Loquillo: Memorias de madurez (segunda parte)

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“Necesito etapas de estar con Gabriel Sopeña y necesito etapas de ir con mis amigos motoristas. Cuando llevo demasiado tiempo en un lado me paso al otro, porque para mí es una necesidad vital. Necesito ese equilibrio entre las dos partes, entre el ángel y demonio en cierta manera. Una cosa alimenta a la otra”

Con “Rock & roll star. 30 años / 1980-2010”, la caja antológica de Loquillo, recién editada, aprovechamos para conversar con José María Sanz, con Loquillo, para repasar algunos momentos clave de su carrera y para saber de sus próximos pasos. Esta es la segunda parte de esta larga entrevista.


Texto: JUANJO ORDÁS.
Fotos: THOMAS CANET.


AL CALOR DE LOS FORAJIDOS

Vamos a hablar de cosas más agradables: Gabriel Sopeña. Cuando Sabino se marcha de Trogloditas inicias poco después una aventura musical en la que entra a formar parte de tu equipo creativo Gabriel Sopeña. ¿Qué me dirías hoy de Gabriel?
Gabriel es un cantautor en la sombra. Yo siempre he creído que era el relevo de los cantautores. Decidió dedicarse a la investigación y a la docencia, punto. Sigue colaborando conmigo, va a seguir colaborando conmigo y espero que esté conmigo en la gira de teatros del año que viene con nuestro disco dedicado a Luis Alberto de Cuenca. Me gustaría que volviera al escenario y que volviera un poco al teatro y estuviera ahí. Me encantaría.

¿Crees que podrás traerle de vuelta al escenario?
Me gustaría mucho. Es necesario, es un hombre con una actitud y un nivel intelectual escandaloso, el mejor de su generación.

Un gran talento.
Te digo una cosa, yo disfruto muchísimo cuando veo a Sabino y a Gabriel Sopeña hablando de sus cosas. Uno se sienta, se toma su whisky y les deja hablar. Es realmente brutal lo que uno llega a aprender escuchándolos a los dos.

¿Son debates instructivos?
Sí, muchísimo. Y, por otro lado, un poco lo mismo, Gabriel trabaja en la sombra. Ha hecho discos magníficos recuperando la música sefardí, recuperando la música aragonesa tradicional… Tiene un trabajo solo, ¿no?, pero por otro lado escribe grandes canciones conmigo. Y cuando nos ponemos los dos a escribir siempre hacemos algo muy, muy, muy importante. La última gran canción ha sido ‘Cruzando el paraíso’.

Algo muy importante es que junto a él grabaste “Mientras respiremos”, un disco que hoy día, con el auge de la música de raíces americana, suena perfectamente actual. Os fuisteis unos cuantos años adelante.
Bueno, yo estuve en Nashville antes que otros. Yo fui al Ole Opry y estuve en el momento en que Steve Earle iniciaba su carrera. Es un momento mágico y yo venía de ser fan de Kris Kristofferson, Waylon Jennings, Johnny Cash, Townes Van Zandt y entonces se hablaba de la música americana y se la despreciaba. Solo conozco a un tipo que hablaba de esa música en esa época que es José Lapuente, ex miembro de Los Proscritos, actual manager mío y que tuvo una banda que se llamaba Dos Lunas. Es al primer tío, que no fuera de mi entorno, al que escuché hablar de eso. Porque toda esa influencia del “country outlaw”, por decirlo de alguna manera, me viene dada por mi amistad con motoristas y con miembros de los Hell Angels, que era la música que escuchaban. Yo a principios de los noventa quedé rendido a eso, sobre todo a Kiristofferson y cuando viajé a Nashville y a Memphis con Los Rebeldes me empapé de eso.

Tras los discos de poetas, dos grandes obras como “La vida por delante” y “Con elegancia”, regresas al rock con “Cuero español”. ¿Por qué vuelve Loquillo al rock and roll en ese momento?, ¿se siente desprotegido cuando pasa demasiado tiempo alejado de él?
No, para mí es una puerta abierta. Necesito etapas de una cosa y etapas de otra. Necesito etapas de estar con Gabriel Sopeña y necesito etapas de ir con mis amigos motoristas. Es así, necesito una cosa y la otra, cuando llevo demasiado tiempo en un lado me paso al otro, porque para mí es una necesidad vital. Necesito ese equilibrio entre las dos partes, entre el ángel y demonio en cierta manera. Pero necesito las dos partes porque una cosa alimenta a la otra y alimenta el hecho de que me vaya a otro lado y tenga la energía para hacer lo otro.

¿Cómo te sentías en la época de “Cuero español”? Porque es un disco que desprende melancolía.
A mí es un disco que me gusta mucho, muchísimo. Para mí es de los mejores, es un disco nostálgico. Reuní a Los Troglos otra vez, estaba muy ilusionado esa época por recuperarlos, luego se fue al carajo, pero en ese momento para mí era muy emocionante volver a tenerlos tocando.

Es el primer disco que grabas con Jaime Stinus, ¿por qué él?
Porque me dio su palabra, después de Memphis, de que haríamos algo juntos. Y yo se lo dije en Barcelona, él estaba en Cuba: “El año que viene te quiero, a tal hora, en tal sitio, grabando el disco”; y se presentó un día antes.

¿Por qué le escogiste a él?
Porque entiende el lenguaje del rock. Entiende mi lenguaje. Yo tengo una cosa muy buena, que no soy músico, no doy el coñazo con una guitarrita, “mira, quiero esto”. Yo lo trasmito oralmente y él es un traductor perfecto. Pero eso también lo dice Sabino, cuidado, Sabino también dice lo mismo.

¿Crees que no ser músico te permite tener una visión externa de la canción que a lo mejor un músico no tiene?
Sin duda. Tengo muy claro que el equilibrio entre la técnica y el corazón es lo que lo salva todo. Nunca extraer una cosa sobre la otra. Y generalmente los músicos conmigo se han pasado tres pueblos, siempre han preferido la técnica sobre el corazón.

¿En qué momento te impones ante el músico en ese sentido?
Yo cuando decido irme de Los Troglos por primera vez es después de “Mientras respiremos”, viendo la guerra que hay entre Los Troglos y Gabriel Sopeña. Dije: “Se acabó, que les den”.

De todos modos, Los Troglos siempre fueron un poco reacios a meter gente de fuera, porque eso volvió a pasar luego.
Pero es que ese es su problema y sigue siendo su problema, mirarse el ombligo. No, amigo, un músico tiene que estar en continua evolución, en continuo movimiento, buscar, expresar, viajar, ir de un lado a otro. No puedes quedarte en tu casa viendo como pasan los días.

¿Notabas que eran un lastre para ti?
Yo lo notaba, pero no estaba preparado. Solo lo hice cuando estaba preparado [abandonar la banda].

Después de “Cuero español” llegó “Feo, fuerte y formal” donde la maquinaria no solo estaba mucho más engrasada, sino que echaba chispas, es un disco incendiario. ¿Qué recuerdas de esa grabación”?
Igor Paskual. Llegó Igor y revolucionó todo. Y no solamente llegó Igor, sino que llegó la actitud perdida y empezó lo bueno. Se hace la gira de “Feo, fuerte y formal” y se rompen Los Troglos, porque llego con Igor Paskual y entonces Ricard se larga, no quiere saber nada, recuperamos a Xavi Tacker… Eso fue maravilloso. Los seis primeros meses de esa gira fueron increíbles, para mí fueron los mejores Troglos de toda la historia. La energía de Igor Paskual en un escenario cuando Ricard ya estaba absolutamente aburrido de tocar y no tenía ningunas ganas, la llegada de Xavi Tacker otra vez, con ese toque de guitarra magistral que tenía. Recuerdo la mejor banda en el mejor momento. Pero insisto, eso duró seis meses.

Si Jaime Stinus es tu mano derecha, yo creo que Igor Paskual es tu mano izquierda.
Yo todavía no le diría que es una mano.

¿No? ¿No llega a mano todavía o qué?
Tiene que aprender. No digamos tanto “antes de”. Tiene mucho que aprender Igor. Si sabe tener paciencia, si sabe canalizar todos sus instintos llegará a ser muy grande.

¿Recuerdas cómo fue su abandono de Babylon Chat para irse contigo definitivamente?
Sí, el follón que hubo.

¿Hubo un follón?
Sí, lo demandaron, fuimos a un juicio, mi abogado lo ganó. Es así la vida, déjale al chaval que crezca, ¿no?, ¿por qué lo jodes? Bah, son minucias, con todo el tiempo que ha pasado… Se equivocaron haciendo eso y ya está.

Carlos Segarra, en “Feo, fuerte y formal”, compone junto a ti el explosivo tema titular que ya es un clásico.
Y versionado ahora por El Canto Del Loco. Algo espectacular.

¿Qué te parece a ti eso?
Me parece muy bien.

¿Por qué?
Porque creo que ese chaval es un chaval de la calle [se refiere a Dani Martín] y nosotros también éramos la banda que más vendía en el año 89 y también sonábamos en Los Cuarenta Principales. Lo importante no es lo que se ha hecho hasta ahora, sino lo que va a venir. Si ese chaval sabe canalizar su energía, sabe hacer un buen repertorio y sabe hacerse algo a su medida…

¿Tú crees que ese chaval tiene la cultura musical que teníais vosotros entonces?
Es un tipo que respeta a la gente que está antes que él. En el 88, 89 tampoco creas que éramos tan luminarias. Lo hacíamos porque nos salía y todas las chicas iban detrás nuestro. Cuando hago esa comparativa siempre digo: “Deja que la gente crezca”. Dentro de unos años podremos hablar de ello con más perspectiva, todos hemos pasado por una etapa de éxito masivo y de gilipollez mental.

Unos más que otros, ¿no?
Sin duda, sin duda. Pero me refiero a que todos hemos pasado, esa calentura se tiene. Lo que es interesante es que es un tipo que reconoce el trabajo hecho por otros y hace un homenaje al rock español y eso está muy bien, porque la mayoría de la gente de su generación no lo hace. Hay quien canta en inglés, tío…

Estábamos hablando de Segarra, ¿cómo le definirías a día de hoy?
Alguien debería hacerle un monumento, tío. Qué mal se ha portado el negocio con él.

El último disco de Los Rebeldes es espectacular.
Guau, y ‘Made in Spain’ es brutal, esa canción es total. El negocio ha sido injusto con él, la prensa ha sido más injusta con él y el público se ha olvidado muy rápido de él. Es totalmente injusto.

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“Una banda de rock son unos señores que graban discos juntos, comen juntos, hacen giras juntos y, con perdón, se ponen juntos. Eso es lo que es una banda de rock. Una banda de rock no es ‘tal y los tal’ y cada año cambiamos a los tal”

 

REINICIANDO

Hablando de clásicos, ¿qué recuerdas de Guillermo Martín que entró para la gira de “Arte y ensayo” y es una leyenda ya?
Guillermo… Jo, fue muy duro. Es lo único que puedo decir, fue muy duro lo que nos pasó, lo que nos ocurrió y lo que nos tocó vivir. No se lo deseo a nadie, ni al peor de mis enemigos. Fueron muy duros esos últimos meses, fueron durísimos, viendo cómo se iba apagando en el escenario y viendo como le quedaban cuatro días. Pero él quiso acabar así, fue su decisión.

Después de la gira de “Hermanos de sangre” abandonas Trogloditas, ¿cómo se lo toman el resto de los Trogloditas?
Me importa tres cojones lo que piensen, así de claro. Nos recuerdo a Sabino Méndez y a mí saliendo a tocar con los Rolling Stones, mirándonos los dos y fue el primero que supo que yo me iba. Se lo dije antes de salir en el último concierto con los Stones, le dije: “Lo dejo”. Salimos los dos a tocar, yo le había invitado a tocar con nosotros, y justo cuando acabó el último concierto con los Rolling, en El Ejido, Almería, dije: “Me largo”. No dejé tiempo a que nadie dijera nada, salí del camerino y cerré la puerta.

Ahora hay una nueva generación de chicos jóvenes que van a tus conciertos, ¿por qué sienten interés por un artista que sus padres también escuchan?
Bueno, pues porque eso es cultura rock.

¿Eres consciente de que posiblemente que eres el único artista español con el que, ahora mismo, ocurre eso, que es algo muy típico en EEUU pero que aquí no pasaba?
No sé, tío. Yo con diecisiete años iba a ver a los Sirex y a los Burning.

Pero eso es un caso aislado, y lo sabes.
Pero eso es cultura rock, eso es lo lógico. La gente que está en la cultura rock admira a los que están antes que él. El problema se ha dado en las últimas décadas en España cuando a través de ciertos periodistas y de ciertas revistas se ha insinuado el odio absoluto y racial a los artistas de una generación. Se despreció a los artistas por parte de los artistas de los 80 y se despreció a los artistas de los 80 por parte de los artistas de los 90. Error tras error. Yo no crecí en eso, yo crecí en el respeto a esos artistas, yo aprendí de ellos.

¿No pensanste ponerle nombre a tu actual banda, que funciona a las mil maravillas?
El hecho de que no haya puesto nombre a la banda es porque sencillamente cada uno de los del grupo tiene su nombre. Y porque, insisto y lo digo claro y directo, hay artistas en este país haciendo rock con bandas ficticias. Un respeto, por favor. Una banda de rock son unos señores que graban discos juntos, comen juntos, hacen giras juntos y, con perdón, se ponen juntos. Eso es lo que es una banda de rock. Una banda de rock no es “tal y los tal” y cada año cambiamos “a los tal”. No entiendo estas bandas de nombres compuestos que cada año compran a uno, echan a uno, ponen a otro, compran a golpe de talonario al bajista de sitio para llevarlo a otro. ¡Pero esto qué es! Una banda es eso y si no es eso no es una banda. Punto. Jaime Stinus es Jaime Stinus. ¡Tienes a Jaime Stinus para que le pongas de nombre en un grupo!, ¡anda, hombre! Es absolutamente ridículo. Loquillo ahora es más que un artista, es un concepto musical donde hay una serie de actores principales, con un director de la obra y con un protagonista. Es así.

¿Qué tal ha ido tu aventura por América Latina?
Trabajábamos ya con un poso. Para mucha gente somos una banda legendaria.

Hay un culto ahí.
Hay un culto a toda la historia de la banda, al artista, en Uruguay, en Argentina. Yo creo que si en Uruguay eso ya ocurre, en Argentina no tardará en ocurrir. Simplemente creo que tenía que, en cierta manera, quedar bien con un público que lleva siguiéndome muchísimos años y que no pudo verme en su momento. No pudo verme porque una compañía de discos decidió que nosotros no estuviéramos ahí. Es tremendo llegar a un país y darte cuenta de que tsus discos se han editado y tú no te has enterado, es increíble. Ves copias de tus discos fabricados en Uruguay y en Argentina y a mí nadie me lo dijo. Que varias generaciones hayan crecido con tu música, que tu música haya servido para remover los cimientos del rock de aquel país, que ‘Cadillac solitario’ haya sido número uno en la versión de un grupo como Buitres, que en Cuba Gori Aguila toque ‘El rompeolas’, que en Argentina muchas bandas hayan versioneado a Loquillo y Trogloditas es increíble. Simplemente estamos quedando bien con la historia.

¿Has sembrado sin saberlo?
Sin duda. Pero insisto, siembras y recoges. Si algo he aprendido en este negocio es a tener paciencia, he aprendido que es el gran secreto. Y trabajar duramente. Trabajar y que no se te caigan los anillos.

Accede desde aquí a la primera parte de esta entrevista con Loquillo.

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