Libros: «Jazz. Nueva York en los locos años veinte», de Robert Nippoldt y Hans-Jürgen Schaal

Autor:

«Una obra que adquiere tintes de gran creación artística, que nos hace entender el valor y el incomparable sentido de los libros, las posibilidades que el invento de Gutenberg (tan en decadencia) todavía ofrece»

 

jazz-28-06-13

Robert Nippoldt y Hans-Jürgen Schaal
«Jazz. Nueva York en los locos años veinte»
TASCHEN

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Hay libros que se leen y libros que se miran. Pero este impresionante «Jazz. Nueva York en los locos años veinte» es de los que se leen, se miran, se tocan (¡esa portada en símil de tela! ¡Ese papelote en el interior!), se disfruta y, si me apuran, hasta se huele. Sí, porque se trata de una edición formidable, multipremiada en su lanzamiento original de 2007, que ahora Taschen pone a nuestro alcance con esmerado primor.

En principio la idea es clásica y no muy original: dibujante fascinado por el jazz (asunto que daría para una tesis doctoral) se une a experto en el tema. Uno pone las bellas ilustraciones, el otro los textos. El siempre sugerente ambiente del jazz hace el resto… Pero en este volumen se ha ido un poco más lejos, conformando una obra que adquiere tintes de gran creación artística, que nos hace entender el valor y el incomparable sentido de los libros, las posibilidades que el invento de Gutenberg (tan en decadencia) todavía ofrece.

El trabajo de Robert Nippoldt es exquisito e irreprochable, empleando solo dos tintas, consigue unos dibujos fascinantes que nos introducen a personajes y ambientes, en armonía con un diseño sensacional, incluyendo detalles mínimos para perderse por sus páginas y esbozar una sonrisa o, directamente, pasmarse. Por su lado, Hans-Jürgen Schaal, nos cuenta los principales datos de veinticuatro de los nombres esenciales de la escena jazzística neoyorquina en los años veinte, cuando el jazz arrancaba como la música moderna del momento. Son textos que bordean lo esencial, que esbozan retratos y ofrecen claves vitales y musicales básicas con las que no perderse, de los que invitan a buscar más información.

Por si no tuviéramos suficiente y no estuviéramos ante un libro de una singular belleza, y por aquello de alcanzar la experiencia completa, el volumen se acompaña de un disco que sirve de banda sonora durante la lectura (con llamadas intercaladas en el texto a los temas incluidos en el cedé). Así que además de leer, mirar, tocar, oler y pasmarnos ante tal derroche de ingenio, elegancia y diseño, podemos escuchar. ¿Alguien da más?

Anterior entrega de libros: “Telegraph Avenue”, de Michael Chabon.

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