Libros: “¡Eso es todo, amigos!, de Cruz Delgado Sánchez y Alfons Moliné

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“Es un libro que no se acaba en él mismo, de grata lectura pero que –esto no es todo, amigos– se amplía increíblemente si vamos dando pellizcos a los cortos que va citando, que son fáciles de encontrar”

libro-eso-es-todo-amigos-18-01-2016

Cruz Delgado Sánchez y Alfons Moliné
“¡Eso es todo, amigos! El universo animado warneriano”
DIÁBOLO

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Si hay alguna animación absolutamente intergeneracional es la de los personajes de Warner. Más que otras productoras atentas a trabajar con novedades y cuyos personajes clásicos tienen un público muy definido –centrado en princesas o musicales–, los ‘cartoons’ clásicos o modernizados de esta compañía fundada en 1923 por cuatro hermanos de origen canadienses copan material para niños y adultos. Así pues, las “melodías animadas de ayer y hoy” están asentadas en este ayer y evolucionan a trompicones hasta el hoy. De la historia, personajes e invenciones de todo este entramado nos habla el libro que estos dos especialistas de la animación clásica presentan, con abundante material gráfico y bien divulgativo. Aunque a veces deriva a texto especializado –fechas, datos–, es de lectura agradable, y recoge en un final esplendoroso una filmografía de absolutamente todos los cortos que salieron del estudio.

Las primeras páginas están dedicadas a los albores y a sus más destacados productores, dibujantes y guionistas, con sus logros por ejemplo en la perfecta sincronización, a veces no respetada en España y que es esencial para la eficacia del gag. Tras ello, pasa a encarar a los dibujantes: Friz Freleng, que tras dejar Warner crea la Pantera Rosa; Frank Tashlin, que más adelante dirigirá las comedias de Jerry Lewis (¿no hay similitudes entre este y el gallo Claudio?); Chuck Jones, que después asesora a gran parte del cine de los 80, y sobre todo Tex Avery, que marca la personalidad llena de dinamismo y locura de la productora.

Pasa después por los años de la Segunda Guerra Mundial, en los que empieza a ganar Oscars y acepta texturas vanguardistas –se juega con el abstracto, por ejemplo– y por la bonanza posterior, donde se retoman personajes antes apuntados para otorgarles personalidad definida. Ah, y se crea el Correcaminos. La difusión de pantallas televisivas ya en los sesenta reduce la calidad de los fondos, los remakes y acrecienta el despiste de la dirección, que creía firmemente, por ejemplo, que el ratón Mickey lo hacían ellos. A partir de aquí la debacle, con subcontratas de subcontratas.

Una segunda parte se dedica a los personajes, es la que nos va a permitir bucear y recordar, no solo a los principales, en la mente de todos, sino a esos menos prolíficos que –pasada la totalidad de cortos prácticamente en las pantallas españolas– a veces te asaltan como una gozosa iluminación. Revisen si pueden algún episodio de ‘Los Tres Osos’ –descacharrante antecedente de las sitcoms–, o de ‘Charlie dogs’, ese perro que busca desesperadamente amo, y me lo agradecerán.

Ya una tercera parte está dedicada a los packs para televisión, las películas para cines y el mercado del deuvedé y los cómics. Pero sobre todo es un libro que no se acaba en él mismo, de grata lectura pero que –esto no es todo, amigos– se amplía increíblemente si vamos dando pellizcos a los cortos que va citando, que son fáciles de encontrar. La función no terminó, hay horas y horas de diversión asegurada.

 

 

Anterior crítica de libro: “Bolero de amor. Historia de la canción romántica”, de Manuel Román.

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