Luis Lapuente: “Este es el primer libro que recoge una visión global de la música disco”

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“La época disco fue el mayor bombazo de la historia del pop, pero el género ha sido despreciado sistemáticamente”

 

De hito editorial hay que considerar la publicación de “Historia de la música disco”, de Luis Lapuente. El primer libro en castellano sobre un género tan esencial como la “disco music”. Manolo Tarancón conversa con él.

 

Texto: MANOLO TARANCÓN.

 

Tras el exitoso “El muelle de la bahía”, donde ya acercaba al lector a los entresijos de un género como el soul, Luis Lapuente acaba de publicar en Efe Eme Ediciones “Historia de la música disco”, el primer libro en castellano que aglutina la historia de la Música Disco, un género que arrasó en sus años de esplendor y que por fin puede disfrutarse en un volumen impreso. Charlamos con él sobre la metodología a la hora de abordar la documentación y sobre las anécdotas y pasajes que pueden acercarnos a un género tan incomprendido como apasionante.

 

La música disco tuvo en su auge un incalculable valor a nivel de industria, pero quizá menos como género y puede no se haya equiparado en respeto o repercusión que sí tienen otros géneros. Si estás de acuerdo, ¿a qué crees que se debe?
A nivel de ventas, la época disco fue el mayor bombazo de la historia del pop, pero el género ha sido despreciado sistemáticamente, como siempre se hizo con la música de baile respecto de la música más intelectual: los eruditos del jazz preferían el bop o el free al dixieland o el swing; hubo unos años en que se despreciaba a los Creedence con el mismo furor con que se elogiaba el rock sinfónico, y lo mismo ocurrió con la disco en relación con el funk o el soul concienciado. Un error mayúsculo, claro: hoy, todo el mundo está de acuerdo en que el dixieland, el swing, los Creedence o la música disco son patrimonio esencial de la gran música del Siglo XX.

 

El libro es una recopilación documental como nunca se ha hecho hasta el momento en este país. ¿Cuál es el método que has utilizado?
Siempre escribo de la misma manera, preparando un esquema de lo que quiero contar, un índice que luego puede variar, pero que haga comprensible en términos de relato la historia. Luego, empieza la labor de recopilar la información desperdigada en casa: libros, revistas, discos (por fortuna, la música disco fue tan minusvalorada que he tenido la oportunidad de ir comprando muchos discos a buen precio), viejos artículos. Ahora también recurro a la búsqueda y confrontación de datos en internet; no siempre fue así, claro: lo que tiene de útil también lo tiene de peligroso, porque hay que separar la información veraz de los errores. En este caso, lo más complicado ha sido la información relativa al Eurodisco, un género mal explicado siempre y mucho más despreciado aún que el disco anglosajón.

 

Dado que la música disco puede mezclarse con otros géneros de los que lógicamente bebe (rhythm and blues, soul, góspel, funk), ¿ha sido complicado enfrentarte a este reto? Me pregunto si las fronteras entre géneros están bien delimitadas.
Como cuento en el libro, las fronteras entre el soul, el funk, la música disco o el pop electrónico se imbrican constantemente, así que no siempre es fácil ubicar a un determinado artista o una canción en un único lugar. Por ejemplo, The Commodores o The Isley Brothers pueden caber perfectamente en el soul, en el funk, en la disco o en el rock negro. Eso en realidad es lo que menos importa a la hora de escuchar la música. He intentado situar bien el contexto histórico y artístico, delimitar unas fechas más o menos elásticas que acotaran el género (1973-83), colocar su epicentro en el año 1977, y a partir de ahí todo ha sido más sencillo.

 

 

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“Nunca se ha explicado bien en España la historia de la música negra, y entiendo ‘Historia de la Música Disco’ y ‘El muelle de la bahía’ cumplen parte de esa labor didáctica”

 

Tú mismo escribiste para Efe Eme el estupendo “El muelle de la bahía”, un libro que desgrana la historia del soul. ¿Crees que el consumidor medio tiene clara esta diferencia entre estilos cuando algunas veces el matiz suele ser mínimo?
El buen aficionado a la música negra lo tiene más claro, quiero suponer, pero el aficionado medio al pop sabe que Otis Redding, Sam Cooke o Motown están en el soul y Donna Summer y Chic en la música disco. Pero más allá de ello, hay infinitos matices que creo que se escapan, nunca se ha explicado bien en España la historia de la música negra y entiendo que este libro (“Historia de la Música Disco”) y el anterior (“El muelle de la bahía”) cumplen parte de esa labor didáctica. Habrá más, aviso (aunque ahora me tomaré un respiro).

 

La foto de portada es muy representativa. ¿Costó mucho decidirse por ella?
Juan Puchades me envió varias opciones, después de haber valorado ambos una portada similar a la de “El muelle de la bahía”, que finalmente se desechó porque pensamos que es más difícil identificar por su foto a la mayor parte de los artistas disco que a los del soul. Finalmente, las opciones fueron esta foto tan potente de Diana Ross frente a otras dos de Donna Summer. A él, a mí y a otras pocas personas que consultamos nos gustó más desde el principio la de Diana, con ese fantástico peinado afro que también delimita el contorno de un vinilo…

 

Haces especial hincapié en el Eurodisco. ¿Qué importancia crees que tienen las referencias europeas que destacas en relación a la música disco anglosajona?
El Eurodisco no ha tenido nunca un relato apropiado, apenas un puñado de pequeños artículos en revistas olvidadas y el desprecio de los aficionados al rock, que siempre lo consideraron música comercial de la peor estofa. Sin embargo, el Eurodisco tiene una personalidad propia, el término fue definido por un periodista musical estadounidense de prestigio, Robert Christgau, arrancó con el gran Giorgio Moroder, figura esencial en el desarrollo de toda la música posterior a él (alabado así por alguien tan respetado como Brian Eno), y luego, cuando la música disco languidecía en América, floreció en decenas de canciones mayúsculas en España, Francia, Italia, Alemania. Tiene menos que ver con la tradición del soul negro y más con la estética del pop europeo y la música electrónica.

 

¿Es cierto que este libro es el primero en el mundo que agrupa tanto la música disco anglosajona como la europea?
Hay muy pocos libros anglosajones centrados en la música disco (yo solo conozco y he leído los que cito en la bibliografía), al menos tres de ellos sí hablan del eurodisco, pero siempre en capítulos muy cortos en los que creo que no se le da la importancia necesaria, y sin reparar más que en media docena de grabaciones o de nombres muy básicos. En este libro creo que es en el primero, el único en que se recoge una visión global de todo el género (bueno, alguien dirá que no se habla apenas de Japón o de Medio Oriente, pero allí la escena disco fue tangencial), con la mayor información posible sobre la música disco anglosajona y el eurodisco.

 

Ninguna de las grandes figuras se escaparon al género, al menos en algún momento de su carrera. Los Stones con su “Some girls”, Prince, Bowie, Serge Gainsbourg… todos veneraron y bebieron de la disco music en el momento de su expansión. ¿Tan grande fue la influencia de la música disco?
Recuerdo que Curtis Mayfield se quejaba de que la música disco, en su momento de mayor esplendor comercial, arrinconó a todos los demás géneros: o hacías música disco o casi no existías. No fue así de radical, claro, pero es verdad que la potencia comercial del género, su fantástico poder de convocatoria tuvieron un carácter ecuménico (como en su día, el rock and roll), consiguieron reunir en torno a sus propuestas a artistas tan distintos como los que citas y otros muchos más.

 

Estéticamente, ¿cuánto influyó el glam en la música disco?
Hablo del glam en el libro porque la estética fue casi la misma, pero el glam fue un fenómeno al principio británico y tuvo más que ver con el rock. Sin embargo, ambas estéticas y ambos géneros musicales se cruzaron a ambos lados del Atlántico dando lugar a productos memorables, firmados por David Bowie, Sparks y otros muchos.

 

¿Cuánto tuvo de influencia la “Black music” para la consolidación de la música disco?
En los años setenta, el soul sobrevivió en sus maneras más clásicas, pero también se bifurcó y originó el funk y la música disco. Muchos artistas negros practicaron los tres géneros y también otros que provenían del jazz e incluso del blues (B. B. King, como cito en el libro). Luego, en gran medida, todo lo que significó y descubrió la música disco ha sobrevivido en la música negra contemporánea, desde Erykah Badu hasta Beyoncé, pero también en el techno, el pop bailable y la electrónica, desde Depeche Mode hasta Lady Gaga o Daft Punk.

 

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“La música no fue nunca bien recibida por el núcleo duro de los aficionados al rock”

 

Giorgio Moroder es pieza fundamental de «Historia de la música disco». Descubrió a grandes joyas como Donna Summer y produjo los discos más escuchados y vendidos del género. ¿Está lo suficientemente valorado?
Quizá no en España, pero sí fuera de aquí: Moroder es un gigante aunque haya dejado casi de grabar hace muchos años.

 

¿Crees que la dudosa estética de algunas bandas (Commodores, por ejemplo) han provocado prejuicios a la hora de valorar la música y ciertas propuestas en su conjunto?
La estética disco es muy variada, arranca con las blaxploitation y la moda afro, pasa por la imagen hortera de Tony Manero y llega hasta la elegancia de Chic. Quizá sea el afro y toda la moda recargada de los grupos negros de los setenta lo que aquí se despreció, no solo de The Commodores sino de Isaac Hayes y James Brown: lo que pasa es que Hayes y Brown se habían ganado respetabilidad como héroes del soul y los del funk y la disco no, era más fácil cargárselos solo por su imagen.

 

Se cumplen 40 años de “Fiebre de sábado noche”. Indudablemente hay un antes y un después de esta película y de John Travolta convertido en icono. ¿Crees que la película sigue ayudando a entender fielmente la música disco como tal?
Aunque solo muestra una visión de la música disco, esta visión es esencial, apasionante, y en ese sentido, la película y el doble elepé homónimo fueron un formidable pelotazo y un hito fundamental en el desarrollo del género. Quien quiera, puede partir de ahí, pero necesitará ampliar el campo de visión.

 

Está claro que cuando se producen películas al respecto significa que ha habido un impacto considerable. Tanto en el prólogo del libro de Ángel Carmona como en el interior se le da una clara importancia a Studio 54 y a sus propietarios y gestores. ¿Crees que la película refleja fielmente lo que pasó?
Es casi inimaginable calibrar lo que ocurría en lugares como Studio 54 sin haber estado allí. Desde luego, el movimiento de los clubes fue absolutamente esencial para impulsar el género, para dotarlo de un relato coherente. Ángel Carmona lo resume muy bien en su espléndido prólogo: “lo que pasa en la pista de baile, se queda en la pista de baile”. Truman Capote dijo algo parecido: “La pista de Studio 54 es la mejor de la ciudad, es muy democrática: chicos con chicos, chicas con chicas, chicas con chicos, negros y blancos, capitalistas y marxistas, chinos y demás, todo en una mezcla formidable”.

 

En el libro se pueden leer varias anécdotas curiosas del local. ¿Alguna que destaques especialmente?
No voy a destriparlas, pero mi favorita es la que cuenta cómo se escribió el tema ‘Le freak’, de Chic. También, las que hacen referencia a las relaciones con la Mafia y a todos los personajes que pululaban por allí, desde Salvador Dalí con Amada Lear hasta Warhol y su cohorte o Grace Jones paseando desnuda por la pista.

 

No obvias a España y su producción con respecto al género: Alaska, Baccara, Barrabás… Comparado con otras escenas europeas, está infravalorado lo que se hizo aquí al respecto?
En España, la escena disco tuvo mucha influencia y fue muy importante desde el punto de vista comercial y estético. También fue muy democrática: lo mismo tocó a cantantes de pop melódico como Sergio y Estíbaliz o Paloma San Basilio como a históricos del rock y el jazz (Barrabás, con Fernando Arbex, Juan Carlos Calderón) o a rumberos y flamencos de todo tipo, desde Peret a El Turronero. Sin embargo, pese al formidable respaldo mediático proporcionado por espacios televisivos como “Aplauso” o “Tocata”, no fue nunca bien recibida por el núcleo duro de los aficionados al rock, aún hoy se miran y valoran con recelo aquellas producciones.

 

Comentas la importancia de instrumentos que lo cambiaron todo para entender a la música disco como un nuevo género, sobre todo a nivel de sintetizadores: el clavinet, el moog… ¿Qué importancia crees que tienen en la composición de canciones?
La misma que la guitarra eléctrica en el rock and roll primitivo o el piano en el rhythm and blues. Fueron los instrumentos esenciales, con el bajo, en la génesis y la evolución del género, permitieron componer a muchos artistas que apenas sabían música y que crecieron dominando estos instrumentos.

 

¿La música disco murió o se mantiene en la actualidad?
El hecho de que artistas como Daft Punk reivindiquen el género habla por sí solo. Quizá el período clásico, los años 1975-81, ya no vuelvan como tales, pero siguen publicándose espléndidas grabaciones arrimadas a esa estética: sin ir más lejos, la que se comenta en el libro del Caballero Reynaldo y Andrés Mastrángelo. Giorgio Moroder acaba de reaparecer con un trabajo notable y Cerrone también ha publicado nuevo álbum este año, con participación de gente del nuevo soul, como Aloe Blacc…

 

 

—Puedes adquirir «Historia de la música disco», de Luis Lapuente, en librerías o en La Tienda de Efe Eme.

 

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