Natalia Lafourcade: No abandonar las canciones

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“En este disco quería hacer el ejercicio de no abandonar mis canciones, darles su importancia a cada una aunque fueran horribles. Si les das la oportunidad de acabarlas, un día mágicamente te levantas con una idea, con una buena idea”

 

Acaba de publicar su sexto disco, “Hasta la raíz”, un trabajo que presentó hace unos días en el DCODE madrileño. Aprovechando su visita a España, Wilma Lorenzo le pregunta por este nuevo álbum, fruto de una búsqueda interior que ha dado sus frutos.

 

 

Texto y foto principal: WILMA LORENZO.

 

 

Ser honesto haciendo música no se limita a expresar cómo te sientes en tus canciones. Significa ser capaz de analizar tus composiciones y asumir que algo ha de cambiar si no quieres ser más de lo mismo. Ese fue el ejercicio de autocrítica que hizo Natalia Lafourcade tras la publicación de “Hu Hu Hu” (2010): decidió investigar y estudiar el trabajo de otro artista –“Mujer divina (Homenaje a Agustín Lara)”– para regresar con “Hasta la raíz” (2015), un álbum autobiográfico en el que Natalia experimenta con el lado más visceral de hacer canciones. Doce temas que abren y cierran un ciclo en la vida de una artista que parece tener más claro que nunca quién es, de dónde procede y hacia dónde quiere ir. Y lo comparte con todo aquel que entienda que las emociones, positivas o negativas, son experiencias vividas.

 

Hablamos durante la presentación de “Mujer divina”, disco homenaje a la obra de Agustín Lara, y me dijiste que lo que te apetecía en ese momento era cualquier cosa menos hacer un disco sobre ti misma. Imagino que ocurrió todo lo contrario, porque en “Hasta la raíz” te has dejado la piel.
Sí. Totalmente. Pasé por una época en la que no me sentía nada inspirada. No sé, no tenía idea de cómo volver a componer, cómo volver a hacer mis canciones. Sentía que estaba haciendo lo mismo. Por ese motivo me tocaba tener un período de aprendizaje con otro proyecto que no fuera mío, con música que no fuera mía… y el proyecto de Agustín Lara vino de maravilla porque aprendí muchísimas cosas. Me sacó de mi área de confort para después regresar con diferentes herramientas y nuevos aprendizajes.

 

Te habrás quedado tranquila. Si estabas en una situación como la que has descrito, con necesidad de investigar para reencontrarte con tu música, no sabrías cuándo te iba a llegar esa inspiración. Pero ha vuelto y con la honestidad por bandera.
La verdad es que el proyecto me hizo conectar conmigo misma. Muchísimo. Pero también me hizo encontrar mi voz. Curiosamente no era mi música, no eran mis canciones y encontré mi voz en ese proyecto. Agustín Lara tiene la característica de que su música no te permite no ser real a la hora de interpretarla. Tienes que conectar con las emociones, con tu corazón; generar la magia desde allí, más allá de la parte técnica y de si cantas afinado o no. Lo importante es que sea visceral. Y para mí fue un gran descubrimiento. Siento que venía haciendo música desde otro lugar, no había experimentado la parte visceral de hacer música. Ahí nació la inquietud de empezar a experimentarlo de esa manera y así ese mundo nuevo trajo mucho crecimiento a mi música y a mí misma.

 

¿Cuándo empiezas a trabajar en las canciones de “Hasta la raíz”? Desde 2010 no teníamos noticias tuyas en ese sentido.
Ya cuando estaba trabajando con el disco de Agustín Lara estaba componiendo. Tuve un período de composición de dos años y medio. No tenía prisa ni presiones por terminar el disco, así que en realidad al mismo tiempo que viajaba, hacía promoción, tocaba en diferentes lugares; poco a poco iba recuperando la disciplina de la composición. Cuando lo dejas mucho tiempo es muy difícil recuperarlo. Poco a poco iba escribiendo, empujándome a hacerlo, y al final, llegó un momento en el que dije: “Creo que tengo varias canciones”. Pero lo hice con mucho desapego. En realidad todas las iba grabando en el móvil. Aunque sí terminaba todas las ideas. Me esforcé mucho en que fuera así y no dejar ninguna canción sin terminar. Meses después regresé a esas canciones, me las volví a aprender porque se me habían olvidado muchas, y entré en un estudio e hice mis demos a guitarra y voz o piano y voz. Fue así como vi lo que tenía realmente. Y la verdad es que el experimento fue muy lindo. No tenía prisa, lo más importante era tener un grupo de canciones para eventualmente tener un disco, pero lo importante eran las canciones. Sin prisa.

 

¿Cuándo te das cuenta de que además de tener canciones tenías un disco?
Llegó un momento en el que decidí juntarme con otros compositores con el objetivo de hacer del proceso algo más versátil, para que no fuera lo mismo que yo hacía; tener otras herramientas y otras formas. Empecé a buscar amigos y me junté y compuse con ellos. Ocurrió también muy esporádicamente y en diferentes momentos. Pero ya hacia el final tuve la inquietud de juntarme con Leonel García. Nos juntamos una tarde para componer e hicimos ‘Hasta la raíz’. Fue de las últimas canciones que escribí para el disco. Cuando la grabamos fue supermágico. Empezamos a hacer la canción y fue como armar un rompecabezas. Leonel tiene esta cosa de: “Hazlo sin pensarlo”. Y cuando la estaba cantando y la grabé no me podía creer lo que acababamos de hacer. Esa canción es mi vida, soy yo… Es todo lo que me ha pasado. El resumen de todos estos tres años de mi vida; todo lo que siento, lo que pienso, lo que quiero, esta soy yo. Fue tan claro que dije: “Ya estoy lista para empezar a enseñar mis canciones y grabar el disco”. Fue: “Esto ya está, no tengo nada más que decir. Ya está todo dicho. Lo dije en no sé cuántas canciones y en esta que resume todas las demás”. Creo que hice dos canciones o tres después, pero en realidad esa fue la que para mí cerró el ciclo.

 

 

Esta sería una canción inmediata –haces referencia a ello en el álbum comentado en Spotify –,  pero el disco incluye temas que son resultado de un proceso de elaboración prolongado en el tiempo. ¿Qué hace que sobreviva una canción que no es inmediata y en qué se diferencia de una que sí lo es?
Mi búsqueda y lo que yo quería en específico con este disco era hacer el ejercicio de no abandonar mis canciones, darles su importancia a cada una aunque fueran horribles. Aunque llevara la mitad y supiera que eso no iba a ningún lado, tenía que terminarla. Poner todo el amor a todas mis canciones, verlas como mis hijas aunque no valgan la pena. Si les das la oportunidad de acabarlas, un día mágicamente te levantas con una idea, con una buena idea. Y cuando la escuchas desde fuera te das cuenta: “Estas tres malas son la preparación de esta buena”. Es más difícil terminar una mala canción que hacer una buena cuando te llega.

 

¿A esto te referías antes al hablar de disciplina?
Sí, era algo que yo no había practicado. En este disco me esforcé mucho en la composición pero con mucho desapego. Mi única organización era ir anotando en una libreta todas las canciones terminadas. No podía apuntar otra cosa que no fuera una canción terminada. La terminaba, apuntaba la fecha y pasaba página. Y en un momento esa libreta tenía muchas canciones que no sabía siquiera cómo iban. Tuve que volver a mis grabaciones. Pero al menos di esa oportunidad a todas. Y con las demos fue un poco lo mismo. Ese proceso duró bastante y fue muy útil.

 

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“El verdadero vértigo no es ser sincera, ni hablar de ti misma. El verdadero vértigo es tener un disco y no saber si va a gustar o no. Y cada vez que vas a sacar un disco tienes esa sensación de incertidumbre”

 

¿Y en qué se diferencian estas canciones resultado de una búsqueda de las más inmediatas como ‘Hasta la raíz’?
Tienen magia. No es que las otras no la tengan, de hecho ‘Lo que construimos’ es una canción que hice después de un ataque de pánico que tuve en Argentina; en un momento rarísimo en el que estaba supertriste y tuve un sentimiento muy fuerte que dio lugar a ella. Pero al tiempo me dejó de gustar la canción, como que perdió la magia para mí. Y Cachorro López me dijo: “No, Nat, esta canción no puede estar fuera del disco. Tienes que terminarla”. Y fueron meses de luchar con ella, hasta que eventualmente él vino al estudio, terminamos la estructura y dejamos lo esencial de la canción. Y ahora es single en México y a la gente le encanta. Y a mí también. Pero nunca sabes. No hay que descartar, todo funciona. Pero sí es verdad que las que salen del tirón tienen magia al instante.

 

 

Es paradójico que para realizar un disco tan honesto y tan personal te hayas rodeado de otros compositores. ¿Cómo lograste sentirte cómoda vertiendo tus sentimientos junto a otras personas?
No me sentía cómoda. Al contrario, me generaba incomodidad. Y por eso lo quise hacer. Si no habría hablado de lo que tenía que hablar de la misma manera de la que lo había hecho antes. Fue gracias a cómo ellos resolvían el momento de la composición, que pude aprender y empezar a probar nuevas formas. Y eso era lo que sentía que necesitaba; una mano para destapar y fluir. Y funcionó mucho, la verdad. También hubo canciones que hice con otras personas que no se quedaron. No me terminaron de gustar. Tienes momentos en los que te sientas con alguien a componer y todo fluye muy bien… pero también puede ir muy mal…

 

Es lo más parecido a una relación.
Claro. Pero lo que es buenísimo de componer con más gente es que le quitas peso. Sí, es algo muy importante: son tus canciones, es tu disco, pero para el otro no es tan importante. No tiene el mismo peso que para ti. Realmente el desapego vuelve a funcionar aquí. Se trata de fluir, hacerlo sin pensar. Y en este caso quise además que fuera todo muy obvio, lenguaje cotidiano. Canciones obvias. No me interesaba confundir a nadie. Al contrario: directa, transparente, cruda, desnuda… Así tenía que ser.

 

¿Cómo reflejas esa honestidad y esa crudeza a la hora de arreglar esas canciones que tenías en su forma más esencial?
La parte de musicalizar las canciones es de mis partes favoritas. Lo que has de saber es que si no tienes una buena canción es muy difícil dar este paso. Nosotros llegamos a este punto con el 60% de las canciones elegidas y eso facilitó el proceso. Fuimos viendo qué nos decía cada canción, cuál era el camino a tomar. Una canción que te va diciendo: “Necesito una base, una banda”… o no, “déjame con el piano o con la guitarra”. Y si tienes las canciones decididas solo tienes que ver qué pide cada canción. Y fluir. Poner distancia y espacio. Eso fue algo que me ayudó mucho para saber qué hacer con las canciones

 

¿En qué sentido ponías distancia?
Me metía al estudio, trabajaba un tiempo determinado y me iba de gira. Abandonaba mi música durante meses y no la escuchaba. No. Se cerraba la puerta y punto. Prohibido volver sobre eso durante la gira. Dos meses después volvía a escuchar lo que hice y quitaba todo lo que no para quedarme con lo que sí. Y volvía a abandonarlo. Esa forma de trabajar me ayudó mucho.

 

Tiene que ser complicado ser capaz de abandonar tus nuevas canciones.
Sí. Tienes que lograr tener mucho desapego por aquello que más amas, más te interesa y más te preocupa; pero tienes que lograr ese desapego. Tienes que estar al cien por cien en el momento de trabajar en ello, pero no después. Y eso se lo inculqué a todo el equipo con el que trabajé: “Chicos, son las siete de la noche… llevamos 9 horas aquí, es hora de irse”. Y nos íbamos a tomar una cerveza, a cenar, dormir… otra cosa diferente que volver al estudio y seguir trabajando en algo en lo que llevábamos todo el día. Hay que dar espacio. No más de nueve horas de trabajo, dejarlo respirar. Antes me había vuelto loca grabando y en esta ocasión lo pasé muy bien haciéndolo. Hay canciones como ‘Palomas blancas’, que tuvo cuatro arreglos diferentes, pero nunca llegó al grado de desquiciarme como me ha ocurrido otras veces.

 

Uno de tus objetivos con “Hasta la raíz” es dejar claro quién eres, de dónde vienes y cuál es tu esencia. ¿Cómo dirías que reflejas lo esencial de Natalia Lafourcade a lo largo de doce canciones?
Hay muchas canciones que me definen y muestran mi momento. Hablan de mis emociones, mi filosofía, mi manera de ver la vida… actual. Seguramente cambiará. Ahora escucho canciones de mi primer disco y me hacen mucha gracia. Me divierte cantar esas canciones por ver cómo percibía y sentía entonces. Y todas son importantes para definirme, pero lo cierto es que la que más lo hace es ‘Hasta la raíz’, una canción que habla sobre crecer, sobre la grandeza, el aprendizaje y la libertad de volar y cumplir tus sueños y tus ambiciones, pero sin olvidar quién eres, qué has dejado atrás, todo lo que te construye como persona, como ser humano. Sin olvidar tus amores y desamores. Conservando eso que te hace ser quien eres. Hablábamos con Leonel de México y de abandonar tu propia casa porque estás persiguiendo un sueño. Pero lo importante es no olvidar tu hogar, tu gente, tus memorias, tu pasado. Lo que hace que seas tú.

 

Terminas con ‘No más llorar’: ¿declaración de intenciones?
Exactamente. Las canciones fueron sucediendo como te decía. No las hice en el orden en el que están en el disco. Curiosamente siendo ‘Hasta la raíz’ la canción que cierra el ciclo de composición, abre el disco. Y ‘No más llorar’, que es una canción que hice hacia la mitad del proceso, lo cierra. Es mágico y muy bonito ver cómo se presenta la inspiración, las letras… Cómo todo lo tienes ahí hecho pelotas y lo vas organizando. Lo que yo quería con el disco era generar esa sensación de un ciclo: un ciclo que abre y cierra aunque las canciones no necesariamente tienen que estar en ese orden. Y ‘No más llorar’ es la canción de decir: “Basta: esto pasó, fue de esta manera y ya está; a lo que sigue”.

 

¿No da miedo ser tan sincera?
En el momento no, pero porque no me cuestionaba nada. Ahora que las canciones están fuera y tienes que hablar de ello constantemente, sí. Para mí las entrevistas resultan toda una terapia. No te das cuenta de muchas cosas hasta que hablas de ellas, no lo haces pensándolo… al menos en mi caso, decidí no pensarlo demasiado ni ponerle tanta importancia. Quería hacer un disco personal y autobiográfico en el que hablar de lo que pienso, ser transparente, lo más honesta posible… y ver si funciona. Pero no pensaba en la otra parte. Si lo hubiera pensado no lo habría hecho. Es duro pero a la vez me encanta ver cómo la gente se identifica con las canciones. O cuando llega la carta de algún fan y dice: “Le pusiste voz a mis emociones”. Es algo muy especial, es increíble. Todos somos muy parecidos y eso te hace sentir muy bien. Pero nunca sabes si eso va a ocurrir. El verdadero vértigo no es ser sincera, ni hablar de ti misma. El verdadero vértigo es tener un disco y no saber si va a gustar o no. Y cada vez que vas a sacar un disco tienes esa sensación de incertidumbre.

 

Ahí está la emoción.
Y que sea así siempre.

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