Músicos en la sombra: Fernando Polaino, de compositor de Los Lunes a productor en Granja Beat

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«Después de componer para otra gente, componer para ti es mucho más difícil. Para otros es como pintar un cuadro muy delimitado. Si compongo para mí, el cuadro está en blanco, y hay que cambiar de chip»

Estuvo en Los Lunes y desde hace tiempo, compone, produce o graba a otros. Fernando Polaino ha trabajado con artistas de todo tipo, mientras colabora con las nuevas canciones de Lichis, mantiene Granja Beat, el sello en el que saca sus producciones.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.
Fotos: JACK EL DISEÑADOR.

 

Se confiesa poco mitómano de las guitarras, pero lleva pegado a ellas desde que era un chaval. Fernando Polaino se dio a conocer con Los Lunes, aunque reconoce que sus canciones siempre han sido más conocidas que el propio grupo. Compuso entonces ‘Los años que nos quedan por vivir’ y ‘Una canción de despedida’, temas que a día de hoy siguen en la memoria colectiva. Después firmó canciones para Carlos Núñez, ha compuesto junto a Najwa Nimri y es coautor de una letra de David Broza, junto a Joaquín Sabina y Jorge Drexler. Una historia que le saca la sonrisa, por lo pintoresco: se confiesa actor secundario, y desde su sombra unas veces escribe, otras adapta, toca y produce. Ahora, trabaja en Granja Beat, un sello que ha creado para producir y ayudar a los artistas, en el que trabaja mientras echa una mano a Lichis en su nuevo proyecto. Nos encontramos un domingo pasadas las diez de la noche: un rincón común en una semana de trabajo y conciertos. Escogemos una terraza de Fuencarral en la que puede fumar y, entre calada y calada, repasar –con su tono pausado y amable– sus más de veinte años de historia musical.

 

¿Cuánto tenemos que volver atrás para remontarnos a tus comienzos musicales?
Mucho, porque ya soy muy mayor. Acabo de cumplir 41, y mi primer grupo, Los Lunes, empezamos en el año 86.

¿Cuándo tuviste tu primera guitarra?
La primera me la regalaron en mi comunión, los amigos de mis padres se juntaron entre todos y me compraron una guitarra. Empecé a dar clases un poco más tarde, y se la acabé regalando a la hermana de una novia que tuve, ya no sé donde estará… Pero tampoco soy muy mitómano de los instrumentos, no soy de los que le ponen nombre a su guitarra. Aunque los músicos somos muy viciosos, nos gusta tener muchas guitarras, somos muy materialistas, pero no he llegado a la enfermedad de acumular muchas.

¿Qué música escuchabas entonces?
La música que sonaba en la radio en ese momento. Me gustó mucho la movida del sector más melódico: Los Secretos, Nacha Pop, Los Pistones, Mamá… También Radio Futura, El Último de la Fila, Golpes Bajos, Loquillo, la primera época de Alaska y Dinarama, Mecano me gustaba mucho, Miguel Ríos… Sobre todo música española que se hacía cuando yo tenía diez años.

Tu primer grupo se llamaba Extraña Situación, y luego se convirtió en Los Lunes.
Sí, fue en el 86, con Quique y Javi, era el germen de Los Lunes. Éramos cuatro amigos de barrio, de boy scouts, de los fuegos de campamento. Sentí la llamada muy pronto.

Y la recibiste muy pronto, también. La de la discográfica, digo.
Sí, cuando grabamos el primer disco no era como ahora, que es más asequible, era un mito. Que un grupo de Vallecas grabase un disco era muy importante. El primero lo grabamos en el 91, salió en el 92, yo tenía veinte años y fue muy pronto. Muy extraño también, lo de grabar un disco con el primer grupo que montas en tu vida. No fue tampoco llegar y besar el santo, llevábamos haciendo cosas cinco años. Apareció Alejo [Stivel] en nuestras vidas y tiró para adelante con el primer disco.

Aquel primer disco ya tuvo éxito, sobre todo el tema ‘Los años que nos quedan por vivir’.
Sonamos mucho en la radio, la música que hacíamos era muy comercial, no forzadamente, porque todos los temas eran nuestros. En esa época el paso era ese: existías si sonabas en la radio. Nunca vendimos muchos discos, ni tocamos mucho en directo, pero sí sonamos mucho en la radio.

Así que las canciones de Los Lunes volaron más que el propio grupo.
Intentándolo decir de forma poética y bonita, nuestras canciones nos han trascendido. Muy poca gente conocería ahora a Los Lunes, pero si tu pones una canción de Los Lunes, hay muy poca gente que no las conozca. Nunca fuimos famosos como otros grupos de nuestra época, pero nuestra música se hizo famosa. No vendimos como Modestia Aparte, El Norte, Terapia Nacional… No me gustaban esos grupos, pero su música no era tan diferente a lo que hacíamos nosotros y sin embargo ellos petaron, vendieron más. Nosotros nos quedamos en tierra de nadie.

Una contradicción también, porque si triunfa la canción, es raro que el grupo no lo haga.
Sí, pero también es verdad que una de nuestras canciones más conocidas, ‘Los años que nos quedan por vivir’, se hizo famosa por una campaña publicitaria larguísima de El Corte Inglés, pero solo se escuchaba la intro, no llegaba a entrar la voz. Faltó que la gente uniese el nombre del grupo a las canciones y nuestra imagen, algún genio del marketing. Pero bueno, las cosas fueron así y no creo que estuvieran mal, no tengo queja. Para mí fue el principio de todo.

¿Por qué acabó esa historia?
Empezamos con mucho ímpetu, teníamos la confianza ciega de que nos iba a ir muy bien, pero después del segundo disco nos enfrentamos con que no pasaba. Yo era básicamente quien componía las canciones, gracias a autores quizá podría haber vivido de la música, pero Javi y Quique tenían que tener otro trabajo, y llegó un momento que se hizo pesado. Pasamos de tener muchas expectativas a quedarnos en tierra de nadie, y surgieron las diferencias entre nosotros. Se fue Javi, decidimos seguir con Los Lunes Que Quedan, y Alejo nos animaba a seguir haciendo cosas, creía mucho en nosotros. Sacamos otro par de discos, pero no nos daba para vivir de ello y decidimos dejarlo.

¿Para siempre?
No ha habido ningún intento de juntarnos, en estos años ha habido gente que lo ha propuesto, pero soy un poco reticente a eso. Somos muy amigos, podríamos cantar juntos sin problemas, pero creo que todas las cosas tienen su tiempo. No me aferro a la nostalgia, quizá porque tiendo mucho a eso, lo hago como medida preventiva. También he seguido componiendo, grabando y tocando con mucha gente, y no siento la necesidad de salir a cantar esos temas. Volver para una actuación no sería impensable, pero me da miedo hacer una, que salga muy bien y nos animemos a hacer más.

Ha pasado más de una década, ¿te siguen pagando derechos de autor de vuestras canciones más conocidas?
Me siguen llegando, pero tampoco mucho, y va bajando cada vez más. Me llamaron hace quince días para hacer una entrevista en Argentina, porque allí siguen sonando Los Lunes. Hace un par de años utilizaron música nuestra en una campaña publicitaria, para un anuncio retro, y acababa con ‘Una canción de despedida’. Como he compuesto para mucha gente algo sigue llegando, pero hace tiempo que una canción mía no suena mucho en la radio.

Hablando de tus composiciones, no sabía que ‘Conocí a una mujer’, de David Broza, es una letra de Sabina, Drexler y Fernando Polaino.
Sí, es muy rocambolesco. En ese disco de Broza, que produjo Alejo, hice varias adaptaciones, algunas letras nuevas… En esa época, Alejo había hecho “19 días y 500 noches”, tenía relación con Sabina, y David anduvo mucho detrás de él para que Joaquín le diese una letra. Le dio esta letra, que es muy poco Sabina, es muy tierno, una letra que él compuso en Londres cuando tenía 25 años. Era como una estrofa, y Broza nos la dio a mí y a Drexler para que le hiciéramos un estribillo. Cada uno hicimos uno, y Broza no quiso decidirse, le gustaron los dos y los puso. Cuando veo que he firmado una letra con Sabina, Drexler y Broza me meo de la risa, yo no tengo el nivel de esos monstruos.

También has escrito para Carlos Núñez, ¿cómo surgió?
Fue en el disco que sacó con canciones cantadas, “Mayo longo”, hice el single, ‘El pozo de Arán’. Todo ha ido ligado a que Alejo estaba por ahí, ha sido mi mentor y hasta hace unos años he trabajado mucho con él. Alejo creía mucho en mí, decía que yo era el mejor compositor de España, barbaridades… Él tiene verborrea, pero se lo creía de verdad. Cuando le salía una producción de un grupo en México, y los temas no le gustaban mucho, me enviaba una semana a México para componer con ellos. Lo de Carlos Núñez era muy delicado, porque él era gaitero y flautista, me fui a su casa de Vigo y allí hicimos bastantes canciones. Como músico es un genio, un superdotado, fue mucha emoción trabajar con él.

¿Para quién más has escrito canciones?
En el primer disco de Rosa López hay dos canciones mías. Fueron canciones que hice para ella, llegarían miles de todo el mundo, pero le gustaron las mías y las grabó. También hice alguna colaboración con Cómplices, hubo un tiempo que tuve relación con Teo Cardalda y compuse algún tema con él. Eso es lo más conocido, aunque he compuesto con más gente, como Belén Arjona. Con Nawja Nimri estuve sacando canciones, no las firmé yo, no había mucha relación, pero estuve con ella también.

Has mencionado a Alejo Stivel varias veces, ¿empezaste a trabajar con él en el estudio tras la disolución de Los Lunes?
Empecé a trabajar con él en los últimos discos de Los Lunes. Me pedía canciones, adaptaciones… Y empecé a coproducir con él, en los discos aparecíamos como productores asociados. Él tenía un nivel de trabajo que no podía estar ocho horas al día con cada grupo. Lo supervisaba todo, pero haciendo la producción con el grupo estábamos Josu García, Pablo Martín, Mavi Díaz… Le ayudábamos.

Josu García y tú habéis tenido vidas un poco paralelas, ¿no?
Tenemos vidas paralelas, sí. Josu ha sido más mano derecha de Alejo. No sé, ni me interesa, si estaba en nómina, pero él sí empalmaba las producciones, yo lo hacía de manera más «freelance». Por ejemplo, yo hice las dos primeras grabaciones de Los Caños, luego estaba un tiempo a otras cosas y me volvían a llamar.

¿Las producciones eran muy variadas?
Sí, desde Los Caños a Boris, de La Habana Abierta, Belen Dreik, Guaraná, El Lunático, Carolina Daián… Pero a lo largo de muchos años, y con una libertad que me beneficiaba mucho, no estaba todo el tiempo en el estudio.

¿Abandonaste los proyectos propios?
Sí, después de componer para otra gente, componer para ti es mucho más difícil. Para otros es como pintar un cuadro muy delimitado. Si compongo para mí, el cuadro está en blanco, y hay que cambiar de chip. Se gana profesionalidad y se pierde frescura. La vida me ha llevado por otros sitios. Años después también hice el proyecto de la Orquesta Pinha… Tampoco descarto grabar unos temas míos a medio plazo, porque los tengo. Pero vivo en un pueblo, tengo dos hijos, estoy haciendo mil cosas… Y cuesta encontrar el momento. No sé si ha sido un error o no seguir con otra gente, pero he llegado a aprender y disfrutar mucho trabajando con los demás. No sé trabajar a medio gas, con distancias.

«Mi trabajo es muy secundario, no creo que los discos en los que he trabajado hayan vendido más o menos por mi producción»

 

¿Nunca has pensado cantar tú?
En el último disco de Los Lunes canté alguna cosa, pero siempre he cantado muy mal, al principio desafinaba mucho. Con el tiempo vas aprendiendo y cantas mejor. A lo mejor mi voz mola, por el timbre, pero solo lo he hecho como anécdota. Ahora quizá sí cantaría yo, tengo más soltura para hacerlo.

Háblame de ese proyecto que tenéis la Orquesta Pinha.
Empecé con Begoña Larrañaga y Álvaro Barco, con la intención de hacer algo divertido, sin demasiadas pretensiones. Al principio no queríamos grabar, pero luego nos dimos cuenta de que para moverlo nos hacía falta. Grabamos un par de discos, es un proyecto que va un poco al trán-trán, ha pasado un poco como con Los Lunes. Al principio estábamos por la labor de hacer música muy neutra para tocar en cualquier sitio, y hemos hecho muchos bolos, ciento veinte conciertos, pero en siete años. El proyecto va sobreviviendo, ¡este agosto tenemos tres bolos! No da para mucho más, pero nos divertimos mucho.

También has trabajado mucho con Lichis, ¿qué habéis hecho juntos?
Hice con él el disco “Vestidos de domingo”, producido por Alejo, y a raíz de ahí empecé a tocar con él. Pero nuestra historia se remonta mucho antes. Su familia se mudó a Rivas y venía a mi instituto en Vallecas. No nos conocimos, pero llegamos a jugar al baloncesto, él era mayor que yo y era insociable, llevaba el pelo muy largo, siempre iba super serio… Era un bestia, te arrasaba en la pista, además ya era muy alto en esa época. La segunda conexión es que su primer grupo lo hizo con mi primo Arturo, el único antecedente musical que ha habido en mi familia. Con el tiempo supe que Lichis era bajista de ese grupo.

¿Le has acompañado mucho en el escenario?
Sí, pero he sido como el Guadiana: he tocado, he dejado de tocar… He tenido diversas épocas. Cuando petó el “Vestidos de domingo” ellos tenían tres o cuatro bolos a la semana, y yo no podía porque estaba trabajando con Alejo, así que tuve que bajarme de la furgoneta. Después Lichis me llamó para producir “Ni jaulas ni peceras”, el disco en directo. Hice todos los ensayos, la primera parte de la gira, pero luego tenía mucho curro y le dejé. Volvía esporádicamente. Luego él se fue a vivir a Barcelona y grabó “Hotel Lichis”. Un par de años después volvió a Madrid para tocar, me llamó y volví a tocar con él. Hicimos juntos el recopilatorio “Carne de canción”, y cuando hizo la gira teloneando a Fito y Fitipaldis hice toda la gira con él.

Y seguís trabajando juntos en su nuevo disco.
Sí, está componiendo temas para su próximo proyecto, iba a llamarse Miguelito, pero no está muy claro ni el nombre ni cuándo va a salir. Digamos que La Cabra Mecánica está enterrada por el momento, no sé si será definitivo. En cualquier caso, es un subterfugio, La Cabra Mecánica siempre fue él. Ahora quiere dar un paso, hacer otro tipo de cosas. Está un poco cansado del cliché que se hizo de La Cabra Mecánica, se conocieron canciones más rumberas, y él siempre ha tenido un alma muy pop, de pop inglés o de reminiscencias de Dylan, y está retomando ese camino. Yo estoy intentando ayudarle, componiendo juntos.

Lleváis ya tiempo trabajando en este proyecto, ¿se alarga?
Sí, fue padre el año pasado… Y le cuesta mucho terminar canciones, porque tiene una autoexigencia muy grande, le da mil vueltas a todo. Supongo que cuando alcanzas el nivel que tiene él, de respeto, te impone no decir una tontería, o poner algo por poner… Va a la velocidad de caracol, pero son muy buenas canciones.

Hemos hecho un repaso de tu trayectoria a grandes rasgos, háblanos de tu día a día, y de tu proyecto Granja Beat.
Es una especie de sello, más que una compañía soy un acompañante, soy yo con mi infraestructura. Surge porque me han seguido ofreciendo producciones habitualmente, pero nunca he trabajado para compañías de discos, a mí me suelen buscar los grupos cercanos. Produje a Fernando Martín, a El Combo Linga… En los últimos años sigue habiendo gente interesada en trabajar conmigo pero nadie tiene pasta, así que me he inventado una forma de producir el disco, y en vez de dárselo y que se busque la vida, les ayudo con eso y les ofrezco una mínima promoción. Cada grupo ha de vender un número de discos para cubrir la producción. He sacado varios discos con esa fórmula: Taera, Skarlatines, La llave de Alen, Doctor Sapo… Es muy ventajoso, son grupos que ya tienen cosas grabadas pero están en un estadio medio, tienen un trabajo aparte de la música. Tengo un estudio en mi casa, ahí grabo. Sobrevivo por eso: soy mi asistente, mi técnico, mi señora de la limpieza, mi secretaria… Pongo trabajo y espero un mínimo de ganancias. No aspiro a ganar dinero y hacerme millonario, pero para mí es muy cómodo trabajar en mi casa, y hacer esos proyectos es ilusionante.

¿En qué disco estás trabajando ahora mismo?
Gilbertástico, un chico de Valencia que ya ha sacado varios mini elepés. En agosto empiezo con un grupo de Barcelona, La Doble Fila. Hacen hip hop mezclado con rock.

¿Algún proyecto que quieras hacer en el futuro?
Algún día me pondré frente al espejo y me diré “déjate seis meses de hacer cosas y ponte con tu proyecto”. Llegará el momento, pero no me quema por dentro.

Dame el titular, ¿cómo te definirías?
Me cuesta… Yo no sé trabajar a medias con nada, cuando me meto en un proyecto me ilusiono como si fuera el mío. Siempre he tratado de respetar mucho a la gente con la que trabajo, tomármela muy en serio, no querer aparentar que sé más que nadie. Trabajo muy bien con la gente que da confianza, como Lichis o Dwomo, así aporto todo lo que tengo. Pero tengo en cuenta que mi trabajo es muy secundario, no creo que los discos en los que he trabajado hayan vendido más o menos por mi producción.

 

 

NOTA: «MÚSICOS EN LA SOMBRA» REGRESARÁ EL 4 DE SEPTIEMBRE.

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