Libros: “Viajo sola”, de Samuel Bjørk

Autor:

“Las revueltas y cambios de escena y los fundidos en negro conforman un discurso cinematográfico que tiene como tema el mal, como tantas obras del género”

samuel-bjork-24-02-15

Samuel Bjørk
“Viajo sola”
SUMA DE LETRAS

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

La narrativa policíaca noruega había tomado un cariz demasiado psicológico. No molestaba si la trama tenía puntos de anclaje e intriga, pero lectura tras lectura llegaba a hacerse monótona y abrumadoramente depresiva. Sin dejar de lado este análisis anímico de detalle, Samuel Bjørk consigue en su tercera novela dinamitar esta costumbre narrativa con tracas muy efectivas que aúnan acción y oxígeno.

Cierto, tenemos al inspector Holger Munch, tenido por extraño pero muy efectivo, y a Mia Kruger, retirada del cuerpo tras un trágico episodio y experta en situarse en la escena y ver indicios que nadie ve. La tensión mental de ambos recorre de forma subterránea toda la novela, pero también ha de parar y atender a golpes que requieren atención inmediata. De primeras, algo sobrecogedor: un resacoso vecino de una urbanización sale a pasear a su perro por el bosque y allí descubre, ahorcado, el cadáver de una niña de seis años. El texto que le cuelga del cuello –“Viajo sola” – resulta tan dentro y tan fuera de contexto que el lector no puede más que recibir un supremo topetazo. La operación final, con todo el equipo empapado de nerviosismo porque les va la vida, resulta también asfixiante.

Entre medias, las vidas personales de los agentes se enredan e inmiscuyen en el caso que investigan. La anciana madre de Munch está cercana a una secta religiosa que se ha instalado en el valle; la hermana de Kruger fue empujada a la desgracia años atrás, pero su fantasma se vuelve a aparecer. Cuesta llevar adelante una reseña de un texto del que aún no han transcurrido cincuenta páginas y ya ha abierto una buena dosis de misterios, pero cabe decir que al final los agentes han de desgajarse con dolor de un caso que se les ha impregnado como una tirita.

Es una novela larga, no le llegan quinientas páginas para desarrollarse, pero no le sobran, las aprovecha hasta exprimir todo, con giros de increíble efectividad y algún personaje aparentemente secundario que se va creciendo hasta llegar a participar en la acción final. Como Gabriel, un hacker que sacan como quien dice de la calle, que únicamente ve secuencias binarias, pero que va adquiriendo una conciencia hasta llegar a convertirse en el protagonista escondido. También Tobías, inteligente y valiente niño que no duda en asomarse al peligro, sin ningún tipo de temor. Las revueltas y cambios de escena, los fundidos en negro conforman un discurso cinematográfico que tiene como tema el mal, como en tantas obras del género. Y en él se va a ver envuelto el lector sin remisión, sin descanso ni tregua, sin poder parar. Y le durarán varios días, el libro y su rescoldo.

 


Anterior entrega de crítica de libros: “Noticias felices en aviones de papel”, de Juan Marsé.

 

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