Najwa Nimri: Sin coraza

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«Creía que el mundo del cine era mucho más jerárquico que el de la música, pero me estoy dando cuenta de que el de la música, si eres tú el nombre, acaba siendo jerárquico. Eres la empresa. Tienes que cuadrar números, tienes que ser rentable, esas son cosas que no tenía en cuenta antes y que ahora tengo que tener presente»

«El último primate», el nuevo álbum de Najwa (que así firma sus discos, sin el apellido), nos presenta a la actriz y cantante definiendo su territorio musical, consolidándose y para ello ha decidido cantar en castellano. Conversamos con ella en esta entrevista.

Texto: JUANJO ORDÁS.


Es sorprendente lo casual y espontánea que Nawja Nimri resulta en el cara a cara. En realidad se trata de una mujer con los pies en la tierra y bastante más natural que las féminas que suele interpretar en la gran pantalla. Sí, Najwa es cercana. Comenzamos hablando de su agenda, dividida entre su faceta musical y cinematográfica y de su forma de trabajar a todos los niveles. “Nunca digo que estoy muy saturada de trabajo, porque nunca lo estoy, nunca digo que voy con la agenda my apretada. Siempre es la primera pregunta y parece que hay que contestar que sí, pero yo no trabajo así, sino con calma y con amor al trabajo. No me meto en películas si no quiero, ¡vendo mi casa antes!, que es lo que he hecho el año pasado.”

En tu primer disco en solitario ya había una canción que hacía entrevista a los simios y en “El último primate”, que es tu primer trabajo en castellano, también. ¿Qué te pasa con los primates?
Y con las teorías evolutivas. Hay un exceso de información que me creo muy poco. La razón más importante para el título es sonora, la frase me suena contundente y preciosa. Me parece que es cero intelectual y que la entiende todo el mundo muy rápidamente. Y la portada venía al caso también. La hizo un amigo, tenía muy claro que yo no quería salir en ella pero me dijo: “Vas a salir, pero de forma que no se te vea”. Este disco viene después de una operación que tuve de garganta en la que me quedé muda, que es algo que no cuento nunca. Estuve cinco meses sin poder hablar y existía la posibilidad de que me tuvieran que juntar una cuerda vocal y sólo pudiera volver a hablar, a locutar lo justo, cantar era inviable. Tuve la operación después de “Til it breaks” [su último disco junto a Carlos Jean], con cinco meses de recuperación. El principio de la gira se dilató muchísimo porque me quedé muda. Cinco meses sin hablar se dicen pronto, la verdad. Fue un calvario inimaginable, no lo he pasado peor en mi vida.

¿Sobre todo por el miedo a no poder seguir expresándote artísticamente?
Exclusivamente por eso, pero es que iba más allá. No podía tragar, no podía ir al baño, porque cuando una cuerda está paralizada son muchos los problemas. Las cuerdas vocales tienen muchas funciones. No tenía ningún problema de garganta, mi timbre de voz es natural, no tengo nódulos. Tengo una garganta limpia, que es algo que no sabía, el problema fue otro. Me hicieron una incisión, la cuerda resultó que finalmente no estaba paralizada, sino dormida y tardó cinco meses en despertarse.

¿Cómo surgió este problema?
Tenía un bulto en el cuello, era como un quiste y estéticamente comenzaba a ser un problema. Lo dejé crecer ocho años, no quería operarme por miedo, había un 0’5 de probabilidad de que la cuerda pudiera dañarse. Pero hago cine y empezó a ser antiestético. Tuve que operarme y como la probabilidad era mínima, jugué con ella, me tocó y me quedé muda.

¿Luego, cuando te recuperaste, empezaste a pensar en este disco?
Salió ‘Me tiene que doler’, por ejemplo, que la escribí en la absoluta agonía.

¿Por qué decidiste empezar a expresarte en castellano?
Tiene que ver con la necesidad de comunicarme de una forma más directa. El disco no tiene una oscuridad pretendida, le doy un embalaje cinematográfico y una estética porque me parece importantísimo cómo vendes lo que haces, que sea atractivo a la hora de verlo, pero el disco nace de que te cambia la película de un día para otro.

Creo que hay que entender “El último primate” como un todo, como un bloque. Que tiene más dificultad para funcionar canción a canción que en conjunto, que es como se entiende mejor. ¿Ha sido algo meditado?
Absolutamente meditado. Excepto en la canción y single ‘El último primate’, que la hago después, para crear algo con más ritmo y sale de forma espontánea con Raúl [Santos], una persona diferente que con la que venía trabajando. Creo que acertamos escogiéndola como single. Me decían: “El álbum como entidad está muy bien, has conseguido la banda sonora que refleja lo que querías… ¿Pero cómo vendemos esto?”

Necesitaban un single.
Sí, pero no sólo lo necesitan ellos, sino que lo necesito yo también. ¿Cómo le dices al público que vengan y lo escuchen entero? Y de ahí sale la canción ‘El último primate’.

Ahora, cuando escuchas el disco como ese “todo” del que estamos hablando, ¿qué sensaciones despierta en ti?
Creo que musicalmente el disco es muy rico y muy bonito. Hecho concienzudamente, con músicos muy potentes sin los que no lo podría haber hecho. Estoy muy satisfecha, creo que funciona como un “todo”. No sé si es bueno o malo pero creo que se aleja del pop. Es complicado de llevar al directo. Sigo con la sensación, no sé si errónea, de que en directo no hay que aburrir. Estoy todavía cuadrando la formación para que la cosa tenga empuje.

Creo que el disco, a parte de ser bonito, es bastante oscuro, tenebrista.
Con bonito musicalmente me refiero a preciosista, muy cuidado a nivel de producción. Pero parte de una base muy clara que es un momento en el que no vi la luz.

El arte del disco también ayuda.
Sí, pero es una oscuridad lúdica. No soy un grupo de metal tipo Rammstein.

En alguna entrevista has llegado a citar a Black Sabbath.
Los escuchó mucho, concretamente “Paranoid”.

¡Jamás me lo habría imaginado!
Me quedé gratamente sorprendida con ese disco en concreto.

«España es un sitio en donde a base de pico y pala acabas labrándote tu sitio. Yo no uso pico y pala para quedarme, lo uso porque es mi forma de trabajar y al final dejo constancia de que mi trabajo es un trabajo hecho a conciencia»

Ese alejamiento del pop, ¿de dónde viene?
Intento, es un intento, porque la canción ‘El último primate’ es pop. Pero el intento viene de los directos, cuanto más me agarro a la canción menos disfruto haciéndola, porque tiene principio, mitad y final. Compartes de forma mucho más directa pero no entras en la música, no desvarías, para eso los parámetros tienen que ser menos definidos.

O sea, que te interesa llegar a una estructura de canción más abierta.
Absolutamente, y creo que en el pop es complicado.

¿De ahí ese aspecto etéreo y envolvente de este nuevo álbum?
Sí, espacios donde la música se entrelaza sola, por eso no hay un bajo que determine nada claramente, aunque en directo tenga que usarlo para que la gente sienta el “beat” junto a la batería y pueda mover la cabeza.

Visualmente, ¿cómo estás planteando la puesta en escena?
Antiguamente llevaba un despliegue de luces brutal, era cuando la industria discográfica no estaba tan mal, en los últimos cuatro años que llevo girando ha cambiado de una manera abrumadora. Cuando me puse a tocar llenaba el Razzma grande, Rivera y dos Joys, era fácil meter a mucha gente, ahora es más complicado para todo el mundo. Ahora lo que gasto me lo gasto en músicos y ahorro en luces. Llevo una estrella de neones rojos y unos círculos que voy poniendo de diferente manera, es una cosa absolutamente casera.

Economía de medios.
Sí, pero hay algo de liturgia, algo de “venga, vamos a meternos en esto, chicos, todos los que habéis pagado la entrada y nosotros”.

Al final, tu carrera como músico y tu carrera como actriz se han equiparado al cincuenta por ciento.
Podemos decir que sí. No puedo estar esperando a que me llamen, no sirvo para eso. El cine fue algo que vino a mí, a la música siempre he ido yo. Creo que la música te abandona a ti, no tú a ella. Así como el cine creo que lo abandonas tú.

¿Cuáles son las diferencias entre el mundo del cine y el mundo de la música?
Hay muchas. Creía que el mundo del cine era mucho más jerárquico que el de la música, pero me estoy dando cuenta de que el mundo de la música, si eres tú el nombre, acaba siendo jerárquico. Eres tú la empresa. Pensaba que en la música te podías saltar la jerarquía, pero solo hasta cierto punto. Tienes que cuadrar números, tienes que ser rentable, esas son cosas que no tenía en cuenta antes y que ahora tengo que tener presente. Eso respecto a funcionamiento. A nivel creativo, en el cine estás poniendo tu creatividad en función de otro mientras que la música la estás compartiendo con otros. Yo no entiendo la música como músicos que trabajan para ti, si no hay feeling puedes hacer que un beso funcione en cámara, que por ejemplo es lo más difícil de hacer funcionar cuando no hay química. Con técnica puedes hacer que una escena de lo que sea funcione. En la música no hay manera, o te entiendes en el idioma musical o no te entiendes.  En el cine también haces equipo, pero estás poniendo tu creatividad en función de alguien. En la música no, estás en conjunto.

¿Qué imagen crees que proyectas en el cinéfilo y en el seguidor musical?
Tu trabajo en el cine lo defiendes haciendo un personaje, nunca acabas de ser tú. Eres lo que los demás han proyectado en ti, el director, el guionista, el productor, quien sea. Cómo te han rodado, qué pelo te han puesto, cómo estabas ese día. En la música lo haces en el disco pero también en directo, y es ahí cuando te están viendo a ti.

¿Qué proyectas a la persona que te ve en directo?
Al principio era más temerosa, porque estaba más cortada, tenía más miedo. Todavía no pisaba fuerte. Ahora estoy pisando mucho más fuerte encima del escenario. Salgo con el convencimiento, con cierto poder.

¿Crees que ese miedo se podía traducir en una aparente frialdad hacia el público?
Sí, muy probablemente. Mi arma y forma de aprendizaje ha sido no justificarme nunca como persona. Nunca he pedido disculpas, ni he intentado caer bien, ni he pretendido que me conocieran por algo que no fuera exclusivamente mi trabajo.

¿Crees que eso te ha pasado factura?
Creo que llego a los sitios más tarde pero bastante más segura. Y España es un sitio en donde a base de pico y pala acabas labrándote tu sitio. Yo no uso pico y pala para quedarme, lo uso porque es mi forma de trabajar y al final dejo constancia de que mi trabajo es un trabajo hecho a conciencia.

¿Quizá erróneamente el publico ha percibido una imagen tuya como de diva?
Creo que erróneamente, o no erróneamente, es normal. Porque hubo un momento de éxito en el cine, con papeles que tenían que ver con un tipo de mujer muy lejana, muy ideal, en lo malo y en lo bueno. Un papel más naturalista como el de “Los amantes del círculo polar” era casi místico, pero era lejano, en “Abre los ojos” era una tipa que iba vestida de china, de rojo, que hablaba de esa forma. Es verdad que los roles que he hecho tienen que ver con una mujer que no estábamos acostumbrados a ver.

Lo digo porque eres una de las pocas artistas que se ven por el centro de Madrid comprando películas de cine y comprando música.
[Risas] Sí, ahora ya no vivo en el centro pero hoy que he bajado, es lo que voy a hacer. Yo siempre digo: “¿Diva como quién?” Punto número uno, no cobro lo que cobran ellos. Punto número dos, no llevo guardaespaldas. Y etc, etc, etc… Es verdad que no me doy habitualmente, no salgo en la televisión básicamente. Yo creo que cualquiera que no sale en la televisión hoy en día puede ser confundido con un divo [risas]. ¡Pero nada más lejano!

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