoca del culto guadianesco que genera la banda de Antonio Arias en dos o tres generaciones. Cierto, se trata de uno de los estrenos más excitantes de la historia del rock español. Un calambrazo de ideas y fuerza en la resacosa escena musical española de principios de los noventa. Arias abandonaba de forma definitiva la plaza de bajista de 091 para cantar sus composiciones. Descargas de punk-rock “artie”, visionario y anfetamínico. “Hipnosis” contiene los ejes que Lagartija Nick han desarrollado a lo largo de su miscelánea trayectoria. La obsesión por la astronáutica, la máquina de escribir de Dylan, la psicodelia ácida, el sometimiento tecnológico, el collage de consumismo y sobreinformación. En definitiva, el caos febril de la vida moderna. Antonio, apasionado ya entonces por el lenguaje anticipativo de la ciencia ficción, patentó el sello de Lagartija. Un torbellino sensitivo. La taquicardia porque una bomba de relojería está a punto de estallar.

Sonidos avanzados. En aquel momento, solo Cancer Moon manejaban a fondo referencias como Spacemen 3 o los Stooges. A última hora, Sony quiso publicar “Hipnosis”, pero Lagartija Nick respetaron el acuerdo con la independiente Romilar-D. Hoy, Antonio Arias se arrepiente: arrancar en la que más tarde sería su multinacional no les hubiese restado credibilidad. Romilar-D acababa de lanzar dos trabajos emblemáticos de Sex Museum: el split compartido con Los Macana e “Independence”, piezas cotizadísimas en el mercado garajero. Además, licenciaba al combo australiano The New Christs. Lagartija Nick compartían manager con Sex Museum, Javier González. Aprovecharon la red de contactos de éste y su conocimiento del circuito. Con rapidez, se curtieron en escenarios de todo el país. Tampoco eran unos principiantes: Lagartija contaban con equipo propio. Y sus conciertos no pasaban desapercibidos. En un “Rockdelux” de la época se llegó a decir que “asistir a una actuación de Lagartija Nick es asistir a una masacre sónica”.

En realidad, Lagartija Nick existían desde 1987. Erick Jiménez ensayaba en el local de al lado de 091. Antonio y él solían juntarse para tocar temas de Siouxsie & The Banshees. Así empezó todo. En 1991, la formación apilaba abundante repertorio para el primer disco. Antes, sacaron el siete pulgadas ‘No lo puedes ver / Gansterville’, producido por Félix Arribas –batería de Los Pekenikes–, poco convencido con las canciones y con la manera de cantar de Antonio. Finalmente, “Hipnosis” se registró y se mezcló en 59 horas. Cinco días de grabación. El productor, Fino Oyonarte, estuvo indispuesto más de la mitad del tiempo. Pero el álbum salió adelante. Si lo escuchamos ahora, asombra por su vigencia, aun disculpando su déficit en graves, agudos y huecos. Se palpa la tensión electrificada. Vicio y paranoia en la voz-proclama de Antonio Arias.

El músculo de Lagartija Nick lo reforzaban los guitarristas Juan Codorniú y M.A.R. Pareja. Codorniú, más clásico, aportaba un aire sesentero. Por su parte, M.A.R. Pareja se involucró en la labor de composición y supo conectar con la cosmovisión de Arias. Ambos querían imprimir atmósferas futuristas. Al fondo, Erick establecía los patrones rítmicos que ha repetido con éxito a lo largo de su carrera. La portada de “Hipnosis”, un fotomontaje de Josep Renau, expresa las intenciones de transmitir flashes perturbadores. Títulos como ‘No lo puedes ver’, ‘Disneyworld’ o ‘Déjalos sangrar’ se han mantenido fijas en las giras en estas dos décadas. “Hipnosis” iba a rebufo del “Goo” de Sonic Youth, y se nota en piezas como ‘La gran depresión’ o ‘El mundo desaparecido de los guantes’. ‘Napalm’ y ‘Tan raro, tan extraño, tan difícil’ disparan riffs a lo Ron Asheton, borrachos de toxicidad. Igual que la instrumental ‘Sonic crash’, otro ejercicio de rock and roll espídico que sienta como un guante para abrir los conciertos. Y por supuesto, la que da título a la obra: “Hipnosis en la tensión / o en la luz de un televisor / hipnosis en la tensión / de jóvenes sicarios como yo”.

Siguiendo la estela de las reediciones de “Inercia”, “Su” y “Val del Omar”, esperamos que se haga justicia con “Hipnosis”. Se quedaron fuera una decena de canciones, incluidas curiosas versiones de Syd Barrett y Electric Prunes. Material muy jugoso para una caja que está por llegar. Eso sí, a Antonio, Erick, Juan y M.A.R. Pareja se les puede ver de nuevo liándola en vivo.

Anterior entrega de Operación rescate: Gabinete Caligari.

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