Loquillo. Estrenando una nueva etapa

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Entrevista:Loquillo.Estrenando una nueva etapa

Loquillo se reinventa, quizás definitivamente, con Balmoral. El disco que siempre quiso hacer. Ése en el que, por fin, el rockero se encuentra sin cortapisas con el degustador de los sonidos más cosmopolitas, y éste se cruza con el cantante que venera la canción de autor. Un álbum llamado a ser una de sus grandes obras.
 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

A Loquillo le gusta cumplir años. Parece que los vive como el corredor de maratón que ve la meta muy lejos y que sabe que para llegar al final no hay que ser el más rápido, sino el más constante. Además, con el tiempo, ha ido perfilando un fino humor en el que cabe hasta no tomarse demasiado en serio a sí mismo. Un buen antídoto contra las inclemencias medioambientales que rodean a su oficio. Pero esta vez no duda de que con Balmoral tiene un disco irreprochable de principio a fin, con el que da inicio a una nueva etapa en su carrera, ahora sin Trogloditas. Así que, parapetado debajo de su histórico tupé –que comienza a adquirir un sobrio tono gris– luce risueño y relajado. Antes de la entrevista quiere comer, las preguntas después del café: “Como soy un hombre, no puedo hacer dos cosas a la vez”, asegura entre risas mientras consulta la carta de un elegante restaurante.

Creo que lo primero es que tendrás que explicar qué era Balmoral.
Balmoral pueden ser dos cosas, para el que lo haya conocido, estética de fin de siglo, era un lugar crepuscular. Para el que no lo haya conocido, nuestro Avalon particular.

Estaba al lado de la Castellana, parecía un local inglés…
Sí, sin música, donde frecuentaban el local desde políticos que salían del parlamento hasta lo peor de cada casa.

Y cerraba muy tarde.
Sí, y lo tenía la lado del hotel, con lo que sólo bajaba del hotel, entraba en Balmoral y cuando salía sólo tenía que subir. Era perfecto. Ahora es una putada. Creo que lo que se creaba ahí fue algo muy mítico, y no estoy hablando de gente de 20 años, sino de gente de 45 en adelante. Me veía con los amigos.

¿Ahí transcurrían tus grandes noches en Madrid?
Sí, fíjate, ya hice las mías en otra época y de otra manera. Soy de los que creen que la edad debe tener escenarios diferentes. Nunca me ha gustado volver a los locales a los que iba cuando tenía 25 o 30 años. Ni soy de los que van a locales de rock, ¿para qué me voy a meter en un sitio donde van chavales de 25 años? ¿Qué pinto yo ahí? A no ser que busque una pasión desenfrenada con una adolescente… Pero lo del mito de la juventud perdida ya lo sufrí a principios de los 40 y ya lo he superado.

Balmoral es un álbum de sonido muy elaborado.
Buscaba eso, lo buscaba porque odio el rock litronero, no lo aguanto. Soy de barrio y por eso lo puedo decir, no nací en la zona alta, yo no digo que a mí gusta el rock arty. Es que Bowie y Ferry son de barrio, como yo, no somos de clase alta. Siempre he odiado eso de soy barrio y hablar “hey, colega, como soy de barrio tengo que hablar así” [imita una cierta voz suburbial-drogota]. O vestirme con el culo. Yo quería salir del barrio, porque el futuro que me esperaba en el barrio era el horror, ser estibador del puerto como mi padre, y quería salir de ahí. No reniego del barrio, sólo quería salir de él, por otro lado no creo que por ser de barrio tengas que ser un ignorante, ni creerte menos que los demás. Nunca he soportado la liturgia del rock marginal. He tenido a la mitad de mis amigos en la cárcel, ¿quieres que hable de marginalidad? Ahora me es imposible ver películas de delincuentes, de gángsters, porque lo que me muestran ya lo he visto. Sería absurdo que yo me tirase por el suelo, o saliera a tocar con mallas, o diciendo “yo soy como tú”. De entrada, nadie es como nadie, y la gente paga para verte. Yo busco a mi público, mi público no me busca a mí. Yo no hago música para todo el mundo, eso ya lo sé, y lo tengo clarísimo. No quiero gustar a todo el mundo, soy como soy, podría ser muy simpático y darle la mano a todo el mundo, pero prefiero no estar en esos sitios y no tener nada que ver. De entrada, marco ahí mis distancias y me separo, pero nunca he soportado ese rollo de porque seas de barrio eres más auténtico que David Summers. Igual David Summers es un tío cojonudo, yo qué sé. ¿Por qué tiene que ser menos? Pero es que ese concepto nunca lo he soportado, un tío de barrio puede salir del barrio, puede estudiar en la universidad, puede sacar una carrera adelante, y puede dedicarse al rock y hacer grandes canciones. Y sí, he hecho el disco que quería hacer, el disco que corresponde con la edad que tengo, 47 años.

Éste es un disco ya sin Trogloditas, pero, ¿el grupo, la marca, era un lastre para ti?
Soy consciente de que si Trogloditas hubiéramos seguido, habríamos continuado teniendo las mismas galas y el mismo concepto. Pero aquello ya no era Trogloditas, se acabó.

Pero con Trogloditas no habrías grabado un disco como éste.
Es que yo me hubiera ido.

Tengo la sensación de que mantenías a Trogloditas por una parte de tu público, quizás más de primera hora y más inmovilista.
No, yo me considero muy feliz del día que volvió Jordi Vila, para mí fue un triunfo, pero luego fue muy desagradable que le volviera a pasar lo mismo. Y la etapa en la que tocamos Igor Paskual, Xavi Tacker, Jordi Vila y Simón Ramírez, era brutal, los Troglos nunca han sido lo que fueron en aquella gira, eran espectaculares. Desgraciadamente, Xavi tuvo que dejar el grupo por lo mismo. Vino Guille [Martín] y la gira con él, el primer año, fue espectacular. Pero ya cuando Vila se volvió a enganchar y Guille recayó, se acabó. Ahí dije, lo he intentado todo, hasta el final, pero no hay manera de seguir.

Llevas seis discos con producción de Jaime Stinus, ahora también guitarrista de tu banda, ¿la sociedad durará mucho tiempo?
No lo sé, nosotros en eso somos muy prácticos, incluso nos planteamos que este disco lo hiciera otro…

¿Cuando dices vosotros, te refieres a Jaime y a ti?
Sí, y a Igor, pensamos si estaba bien que lo hiciera Jaime o si era mejor buscar a otro productor. Pero pensamos que lo mejor es que lo hiciera él, que había estado viviendo todo el proceso desde dentro. Además tiene un estudio en casa, con lo que resulta muy fácil trabajar, porque no dependemos de horarios y eso hace que las canciones fuesen ganando con el paso del tiempo, porque comenzamos a grabar las maquetas hace año y medio, fíjate.

Este disco une tus diferentes facetas: la del rockero, la del cantautor, la del mundo de los crooners, ¿los próximos discos van a seguir este modelo?
Tengo varios proyectos, tenemos las maquetas del disco con poemas de Luis Alberto de Cuenca, también me encantaría hacer un disco en directo, en buen teatro, para reunir todo el trabajo que he hecho con Gabriel de poesía, porque es algo que se quedó colgado. Por otro lado, Sabino [Méndez, que colabora como compositor en Balmoral] y yo estamos planteándonos algo.

¿Un mano a mano?
Sí. A partir de ahora mis proyectos van a ser proyectos personales. No es que vaya a hacer ahora lo que me dé la gana, porque siempre lo he hecho, pero sí que me apetece cerrar círculos, no puede ser que todo el trabajo que he hecho con Gabriel [Sopeña], que en el tiempo y en número de discos, es una etapa más larga que la que hubo con Sabino, no tenga un reflejo. Yo quiero estar en un teatro cantando esas canciones que no puedo hacer en un escenario de rock, y que eso quede plasmado. Eso lo quiero hacer, porque es de justicia. Lo de Sabino es algo que hemos hablado desde hace un par de años y que una vez terminados estos proyectos nos pondremos a trabajar en ello, simplemente porque me parece que también es de justicia: hemos tenido que esperar veinte años a que Sabino haga un gran tema y de la misma manera que he trabajado con Gabriel, con Igor o con Jaime, quiero trabajar con él. Y el Loco es todo eso.

¿El reencuentro con Sabino ha sido completo?
Sí, pero es un reencuentro que se produce por posiciones personales de cada uno, llegamos a volver a hablar por temas personales y no musicales. Tanto él como yo nos encontramos en un momento en el que estábamos en situaciones parecidas. Por otro lado, porque superó, afortunadamente, sus problemas con las drogas y luego los problemas físicos, encarriló su carrera como escritor. Cada uno está donde quería estar y cuando llega a ese sitio es mucho más fácil hablar. Ese proyecto, no será mañana ni dentro de un año, pero va a ocurrir.

¿Está en Mujeres en pie de guerra la semilla de Balmoral?
La forma de trabajar sí, sin duda. La semilla, en realidad, está en la canción “La edad de oro”, de Feo, fuerte y formal. Después vino Mujeres y algunas canciones de Arte y ensayo, que eran de otra manera. También ha sido fundamental trabajar con Igor a la hora de dar ese paso, porque entiende el rock como lo entiendo yo, los dos estamos todo el día preocupados por qué nos ponemos, y esas cosas unen. ¿Y lo cutre que es tocar con un tío que toca vestido igual como ha salido de casa? Ese concepto del rock como espectáculo… la antítesis del rock español. El vestirse, el ser guay, el molar, el gustar, el gustarte… eso es muy de Igor.

Oye, todo esto es un poco mariconcete…
Bueno… sí… Llamémosle glamour. Autoafirmación podríamos llamarlo también [risas].

¿Por qué has vuelto a grabar “Canción del valor” y “Hermanos de sangre”?
Porque cuando lo hice en La Rulote yo tenía claro que ya que empezaba la crisis musical, había que ofrecer algo más, darle algo más al que compra un disco, y tenía esas dos canciones que iban a ir en este disco… que se iba a llamar Amor propio, que tiene cojones. Como los dos temas estaban ensayados, decidí tocarlas, pero estaban recién salidas del horno, y pensaba que “Hermanos de sangre” debía de tener ese esplendor Elvis, de grandeza.

Ha quedado muy épica en la toma de estudio.
Sí, mucho. “Canción del valor” la veía como los temas de Willie de Ville de la primera época, así que ahora las hemos grabado como creíamos que tenían que quedar.

EL ROCK AND ROLL EN CARNE Y HUESO

Te has pegado uno de los grandes caprichos de tu vida, que ha sido conocer y grabar con tu gran ídolo…
¡¡¡Buaaa!!!

¿Qué tal la experiencia de estar con Johnny Hallyday?
Lo siento por la gente, pero con esto me van a tener que aguantar… Éste es un regalo que viene de la compañía, pero no viene de la compañía en sí, viene de unas personas a las que conocí hace 25 o 27 años y que me conocen, personas que ahora están en DRO. Gente que, de alguna manera, empezamos juntos. Se dio la circunstancia que se compartía compañía, Warner, pero también ha sido muy importante la actitud personal, y cuando digo actitud personal, nunca debes perder la perspectiva ni olvidarte de donde vienes, esto ha sido un regalo. Para mí, el que DRO estuviera intentando que grabra con Johnny ya era la hostia, pero cuando se confirmó, pensaba que con hacerme la foto ya me iba a quedar más que contento, lo de cantar o no, casi me daba igual, pero es que soy muy mitómano. Habíamos escrito dos canciones en homenaje a Johnny: “Rock and roll actitud” y “Johnny et Silvie”.

¿Le pasaste esas canciones?
Sí, pero él ya lo sabía, me dijo “¿Por qué Johnny et Silvie?” Le contesté es por el amor eterno, el amor adolescente y me miró con cara de decir ¡si tú supieras! [risas]. El hecho de haber estado con Johnny lo puedo resumir en una frase: hasta ahora creía que el rock and roll era algo etéreo, una fuerza que está en el aire, pero me encontré el rock and roll delante de mí.

Aquí ni dios tiene idea, pero es una auténtica estrella.
Es el rock and roll, punto. Estaba ahí delante, lo podía tocar, el rock and roll es él, no hay Elvis, y antes de los Stones ya estaba él. Lo tenía ahí y me hablaba, y me daba consejos. Y me llevaba en limusina a los sitios, con él, un chófer y escolta. Soy muy pragmático en muchas cosas pero… me sentí como en Marte. Es un tío superauténtico.

Tú siempre has sido un gran propagador del primer rock and roll mediterráneo, ahora una vez has grabado con Johnny, y muerto Bruno Lomas, sólo te queda grabar con Adriano Celentano y con Miguel Ríos.
Hablamos de eso, y de cuando él venía a España y los teloneros eran Los Canarios, y de que Miguel, en cierta manera, era el Johnny español. Le conté lo importante que él fue para toda aquella generación de rockeros españoles, y me preguntaba si tenía contacto con ellos, le dije que soy muy amigo de Los Sirex, Los Salvajes, Mike Kennedy, pero que jamás he podido cantar con Miguel Ríos. Fíjate, he conseguido cantar antes con Johnny que con Miguel, cosas de este país. Pero, en el tema emocional, si lo hubiera conocido con 35 años hubiera sido distinto, lo he conocido con la edad perfecta para tomármelo de una manera diferente, muy tranquilo, en cierta manera es darte cuenta que cuando tenías 16 años y escuchabas sus discos, de importación, que los traían mis amigos de París, los “blussons noires”, cuando iba con levita de teddy boy, tenía sentido, porque el círculo se ha cerrado. Tenía sentido. ¡Mi vida no es un error! Eso es lo más importante, que tu vida no es un error y que has hecho lo que debías y lo que has querido. Me lo tomo como un regalo. Soy consciente que en España hay bandas de rock que venden mucho más que yo, artistas de rock con menos trayectoria que yo que venden muchísimo más que yo, que ganan muchísimo más dinero que yo, pero nunca he buscado el poder, siempre he buscado la gloria, y la gloria ha sido haber tocado con los Who, los Stones y haber conocido y haber cantado dos canciones con Johnny. ¿Qué puedo decir después de esto? No es que esté por encima del bien y del mal, pero es que casi todo me la suda. Yo estoy en el rock and roll porque soy fan del rock and roll. ¿De qué te sirve ganar millones si no tocas el rock and roll? Yo lo he tocado.

En carne y hueso.
En carne y hueso. Y encima lleva mi anillo [el Loco le regaló a Johnny Hallyday un anillo como el que él luce, con el emblema del Pájaro Loco]. Ha sido muy emocionante, algo mítico. No sé si la gente sabe la magnitud que supone Johnny Hallyday en el mundo, igual piensan que es una leyenda del pasado, pero quizás es el tío que más vende en Europa. Aquí vivimos de espaldas a Francia, como vivimos de espaldas a Portugal. Me quedo con la llamada de Leslie, de Los Sirex, diciéndome “¡Ets un fill de puta, t’ho has fet!” [“¡eres un hijo de puta, te lo has hecho!”], porque para ellos, para aquella generación primera, Johnny era el todo.

EL OTRO LOCO

Tienes 47 años y llevas casi 30 metido en el rock, ¿cómo ves todo este tiempo transcurrido?
Lo único de lo que me arrepiento es de no haber aprendido lo suficiente. Ahora sí me siento en situación, pero pasé épocas muy duras. Igor siempre me dice que estas cosas no hay que decirlas, pero creo que hubo una época en la que estaba rodeado de gente y yo le importaba a todos una mierda. Fue una época muy dura, dura para sacar cosas adelante. Hay gente que piensa que me tenía que haber ido mucho antes de los Troglos, yo seguí creyendo en el concepto de banda hasta que la banda desapareció.

Mantienes casa en Barcelona y San Sebastián, pero ¿cuál es tu hogar?
El hogar es mi infancia, y mi infancia está en el Clot. En el Clot sigo manteniendo un pisito, al margen de mi casa de Barcelona. Cada veinte días viajo a Barcelona a ver a mi madre. Supuestamente, si no estuviera mi madre, no estaría en Barcelona.

Vale, te lo pregunto de otro modo: ¿Los discos dónde los tienes?
En Barcelona.

¿Cómo es un domingo de Loquillo cuando no tiene bolo?
Muy sencillo, me levanto muy pronto y me voy con mi hijo a jugar a básquet. De hecho, todos los días me levanto a las siete, cuando se levanta él.

¿Preferirías que fuera jugador de básquet, como tú no terminaste de ser, o que fuera rockero?
Tiene dos opciones, le gusta mucho el cine y por otro lado, como su padrino es Cristian Escribá, el famoso pastelero, siempre que va a Barcelona va a la pastelería a echar una mano. Le gusta mucho la pastelería. Una vida dulce.

Y regalada…
Sin duda [risas].

¿Sabes el número de veces que te has podido subir a un escenario?
No tengo ni idea. De lo que tengo noción es de los años de los que no me acuerdo de haberme subido. Hay unos ahí de los que no me acuerdo.

Como decía Bowie hace poco, que tenía el cerebro como un queso suizo.
Sí, lo leí. Eso hay que hacerlo en una determinada época de tu vida para poderlo explicar. Pero no soy de los que se pasan el día hablando de las pasadas que ha hecho o de su relación con las drogas. Yo, en realidad, nunca he tenido problemas con las drogas, los he tenido con los drogadictos. Pero me parece bastante patético cuando leo a gente de mi generación hablando de eso de que he pasado por el infierno, el infierno es levantarte a las seis de la mañana e irte a currar a una fábrica. Nosotros somos unos privilegiados.

¿No te planteas tomarte un año sabático?
Los hago, a mi modo los hago. La gente se piensa que yo me paso la vida en la carretera y no, yo no hago más de 50 galas al año.

Pero tú cuando llevas muchos días en casa, quieres salir, ¿no?
Sí, pero como hago kárate y claqué para desahogarme, eso me ayuda. Pero soy muy activo, ahora tengo una nueva novela que saldrá próximamente con Bruguera, estamos rodando el documental sobre Loquillo y Trogloditas que dirige Carlos Prats, y por otro lado, estamos preparando el disco con textos de Luis Alberto de Cuenca, del que ya tenemos maquetadas las canciones, que es mi próximo proyecto discográfico, y por otro lado, la producción del nuevo documental de Susana Koska. Todo eso me entretiene mucho. Yo con 50 galas al año que me permitan vivir y financiarme estoy más que contento. Por eso siempre les digo a mis fans que cuando vienen a uno de mis conciertos no sólo vienen a verme, están financiando mis próximos proyectos.

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