Noel Gallagher: Fue, es y será

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 “Qué tendrá Noel Gallagher que hace de su elegante inexpresividad una fuente de exaltación, encumbramiento y alabanza”

 

Noel Gallagher y los High Flying Birds aterrizaron en Madrid y Barcelona para interpretar las canciones de su segundo disco en solitario, “Chasing yesterday”, y recordar algunos clásicos de su antigua banda. En el concierto que dio el exguitarrista de Oasis en Madrid estuvo Wilma Lorenzo.

 

 

Noel Gallagher
La Riviera, Madrid
8 de abril de 2016

 

 

Texto y fotos: WILMA LORENZO.

 

 

El doble filo y la contradicción de euforia y desazón coexisten ya como clásicos oponentes en los conciertos del mayor de los Gallagher. Así sucedió la pasada noche del viernes en la madrileña sala La Riviera. La histeria se respiraba en las primeras filas (pero ojo, también en las últimas) mientras que la templanza era reina en el escenario. Qué tendrá Noel Gallagher que hace de su elegante inexpresividad una fuente de exaltación, encumbramiento y alabanza. Cuesta imaginar un show del inglés en el que sus fervientes seguidores no vitoreen y rompan sus gargantas por aquello que fue, es y será.

Acompañado por los High Flying Birds, juntos hicieron un medido recorrido por su álbum debut, el más reciente “Chasing yesterdayy un equilibrado binomio de hits (aunque no sonaría ‘Live forever’ a pesar del ruego del público) a los que se sumaron algunas perlas escondidas de Oasis (magníficas ‘Talk tonight’ y ‘Digsy’s dinner’). Un repertorio orquestado para reconocer, afianzar y avanzar; con el que poco importa que The Mighty diga “I’m not a genius” si a cada tema responde sin palabras con un aplastante “Yes, I’m”.

 

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La puntualidad inglesa se asoció con ‘Everybody’s on the run’ para hacer lo propio y subir la temperatura de cero a cien. Le seguirían ‘Lock all the doors’, ‘In the heat of the moment’ y ‘Riverman’, como ya venía ocurriendo en las citas previas de esta gira, siendo ‘Ballad of the mighty I’ una concesión variante en cada ciudad de la que Madrid tuvo la fortuna de disfrutar. Perfecta ejecución, impecable el sonido; el inglés juega sus cartas con maestría y no deja errores sobre la mesa. Hace tiempo que convirtió su único “pero” en su seña de identidad. Si fueron pocas las palabras que Gallagher dedicó a su público y casi inexistente la interacción, la interpretación mecánica fue tal que consiguió dar la vuelta y dejar entrever pasión contenida. Al fin y al cabo, es esa firmeza lo que define su naturaleza y encandila a propios y extraños.

‘If I had a gun’ o ‘The masterplan’ sirvieron como preámbulo de aquello que terminaría por desatar la locura colectiva. Tras los bises una revisitada ‘Wonderwall’ con Noel a la acústica recordó a la versión que Ryan Adams hizo de la misma, y que los Gallagher aprobaron. Con ‘AKA. What a life!’ y ‘Don’t look back in anger’ alcanzaría la cota máxima. Pero esta clausura está lejos de ser una concesión al público, es un regalo a sí mismo. A Noel, que tuvo la aclamación que merece alguien capaz de marcar una década y sobrevivir al paso del tiempo. Y todo ello, sin inmutarse.

 

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