“MTV Unplugged: El libro de las mutaciones” (2015), de Bunbury

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ACÚSTICOS

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“Conociendo a Bunbury, era obvio que no se iba a limitar a seguir los manidos tópicos y clichés de este tipo de trabajos”

 

Bunbury protagoniza esta semana la sección “Acústicos” con “MTV Unplugged: El libro de las mutaciones”, el directo desenchufado que editó hace tres años y en el que incluyó varias versiones de su etapa con Héroes del Silencio. Por Javier Escorzo.

 

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Bunbury
MTV Unplugged: El libro de las mutaciones
2015, WARNER MUSIC / OCESA

 

Texto: JAVIER ESCORZO.

 

Llevaban más de veinte años intentándolo. Las primeras propuestas llegaron a comienzos de los noventa, cuando Héroes del Silencio todavía estaba en activo, pero el grupo, inmerso en una frenética actividad, no pudo (o no quiso) encontrar el momento para hacerlo. Después, Bunbury comenzó su carrera en solitario, paso a paso, y acabó consiguiendo algo por lo que, al principio, muy pocos hubiesen apostado: superar los logros artísticos y reconocimientos populares de su banda madre. Prueba de ello es que, en 2015, la cadena televisiva MTV volvió a ofrecerle la grabación de uno de sus míticos discos unplugged, y esta vez, la oferta fue aceptada.

Conociendo al artista, era obvio que no se iba a limitar a seguir los manidos tópicos y clichés de este tipo de trabajos. Quería elegir el repertorio con absoluta libertad, dejando fuera muchos de sus mayores éxitos (‘El Extranjero’, ‘Infinito’, ‘Lady Blue’, ‘El hombre delgado que no flaqueará jamás’…). También se propuso huir del concepto sonoro habitual de los discos desenchufados; no le bastaba tocar el repertorio de siempre con guitarras acústicas y cuerdas, sino que pretendía construir nuevos arreglos para sus viejas canciones, dándoles un barniz premeditadamente contemporáneo. Para ello utilizaría los instrumentos necesarios (hay guitarras acústicas, sí, pero también eléctricas, un sintetizador mini moog y un mellotron). Habría artistas invitados, elegidos personalmente por Enrique en función de su propio criterio, sin admitir sugerencias (ni mucho menos injerencias) externas. Algunos de ellos no eran muy conocidos en España, pero todos ellos contaban con la admiración del músico zaragozano. Por último, Bunbury se guardaba un inesperado as en la manga: un tercio de las canciones serían rescates de Héroes del Silencio. Lejos de caer en el olvido, el cancionero de su primer grupo había seguido creciendo hasta alcanzar un carácter casi legendario y, después de huir de él durante toda su carrera solista, llegaba el momento de volver a abrazarlo con naturalidad.

Con estas premisas reunió a Los Santos Inocentes, que llevaban medio año de descanso tras la gira de “Palosanto”, y en junio de 2015 comenzaron a trabajar en este proyecto. Probaron una lista de veintisiete canciones que fueron reduciendo hasta las quince que finalmente se publicaron. A sus músicos habituales se unieron seis coristas y Juan Covarrubias en los sintetizadores. Los últimos ensayos generales, ya con todo el montaje de cámaras preparado en los estudios Churubusco de México (donde tendría lugar la grabación), fueron agotadores, hasta el punto de que Enrique temió quedarse sin voz, como casi le sucedió a Julieta Venegas cuando grabó su acústico, según ella misma le había confesado. Afortunadamente para todos, el maño pudo conservar intacta su capacidad vocal y el 1 de septiembre todo estaba a punto para registrar el disco en el que habían estado trabajando durante los últimos meses.

El concierto se abría con ‘Ahora’, del elepé que grabó con Nacho Vegas, a la que seguía la hasta entonces inédita (oficialmente, pues había visto la luz en un disco pirata) ‘Dos clavos a mis alas’, que pertenecía a la época inmediatamente posterior a Flamingos. Musicalmente, los temas sonaban ricos en arreglos, pero sobrios en su interpretación, con un Bunbury concentrado y más contenido de lo que en él es habitual. Ya se ha apuntado que quería prescindir de sus grandes clásicos; desde sus tiempos en Héroes del Silencio, Enrique tuvo la sana costumbre de registrar un disco en directo después de casi todos sus álbumes de estudio. Sin ir más lejos, su último lanzamiento había sido “Madrid, Área 51”, que recogía el concierto de Madrid de la gira de “Palosanto”, así que, en esta ocasión, tocaba rebuscar en el repertorio, dando la oportunidad a otros temas no tan habituales, como ‘El boxeador’, donde su voz contrastaba con la más grave de Draco, ‘Planeta Sur’, único rescate de “Radical Sonora” para el que contaron con Vetusta Morla (“la mejor banda de los últimos años”, dijo al presentarla), o ‘Ven y camina conmigo’, inicialmente escrita para Raphael y posteriormente incluida como extra en la edición en vinilo de “Hellville de Luxe”, que en esta ocasión cantó junto a Pepe Aguilar.

Aunque todas las canciones fueron abordadas desde prismas diferentes a los originales, fueron las más antiguas las que sufrieron mayores cambios. Así, ‘200 huesos y un collar de calaveras’, ‘Más alto que nosotros solo el cielo’ o ‘Porque las cosas cambian’ (a dúo con Carla Morrison), por ejemplo, sonaban sin grandes variaciones respecto a sus versiones originales. En el otro extremo se situaban las viejas canciones de Héroes, prácticamente irreconocibles. ‘La sirena varada’ se ralentizaba levemente y lucía unos arreglos etéreos, casi jazzísticos, en consonancia con su onírica letra. ‘El camino del exceso’, sin embargo, mantenía la misma velocidad e idéntico espíritu (del vino), con un gran trabajo de banda y coristas, destacando el órgano incendiario de Rebenaque. Las guitarras, limpias y sin distorsión, eran las protagonistas de una ‘Avalancha’ cercana al soul. La que menos sorprendía era la soberbia ‘Mar adentro’, que conservaba todo el fuego adolescente con el que fue alumbrada, allá por los años ochenta. ‘La chispa adecuada’, que fue elegida como primer single, se acercaba al dream pop y contaba con la colaboración de León Larregui, de Zoé.

Con semejantes cambios sonoros, tan presentes aquí como en el resto de su carrera, el título de “El libro de las mutaciones” le iba como anillo al dedo a este disco, además de lanzar un guiño al ‘I ching’ (que aparecía abierto en la portada), obra a la que Enrique siempre había acudido para entender las contradicciones entre el azar y el destino. Visto con perspectiva, el resultado fue coherente con el momento musical que vivía el zaragozano, más contemporáneo, como también mostró en “Palosanto” y “Expectativas”. Tan satisfecho quedó, que, aunque no estaba previsto, al lanzamiento del disco le siguió una gira por España y América. Y después, claro, nuevas reinvenciones de este aragonés errante… y mutante.

Anterior entrega de “Acústicos”: “Unplugged” (1993), de Neil Young.

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