Objeto de deseo: Silvio y Sacramento

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«Se grabó en el turbulento y posmoderno Madrid de 1980 bajo la producción del flamenquista Ricardo Pachón, y seguramente porque en esa ciudad y ese año todo el mundo estaba al loro, nadie reparó en él. Carne de rebajas al instante»

Silvio y Sacramento
Al este del Edén
LP RCA PL-3514 (1980)

Valor: 70 Euros.

 

 

Una sección de VICENTE FABUEL.

 

 

El rockero de Triana (Sevilla) Silvio Melgarejo (1945-2001), Silvio forever, Silvio pa los restos, rockero, cofrade, bético y alcohólico, el mítico ex miembro de los grupos Gong y Smash no tuvo que morirse para ver el valor de sus discos allá arriba por las nubes. En vida ya estaban por todo lo alto sus tres primeros vinilos. Ahí los veía su autor poniéndose las gafas y rematando con salero que aún habrían de subir más, carne de cortas tiradas y pasiones día a día en aumento. Genio tozudo hasta el gorro, el gran Silvio marcaba sus tiempos vitales a su verdadero y real antojo, cantando y viviendo, y en todos y cada uno de esos momentos tuvo algo que decir, con la obvia y única excepción de la rendición final, y ésa, en cualquier caso, le sirvió al monstruo para que pudiera vérselas cara a cara con su leyenda y le exigiera alguna que otra responsabilidad.

Indiscutible figura mucho más importante que sus discos, más personaje que músico y –si me apuran y dicho con toda la admiración del mundo– incluso más voceras que cantante, al final costó entender la grandeza del sevillano visto por encima de Despeñaperros, y sin embargo la solución al enigma estaba clara si se escuchan bien todas esas correrías disolutas vividas junto a Luzbel, Barra Libre y Sacramento, sus grupos de guardia. Claro que siempre faltaría la perspectiva definitiva, la del fan converso viéndolo bregar una buena noche delante de unos cientos de seguidores, ahí estaba sin ninguna duda el Silvio total, siempre bien rodeado de ese buen puñado de músicos sevillanos resistentes y curtidos en mil batallas (Pive Amador, Manolito Díaz, Pedro Mauricio, Mané, Miguel Ángel Iglesias…), no sólo ajenos al paso del tiempo –¡larga vida al rock’n’roll!–, sino tocando radicalmente de espaldas a los sonidos modernos de la época. En realidad, con Silvio, de cualquier época, vaya …

“Al este del Edén” se grabó en el turbulento y posmoderno Madrid de 1980 bajo la producción del flamenquista Ricardo Pachón, y seguramente porque en esa ciudad y ese año todo el mundo estaba al loro, nadie reparó en él. Carne de rebajas al instante. Como suele ser corriente en todos los primeros discos de los grandes, allí estaba ya prácticamente cuanto nos iba a entregar después: sus obsesiones por las raíces del rock de los 50 (Little Richard, Bo Didley, Elvis), por la conexión italiana (Adriano Celentano, Nicola di Bari) y por su propio y reciente pasado de músico progresivo, contando ya con alguna de esas canciones que el cantante fue remodelando al reincorporarlas sucesivamente al repertorio de varios de sus discos: las incombustibles ‘Baila cadera’ o ‘Puerto España’. Pero sobre todo estaba ya ese cantante desmedido que hacía lo que podía con las canciones, que igual las seguía que las abandonaba, igual las mimaba que las lastimaba, y que a pesar de no quitarse de la boca ni al Sevilla F.C. ni a la Macarena de Triana, con quien habría de ser realmente respetuoso fue con la leyenda de feroz individualista que él mismo se estuvo creando día a día. A ella fue, definitivamente, a la única que el gran sevillano acabó rindiendo cuentas.

[Versión puesta al día del texto publicado originalmente en EFE EME 62, de octubre de 2004.]



Anterior entrega de Objeto de deseo: “Historia de la canción española”.

 

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