Músicos en la sombra: Juan Mari Montes, letrista de Cómplices, Loquillo, Hilario Camacho y decenas más

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“Hay que luchar siempre por intentar hacer canciones y letras buenas, y esto se puede lograr en el ámbito del rock, en la rumba, en el tango, en el pop, en el hip hop, en la canción melódica o hasta en las coplillas gaditanas de los carnavales»

Juan Mari Montes es de los poquísimos letristas profesionales que existen en el pop español. Ha escrito textos de canciones para gente tan variada como Cómplices, Loquillo, Ana Belén, José Mercé, Hilario Camacho, Nacho Campillo o Javier Ojeda. Arancha Moreno conversa con él.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.

 

Hay muchos ángulos muertos en la música, y en los discos. El de letrista, probablemente, lo es para los que abandonan el formato físico y dejan de buscar los entresijos de la composición y grabación de un disco. Pero el que acude a los libretos seguramente haya leído el nombre de Juan Mari Montes en más de una ocasión: es de los pocos letristas profesionales que se dedican exclusivamente a escribir para otros. Se han publicado más de quinientas letras suyas: participó como letrista en el «Rock and roll actitud» de Loquillo, y es autor de canciones de Ana Belén, José Mercé, Hilario Camacho, Nacho Campillo, Javier Ojeda… Y decenas de letras de Cómplices, con los que ha trabajado mucho tiempo. Nos acercamos a él salvando la distancia física, ya que nos escribe desde Salamanca.

Esta sección, «Músicos en la sombra», acerca el foco a todos los que trabajáis para la música, de alguna u otra forma…. Y tú lo haces, principalmente, desde un campo interesante y –a mi juicio– un tanto desconocido. ¿Sueles trabajar por encargo previo, o escribes imaginando en abstracto, para un futuro artista?
He trabajado de las dos formas. La mayoría de las veces se escribe en función de una idea que de pronto llega y la apuntas inmediatamente para ir desarrollándola poco a poco. Esa idea puede llegar por mil vías diferentes: un suelto que lees en un periódico, una conversación que acabas de escuchar, algo que te cuenta un amigo o que tu vives en primera persona. Casi siempre es algo que por alguna circunstancia te roza emocionalmente. Luego esos textos los guardas y cuando alguien te pide uno, si lo ves oportuno y encaja en su estética los muestras. Hay veces que un intérprete o un compositor con el que estás trabajando te pide que escribas sobre un asunto determinado, y entonces trabajas en esa dirección.

¿Trabajas solo, o con el compositor de la música?
Suelo trabajar casi siempre con otros compositores, pero soy más del método de Bernie Taupin y Elton John, que trabajaban en dos habitaciones distintas, que de esos otros compositores como Lennon y McCartney que necesitaban reunirse en la misma habitación para ir tirando del hilo al mismo tiempo. En general envío las letras y el compositor trabaja a partir de ellas en su casa, o bien el compositor me envía una melodía en mp3 y yo me busco la vida para ajustar una letra a su melodía y a una atmósfera determinada a la que te circunscribe esa música. Algunas veces, después hay un intercambio de reajuste para cotejar cosas de métrica, mejorar sonoridades, añadir algo, corregir…

¿Escribes pensando en el intérprete, o pensando sólo en la canción?
Cuando el encargo es de un intérprete concreto, siempre hay que pensar en ese intérprete porque cada cual tiene su forma de contar las historias y sus circunstancias personales. Hay palabras que suenan muy bien en un cantante de veinte años pero no en uno de cuarenta, por ejemplo. Hay frases que pueden ser válidas para alguien que se mueve en la estética de rock pero que suenan forzadas en un cantante melódico y viceversa. Cada estilo tiene su discurso literario específico, como también lo tiene en la parte musical. Los letristas jugamos a transfigurarnos y meternos en la piel de otras personas. Una vez escuché contar a José Luis Perales que cuando escribió el álbum “Marinero de luces” para Isabel Pantoja se ponía hasta la bata de cola. La imagen de José Luis Perales en bata de cola es para partirte de la risa, pero en el fondo, un autor que escribe algo por encargo debe hacer algo parecido.

¿Cuál fue tu punto de partida en esta profesión?
Ese en el que te das cuenta de que no sabes prescindir ni de la música ni de la literatura. Fue surgiendo la necesidad de escribir canciones casi de una forma natural. La primera letra que escribí no la recuerdo, pero la primera que grabó un grupo conocido fue ‘Madurez’, que daba título al último disco que editó Semen Up, allá por el 89.

¿Y cómo fueron sucediendo las cosas? Una canción llamó a otra, o un artista, o un cúmulo de circunstancias…
Rara vez una letra que has escrito para una canción llama a otra, aunque tenga mucho éxito. En España da igual el currículo o los trabajos que haya podido hacer anteriormente un autor, siempre es un volver a empezar. No existe ese culto y ese respeto al letrista que existe en otros países donde letristas como Mogol en Italia o Bernie Taupin en Inglaterra son auténticas estrellas y casi tan valorados como los intérpretes. Los letristas estamos siempre bien escondidos en la letra diminuta de los créditos y de ahí no salimos salvo para una minoría que se entretiene en leer el libreto de un disco. Y ahora ya ni eso, porque pronto ni existirá el libreto físico y ni siquiera se dará esa información. Lo que sí ocurre es que cuando un autor o compositor, que es al mismo tiempo intérprete, tiene mucho éxito, durante una temporada inmediatamente todos los intérpretes y sus A&R’s o productores hacen cola solicitándole canciones. Cuando surgió Pedro Guerra, todos los intérpretes comenzaron a pedirle canciones para sus discos, y al año siguiente no había disco en el mercado que no tuviera alguna canción de Pedro Guerra. Lo mismo pasó con Manolo Tena, o con Quique González, o con Jorge Drexler o con David DeMaría en otros ámbitos y así sucesivamente. El año que viene seguro que saldrán un montón de discos con alguna canción de Pablo Alborán y de Vanesa Martín, porque este año sus discos están teniendo éxito. Pero todos estos autores son solicitados porque al mismo tiempo son intérpretes. El público en general ignora quién es Luis Gómez Escolar, aunque detrás de él haya una obra inmensa e importantísima con canciones maravillosas de mucho éxito conocidas por todos.

¿Cuál era el panorama en los ochenta o los noventa, había mucho trabajo para un letrista?
Yo en los ochenta trabajé muy poco, apenas estaba empezando. En los noventa trabajé mucho más y me fue relativamente bien. En la actualidad, trabajo como cinco veces más que entonces, aunque gano cinco veces menos. Es obvio que no se venden discos, y el salario de los autores nos llegaba fundamentalmente de esos discos por los que antes la gente estaba dispuesta a pagar. Entonces ni siquiera se había vislumbrado la posibilidad de encender un ordenador, entrar en un portal de internet y pillarlo gratis como quien entra en la carnicería de enfrente y se lleva dos kilos de chuletas. En este país no importa que mucha gente que se ganaba la vida honradamente en el mundo de la música ya no pueda hacerlo, y tenga que reciclarse en camarero de un bar de copas o en guardia de seguridad. No es un problema solo de los autores, también de muchos intérpretes, instrumentistas, productores, técnicos de sonido, etc.

Hay un grupo para el que has escrito más de setenta letras: Cómplices. ¿Cómo comenzaste a trabajar con Teo y María?
Me gustaba mucho su trabajo, ya no solo como Cómplices, sino los anteriores trabajos de Teo Cardalda con Golpes Bajos, que es uno de mis grupos favoritos de aquellos años, y otros trabajos de Teo como productor o compositor. Sabía que Teo y María no escribían, sino que las letras las encargaban a otros letristas (en sus dos primeros discos había letras de Jaime Urrutia, Fernando Márquez “El Zurdo”, Hilario Camacho, José María Cano, Amancio Prada…), así que le envié unas letras y un día me llamaron diciendo que tenían musicalizada ‘Verdad que sería estupendo’. A partir de ahí empezaron a enviarme melodías, y yo a ellos letras, y fuimos haciendo muchas canciones para su disco de entonces, “Esta llorando el sol”, y ya para otros discos.

¿Se puede decir que has sido su letrista de confianza?
Creo que soy el letrista que más textos ha escrito para ellos, sí. Y sin duda durante mucho tiempo han confiado en mis letras, incluso he hecho muchas canciones con Teo para otros artistas que también han tenido éxito. La relación con Cómplices siempre fue la más especial de todas, tal vez porque ha sido duradera, ya que seguimos componiendo juntos, y porque siempre hubo una química muy especial entre la música de Teo y mis letras. No hacía falta que me explicaran demasiado qué es lo que querían contar, porque coincidía que los textos que escribía ya caían dentro de su forma de contar las cosas, de su léxico, de su universo literario y de su estilo. Además, mi admiración por Teo como compositor es máxima, creo que es uno de tres más grandes compositores pop que existen en este país.

«Me gustan muchos estilos diferentes de música y creo que cualquier tipo de música es válida y digna siempre que desprenda emoción y de algún modo alcance a tocar la fibra del oyente»

¿Qué camino hay que recorrer para escribir letras para gente tan dispar como Loquillo, Ana Belén, José Mercé, Miguel Bosé, Litto Nebbia, Julio Bustamante, Hilario Camacho, Sergio Dalma, Malú, Javier Ojeda, Clara Montes o Los Chichos?
Al igual que un escritor puede escribir una nóvela policiaca y meterse con unas memorias o un libro de poemas o un ensayo, un letrista no tiene tampoco porqué ubicarse en un solo estilo. Me gustan muchos estilos diferentes de música y creo que cualquier tipo de música es válida y digna siempre que desprenda emoción y de algún modo alcance a tocar la fibra del oyente. Lo que hay es que luchar siempre por intentar hacer canciones y letras buenas, y esto se puede lograr en el ámbito del rock, en la rumba, en el tango, en el pop, en el hip hop, en la canción melódica o hasta en las coplillas gaditanas de los carnavales. Aquí se tiende mucho a catalogar y a encerrar en departamentos estancos despreciando a todo aquel que trabaje fuera del ámbito musical que tú supones que es el más auténtico y el de verdadera calidad. ¿Pero quién decide cual es el que más calidad ofrece? Estamos llenos de prejuicios.

¿Es fácil ponerse en la piel de los demás para escribir una canción?
En unos más que en otros, pero te confieso que me gusta ese reto de jugar a colarme en otras pieles. Por eso admiro tanto la trayectoria de letristas como Serge Gainsbourg, que siempre estaba curioseando y trabajando en estilos aparentemente antagónicos.

Se han publicado más de quinientas letras tuyas, ¿has seguido el camino de todas ellas, o algunas han aparecido casi por sorpresa?
Más o menos las he seguido, claro, porque todas son hijas tuyas y uno intenta ser un buen padre, e interesarse por lo bien o lo mal que las trata la vida. Eso sí, navegando por internet a veces te encuentras versiones extrañas que hacen artistas que no conoces y que graban alguna versión en otros países. Supongo que la sensación es la misma a la de esos famosos que de pronto le surgen hijos ilegítimos por doquier y que no sabían que existían. Y claro, a veces te asustas escuchándolas porque muchas veces las graban de cualquier manera.

Para Loquillo has trabajado varias veces: eres autor de ‘Rock and roll actitud’ y coautor de ‘La vida es de los que arriesgan’, junto a Gabriel Sopeña. ¿En qué piensas cuando escribes una canción para el Loco?
Ambas nacieron por mi amistad con Gabriel Sopeña, un compositor al que quiero y admiro profundamente y que es habitual colaborador del Loco. Recuerdo que ‘Rock and roll actitud’ la escribí tras ver a Loquillo con los Trogloditas en Salamanca. Gabriel compuso una melodía muy al estilo songwriter, les pasó la canción a Loquillo y a Igor Paskual, que le dieron un giro al tema y acabó tal cual se grabó. Estoy muy orgulloso de haber participado en esa canción, porque ha abierto varias giras de Loquillo y es un tema importante en su última discografía. La letra de ‘La vida es de los que arriesgan’ es mía, y la musicalizó Gabriel para “Balmoral”. Por cierto, ahora la acaba de volver a grabar en su reciente directo, “Loquillo en Madrid”, y suena maravillosa. ¿En qué pienso cuando escribo para el Loco? Pues en el Loco, en su planta de rockero elegante y rebelde, con un punto de chulería y de «savoir faire» y en todo lo que chiva en privado Gabi Sopeña.

También has grabado varios discos como intérprete: “Mil pájaros”, “La mirada del ángel” y “Sentidos prohibidos”, éste último junto a voces como Víctor Manuel, Tontxu, Cómplices, Jorge Drexler, Hilario Camacho o Alberto Comesaña. ¿Qué pasó con tu carrera como músico?
Fueron discos de pequeña tirada, autoeditados y que hice en un momento determinado porque me apetecía, pero mi vocación siempre fue y sigue siendo la de autor. Hace mucho que no actúo ni grabo porque me siento más cómodo y más fuerte desarrollando mi faceta de autor en voces de otros que las cantan infinitamente mejor y las llevan infinitamente más lejos y a más cantidad de orejas. Aún así tengo un buen recuerdo de esos discos, fue un gustazo grabar algunas de mis canciones a dúo con gente que admiro muchísimo, como Víctor Manuel, Hilario Camacho, Jorge Drexler y otros.

Sí que has desarrollado tu carrera como autor en otros muchos campos: libros de poemas, ensayos sobre música moderna (“Hubo noches de rock and roll”, biografías de Suzanne Vega y Elton John), relatos breves, novelas… ¿Dónde te has encontrado más cómodo?
Pues en todas estas facetas me siento cómodo. Pero obviamente, mi primer oficio es el de letrista, sin duda. Es con el que paso más tiempo y a lo que dedico la mayor cantidad de energía e interés.

Volvemos a tu oficio de letrista: dime una canción que te hubiera gustado escribir…
Uff… Tantísimas. Te digo una que acabo de escuchar hace media hora: ‘Le miroir’, de Laurent Voulzy. Claro, si te respondiera dentro de otra media hora te diría otra.

… Y un artista para el que te hubiera gustado escribir una canción.
Pues sin salirnos de España, por no fantasear demasiado, me encantaría escribir algo para María Jiménez. Creo que es una intérprete inmensa, lo más parecido que tenemos a Chavela Vargas y a Bambino y que merecería la pena reivindicar. Pero nunca he sabido ni cómo llegar para presentarle alguna canción. Ojalá lea esta entrevista y me llame por teléfono pidiendo por esa boquita que tiene.

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