Músicos en la sombra: Iván González “Chapo”, el bajista de M Clan

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«Con M Clan puede pasar lo que sea, hay mucha improvisación, Tarque da mucho juego a los músicos. Cada noche pasa algo distinto»

Ahora mismo toca el bajo con M Clan (con los que ha grabado su nuevo disco), pero Iván González “Chapo” también ha estado con Amaral y Deluxe. Además ha sido técnico de sonido. Arancha Moreno lo entrevista.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.

 

Iván González, alias “Chapo”, es bajista a pesar de su escepticismo. Creció en un ambiente musical, en su Asturias natal, y se dejó fascinar por la música sin pensar en ella como medio de vida, hasta que una hilera de coincidencias le han llevado a vivir de esta profesión. Tocó con Deluxe en la última etapa, acompañó a Amaral en la gira «Gato negro, dragón rojo» y es el bajista actual de M Clan. Con ellos grabó y giró el disco anterior, y con ellos ha grabado el nuevo álbum este verano. Tras grabar en julio y agosto, el productor Carlos Raya se encarga de terminar de mezclar el disco, que probablemente salga el próximo mes de noviembre. Mientras tanto, encontramos a Chapo en su estudio, un local alquilado en El Observatorio, a medias con su compañero Antonio Pérez. Allí es donde ensayan, y donde tiene previsto grabar, y allí nos recibe con una sonrisa, asegurando que es “un desastre” para las entrevistas.

¿Cuál fue tu primer contacto con la música?
En mi familia siempre hubo tradición de estudiar mis tíos en conservatorios y nunca acabar, y yo también pasé. Mi tío Nicar era bajista, tenía un grupo que se llamaba Sal Si Puedes, ensayaba en el sótano de casa de mi abuela, y yo bajaba con siete años y me ponía a tocar la batería con ellos. Crecí en un ambiente muy musical, escuchaba a los Sex Pistols, Led Zeppelin, los Who, los Beatles…

Y luego pasaste por el conservatorio.
Sí, con siete u ocho años me mandaron a aprender solfeo, piano, lo típico, pero me aburría y lo dejé. Con catorce estuve cinco años en el conservatorio haciendo guitarra, pero tampoco lo acabé. Luego fui a clases particulares, y con dieciséis montamos nuestro primer grupo, La Ruta. Sacamos un epé con Animal Records, así empezó todo. Estábamos metidos en el circuito sesentero, mod, y tocábamos bastante. Sacamos un disco, y un par de singles.

¿Ahí ya tocabas el bajo?
En La Ruta tocaba la guitarra, mi primer contacto con el bajo fue un grupo punk, 330. Eran amigos, necesitaban un bajista… Profesionalmente me dedico a tocar el bajo, pero para mis historias toco la guitarra. Realmente todo fueron casualidades, yo vine a Madrid a estudiar sonido, no a ser músico. Me puse a currar de técnico de sonido y tocaba en mi casa, pero me empezaron a salir cosas.

Así que tu historia es un poco al revés de lo normal: mucha gente viene a intentar vivir de la música, y tú viniste a estudiar sonido, y acabaste dedicándote al bajo.
También curré como técnico, de hecho lo sigo haciendo. Cuando estuve tocando con Amaral abandoné un poco el sonido, eso me absorbió bastante, pero ahora lo puedo compatibilizar un poco más. En Asturias tocaba, pero no pensé nunca en dedicarme a esto porque lo veía utópico, hay muy poca gente que viva de esto, y menos allí. Pero vine a estudiar, acabé el módulo y me puse a currar en un estudio de post-producción de cine, y en series de televisión. Luego estuve currando en Cuatro, tres años, haciendo los sonidos del programa de Eva Hache, disparando las músicas, y luego en el de Quequé, ‘Estas no son las noticias’. Después me desligué de la tele.

¿Cuándo hiciste tus primeros bolos profesionales?
Fue a través de un colega mío, Octavio, que me llamó para tocar con Paul Collins. En realidad hice un par de bolos o tres antes, con Balboa, pero no tenía mucho tiempo y no seguí con ellos.

¿Con Paul Collins empezaste a ver que la cosa despegaba?
Ahí todavía no pensaba que iba a dedicarme a la música ni de coña, siempre me había gustado tocar pero lo veía muy difícil. Pero un día coincidimos con Xoel López en un festival, que ya me conocía de la época en la que estaba en La Ruta, porque le gustaba mucho el grupo. Entonces él tocaba con The Covers. Al coincidir en ese concierto, me dijo que había pensado en mí para tocar el bajo en su gira siguiente, y empecé con él, compaginando las dos giras y la tele. Ahí empecé a ver las posibilidades.

Eras pesimista, pero el tiempo y las circunstancias te demostraron que podías dedicarte a la música.
Fue una historia de coincidencias, no algo buscado. Un colega me llamó, luego coincidí con Xoel, luego coincido con Juan y Eva cuando montaban la banda… En la gira de Amaral conocí a Coki Giménez [batería], y luego nos cogieron a los dos para tocar en M Clan.

Coki Giménez y tú sois pareja artística, bajo y batería, desde entonces.
Es casi mi pareja de hecho, es un placer tocar con él, el mejor batería con el que he tocado. He tocado con muchos muy buenos, pero además hay mucha conexión.

¿En qué discos o giras tocaste con Xoel?
Empecé la gira de un disco que ya estaba grabado, «Los jóvenes mueren antes de tiempo». El siguiente, «Fin de un viaje infinito» no lo grabé yo, lo grabó Jacob [Reguilón], y en «Reconstrucción», el último de Deluxe, grabé algunas canciones.

¿Cómo fue trabajar en la última etapa de Deluxe?
Fue acojonante, hicimos muchos conciertos, mucha intensidad. Fue uno de los mejores momentos de Deluxe, estábamos en muchos festivales, dentro del circuito indie, muy diferente al circuito mainstream, que es otra historia. Fue muy intenso, mi primera gira gorda. Conocí a muy buena gente: Juande [Dios Martín, productor], Loza… Hubo una etapa en la que tocábamos los cuatro, y otra en la que tocábamos con metales y teclista.

Debió ser un gran cambio de registro, ya que venías de tocar en un grupo punk.
Realmente yo tampoco era muy punk, a mí me gusta más el rollo pop 60, rock 70… Y he tenido la suerte de tocar con artistas que me han tratado muy bien, me gusta bastante su música, y no he tenido ninguna queja, ni a nivel económico ni a nivel personal. He sido afortunado. Si me llaman para una gira que no me gusta, prefiero no hacerlo, si tengo un plan b. Prefiero ser honesto, tocar con alguien al que yo le pueda aportar algo, a la canción y al artista. Siempre me meto a fondo.

«Cuando te equivocas, como no suele pasar, es como una coña entre todos. El público no nota una gamba pequeña, a no ser que la líes muy gorda… Es rock and roll, te estás moviendo, no es algo estático que haya que hacer perfecto»

Tras Deluxe llegó Amaral, con los que empezaste a girar en «Gato negro, dragón rojo».
Sí, en 2008 dejé Deluxe, en un parón de gira, y empecé con Juan y Eva. Hice una prueba, toda la banda era nueva. Fue una gira espectacular, tanto en lo musical como en lo personal.

Es la gira que está registrada en «La barrera del sonido», un disco y DVD en directo que se grabó en el Palacio de Deportes. Buena muestra de la gira, dos años que –imaginó– debieron ser muy intensos, entre la cantidad de conciertos y la gran cantidad de público.
Sí, hicimos cien conciertos, con muchísima gente, era increíble. El disco es un buen recuerdo de la gira. Como había tanto disfrute en general, salías y lo dabas todo. Es la gira más gorda que he hecho, a nivel espectáculo, medios… Es muy difícil que pueda repetirse ese tipo de giras, aunque supongo que alguna seguirá habiendo.

¿Alguna imagen de esa gira que se te venga rápidamente a la cabeza?
Tengo el recuerdo del gran escenario que teníamos siempre, con un montaje de luces increíble, era todo muy grande, y te sentías muy pequeñito ahí. Esa es una experiencia muy chula, pero yo prefiero tocar en salas, tienes más «feedback» con el público.

Siendo bajista de una gira potente, como la de Amaral, ¿sentías mucha responsabilidad en el escenario?
No, la misma responsabilidad que en una sala pequeña. De hecho, me pongo más nervioso en sitios pequeños que en grandes. Recuerdo que tocamos ante 60.000 personas en Bilbao, en la Semana Grande, y no me puse tan nervioso como en una sala con seiscientas.

¿Es fácil de echar a rodar una banda nueva, cuando llegáis a un proyecto consolidado?
Hubo muy buena química en los ensayos, todos veníamos de historias distintas: Zulaima Boheto [chelista] venía del clásico, Quique [Mavilla] de Distrito 14, una banda conocida de Zaragoza… Pero hubo una conexión importante en los ensayos, y antes de salir de gira ya veíamos que la química fluía.

Una gira de esas dimensiones, ¿implica muchos ensayos?
Estuvimos mes y pico ensayando, ocho horas al día. Es curro pero es agradable, aunque sí es intenso. En una gira muy grande hay responsabilidad, sobre todo los artistas, nosotros tenemos que estar en nuestro sitio, pero la responsabilidad recae sobre ellos.

Cuando te equivocas en el escenario, ¿sientes más responsabilidad hacia el artista o hacia el público?
Cuando te equivocas, como no suele pasar, es como una coña entre todos. El público no nota una gamba pequeña, a no ser que la líes muy gorda… Es rock and roll, te estás moviendo, no es algo estático que haya que hacer perfecto. Si hay buen rollo, y gambeas una vez, no pasa nada.

En cien conciertos, ¿se nota mucho el cambio, del inicio al final?
El montaje fue igual toda la gira, salvo en el Circo Price, porque no cabía ahí. El concepto de la gira fue el mismo: sesenta conciertos un año y cuarenta el siguiente. El repertorio iba cambiando: había un bloque central, y se variaban dos o tres canciones por concierto. Yo nunca me aburro de tocar un repertorio si me gusta.

¿Hay algún grupo con el que hayas salido al escenario, y sientes que cada noche el directo es totalmente diferente?
Con M Clan pasa eso bastante. Con Deluxe y Amaral estaba en mi sitio, pero con M Clan puede pasar lo que sea, hay mucha improvisación, Tarque da mucho juego a los músicos. Cada noche pasa algo distinto: el repertorio puede ser el mismo, cambiando alguna canción, pero las improvisaciones cambian y es todo más divertido. Creo que la gira que hicimos fue con la que más me he divertido.

Empezaste con M Clan tras la gira de Amaral. ¿Cuándo te llamaron para empezar?
Después de tocar en EE.UU. con Amaral, a la vuelta nos llamaron para hacer una prueba con M Clan, y nos cogieron a Coki Giménez y a mí. Hicieron la prueba a varias bases rítmicas, en el estudio de Carlos Raya, un genio a nivel musical, y a nivel de concepto y de tocata, yo lo flipo bastante con él. Exige mucho, pero el resultado es muy bueno.

¿Cómo fue aquella prueba?
Nos llamó Ricardo, y nos dijo que no nos iba a pasar ningún tema, querían que subiésemos y ver qué pasaba, cómo fluía la cosa sin saber qué iba a pasar. Hicimos la prueba en el estudio de Carlos, estaban grabando las maquetas de «Para no ver el final». Tocamos y hubo química, aunque yo, como soy muy paranoico y muy inseguro, pensé que no nos iban a pillar. Nos llamaron a los tres días. Era una prueba para la gira, pero luego nos llamaron también para grabar el disco.

En julio y agosto habéis estado grabando el nuevo disco de M Clan, ¿cómo ha ido la grabación?
Este disco ha molado más, porque hay más confianza, en el otro nos mandaron las líneas todas más definidas, pero en este me mandaron las canciones, me pasaron solo las notas, y las líneas de bajo me las curré yo en casa, aunque luego se modificaron en el estudio. Es poner tu granito de arena en la grabación.

¿Cuál suele ser el método habitual para los músicos: las líneas muy definidas, o aportáis vosotros también la parte creativa a la canción?
Depende, yo tampoco he grabado muchos discos, he tocado más en directo, y ahí no me han dicho nunca nada. En el nuevo disco las he sacado yo, pero soy bastante talibán: si el repertorio está hecho me saco las líneas como son, y si quiero modificar algo lo comento.

¿Habéis grabado el disco por separado o en directo?
La base está grabada en directo, todos juntos pero con la voz de referencia, luego Tarque la graba aparte. En algunos temas también están grabados en directo los metales, lleva una infraestructura más importante. Yo estuve dos semanas y media haciendo mi parte, luego siguieron haciendo los recordings y las mezclas.

¿Cómo eran las canciones, cuando las escuchaste por primera vez?
Me pasaron las maquetas cantadas como en inglés, bueno, en falso inglés, todavía no había letras. Luego ya me las mandaron y cogieron más sentido.

Aunque aún no habéis terminado, ¿qué tipo de canciones predomina en el nuevo disco?
Este disco es más rock que el anterior, «Para no ver el final» tenía más tintes soul, y este tiene más rock de los 60, los 70, tiene más caña. Hay medios tiempos, pero son más pesados. Creo que en directo va a ser muy divertido tocarlo. Ya hicimos algún concierto en Argentina, en marzo, con un formato de cinco músicos. Aún no sabemos cómo será la gira, ni las fechas.

¿Ahora en qué fase estáis?
Estaban terminando de mezclar. Creo que el disco saldrá en noviembre.

¿Preparar un disco mientras se anuncia la subida del IVA de tantos productos, afecta a los ánimos de la grabación?
Tampoco afecta a la grabación, pensamos que hay que hacerlo lo mejor posible para poder hacer más bolos, todo el mundo de la cultura está a la expectativa. Supongo que las promotoras no aumentarán el precio de las entradas, sino que compensarán, pero eso afectará a gente que trabaja en el sector, habrá despidos… No sabemos lo que va a pasar. Hombre, M Clan es un grupo muy consolidado, con una legión de fans muy importante. A lo mejor baja un poco por las circunstancias, pero supongo que irá bien.

Estás en un barco sólido.
¡Eso parece! Hay buen equipo ahí.

Al margen de M Clan, ¿has empezado a grabar ya en este estudio en el que estamos ahora?
Estamos haciendo alguna cosa, pero lo usamos también para ensayar. El local lo tengo con Antonio Pérez, tocamos juntos en Colatonic, un grupo que creamos en 2008, cuando empezaba con Amaral. Sacamos un disco, pero el cantante se fue y llevamos dos años parados porque estamos liados con otras cosas.

¿Tú próxima meta?
Aprender a tocar el contrabajo. Ya he hablado con un profesor, quiero comprarme un contrabajo, lo tengo pendiente.

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