Nacho Vegas y León Benavente: Mezclados, no agitados

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Abraham Boba: «Cada uno es libre de tocar con quien quiera, porque eso es, precisamente, lo bonito de la música»


Nacho Vegas y León Benavente fueron protagonistas de la gira Cómplices de Mahou en Gijón. Hasta allí se fue Carlos H. Vázquez para preguntarles por sus alianzas musicales, sobre cómo se forjó
 León Benavente desde las filas de Vegas y de otros músicos que han tocado con ellos.

 

Texto y foto de portada: CARLOS H. VÁZQUEZ. Resto de fotos: FERNANDO VÁZQUEZ MORAGO.

Al frío se le perdona todo en el norte, sobre todo si llueve. Y a pesar de ser las siete de la tarde, es ya noche cerrada en Gijón. Nacho Vegas y León Benavente acaban de terminar la prueba de sonido. Todos ellos estarán sobre el mismo terreno de juego, bajo la gira Cómplices de Mahou.

Vegas juega en casa. No en El Molinón, sino en el Teatro Albéniz de Gijón, con Manu Molina (batería) y Joseba Irazoki (guitarra), a los que después se les uniría Luis Rodríguez (bajo). Ellos son La Trama Asturiana. Nacho juega en punta, tocando el ukelele, pero el verdadero peso del equipo se encuentra detrás, con el Coru Internacional Antifascista Al Altu La Lleva, que hacía de la canción ‘Runrún’ una defensa implacable contra “los gigantes de azul” y las botas “llenas de su democracia”. En la solapa, a modo de escudo, Nacho lleva una chapa de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca). Como todos, él también cuida de la manada.

León Benavente no existiría sin Nacho Vegas. Sus componentes (Abraham Boba, Luis Rodríguez, César Verdú y Eduardo Baos) se conocieron por el cantautor asturiano, quien iba fichando nuevos compañeros cuando Las Esferas Invisibles, su anterior banda de acompañamiento, se disolvió tras la época del disco “Desaparezca aquí” (Limbo Starr, 2005). En el siguiente largo, “El manifiesto desastre” (Limbo Starr, 2008), entró Abraham Boba (teclados). Luis empezó a tocar con Nacho a partir de “Lucas 15” (Lloria, 2008), donde revisaba el cancionero tradicional astur con Xel Pereda, quien había empezado como técnico hasta que llegó su momento como guitarrista en “Cajas de música difíciles de parar” (Limbo Starr, 2003). Él dejó su puesto en “Resituación” (Marxophone, 2014), y en su lugar entró Joseba Irazoki.

En realidad, en León Benavente solo hay dos músicos de La Trama Asturiana: Abraham Boba y Luis Rodríguez. Aquí, del bajo se ocupa Eduardo Baos (Tachenko) y la batería es cosa de César Verdú. César lleva quince años trabajando con Vegas, desde Manta Ray, aunque en la sombra técnica. Él y Manu Molina son los dos miembros más veteranos y, justamente, ocupan el mismo puesto, como Ablanedo II y Castro en la portería del Sporting de Gijón del 84.

En una banda, ¿la lealtad se elige y la fidelidad se exige?
Abraham Boba: Bueno, lo de la fidelidad no tiene ningún tipo de sentido, ni en este ni en ninguno de los dos proyectos (León Benavente y La Trama Asturiana). Nunca debería ser un problema en una banda; cada uno es libre de tocar con quien quiera, porque eso es, precisamente, lo bonito de la música. Ya es bastante el tema de la fidelidad cuando se refiere a la pareja.
César Verdú: Además, esto de elegir las cosas es bastante personal. La lealtad o la fidelidad se eligen, por supuesto, pero el que quiera elegirla. Y hay gente a la que ya le viene dada. O personas que, por el hecho de tener un grupo, tienen que tener una lealtad. Pero hay músicos a los que, a lo mejor, les gustaría tocar con más gente o hacer otras cosas más allá de la música y no atarse de esa manera.
Eduardo Baos: Depende mucho del grupo también.

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“Siempre que haces música y cuentas con gente aprendes de ella y hay un diálogo. Se trata de dar y de recibir”


¿Te refieres al funcionamiento de la democracia en un grupo?
Eduardo Baos: Sí. Cada grupo funciona de una forma, pero nadie sabe realmente cómo funciona uno, menos los que están dentro, por mucho que luego te expliquen cómo funciona cuando se separan.

¿Cómo funciona la democracia en La Trama Asturiana?
Nacho Vegas: Yo me lo tomo como un grupo en el que, digamos, estoy al cargo en cuestiones que tienen que ver con la parte más íntima de la escritura de las canciones y con la logística del grupo. Pero en el momento en que nos ponemos a preparar un disco o vamos a hacer un concierto, lo que intentamos es estar un poco de acuerdo y que la música esté por encima de cada uno de nosotros, de los egos y de las personalidades de cada uno. Se establece un diálogo entre nosotros porque lo bonito de la música es que es prácticamente un trabajo de colaboración. Siempre que haces música y cuentas con gente aprendes de ella y hay un diálogo. Se trata de dar y de recibir. Es lo más importante, mucho más que el hecho de que yo esté al cargo de unos músicos bajo mi nombre.

¿Y cómo es en el caso de León Benavente?
Abraham Boba: Supongo que, al principio, están las típicas cosas que pones encima de la mesa y luego en un papel, en plan: “Vamos a seguir estas normas para que haya una democracia en el grupo y que todo quede claro”. Si hubiésemos hecho eso desde el principio, posiblemente habría funcionado peor que si lo hacemos como lo hacemos. ¿Y cómo lo hacemos? Pues los cuatro nos conocemos de hace muchos años, precisamente tocando con Nacho. Al final se han creado unas relaciones entre nosotros que, de alguna manera, han venido ya no por trabajar, sino por la amistad. Eso hace que que nosotros nos comuniquemos y de maneras distintas. Pero eso no quiere decir que haya opiniones que estén por encima de las demás ni nada, sino que todo el mundo sabe cuál es el lugar que ocupa y qué es lo que puede aportar al proyecto. Creo que eso está claro desde el principio de una forma tácita, si lo quieres así. Pero, posiblemente, si lo hubiésemos hablado o establecido unos departamentos dentro del grupo, esto habría funcionado muchísimo peor.

Tanto León Benavente como La Trama Asturiana se fueron formando poco a poco…
Abraham Boba: Bueno, León Benavente ha surgido más de la amistad de una gente que se ha conocido tocando con Nacho.

Ya, pero a lo que voy es que Manu Molina lleva tocando con Nacho desde el principio y Luis apareció cuando se hizo “Lucas 15”. Lo que quiero decir es que la formación ha sido muy gradual. No es el caso de Las Esferas Invisibles, que ya salía prácticamente completa en la película “El fulgor”.
Nacho Vegas: Sí. Pero a medida que fue pasando el tiempo cada uno se iba poniendo en su sitio. La gente que tocaba conmigo en Las Esferas Invisibles (Iker González, Jairo Moreno, Diego Yturriaga, Xel Pereda y Manu Molina) tenía sus trabajos y estaba claro que su futuro no iba a ser tocando conmigo… ni en ningún otro lado (risas).

El único que no estaba en la primera formación era Xel Pereda, que se unió cuando “Cajas de música difíciles de parar”, pero era técnico.
Nacho Vegas: Él, en realidad, dejó el grupo por otras cuestiones. Al final, que una banda se acabe consolidando y que haya algo un poco sólido tiene que ver con lo que decía Abraham sobre las cosas bonitas de la música: si hay amistad, cariño y os conocéis entre todos, con el respeto que se le tiene a la gente que se quiere, también sabrás tener empatía con tus compañeros y ponerte en la piel del otro cuando haya una tirantez. Eso es lo que ha hecho que hayamos llegado hasta aquí los que estamos, como una piña.

¿Qué fue de Jairo Moreno? He investigado. Sé que acabó jugando al póquer; que llevaba el portal Red Poker y que también fue responsable de marketing online en el Gran Casino Madrid.
Nacho Vegas: Sí, sí. Hace tiempo que no veo a Jairo, pero sí, es verdad. Lo último que me dijeron, me parece, es que estaba en el Gran Casino Madrid como relaciones públicas. A él, dentro de la música, le gustaba el apartado del management y todo eso. En realidad, Jairo empezó a tocar conmigo sin querer. Realmente no quería tocar, simplemente le dije: “Ponte a tocar el bajo ahí” (risas). El primer concierto que dio en su vida fue en Benicassim ante miles de personas.

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«Si no puedes estar en una furgoneta tranquilamente o acabar un concierto e ir a tomar algo todos juntos, sin ese ambiente, que toques bien es lo de menos»


¿Cuándo una banda empieza a ser una multitud?
Luis Rodríguez: Si es en un Opel Corsa, por encima de cuatro (risas). Cuando sois más numerosos que Arcade Fire. Pero cuando vamos con Nacho tampoco tenemos la sensación de ser demasiados. Y mira que hay veces (por el coro) que podemos ser veinte personas en el escenario. Pero pensar en multitud es algo un poco “chungo”. Cuando hay mucha gente y estás a gusto, todavía calientas más.

¿Una banda es un “mal necesario” para un músico solista? Me explico: “Actos inexplicables” se grabó instrumento a instrumento y aquello le parecía algo frío a Nacho. Aunque en los siguientes discos ya había una banda consolidada.
Nacho Vegas: Sí, pero mi intención a partir del segundo disco y al final de la gira del primero era no ser un solista con una banda de acompañamiento; precisamente quería crear una banda en la que, a la hora de interpretar las canciones, estas mandaran más, estuviera yo o no al frente. Era la idea y es, creo, lo que hemos conseguido.

¿Qué es más complicado de encontrar: un buen músico que sepa tocar o un músico que no dé demasiados problemas?
Abraham Boba: Yo, con la gente con la que más paso el tiempo a lo largo del año es con ellos. Si no te llevas bien, y no puedes estar en una furgoneta tranquilamente o acabar un concierto e ir a tomar algo todos juntos, sin ese ambiente, que toques bien es lo de menos. Lo que pasa es que, a veces, se dan las dos circunstancias. Luis es un ejemplo muy claro: es un tío de puta madre que toca muy bien y se lleva muy bien con todo el mundo.
Luis Rodríguez: Toco muy bien y soy insoportable (risas).

¿Cómo te ofrecieron continuar con Nacho después de “Lucas 15”, Luis?
Luis Rodríguez: Empecé con “Lucas 15” porque me había llamado Xel Pereda en un concierto de Sindonie, en el Savoy, hace no sé cuántos años. Recuerdo que me pegó el toque para lo de “Lucas 15” y que tardamos mucho tiempo en ir a ensayar. Pero justo en el momento que fuimos a grabar, salió la posibilidad de hacer el “Verano fatal” de Christina Rosenvinge. Hicimos la gira que había y me llamó Xel con mucho misterio [Luis susurra]: “Oye, creo que Nacho quiere hablar contigo porque quiere que sigas tocando”. Me emocioné mucho, quedamos un día en Oviedo y traté de emborracharlos, pero se piraron pronto, así que seguí la fiesta yo solo (risas).

¿Fue después de la gira de “Desaparezca aquí”, Nacho, cuando te encuentras un poco perdido y con una banda a punto de deshacerse?
Nacho Vegas: Después de “Desaparezca aquí” había tenido un ritmo de grabación bastante intenso y quería tomarme un tiempo para pensar en el siguiente paso que quería dar. Coincidió también cuando hice el disco con Bunbury (“El tiempo de las cerezas”) y Jairo e Iker dejaron la banda. También conocí a Abraham, a Edu y a Luis… y con César había coincidido hacía mucho tiempo.
César Verdú: Cuando empezó a tocar Xel entré yo como técnico de sonido. Iba con Manta Ray y luego con La Buena Vida. Ahí fue cuando conocí a Nacho, en una gira de La Buena Vida. Acabé con él hace quince años.

Manu y tú, entonces, sois los que lleváis más tiempo con Nacho. ¿Cómo se lleva esa veteranía: es ver hasta dónde llegas, o lo que puedes aguantar?
César Verdú: Para nada es aguantar. Es decir, tienes que aguantar porque es un trabajo en el que hay momentos bastante duros, sobre todo a nivel de músico. No te digo ya como técnico de sonido, como es mi caso. Ahora es mucho mejor, pero hace quince años no era tal; yo sufría mucho más. Y también es un poco buscar tu lugar con la gente con la que estás trabajando. Yo tuve la suerte de trabajar con Nacho, pero también he trabajado con otra gente, y a lo mejor era más duro. Pero he tenido bastante suerte con los grupos con los que he trabajado, la verdad. Soy fiel y leal, intento serlo, sobre todo con los grupos en los que llevo tanto tiempo. Al final, quieras que no, no te das cuenta y pasan los años. Pero yo no me he sentido obligado.

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Eduardo Baos: «Todos formamos parte de lo mismo y es como una familia»


León Benavente se reunió en Mozota, Zaragoza, en casa de Edu (El Cariño), donde ahora estáis grabando el nuevo disco de Nacho.
Eduardo Baos: Bueno, al principio no. El segundo disco (“2”) sí que lo hicimos más ahí, pero con el primero (“León Benavente”) no tanto. Estamos trabajando muy “a gustico”, que se dice en Zaragoza.
César Verdú: Al principio, coincidiendo con León Benavente, Edu se fue a vivir a Mozota y fue cuando empezó a montar el local de ensayo. Aprovechamos la última tanda de los ensayos del primer disco de León Benavente para terminar los temas antes de entrar a grabar. O para preparar la primera gira.
Eduardo Baos: Cada uno somos de un sitio distinto, pero tenemos ese lugar común que queda más o menos en el centro de todos.
Luis Rodríguez: Un lugar común… Claro, ¡tu casa! (risas). Pero, en serio, se está muy guay. Yo cuando voy llevo mi chándal, pero esta última vez se me olvidaron las alpargatas. Es un lugar que aprovechas mucho, porque es la casa de tu amigo y, sobre todo, porque te levantas por la mañana y vas a lo que vas. Como que el tiempo se aprovecha mucho más.

Bueno, con Paco Loco se grababa también así: su estudio de El Puerto de Santa María (Cádiz) era su casa.
César Verdú: Sí, pero es diferente. Con Paco grabas y aquí, en este caso, vas preparando y premaquetando las canciones. Al final te tiras más tiempo que cuando trabajas con Paco. Es una semana al mes de ensayos, y eso cunde bastante, porque te tiras como cinco o seis días de diez de la mañana a diez de la noche. Pero con Paco son diez días los que estás, lo grabas y te vas.
Luis Rodríguez: Pero con Paco haces otra cosa: estás grabando algo que ya tienes machacado. Creo que la diferencia de otras situaciones, cuando he grabado otros discos, es que aquí puedes estar relajado pensando en lo que vas a grabar… pero en chándal, una cosa muy cómoda y de andar por casa. Ese rebaje de presión te permite afrontarlo de otra forma.
Nacho Vegas: Con Paco, en mi caso, también me gustaba esa sensación de salir de casa y estar en un ambiente tranquilo. Grabar me resulta un poco opresivo a veces y me pongo muy nervioso, así que que el entorno sea muy agradable y pueda estar tranquilo para preparar el disco, como en Mozota, es una pasada y algo que nunca había hecho, porque siempre había preparado los discos de aquella manera.
Eduardo Baos: Justo me acababa de ir a vivir allí y León empezaba, pero en un principio lo hice para eso. Todos formamos parte de lo mismo y es como una familia.
Luis Rodríguez: ¡Ternasco power!

(Esperemos que no se llame así el nuevo disco de Nacho…).

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