Leiva: Los monstruos vencen el miedo

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“La llama con la que se iniciaba su nuevo disco en directo es un fuego imparable, que quema los rastrojos, la hierba, los matorrales, arrasa cualquier cosa que tenga por delante”

 

Leiva ofreció su último concierto del año en el Palacio de Deportes de Madrid ante 15.000 personas. Un cierre épico para unos “Monstruos”, los de su disco, que reclamaban ser cantados en un buen estadio. Allí estuvo Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: J. PEREA.

 

A las nueve y media de la noche, la chica de la limpieza pasa la mopa por el escenario del Palacio de Deportes de Madrid delante de unas 15.000 personas. Lo hace ajena al bullicio de los que se agolpan en la pista con sus vasos de cerveza, haciéndose selfies y abrazándose en grupo. Barre el suelo y las cosquillas que han hecho volar a Morgan en su espléndido ‘Marry you’ de despedida, que no se querían ir del escenario, pero se iban. Ella se encarga de que esté todo a punto, y en la pista hay un grupo que ya ha entrado en calor cantándole a “la estrella de los tejados, lo más rock and roll de por aquí”. Esperan a Leiva.

El aire se vuelve espeso y blanquecino por el humo mientras Van Morrison canta desde los altavoces. Qué importante es la música cuando uno espera a que comience un show. El de hoy se anunció en verano, y su protagonista ya sufría entonces, pensando si acudiría la gente. Cuando el palacio se fue llenando, empezó a preocuparse por otras cosas. No por su banda, ni por el show. Empezó a tener miedo de sí mismo. Cuando todo funciona, el optimista lo celebra y el pesimista está pendiente de qué puede fallar. Actitudes de vida.

A las diez menos diez se apagan las luces y se encienden los gritos. Suena música del Oeste, esa intro del célebre ‘Sincericidio’, y siete vaqueros saltan a escena: Juancho Sidecars (guitarra), Manolo Mejías (bajo), José Bruno (batería), Luismi Huracán Ambulante (percusión), Tuli (saxofón), Gato Charro (trompeta) y César Pop (teclados). El octavo llega con un sombrero blanco y una chaqueta negra con una chapa de George Harrison en la solapa derecha, y dispuesto a provocar ‘El último incendio’. La llama con la que se iniciaba su nuevo disco en directo es un fuego imparable, que quema los rastrojos, la hierba, los matorrales, arrasa cualquier cosa que tenga por delante. El escenario, con varias hileras de luces rojas, está inflamado nada más llegar. Seguirán con ‘La lluvia en los zapatos’, pero el universo está en llamas, y el agua tampoco lo apagará.

 

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“La ‘Leiband’ tiene un efecto efervescente inmediato, en cuanto llegan comienza la fiesta”

 

Ya lo habíamos notado en las últimas giras: la “Leiband” tiene un efecto efervescente inmediato, en cuanto llegan comienza la fiesta. Los reyes de la pólvora disparan a la diana desde el principio, no buscan ir ganando intensidad porque se mantienen arriba todo el rato. Así pasa con ‘Animales’ sostenida al principio por los metales y al final por las guitarras, dos pilares marca de la casa. Antes de que llegue la ‘Guerra Mundial’ la adrenalina es tanta que el músico ya se quita la chaqueta. El público no ha parado de cantar ni un instante, y no tiene ninguna intención de hacerlo. Los metales, tampoco. Gato Charro y Tuli cuando no soplan, no respiran y cogen fuerzas: cantan.

“Qué delirio”, suelta Leiva tras saludar al respetable. “Podéis imaginar lo que supone para nosotros esta noche. Probablemente sea el show más importante de nuestra vida”, confiesa, agradeciendo al público que haya comprado la entrada para estar allí. “Me hace mucha ilusión decir que han estado tocando esta semana amigos y hermanos de la música, compañeros de oficio que han dejado el escenario con una energía maravillosa: Coque Malla, Quique González, M Clan e Iván Ferreiro. Recogeremos el testigo y trataremos de ofreceros una noche más nuestra mejor versión”, anuncia. Y ‘Mi mejor versión’ no es solo rock, también es muy funky. El primer verso de ‘Palomas’ nos hace pensar en los hermanos Gallagher, con esa imagen de miles de palomas volando en círculos alrededor del sol. La batería y la voz arrancan ‘Los cantantes’, pero las guitarras cogen el peso rápidamente.

 

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“Aunque ‘Eme’ sea inicial de mujer, se canta en femenino por todo el palacio. Ellas la sienten de una manera especial”

 

Hay canciones de las que es difícil desprenderse, comenta Leiva, que cree que en realidad “nunca dejan de representarte tus propias canciones. Ayer no dormí bien pensando si la tenía que meter o no”, dice sobre la siguiente superviviente del repertorio. “La banda sonora de una época maravillosa” para el grupo es ‘Windsor’, esa canción que acabó convenciéndole de madrugada, y que atacan con un final más soul. Y aunque “Eme” sea inicial de mujer, se canta en femenino por todo el palacio. Ellas la sienten de una manera especial.

Una de esas frases que se apuntan en algún lado, sin saber si valdrá para algo, le dio la llave al madrileño para escribir su último disco. Es “La vida me ha cambiado en un segundo extraño”, el primer verso de ‘Breaking bad’, que se abre con esas guitarras que nos recuerdan tanto al productor de “Monstruos”, Carlos Raya. Tras ellas llega ‘Miedo’, y las pantallas nos devuelven una imagen impactante: Leiva de espaldas, iluminado frente a un inmenso estadio oscuro, en el que brillan algunas luces. Sería una bonita imagen del hombre contra el mundo, pero el público solo pelea para cantar más alto. Solo escuchamos a Leiva en soledad cuando habla, cuando canta siempre está acompañado por miles de voces. Y cuando toca lo está por su banda, que se alinean en mitad del escenario para bailar mientras tocan. Entre medias, un guiño efímero a ‘Superjunkies’, demostrando cómo una canción puede entrar dentro de otra por un instante.

 

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“Leiva de espaldas, iluminado frente a un inmenso estadio oscuro, en el que brillan algunas luces. Sería una bonita imagen del hombre contra el mundo, pero el público solo pelea para cantar más alto”

 

Tras ‘Ciencia ficción’, los pianos de Pop, con ese aire a club, nos introducen en ‘Superhermanas’, y para acabar de sentir el ‘Vértigo’, Leiva se queda solo en el escenario, con su guitarra eléctrica. Dicen que los miedos se vencen enfrentándose a ellos, y eso es lo que está haciendo ahora. Sus compañeros le dejan hacer, pero reaparecen en escena para rodearle en los coros: Manolo, César, Gato Charro y Juancho están ahí, respaldándole todos alrededor del mismo micrófono. La guitarra española le acompaña en ‘Vis a vis quincenal’, que ataca solo frente a una sala en la que brillan pequeñas luces, hasta que llega la banda para terminarla por todo lo alto.

“Quisiera brindarle este show por muchos motivos a dos personas que me han hecho sentir muy en casa. Quería brindarle este concierto a mis dos grandísimos amigos. Me ha hecho mucha ilusión que vengan Joaquín Sabina y Benjamín Prado”, confiesa entre los gritos del público mientras toca los primeros acordes de la ensoñadora ‘Monstruos’. El público le roba el estribillo y lo canta solo. Algunos autores de canciones cuentan que es raro que algo que les ha provocado dolor acaba siendo una canción coreada como si fuera una auténtica fiesta. Me pregunto qué sentirá Leiva cuando sus miedos más íntimos son cantados a pleno pulmón por miles de voces. No me da tiempo a encontrar una respuesta, porque llega ‘Electricidad’, con una energía espectacular, apabullante, con unas guitarras que hacen saltar al propio Leiva, que encoge el rostro, arruga el gesto y saca toda la rabia posible de su Telecaster.

 

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“Leiva prefiere guardarse lo que ha sentido esta noche, porque ‘me podría muy pesado y muy intenso para explicároslo’, y hasta ‘un poco moña’”

 

Los metales de ‘Cómo lo tienes tú’ le ayudan a hacer la transición beatle hacia el ‘Hey Jude’ antes de ‘Medicina’, que trae sorpresa: un inesperado guiño a ‘Estrella Polar’, ausente del repertorio desde hace tiempo, que dedica “a mi compañerito Rubén Pozo Prats”.  Bonito gesto en un escenario que pisó con Pereza varias veces, en el que ya se vive la recta final con la celebradísima ‘Terriblemente cruel’ y ‘Mirada perdida’. No hay un segundo perdido entre una y otra, pero esta última le sirve para presentar a la banda, y tomarse una breve tregua después de más de hora y media en la que él no ha dejado de actuar ni un minuto.

Cuando regresan lo hacen con uno de los hits indiscutibles del nuevo disco, ese que le ha servido para quitarse los pudores y atreverse a decir “te quiero” en un estribillo. Pero llegado a este punto, el directo se acaba. El chico que se crió el Alameda de Osuna prefiere guardarse lo que ha sentido esta noche, porque “me pondría muy pesado y muy intenso para explicároslo”, y hasta “un poco moña”. Pero sí reconoce que el público del Wizink Center les ha regalado “una de las noches más bonitas de nuestra vida”. Antes de terminar, continúa con una difícil misión: pide a la gente que no grabe la última canción, que disfruten a tiempo real, que se olviden de guardar el momento y se preocupen de vivirlo. Y ‘Lady Madrid’ no la graban miles de móviles, pero la panorámica que da estar en las gradas permite ver unas cuantas luces dispersas por la pista. Siempre hay alguien que incumple la ley, Lei.

 

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“Ha sido una noche intensa y épica, como prometía el repertorio y el engranaje de la banda”

 

Ha sido un directo intenso y épico, como prometía el repertorio y el engranaje de la banda. El protagonista lo celebra quitándose la camiseta y bailando con los suyos, y en un momento de euforia recoge la bandera del Atleti que le han tirado al escenario y la ondea con orgullo, lo que despierta júbilo y también los gritos de los seguidores de los equipos contrarios. El “Huracán Ambulante” le aferra y trata de llevárselo riendo, y Leiva accede, pero antes de irse se pone de rodillas y besa el suelo. No te preocupes, Lei, ella lo limpió muy bien antes de que llegases.

Mientras salimos del palacio en el que hemos visto en apenas ocho días a Iván Ferreiro, Coque Malla, M Clan, Quique González y Leiva, pienso de nuevo en cómo se han enfrentado todos ellos a un escenario enorme, a miles de ojos, a las expectativas que traen los que se han gastado treinta euros en ir a verlos en directo. Y entiendo el miedo, porque paraliza a quien no se atreve a enfrentarse a él, lo bloquea e inmoviliza, pero algunos le plantan cara y se atreven a seguir adelante. Por las canciones, por amor al oficio, por necesidad. Ellos lo han hecho. El miedo también es cosa de valientes.

 

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Setlist:
El último incendio
La lluvia en los zapatos
Animales
Guerra mundial
Mi mejor versión
Palomas
Los cantantes
Windsor
Eme
Breaking bad
Miedo
Ciencia ficción
Monstruos
Electricidad
Cómo lo tienes tú
Medicina + Estrella Polar
Terriblemente cruel
Mirada perdida

Sincericidio
Lady Madrid

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