Libros: «Sobrebeber», de Kingsley Amis

Autor:

«Chispeantes, levemente ácidos y exóticos brebajes como los que tendrá el lector en sus manos cuando se siente a saborear este volumen»

Kingsley-Amis-17-06-14

Kingsley Amis
«Sobrebeber»
MALPASO

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

El cóctel que tiene como ingredientes alguien de nacimiento inglés y un chorrito de devoción a la bebida como estrategia social, agitado simplemente, puede dar lugar a chispeantes, levemente ácidos y exóticos brebajes como los que tendrá el lector en sus manos cuando se siente a saborear este volumen. Kingsley Amis, padre de Martin Amis –si han de situarse mejor– quien retrató su doloroso final en “Experience”, un final marcado por lo que en estos libros tanto placer parece producirle, escribió de forma constante novelas que lo catalogaron entre los «Angry Young Men» y algún tomo de James Bond. Entre su producción se incluyen en los años setenta y ochenta tres breviarios sobre el mundo de las bebidas que en esta edición se recogen en un solo volumen.

Inicia el tomo la verdadera guía, «Sobre el beber», donde vuelca todo el conocimiento de manera sistematizada. Así encontramos una lista de combinados divididos en cortos, largos y calientes, sobre los que escancia toques personales, las herramientas de un equipo de bar casero, el tipo de copas necesario o las normas del perfecto anfitrión –y de paso el reconocimiento del anfitrión roñoso–. Nada tenemos que no se pueda conseguir en una casa al uso, así que no piense el lector que la exquisitez le hará lejano el volumen. Pero acompañando el texto prescriptivo se cuelan andanadas sobre los pubs modernos, lecturas necesarias sobre licores –cualquiera lo es, los alimentos mejorados en la imaginación, mejoran en el gusto– y remedios para evitar el castigo del día siguiente: la resaca.

El segundo de los libros incluidos –«El trago nuestro de cada día»– es una recopilación de artículos periodísticos. Ordena los textos por bebidas en un estilo cercano y un tratamiento cara al receptor sin complejos de ningún tipo, de hecho hasta hace presentes en los artículos las cartas de los lectores. Devociones varias: la ginebra, el whisky. Estudio sesudo: licores de hierbas y licores de fruta. Indiferencia: el bloody mary. Pero lo más divertido son los comentarios ácidos sobre sus brebajes más odiados, la piña colada y el mezcal –»la bebida más repugnante que he probado», apunta– y todo lo que huela a español desde la sangría –le intenta poner agua con gas– al jerez. Cabe señalar que el dry martini es su respetado dios de las borracheras inesperadas e instantáneas; seguramente no conocía el agua de Valencia.

Es en este apartado donde introduce los secretos para montar una fiesta económica con cierto éxito. El secreto, Amis es viejo zorro, estriba en agasajar a las señoras. Uno no puede evitar pensar en el espectro que va desde “El guateque” hasta “Los Roper”, copas en la mano y humor lo más inglés posible.

El tercero de los textos es «El estado de tu copas», una divertida serie de cuestionarios trivial “avant la lettre”, a diez preguntas cada uno que indagan en las bebidas, una a una; atrapan cuestiones de etimología, marcas, ingredientes, sabores, mitología o maridajes. Noticias curiosas que harán que el lector sea más exquisito, mejore la imaginación y el trago. Siempre con moderación, claro está. Como dicen en mi tierra, con sentidiño.

Anterior crítica de libros: “Te espero dentro”, de Pedro Zarraluki.

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