Nigel Walker: Mi jefe, George Martin

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George Martin y Nigel Walker en AIR STUDIOS en Montserrat (Caribe, 1979).

 

“¡En la vida tires un solo de los Beatles a la basura, Nigel!”

 

De 1975 a 1990, Nigel Walker trabajó bajo las órdenes de George Martin, trabajando en producciones de los Beatles, Paul McCartney, Jeff Beck o Cheap Trick. El británico, afincado en España desde hace años, relata a EFE EME cómo era el célebre productor de los Beatles.

 

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Foto cedida por NIGEL WALKER.

 

 

Durante quince años, el productor británico Nigel Walker trabajó codo con codo con George Martin en los Air Studios de Londres, donde lo aprendió casi todo sobre la profesión. Así lo recuerda Nigel: “Entré en 1975 en los estudios de George Martin, en Londres, para arrancar mi carrera musical como ayudante, haciendo café para los artistas y esas cosas. No tenía ninguna experiencia, entré en el estudio para buscarme la vida. Durante los quince años que trabajé allí, estuve en muchos proyectos con él: Jeff Beck, America, Cheap Trick, la banda sonora de ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’… Él abrió un estudio en Montserrat, en el Caribe, donde trabajé un par de veces también”.

Aunque los Beatles ya se habían separado cuando comenzó su relación profesional con el veterano productor, Nigel pudo trabajar en varios proyectos asociados a los de Liverpool: “Cuando yo era técnico de sonido grabé parte de unos proyectos de Paul McCartney, ‘Pipes of peace’ y la banda sonora de ‘Give my regards to Broad street’. En el 79 también mezclamos un disco de los Beatles, ‘Live at the Hollywood Bowl’, con Geoff Emerick, que era el técnico oficial de la banda”. Se trataba de una grabación de los años 60, en mal estado, que se encargaron de reparar, y de la que Nigel extrajo uno de los mayores aprendizajes de su vida: “Teníamos dos grabaciones completas diferentes, de dos noches distintas, George eligió los temas que se escuchaban mejor de cada noche, y le gustó más el solo de George Harrison de ‘A hard day’s night’ que hizo la segunda noche, así que lo editamos. Días después escuchó lo que hicimos, y me pidió poner otra vez el original de la primera noche… ¡Yo lo había tirado a la basura! Y él me dijo: ‘¡En la vida tires un solo de los Beatles a la basura, Nigel!’. Desde entonces no tiro ni borro nada. Conseguí encontrarlo, pero me pasé una noche entera buscando los trozos de cinta, escuchando miles de trozos de cinta. Fue una lección muy importante para mí”.

Para Nigel, fan de los Beatles desde que se compró un single de la banda cuando tenía seis años, el trabajo de Martin con los de Liverpool fue crucial. “Sin los Beatles la música popular sería muy distinta, él les fichó cuando otras discográficas les rechazaron”, recuerda. Pero hizo mucho más que apostar por ellos. “Era un supermúsico, conocía la música desde todos los lados. Orquestó muchos discos de los Beatles. A veces John Lennon le decía: ‘Quiero un sonido como de alguien que está cantando en una iglesia’. Y George le ponía instrumentos de otros discos, instrumentos que Lennon no conocía, hasta que daba con lo que buscaba. Era como un traductor de sus artistas. Él sumó su inteligencia a la juventud de los Beatles, jóvenes salvajes que no sabían a dónde iban, y la mezcla funcionó bien. Ellos querían algo y él lo solucionaba”.

 

Libertad en el estudio

En aquellos años con él, Nigel observó muy de cerca los métodos de trabajo de quien fue su maestro. “Él venía al estudio a las diez de la mañana con su periódico, era muy fan de los crucigramas. Cuando tenía su primera taza de té empezábamos a grabar. Daba igual que fuese Paul McCartney o una cosa de rock: escuchaba lo que estábamos grabando haciendo sus crucigramas, con las gafas en la punta de la nariz. Él dejaba a la gente hacer su trabajo. Podía pasar media hora y a lo mejor no hablaba con el artista, pero estaba escuchándolo todo, no era de esos productores que no paran de hablar con los artistas. Era muy tranquilo, dejaba libertad a los músicos para que hiciesen su trabajo. La época que trabajé con él fue así, controlaba sin decir nada”.

A pesar de su consagración —“para los americanos George Martin era como un Dios al que no podían acercarse”, afirma—, Nigel trabajaba con él hasta las noches y los fines de semana, y todo en el mejor de los climas: “Era muy cariñoso, muy atento, supergracioso y muy amable”. Además, sabía conseguir lo mejor de su equipo: “Los que trabajábamos con él lo hacíamos con tanta ilusión que sacábamos lo mejor de nosotros mismos, sin que él nos presionara. Nunca le vi enfadado, nos trataba casi como un padre, todos le respetábamos mucho, y él también nos respetaba. Siempre dejaba a la gente crecer. Creo que crecí mucho trabajando a su lado porque quería dar lo mejor, que al final del día me dijera: ‘Buen trabajo’. Y aprendí a no estar encima del artista, a dejarle hacer su trabajo”.

 

Impulsor de las producciones independientes

Algo que no todo el mundo conoce es que Martin fue el principal impulsor de sacar las producciones de los estudios de grabación de las discográficas. Hasta entonces, los artistas tenían que trabajar en el estudio de grabación de las discográficas con el productor asociado, sin capacidad de elección, hasta que él cambió el rumbo, con otros tres compañeros. “En 1970 quiso salir de EMI, y con tres amigos suyos montó el primer estudio independiente en Londres, Air Studios. En el 75, cuando empecé yo, los técnicos no podían trabajar en otros estudios, no podían ir a Los Ángeles, ni a Nueva York… pero él pactó con discográficas para que sus técnicos viajáramos a otros países y trabajásemos con quien quisiéramos. La libertad que tenemos los productores es probablemente gracias a George Martin”. El hombre que cambió no solo los hábitos de la producción, sino que elevó la figura de los productores, que hasta entonces pasaban desapercibidos: “Nadie sabe quién grabó el primer disco de los Rolling Stones, o de Who. Él fue el primer productor con nombre, y cuando empezó a ganar fama, todo el mundo empezó a darle importancia a los productores”.

 

Último trabajo conjunto

Han pasado veintiséis años desde la última colaboración que hizo con el denominado “quinto beatle”: “El último trabajo que hice con él fue en 1990. Viajé a Los Ángeles con él y con su hijo, Giles Martin, a mezclar la música de la banda sonora de ‘Llamaradas’, una película de Ron Howard, con música de Hans Zimmer, compositor de muchas grandes bandas sonoras de Hollywood”. Después de eso, y al afincarse en España, Nigel perdió contacto con él, hasta que se enteró el año pasado de que Martin estaba peor de salud. “Un grupo de cuarenta compañeros que trabajamos para él hablamos hace unos meses de organizar un viaje para ir a Londres y verle, para darle las gracias. Pero ha sido imposible: mover a cuarenta personas de Los Ángeles, España, Australia… era complicado. Todos queríamos recordar aquellos años, visitarle y pasar un rato con él”.

Aunque este viaje no ha podido hacerse realidad, Nigel tiene muchos recuerdos a los que aferrarse. Termina su particular homenaje a su maestro con uno de ellos: “Cuando cumplí 21 años me prepararon una fiesta en un bar al lado del estudio. Yo estaba grabando con George Martin y Jeff Beck, grabando para la banda sonora de ‘Sgt Peppers’. Me sabía mal pedirles acabar pronto porque era mi cumpleaños, así que no dije nada. Cuando dieron las nueve y media, George dijo que lo podíamos dejar. Yo les dije que era mi cumpleaños, y él me dijo: ‘¡Oh, vamos a tomar una cerveza!’. Entré en el bar con George Martin y Jeff Beck. Mis amigos me miraban preguntándose: ‘¿Pero quiénes son estos viejos?’. George me invitó a media pinta de cerveza, cuando estaba con él solo podía tomar media pinta, pero cuando se fue seguimos con la fiesta. Fue un momento muy grande para mí”.

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