Operación rescate: “Honey’s dead”, de The Jesus and Mary Chain

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Un sonido único y reconocible del que solo ellos tienen la patente; que suena a un lugar entre lo onírico y lo cósmico envuelto por la tormenta”

 

Sara Morales nos lleva hasta 1992 para encontrarnos con el cuarto disco de la banda de los hermanos Reid. Un trabajo grabado en Londres que llegó precedido por la polémica de su primer single, ‘Reverence’.

 

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The Jesus and Mary Chain
“Honey’s dead”
BEGGARS BANQUET/RHINO,1992

 

Texto: SARA MORALES.

 

El cuarto álbum de los hermanos Reid llegó en el momento exacto. Habían pasado siete años ya del glorioso debut con «Psycochandy» (1985), ese disco con el que se alzaron como precursores del incipiente noise pop y comenzaron a coleccionar portadas de prensa y titulares por sus conciertos destructivos y violentos. «Darklands», dos años más tarde, había servido para demostrar su faceta más melódica, pues la tenían. Pero «Automatic» (1989), a pesar de contar con el suprahit ‘Head on’, fue un disco que, en conjunto, pasó sin pena ni gloria. Por eso, las esperanzas de los ya más maduros escoceses William y Jim estaba puestas en este «Honey’s dead».

Grabado en el estudio de la banda en Londres, conocido como The Drugstore (la farmacia) –posiblemente por la predilección anfetamínica que jamás escondieron– hicieron de este álbum el punto medio de todas sus habilidades. El equilibrio perfecto entre el shoegaze intimista y la distorsión colérica. Un ying yang del sonido con el que relacionaban íntimamente a la oscuridad con los destellos luminosos, capaz de transmitir el enganche vocal de los Beach Boys y la crudeza de la Velvet Underground en un mismo tema.

A pesar de la evolución natural de la banda hacia propuestas más asequibles y bailables, jamás se deshicieron de su gusto por el espectro industrial. Por eso, aunque en este disco encontramos fragmentos más pop como ‘Tumbledown’ o ‘I can’t get enough’, e incluso balsámicos como ‘Sundown’, su vocación por la tecnología, los loops y los samplers sobrevuelan por encima de todos ellos. Los últimos avances en la producción siempre fue una de sus obsesiones, colmadas más que de sobra en este álbum gracias a la colaboración de los ingenieros de sonido y productores Mark Ellis «Flood» y a Alan Moulder. Manos técnicas e ideas informáticas para confluir en canciones como ‘Sugar ray’, todo un tratado de digitalismo y electro-rock de base. Un tema que, volviendo al juego de equilibrios, aparece en el disco tras ‘Almost gold’, elegida como tercer single y una de las demostraciones semi acústica más afable y cercana que jamás hayamos podido escuchar de la banda de Glasgow. Maravillosa.

Un sonido único y reconocible del que solo ellos tienen la patente; que suena a un lugar entre lo onírico y lo cósmico envuelto por la tormenta. Una seña de identidad sonora que han creado para sí mismos, influyendo en cientos de bandas que discurren desde The Horrors hasta los Wavves; porque todo lo que viene detrás en el tiempo y que tintinea remotamente similar, es debido a su influjo y dominio. Una forma muy particular de hacer música, que lucen como distintivo en este disco con temas como ‘Rollercoaster’, ‘Catchfire’ y ‘Good for my soul’. Cien por cien Jesus and Mary Chain.

Sus inicios controvertidos, recordados por tocar de espaldas al público y destrozar todo el equipo tras diez minutos escasos de concierto, se fueron convirtiendo con los años en una personalidad fuerte y singular; aunque realmente, nunca le dieron plantón a la polémica. De hecho, este mismo «Honey’s dead» aterrizó en 1992 entre prohibiciones y censuras en las radios norteamericanas por la letra del primer single ‘Reverence’: «I wanna die just like JFK, I wanna die in the USA… I wanna die just like Jesus Christ, I wanna die on a bed of spikes» («Quiero morir como JFK, quiero morir en los EE.UU. … Quiero morir como Jesucristo, quiero morir en una cama de espinas»).

Una provocación premeditada que rebajaron dos meses después con el lanzamiento de un segundo single mucho más edulcorado y colorista: ‘Far gone and out’. Un tema que terminaría convirtiéndose en uno de los himnos de estos rebeldes aliados del negro y de la noche.

Anterior entrega de Operación rescate: “Generation terrorists”, de Manic Street Preachers.

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