Libros: “Electricidad revisitada”, de Edi Clavo

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“Sus justas 250 páginas, sólidas pero de lectura bien adictiva, son a la vez tres textos: una evocación de esas actuaciones, un recorrido personal y una visión de las andaduras del pop y el rock nacional. Bien engrasado y engarzado todo”

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Edi Clavo
“Electricidad revisitada”
MILENIO

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Abundan en el corpus bibliográfico hispano las obras sobre música y músicos de los años ochenta. No ha sido un desembarco reciente y en avalancha, pero sí un goteo constante desde aquel mítico “Solo se vive una vez” que ofrece al interesado obras que la observan desde todos los ángulos, con mucha artesanía gráfica o con abundante lírica, desde visiones generales o centrándose en un solo disco, afines o descreídas. Así que el volumen que edita Edi Clavo, batería de Gabinete Caligari, mucho ha de tener para que pueda aportar algo original a esa ingente colección de monografías ya existente. Y lo aporta, desde luego. Es más, su campo de acción hará que interese más allá de los devotos a este periodo. Por varias razones. Vamos a ellas.

En primer lugar, no abundan los libros de memorias publicados por los protagonistas de esas escenas, y si los hay están muy literaturizados; así que nos perdemos un enfoque costumbrista, el dato evocado, la anécdota, la visión –aun subjetiva– de personajes. Salen así perjudicados los conjuntos más efímeros, de los cuales se va perdiendo toda referencia. Quien quiera conocer la historia de Gabinete Caligari ya dispone de una buena biografía escrita por Jesús Rodríguez Lenin, pero intenten descubrir quienes fueron Ella y los Neumáticos o Ejecutivos Agresivos, que se las verán. Aquí se nos ofrece, respecto a los primeros, una visión de cómo se ensamblaban los grupos, cómo iban buscando su lugar y cómo asimiló este combo inicial del narrador a la jovencísima novia de Jaime Urrutia –es impresionante la escena en la que van a pedirle permiso a sus padres para que le permitan formar parte del grupo– a la que encontró de casualidad muchos años más tarde cuando esta actuaba en el CBGB. Se llama Christina Rosenvinge.

En segundo lugar, es un repaso por treinta años de música. Edi Clavo diseña una genial estructura en la que comenta doce conciertos de los que ha disfrutado y que de alguna manera le han marcado, desde Burning en 1977 hasta Héroes del Silencio en 2007. Monta así un juego a tres bandas y con esta excusa de los directos puede encajar sus impresiones sobre ellos, el contexto original que observaba alrededor por esa época y sus vicisitudes como músico. Sus justas 250 páginas, sólidas pero de lectura bien adictiva, son a la vez tres textos: una evocación de esas actuaciones, un recorrido personal y una visión de las andaduras del pop y el rock nacional. Bien engrasado y engarzado todo.

Aparecen así en lógico batiburrillo el Reverendo, la radio y la importancia de los Colegios Mayores para dar cancha a los grupos, la primera aparición de Ramoncín en televisión, en un programa de Mercedes Milá, conversaciones con Oriol Regás o Joaquín Leguina, con el que acaban cantando tangos de madrugada en el tren que los lleva a Vigo, los primeros ensayos de Gabinete Caligari y el momento en el que decidieron el nombre, el genial divertimento que fue Malevaje, sus experiencias posteriores. Datos impagables. Los grupos, las pruebas y errores, los tirones de un nuevo pop.

Es también un catálogo de filias y fobias, así que interesará a quienes sean aficionados a otros estilos, porque construye precisas crónicas sobre blues o sobre las escuelas a la hora de tocar la batería, sobre el rock clásico de los sesenta o sobre Héroes del Silencio, de quienes hace una pequeña biografía a raíz del último concierto reseñado. Revisa, asimismo, la energía que desprendían Siouxsie o The Jam, la revelación dentro de un páramo artístico que supuso el sonido Manchester o los nunca valorados Lions in Love. Y desde luego, también reparte palos; reciben The Smiths o los indies de principios de los noventa, que al fin y al cabo fueron quienes los desplazaron; sin canciones ni proyección, eso sí.

Para este cronista hay una virtud más, un prurito personal, si quieren. Se establece un análisis de primera mano de esa época que aunó ilusión y veneno político, intentos que fallaron y el germen de la posterior explosión. Ese periodo líquido o gaseoso de últimos setenta que se solidificó bien pronto. Conciertos en espacios inverosímiles, los desconocidos grupos glam españoles, la aparición de Burning, las calles dormidas pero con sensación de urgencia. Una crónica de primera mano de uno de los periodos desconocidos y más fascinantes de nuestro patrimonio musical, que ni aparecía en los medios ni se estudia actualmente. Por eso quizás sería esencial recuperarlo, aquí sí que hacen falta monografías.

En todo caso, esto ha sido una alegría personal; pero a poco que les interese lo que ha supuesto, lo que ha desplegado y lo que ha ofrecido la música de este país, encontrarán también ustedes sublimes alegrías.

 

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Anterior crítica de libros: El oro y el fango, de Juan Puchades.

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