Libros: “¿Nos matan con heroína?”, de Juan Carlos Usó


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“El autor responde a la pregunta inicial con una avalancha de datos y un frondoso soporte documental que despeja dudas y se lleva por delante la teoría conspirativa. El trabajo de Usó es concienzudo, aunque conviene no subestimar el poder del mito”

 

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Juan Carlos Usó
“¿Nos matan con heroína?”
LIBROS CRUDOS
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

 

Pasan los años y sigue coleando la teoría según la cual el poder utilizó la heroína durante la transición española como arma de Estado para desmovilizar a la juventud. Juan Carlos Usó, el autor de este ensayo, parte de esa idea y la somete a un detallado escrutinio para intentar aclarar qué hay de verdad en ella, si es que hay algo.

Conste que el mito no se circunscribe a España, y que viene de lejos. Por eso el autor nos sitúa en otros escenarios: desde las Guerras del Opio a la CIA y su presunta sucia batalla contra la revuelta negra de los Panteras –también con la droga como arma –, pasando por aquellos años de la dictadura en España, en la que nuestra prensa acusaba al enemigo rojo procedente de China de envenenar a la juventud para arrastrarla al comunismo del otro lado del telón.

Da igual el escenario. En todos ellos Usó aporta datos y pone el dedo en la llaga de las contradicciones y la falta de soporte empírico de la que adolecen los relatos que defienden la existencia de esa poderosa mano negra distribuidora de heroína. En España, la teoría del complot ha sido alimentada desde diversos frentes, aunque la izquierda ha mostrado especial predilección por ella. Desde la contracultura con Eduardo Haro Ibars ó Pepe Ribas o la música, la idea nunca ha dejado de estar presente y Usó traza un amplio recorrido desde aquellos setenta en los que hacía fortuna hasta sus coletazos más actuales, el último –seguro que les suena– protagonizado por Juan Carlos Monedero.
Especialmente activa en la defensa del mito fue la izquierda abertzale, que afirmaba que la heroína desmovilizaba, generaba confidentes y fomentaba una sensación generalizada de inseguridad que alentaba el incremento de medidas represivas. La ola de atentados de ETA en locales de ocio o el hecho de que camellos e incluso consumidores se encontraran entre sus víctimas alimentó todo aquello.

Curiosamente, la acusación se volvió contra ellos como un boomerang cuando los Gobiernos de España y sus ministros del Interior asociaron a ETA con el narcotráfico. Está claro, pues, que la leyenda ha funcionado en las dos direcciones y en ninguna de ellas ha podido ser constatada. Pero más allá de su imposible comprobación, como resalta Usó, las teorías conspirativas apuntan solo a un cincuenta por ciento de la ecuación, la de la oferta, olvidando que en la demanda existieron personas que tomaron la decisiónd de consumir y que son obviadas por los que defienden la existencia de la conspiración.

De la lectura del libro y con los números en la mano se desprende también que para Usó, firme partidario de la despenalización, la «aspirina total» –como la llamó Sabino Méndez– no fue un problema tan general y extendido como parecía en los años más duros, en los que la adicción a la sustancia parecía más generalizada en nuestro país y el problema de la droga se situaba a la cabeza de las preocupaciones de los españoles en los Barómetros del CIS.

En todo caso, el autor responde a la pregunta inicial con una avalancha de datos y un frondoso soporte documental que despeja dudas y se lleva por delante la teoría conspirativa. El trabajo de Usó es concienzudo, aunque conviene no subestimar el poder del mito. En el futuro comprobarán como periódicamente seguiremos escuchando la teoría del plan trazado desde el poder para atacar mediante la intoxicación farmacológica a un determinado sector de la población.

Y es que, como se recuerda en la apertura del penúltimo capítulo, Clara Usón ya escribió que los humanos somos proclives al autoengaño y el mito consigue hacernos más tolerable la realidad. Sin su ayuda, defiende la escritora citada por Usó, la realidad se nos indigestaría. Propongo que al próximo que les venga con el cuento le regalen “¿Nos matan con heroína?”, porque será la forma más rápida de zanjar una conversación que puede ser larga y estéril, y de paso, le harán un favor a su interlocutor.

 

 

Anterior crítica de libros: “El sonido y la perfección”, de Greg Milner.

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