Músicos en la sombra: Alejandro “Boli” Climent, entre bajos y teclados

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“En el escenario la cabeza y el corazón me van a cien mil por hora, sobre todo con Señor Mostaza. Mola muchísimo, pero hay mucho que hacer. Está todo abierto, nunca tocamos un tema igual”

Componente de Señor Mostaza y bajista o teclista, según la ocasión, de M Clan o Fito y Fitipaldis, Alejandro «Boli» Climent ha ido haciéndose en los últimos años un nombre propio en la escena rockera. Arancha Moreno nos lo presenta

 

Una sección de ARANCHA MORENO.


Fotos: IGOR CRUCHAGA (color) /  RUBÉN SALCEDO (blanco y negro).

 
Probablemente lo hayáis visto en algún escenario, acompañando al teclado a M Clan, con los que lleva diez años trabajando, o tocando el bajo con Fito & Fitipaldis, con los que ha compartido la última gira. Así, entre piano y bajo –aunque más cómodo con el segundo– se mueve Alejandro Climent, apodado “Boli” por su compañero Luis Prado, con quien comparte una banda que da mucho que hablar dentro del gremio: Señor Mostaza. Una banda de carácter liberador, sin bisagras comerciales ni industriales, que destila bagaje, disfrute y espectáculo, tanto como para acabar su concierto en Madrid con el teclista tocando sentado en el suelo y de espaldas. Es medianoche y estamos en la sala Clamores, acaba de terminar su actuación, y a pesar de lo extraño de la hora y las circunstancias, Boli nos atiende encantado en el camerino. “Es mi primera entrevista”, reconoce. Seguro que no la última.

Eres bajista, teclista, ¿y técnico de sonido?
Soy bajista y teclista, y fui técnico también. Empecé trabajando con M Clan, haciendo de técnico de sonido. Antes de grabar ‘Llamando a la tierra’ [disco “Usar y tirar”] y pegar el castañazo, iban muy al borde del presupuesto y yo a veces hacía el sonido. Cuando empezaron en plan serio, me llamaron y empecé de backliner, un trabajo que me encanta, bien hecho es maravilloso. A nivel profesional empecé por ahí.

¿Tenías idea de dedicarte a la música?
Vengo de familia de músicos, de la clásica, y la música siempre ha estado en mi vida y en mi casa. Pero nunca me he planteado vivir de esto, y sigo sin planteármelo. Son cosas que van sucediendo.

¿Por dónde empezaste, entonces?
La génesis fue cuando conocí a Luis Prado [teclista y vocalista de Señor Mostaza] en el colegio, teníamos trece años. Estábamos estudiando piano en el conservatorio, y del colegio a casa íbamos juntos caminando. De ahí surgieron muchas cosas: pasamos al instituto y montamos un grupo. Como él es el que realmente toca el piano, yo tocaba el bajo.

Así que después de estudiar piano, ¿te decantas por ser bajista?
El bajo me gustaba bastante más que el piano. Con el piano no estoy a gusto, a lo mejor porque tengo referentes muy cerca, pero creo que podría dar mucho más. Con el bajo, lo toque mejor o peor, me siento más yo.

¿Empezaste fijándote en bajistas conocidos?
Me fijaba más en las líneas de bajos de las canciones que me gustaban, no en bajistas conocidos. Mi referencia cuando empecé a interesarme por el bajo era Carl Radle, no es muy conocido pero ha tocado con todos los grandes: Joe Cocker, Eric Clapton, Leon Russell… No es muy virtuoso, es más de hacer base, y yo me fijo más en eso. Me fijo en los temas antes que en el bajo, hay que ver el concepto global. Bueno, ¡son unas horas muy extrañas para hablar de estas cosas! [Risas.]

Lo sé, casi la una de la mañana… Y un postconcierto. Pero a lo mejor, después del concierto, estás más tranquilo. Dicen que lo eres, ¿también en el escenario?
Soy tranquilo, pero en el escenario la cabeza y el corazón me van a cien mil por hora, sobre todo con Mostaza. Mola muchísimo, pero hay mucho que hacer. A nivel automovilístico, es como un rally: entras de lado, haces el loco, hay árboles, rasantes… Señor Mostaza es un poco así: está todo abierto, nos vamos de madre, nunca tocamos un tema igual.

Eso es disfrutar la música.
Como un enano. Señor Mostaza es lo mejor que se puede hacer con la ropa puesta. Para mí la música es muy de tripa, para mí si no sale, no lo hago.

Antes de Mostaza, formasteis The Flauters, ¿fueron los inicios del grupo?
Sí, en el instituto nos encontramos con Paco Tamarit (guitarrista de Señor Mostaza) y luego encontramos un batería. De ahí salió todo, aprendimos lo bueno y lo malo de tener una banda y de girar y de tocar. Vimos lo que es una discográfica, el business. Estuvimos con Aleluya Records, tocamos por toda la península… Estuvimos derrapando por todos lados hasta finales de los 90. Luego paramos, apareció M Clan y empezamos luego con Señor Mostaza. Pero la base y el talento sale de Luis.

En los inicios del grupo, movísteis el primer trabajo esperando que alguien os fichara, pero os cansásteis de esperar, ¿no?
Siempre hay expectativas. Cuando nos conoció Carlos Raya [productor y músico de M Clan] tocábamos en una fiesta hippie en Denia, y él se quedó flipando. Nos propuso grabar, había gente de discográficas, te crean expectativas… Pero al final nunca pasa nada. Nosotros teníamos la vida resuelta, esto era lo más divertido que hacíamos, y seguimos haciéndolo sin pensar en nada. Nunca entendí la industria, pero ahora menos. No saben para quién vendimian, no saben qué hacer. Y cuando había dinero tampoco. A lo mejor tampoco teníamos nada que ofrecerles, no sé. Pero nosotros nos lo pasamos bien tocando, y la gente que viene disfruta. Y mañana, cuando vuelva a Valencia en mi coche, lo haré con una sonrisa de oreja a oreja.

Hay mucha gente del gremio que habla muy bien de vosotros. De hecho, el concierto de esta noche estaba lleno de músicos [Carlos Raya, Lichis, Fernando Polaino, Toni Brunet …].
Buscamos disfrutar. Tenemos la suerte de vivir de cerca el business, estamos tocando con bandas fuertes y sabemos diferenciar las cosas. Si tiene que pasar algo, pasará, pero no hay que forzar nada.

Has compaginado M Clan y Señor Mostaza mucho tiempo.
Sí, cuando Luis dejó de tocar con M Clan, me empujó un poco a ofrecerme yo, que tocaba el piano y me sabía todos los temas. Yo estaba cagadísimo de miedo, pero llamé a Ricardo Ruipérez… ¡Y acabé tocando diez años con M Clan! [risas]. Entré en la gira de “Sin enchufe”, en 2001. En el 2008 decidí bajarme del autobús, necesitaba aclararme, porque nunca me he creído tocando el piano. Pero luego volví, he hecho la última gira [“Para no ver el final”], de nuevo como teclista. M Clan son como familia, los conozco tantos años y desde tantos puntos de vista…

Viviste la época de más éxito –en términos comerciales– de M Clan… Y estás viviendo, probablemente, su mejor momento musical.
Sí, a nivel sociológico es interesante. Les he visto desde que iban en una caravana todos juntos y vivían en una casa hasta ahora. Ahora están en muy buen momento, el mejor. ¡Aunque jode cuando tú haces cuatro o cinco años que lo estás viendo! Yo hubo un momento en el que me vi como un funcionario: bolos, giras…

Eso a los músicos os desencanta bastante…
Según a quién, pero yo no estoy para eso. Para mí tocar en directo es una conversación. Cuando la conversación siempre es la misma, me da el bajón. Cuando quedo con mis amigos de siempre a tomar el café, sé de lo que se va a hablar, pero cada día es diferente. En esto, el problema es que te pagan. ¿Lo hago porque me pagan? Es difícil…

También lo es vivir de la música.
Sí, pero yo nunca me lo había planteado, empecé a trabajar con 16 años por necesidad, mientras estaba estudiando, y he hecho de todo: he sido mensajero, he hecho cerámica, he montado cocinas… Y de repente, salió la música.

“Tocar con Fito es una de las cosas más grandes que me han pasado en mi vida, a nivel personal es impresionante. Fito es increíble como persona, es la persona más generosa que he conocido en mi vida, y más de verdad”

Además de M Clan, has sido bajista en la última gira de Fito y Fitipaldis, “Antes de que cuente diez”.
Sí, Fito me llamó un día y me pregunto si me iba. Le pregunté: “¿Adónde, a Bilbao?”, y me dijo: “¡No, me cago en dios! ¡Que si te vienes de gira!” [risas]. Fito acabó la gira de “Por la boca vive el pez”, para el siguiente no contaron con Candy y el Niño Bruno, probaron a grabar con guiris a ver que pasaba… Y después Raya me propuso para la gira. Es una de las cosas más grandes que me han pasado en mi vida, a nivel personal es impresionante. Fito es increíble como persona, es la persona más generosa que he conocido en mi vida, y más de verdad. Yo tengo mucho respeto al que compone, dar un trozo de ti en una canción me parece muy heavy, y el que deja un trozo de su persona en un tema para mí merece todos los respetos.

Y eso lo notas en las canciones de Fito.
Sí, es lo que parece que es, y lo que da a entender. Sin poses. Yo siempre me he fijado más en la música que en la letra. Admito que en un principio, cuando oía las canciones, musicalmente me parecía todo muy parecido, pero cuando empecé a escuchar las letras y a conocerle, me di cuenta de que en cada tema lo deja todo. Ha conseguido que yo defienda sus temas como si fueran míos. Es de las cosas más alucinantes que me han pasado en mi vida.

Así que con él has girado pero no has grabado en estudio…
Hice la maqueta del disco, la hicimos Dani Griffin y yo, eso hace que los temas sean un poco tuyos.

¿Cómo se vive una gira de Fito desde el escenario?
Yo soy muy vergonzoso, así que tocar en el Palacio de Deportes de Madrid, o al Palau Sant Jordi, ha sido todo un ejercicio. En los conciertos siempre pasan cosas, Raya es muy provocador y hace que la música sea diálogo. La gente no sabe el margen que hay con Fito, hace que cada día salgas con ganas de tocar, y que tu estado anímico haga que pasen cosas.

A veces, el artista de primera fila prefiere llevar un guión muy milimetrado, ¿Fito no?
Fito se sale de todos los guiones establecidos.

Hemos hablado de giras, pero toca hablar de grabaciones, ¿dónde has trabajado?
He grabado con Miguel Ríos el “Solo o en compañía de otros”, grabé algunos temas de Ariel Rot para “Dúos, tríos y otras perversiones”, premaqueté “Lo siento, Frank”. También grabé el primero de Rebeca Jiménez, “Todo llegará”, giré con ella, y grabé un par de Hammonds para el segundo. Y poco más… ¡Así que no entiendo muy bien el  interés de esta entrevista! [Risas.]

Pues conocer un poco más tu trayectoria, que ya va siendo larga, y con buenos proyectos como teclista y bajista.
Es que sigo sin creerme como músico, he acabado con M Clan y hasta que no empiece Fito no voy a empezar nada, no me siento músico mal llamado mercenario. No sé si entro en el perfil de la sección…

¡Entras! Y estamos terminando. ¿Por qué te conocemos por “Boli”?
Viene del colegio, me corté el pelo muy corto y como tengo la cabeza muy redonda, Luis Prado me empezó a llamar bola, bolita, boli… Y desde entonces me llaman “Boli”.

Un compañero del gremio, Fernando Polaino, me ha contado que eres muy aficionado a los instrumentos antiguos.
Creo que suenan mejor, me gustaban más cómo se hacían antes que ahora, el tipo de sonido y los amplis. No soy un talibán del vintage ni nada. No colecciono bajos, los toco. Tengo un Precision del 64, un Jazz Bass del 66, otro del 71, un Precision del 74… Y salgo en gira con ellos. Hoy he tocado con un Duesenberg, que es el único que tengo moderno, pero es muy divertido. Es de escala corta y me deja llegar a tiempo a las notas.

¿El último disco que te has comprado?
Fue antes de ayer, le compré a mi chica el último de Sabina y Serrat. Anteriormente el de Esbjörn Svensson Trio, un trío sueco que me enseñó Coki Giménez [batería] y que me encanta.

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