“Luminiscencia”, de Isma Romero

Autor:

DISCOS

“Un pop rock atinado y contagioso, capaz de facturar melodías tan memorables como la de ‘Carlota’, primer single del disco”

 

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Isma Romero
“Luminiscencia”
WARNER

 

Texto: JAVIER ESCORZO.

 

Se ha tomado su tiempo Isma Romero en publicar su segundo disco. En 2014 editó su debut (“Antes de que esté prohibido”, Warner Music), y a finales de 2015 terminó su extensa gira de presentación. Desde entonces han pasado dos años de trabajo sordo. De composición, ensayos y grabaciones. De llamar a puertas y ver cómo muchas se cerraban delante de sus narices. De nunca aceptar un no por respuesta. De jamás rendirse. De no perder la fe. De buscar incansablemente una luz en medio de la más profunda oscuridad. La respuesta a tanta incertidumbre es “Luminiscencia” (Warner Music), un álbum que, como bien anuncia su título, hace del optimismo toda una actitud vital.

El sol brilla en este disco desde el momento en el que la batería abre con decisión y energía el primer corte, ‘No sé cómo llamarte’. Después, las guitarras toman el poder y ya no lo abandonarán en el resto del trabajo. A veces suenan más rugosas (como en ’Héroes’), y a veces más limpias, refulgiendo entre coros y pianos (caso de ‘Todo lo que espero’). El resultado es un pop rock atinado y contagioso, capaz de facturar melodías tan memorables como la de ‘Carlota’, primer single del disco. La mayor parte las canciones se mueve entre los medios tiempos y los tiempos acelerados, con la excepción de ‘Sin frenos’, una balada en la que el piano y la guitarra acústica acaparan el protagonismo instrumental. Cabe destacar, por lo excelso del resultado, el trabajo de la banda que acompaña a Isma y el buen hacer de Nigel Walker en la producción (que anteriormente ha trabajado con El Canto del Loco, Hombres G, La Oreja de Van Gogh, Antonio Vega o, más cercanos al estilo de Isma, Los Rodríguez, Los Secretos o Pereza).

Las letras también irradian vitalidad, llenas de imágenes de fogonazos de luz, canciones que abren el horizonte y universos rendidos a nuestros pies. El amor (y no el desamor) es el argumento principal de esta obra, el clavo ardiendo al que se agarra el autor cuando el resto de sus soportes se tambalea. Y estos textos tan positivos encajan perfectamente con el tono musical del álbum, formando un todo compacto y homogéneo. Podrán decir que Isma Romero no inventa nada, y lo cierto es que tampoco lo pretende; se limita a continuar con dignidad y talento una tradición de rock en español que forjaron Tequila, Los Ronaldos o Los Rodríguez. Quizás no sea la apuesta más obvia para acceder a los festivales, que de un tiempo a esta parte se han llenado de grupos miméticos, pero es el camino más honesto, y quien lo sigue no puede equivocarse.

Anterior crítica de discos: “La caja negra”, de Héctor Tuya.

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