Lo que hay que tener: Bryan Ferry

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«No puedo dejar de recomendar sin ninguna reserva un trabajo tan cínico, desmitificador, radical –sacrílego, dirán algunos– lúcido, respetuoso y escéptico como el facturado por Ferry tras su disputa y posterior divorcio artístico de Brian Eno»

Bryan Ferry
«These foolish things»
ISLAND, 1973

 

Una sección de LUIS LAPUENTE.

 

A la vista de sus trabajos posteriores a «These foolish things», y al escaso entusiasmo despertado entre la «intelligentsia» del rock por los cuatro o cinco grandes elepés de Roxy Music, admito que podría tomarse como una provocación el calificar casi con la máxima puntuación al primer álbum de Bryan Ferry en solitario. No es esa, desde luego, mi intención, y antes que nada aclararé que si algo me impide considerar este disco corno una obra absolutamente redonda es la, a mi juicio, fallida interpretación del clásico de The Rolling Stones ‘Sympathy for the Devil’.

Por lo demás, no puedo dejar de recomendar sin ninguna reserva un trabajo tan cínico, desmitificador, radical –sacrílego, dirán algunos– lúcido, respetuoso y escéptico como el facturado por Ferry tras su disputa y posterior divorcio artístico de Brian Eno. Calificativos que rebosan de contenido nada más escuchar el primer corte del álbum, la revisión más sarcástica, original y deslumbrante que jamás se haya hecho de una pieza de Bob Dylan (‘A hard rain’s a-gonna Fall’).

Lo que viene después es la sonrisa entre ingenua y distante de un descreído con aires de romántico. ¿Cómo, si no, interpretar esas lecturas superficiales, casi engoladas, de dos gemas del soul atormentado (‘Piece of my heart’ y ‘The tracks of my tears’), o el regocijo pop que desprende el extraordinario fraseo de Bryan Ferry en su paseo por un repertorio tan aparentemente ajeno y lejano? Solo así puede entenderse la asombrosa hermandad estilística entre una divertida menudencia de Lesley Gore (‘It’s My Party’) y una devastadora torch song (‘These foolish things’) de los años cincuenta. Y solo así se explica el (relativo) encontronazo sufrido por el cantante al haber escogido una de las piezas menos maleables de los Stones: tiemblo de pensar lo que habría sido capaz de hacer con, por ejemplo, ‘Let’s spend the night together’.

Anterior entrega de Lo que hay que tener: Dr. Buzzard’s Original Savannah Band.

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