Operación rescate: “Bridges to Babylon”, de The Rolling Stones

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«No es este un trabajo en el que los componentes de la banda parezcan remar en una misma dirección, más bien acaba siendo un cajón desastre en el que cada uno mete sus cosas»

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The Rolling Stones
“Bridges to Babylon”
VIRGIN, 1997

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

¿Cómo acaban los Rolling Stones grabando un disco en el que los instrumentistas adicionales llegan a ser hasta veinte? ¿Y cómo llegan a contar hasta con cuatro productores de renombre más Jagger y Richards? ¿Qué idea tenían para “Bridges to Babylon”…? Un momento. ¿Qué hacemos hablando de “Bridges to Babylon”? Eso tiene respuesta rápida: porque la mitad de sus canciones son memorables y porque pese a ese baile de nombres en la producción consiguen que el álbum tenga coherencia al margen de su eclecticismo.

No es este un trabajo en el que los componentes de la banda parezcan remar en una misma dirección, más bien acaba siendo un cajón desastre en el que cada uno mete sus cosas. Ahí va una balada soporífera de Keith, ahí va un experimento aburrido de Mick, nada centrado, todo revuelto. Pero hay que quedarse con lo bueno, y aquí hay unos cuantos temas de nivel.

“Voodoo lounge”, su anterior disco, había sido sobresaliente, su gira de presentación muy potente, los Stones estaban en buena forma, pero no supieron aprovechar esa energía. Claro, que suena ‘Flip the switch’ y el mundo es mejor, un riff incisivo de Keith, una batería de Charlie que mueve culos, Jagger en su salsa. Luego llega ‘Anybody seen my baby’ y uno se pregunta qué le han hecho a la sección rítmica, suena bien, sí, pero no es muy Stone, ¿no? La cuesta abajo comienza pronto, demasiado pronto. Pero son los Stones, ellos sabrán remontar. Y así ocurre: el reggae vacilón de ‘You don’t have to mean it’ en voz de Keith es más interesante que si se hubiera marcado otro número rockero, ‘Out of control’ era más propia de un disco solista de Jagger pero, ¡qué buena! ¿Hay más de esto? No. ‘Saint of me’ está bien, pero también salta a la comba del cantante en solitario y Richards ni toca en ella, ‘Too thight’ es similar a lo que el guitarrista suele hacer por su cuenta pero sin la gracia de ‘Talk is cheap’, y poco se puede decir de un experimento de rock industrial como ‘Might as well get juiced’, con producción electrónica que desentona con sus satánicas majestades. Pero uno empieza a escucharlo de nuevo y ‘Gunface’ tenía su punto, el agresivo fraseo de Jagger era muy directo, incluso ‘Low down’ va ganando puntos años tras año.

Más emocionante que “Bridges to babylon” fue su correspondiente tour, en el que las canciones del disco a presentar sonaban incluso mejor. Siempre va a ser más «cool» escuchar ‘Saint of me’ con Keith a las seis cuerdas y ‘Out of control’ con el wha wha de Ronnie Wood más natural. Incluso ‘Flip the switch’, que ya era de por sí fantástica, en vivo ganaba con los coros negros de Bernard Fowler y Lisa Fischer. Todas ellas en el disco en directo “No security”. Si es que, nos quejamos porque queremos.

 

 

 

 

 

 

 

Anterior entrega de Operación rescate: “Scarecrow”, de John Mellencamp.

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