Músicos en la sombra: Gloria Varona, escondida en las letras de Luz Casal y Miguel Ríos

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«Aquí las canciones son de quien las canta y no hay más, a no ser que el que las haya compuesto sea alguien muy famoso y para el cantante sea una forma de presumir»

 

Gloria Varona es la hermana de Pancho Varona, letrista para Sabina, Luz Casal, Miguel Ríos, Javier Gurruchaga… Pero hace diez años que dejó el oficio de escribir canciones. Sin embargo, Arancha Moreno la ha buscado para su sección.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.

 

«Y no me importa nada, nada…». Tras esa letra, que siempre asociaremos a Luz Casal, está la mano de Gloria Varona. Durante más de una década, Gloria, la hermana de Pancho Varona, trabajó con él en muchas canciones: Pancho componía la música; ella, la letra. De sus manos volaron una veintena de temas para Ana Belén, y otras tantas para Ana Torroja, Luz Casal, Miguel Ríos, Javier Gurruchaga… Y una canción cayó en manos de Joaquín Sabina, que decidió «sabinizarla» y grabarla. Tiempo después, algo desencantada, Gloria dejó su oficio y retomó su trabajo como funcionaria. Diez años más tarde, nos citamos con ella en una cafetería de López de Hoyos, donde los recuerdos de sus canciones le salen a borbotones.

 

Has trabajado escribiendo canciones más de una década. ¿Por qué te hiciste letrista?
Mi hermano Pancho empezó a hacer canciones propias con Viceversa, el grupo que acompañaba a Joaquín [Sabina]. Tenían músicas, y como a mí siempre me ha gustado mucho escribir, Pancho me dijo que tenía que pensar algo para una letra. Me puse y me salió algo parecido a una letra: fue la canción ‘Peces’, la primera canción que grabaron ellos. Emoción es poco, ¡mucha emoción! Nunca se me había ocurrido que podía tener una utilidad práctica. Me parecía divertido, no pensaba mantenerme con eso ni mucho menos. Empecé a hacer poemas que podían ser letras, Pancho y Joaquín conocían a mucha gente y me animaban mucho, y empecé a hacer muchas cosas. Empezamos a colocar canciones con letras mías a Ana Belén, a Luz Casal, a Gurruchaga, a Miguel Ríos, Ana Torroja…

 

¿Siempre trabajaste con tu hermano Pancho?
Al principio yo hacía la letra y Pancho la musicaba, y otras veces las hice por encargo, me daban una música y yo tenía que escribir una canción. Creo que la primera que me pasó dos músicas para que le pusiera letra fue Luz, ahí fue donde empecé a poner letras a otras músicas. Pero Pancho seguía pasándome músicas, era un fenómeno en dos direcciones: yo le pasaba letras, él me pasaba músicas.

 

Estamos a finales de los ochenta, cuando comenzó tu etapa como letrista, muy prolífica.
Sí, allá por el 89-90. En el 91 hicimos “Como una novia”, un disco para Ana Belén en el que había unas once canciones nuestras. Había una versión de Zucchero y yo hice la adaptación al español. Por esa época también hice la letra de la película «Solo en casa 2». La distribuidora quería que la canción la grabaran artistas famosos en los países donde se distribuía. Aquí la grabó Ana Belén, se llamó ‘Sombras de otros tiempos’. Recuerdo que al principio hice una versión más light, pero Ana me llamó diciéndome que era muy de Navidad, y cambié el tono para hacerla menos tópica. Quedó bien.

 

¿Eso te ha pasado más veces? Me refiero a lo de tener que dar un sentido muy concreto a las canciones, por petición expresa del intérprete.
A veces. Me pasó con una chica cubana, hice una canción que se llamaba ‘Volar’, de una mujer que estaba muy atrapada en una vida que no le gustaba, y lo que quería era volar. Me dijeron que como era cubana podía parecer que quería irse a Miami, que quería unirse a las fuerzas… [risas]. Yo hablaba de un rollo personal, nada que ver.

 

Casi censura, ¿no?
Un pelín. Conservé la idea pero sin decir la palabra volar.

 

El camino de la letra lo solías marcar tú, entonces.
Sí, lo solía marcar yo. Se me ocurrían ideas y las escribía, una cosa podía valer para un estribillo, ripios, rimas… Tiene muchísimo de oficio. Llega un momento que puedes poner una letra dignamente a cualquier cosa, hasta al himno nacional. Aprendes un montón de trucos, en cuanto manejas el idioma, el ritmo, las medidas… Dentro de eso, están las letras de cubrir el expediente y las que te gustan.

 

¿Te sucedía mucho, lo de hacer letras de «cubrir el expediente», o eran más las que te gustaban?
Al final me pasaba más lo de cubrir el expediente. Empecé a trabajar con Universal en Los Ángeles, con un productor que había trabajado con gente muy importante, como Carlos Santana. Se quedó prendado con una letra que le hice a Ana Torroja, ‘Te he querido tanto’, y empecé a trabajar con él. Me mandaba músicas, y algunas no me gustaban mucho. A él le gustaban, pero yo sentía que era todo un poco tópico. Curiosamente, de la letra de ‘Te he querido tanto’ se quedó prendado también Punset. En una entrevista le preguntó a Ana cómo podía cantar una canción tan triste, era muy dramática.

 

En España, por desgracia, no hay mucha cultura de reconocer a los autores de las canciones.
No, aquí las canciones son de quien las canta y no hay más, a no ser que el que las haya compuesto sea alguien muy famoso y para el cantante sea una forma de presumir. Si te la ha escrito Alejandro Sanz, entonces sí. A veces me ha pasado que les han preguntado por una canción mía, y explicaban que la hicieron porque les recordaba algo. Podían decir que la cantaban pensando en algo, aunque la autora era otra, pero no hacían ese matiz. Pasaban a hablar de la canción y obviaban a veces la autoría. Bueno, esta es una queja de autora.

 

¿Firmabas como Gloria López Varona, o como Gloria Varona?
Siempre como Gloria Varona, porque a mi hermano le quitaron el López cuando empezó a hacerse conocido, porque Pancho López… Chinito que lo mató. En algunas pone los dos apellidos porque en el disco a veces venía como en el contrato, con tu nombre real.

 

Cuando introduces Gloria Varona en Google, entre las primeras entradas aparece el blog de tu hijo, Guille Ortiz, pero no hablando de ti, sino de tu madre.
Sí, es una cosa que escribió para mi madre, Gloria Varona. Él es filósofo, pero escribe en muchos medios. Es multidisciplinar y escribe ficción.

 

¿Lo ha heredado de ti?
Creo que sí tengo que ver, él siempre ha tenido claro que quería escribir. Escribe muy bien, pero tuvo una época que intentó hacer letras de canciones y no le salían. Hay un ritmo interior, que no sé en qué consiste pero yo lo tengo, y él, con todo lo melómano que es, no lo tiene.

 

Volviendo a la composición, debe ser algo extraño, eso de escuchar una música sin letra y ver qué te sugiere.
Yo me las ponía mil veces, y a la tercera o cuarta vez apuntaba frases, hasta que tenía la idea de qué iba a tratar, qué iba a contar. Las del principio eran más chulitas, siempre se metían conmigo, Víctor Manuel me decía: “Haz una de esas que haces tú contra los hombres”. Daba bastante caña, supongo que era la edad. Me vacilaban con eso.

 

Cuando las tenías listas, ¿las enviabas a las discográficas?
Lo hacía Pancho. Llamaba a Luz o a Víctor Manuel y les enseñaba una casete. Él llevaba una maqueta y se decidían cuáles gustaban y cuáles íbamos a grabar. Tuvo mucho que ver lo fácil que era para mí por la conexión familiar. Yo siempre pensaba que debía haber gente que escribía fenomenal, pero si no conoces a nadie y no tienes nexo con la música, no te hacen ni caso. Como mi hermano las musicaba, presentábamos una canción terminada y era más fácil.

 

«Me empezó a cansar, me aburría, me parecía un trabajo de mucho esfuerzo con muchísima incertidumbre, hacías cosas y nunca sabías qué iba a pasar…»

 

Bueno, si no hubieran estado bien, las canciones no hubieran salido adelante.
Sí, pero si no hubiera sido por eso, tampoco habría tenido la oportunidad. Fue coger un tren que pasaba por allí.

 

Y en ese tren has ido muy bien acompañada.
Sí, estuve unos años y luego me bajé de ese tren. Coincidió todo: me empezó a cansar, me aburría, me parecía un trabajo de mucho esfuerzo con muchísima incertidumbre, hacías cosas y nunca sabías qué iba a pasar… La industria empezó a ir hacia abajo, todas las editoriales pertenecían a las discográficas, todo el que grababa un disco quería que firmaras la canción con ellos, las discográficas quisieron convertirse en managers, editores… Tenían que sacar hasta el último duro que circulara en la industria, y cada vez circulaba menos. Joaquín tenía una editorial y mi hermano y yo nos incorporamos como socios, y en el 99 nos separamos. Tuve la sensación de que era una etapa que se había terminado. Empezó a ser peor, y como yo tenía una excedencia de funcionaria volví.

 

¿De cuántas de tus letras se llegaron a grabar canciones?
No lo sé… Cincuenta, a lo mejor. Luego se han hecho muchas versiones, algunas muy divertidas, de vez en cuando busco y veo que hay alguna versión de un músico venezolano, de ‘No me importa nada’ en versión salsa, y lo pido inmediatamente a Amazon para tenerlo, me hace mucha gracia. Con Gurruchaga también me pasa, le hice tres letras para un elepé: ‘Lucy’, que le gustaba mucho, ‘Hoy soñé’… Esa la hice a medias con Joaquín.

 

Es verdad, ¡a Sabina también le firmaste una canción!
Joaquín cogió una letra que hice yo, ‘Incluso en estos tiempos’. A Joaquín le gustaban las cosas que hacía y esa canción le gustó mucho. Le cambió un poco la intención, la “sabinizó”. La letra era «Incluso en estos tiempos en que soy muy feliz, todos los días hay un segundo en el que me descubro echándote de menos”. Él lo cambio por “Incluso en estos tiempos veloces como un cadillac sin frenos”, y le puso el voy, vengo, bebo… [risas].

 

Eres autora del mítico ‘No me importa nada’ de Luz Casal, de ‘Te he querido tanto’ de Ana Torroja y de muchas canciones del repertorio de Ana Belén: ‘Luna de plata’, ‘Tres pies al gato’… Muchas letras para muchas mujeres.
Sí, para Luz he hecho cinco o seis, para Ana Belén unas veinte, para Ana Torroja dos o tres, para Miguel Ríos una o dos… También he hecho cosas que han grabado para Hispanoamérica, pero eso lo tengo menos controlado, era gente que no conozco mucho.

 

Las canciones viajan mucho más lejos que el autor.
Efectivamente. Es muy divertido cuando te vienen los derechos de autor. Bosnia-Herzegovina, 0,50 euros. Hubo una temporada que me venían bastantes cosas de Japón, y luego descubrimos que habían publicado allí un disco recopilatorio de artistas españoles, a alguien le debió gustar el disco en la radio y lo ponía. Eso es divertido, no da dinero, pero es divertido. República Sudafricana, Croacia…

 

¿Cuáles de tus canciones han llegado más lejos?
En Europa las canciones de Luz, ella tiene mucho éxito en Francia, incluso han hecho versiones con letras en francés. Ana Torroja también es conocida allí por Mecano, hicieron una versión francesa, creo que de ‘Te he querido tanto’.

 

La cantante para la que más has escrito es Ana Belén, ¿cómo fue trabajar para ella?
Yo he trabajado fundamentalmente con Víctor Manuel, con Ana muchísimo menos. Víctor era el interlocutor, tenía más relación con él, ella se mantenía más en un segundo plano en eso. Sí que fui un día al estudio porque me hacía ilusión oírla grabar una canción mía, estuvimos toda la tarde allí, estuvo muy bien.

 

¿Has compartido experiencias con compañeros de oficio?
No me he tratado con ningún letrista, pero sí con músicos, venían a casa a ensayar con mi hermano, les conozco de toda la vida. Pancho también empezó a hacer letras muy interesantes. Hizo un disco que no tuvo mucha difusión, con muchas canciones de los dos: algunas con letras suyas, otras mías, y la música siempre suya. Está muy bien ese disco. Tuvo la mala suerte de que le pilló un momento raro, y luego querían que lo volviera a grabar con dúos y él no quiso. Ahora comenta que a lo mejor lo vuelve a sacar, creo que tiene esa idea. Pancho tiene muy buen gusto cantando y tocando, muchas veces hacía una maqueta con la guitarra y con su voz, y a mí me gustaba muchísimo más la maqueta que cuando la grababan con un productor en un estudio, quedaba mucho más artificial.

 

De hecho, Pancho Varona es muy activo: al margen de trabajar con Sabina y en todos esos proyectos, hace unos meses publicó “Más de cien verdades”, está con el musical “Más de cien mentiras” en Madrid…
Es que él sí vive de esto. Siempre le ha ido muy bien, ha tenido suerte, lleva treinta años con Joaquín y en el mundo de la música es casi como ser funcionario [risas]. Pero él hace sus cosas aparte, ahora ha estado en México con Antonio García de Diego. Pero el mundo de la música está muy mal. Yo tengo mi trabajo y mi vida hecha, pero sé que hay mucha gente que llevan toda la vida trabajando en esto y ahora las están pasando canutas. Lo hacen muy bien, siempre han tenido galas, trabajo de estudio… Y ahora no tienen nada, a mí se me cae el alma a los pies. Pancho dice que le escribe gente pidiéndole lo que sea. Hablo de músicos de ganarse la vida sin hacer fortuna.

 

Es un panorama muy desolador, que empezó un poco cuando te fuiste.
Sí, internet empezó a ser un problema para los derechos de autor. Yo volví a mi trabajo en 2002, y me he alegrado mucho, porque ahora no dejan volver a los funcionarios con excedencia.

 

Al margen de la crisis de la industria, han cambiado mucho las cosas para los letristas: cada vez se necesitan menos, ahora parece que todo el mundo sabe escribir.
El nivel de exigencia ha bajado absolutamente. Se les exige un poco más a los cantautores, pero en la música popular las letras son muy esquemáticas. Por eso tenía simpatía al rap, algunos serán estupendos y otros más torpes, pero le dan importancia a la letra. En el resto de la música la tendencia es decir tres cosas muy manidas y tópicas. Pero no quiero incidir mucho, no sé si habla la objetividad o el “ojalá tuviera veinte años para hacer eso”.

 

¿Cuándo has escuchado en directo una letra tuya, por última vez?
No lo sé, no voy a conciertos de la gente para la que he hecho canciones [risas]… Luz es la que más me gusta musicalmente, y hace mucho que no la veo. Es la persona más encantadora que he conocido en el mundo musical. Es estupenda, sencilla, cercana, no tiene ningún tipo de tonterías. De la vida de Luz nadie sabe nada: graba un disco, lo enseña y luego da un paso atrás y se vuelve a casa, y nadie sabe dónde está ni qué hace en ese tiempo. Espero que esté estupenda, recobrada. Sí recuerdo que una vez me pasó una cosa muy divertida, en Costa Rica. Nos bajaron a ver un volcán y al salir comimos en un poblado en mitad de la selva. Cuando estábamos comiendo empezó a sonar una canción que hice a Ana Belén, fue un momento surrealista completamente.

 

Qué bonito que las canciones floten por ahí…
Las canciones tienen una vida muy particular, muy disparatada. Yo soy funcionaria: todo prescrito, y esto es todo imprevisible. Una canción que no ha funcionado, de repente alguien la pone de sintonía y se vuelve un bombazo. Nunca sabes quién las oye, cómo las oye…

 

Después de más de diez años fuera del oficio, ¿has vuelto a escribir en casa?
No, lo he abandonado. Escribí mucho hasta los veinte, luego lo dejé. A los treinta volví y escribía poemas, textos, canciones… Y después volví a hacerme funcionaria y lo dejé del todo. Sí soy diarista, escribo diarios.

 

Así que en la escritura te mueves por décadas… Pues ya han pasado más de diez años, te toca volver a la ficción. ¿Escribirías una canción para alguien, si te lo pidiera?
Depende de quién fuera y cómo, pero no me negaría. Dejó de gustarme como trabajo, la industria es depredadora, pero escribir una canción sí me parece divertido. Si alguien me llamara y me dijera “haz algo”, a lo mejor sí.

Anterior entrega de Músicos en la sombra: Campi Campón, productor y “serruchista” de Jorge Drexler.

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