Laurie Anderson repasa su vida junto a Lou Reed

Autor:

El número de noviembre de la edición estadounidense de “Rolling Stone” contiene un artículo de Laurie Anderson en el que repasa su vida junto a Lou Reed. Ambos se conocieron en 1992, en un festival organizado por John Zorn en conmemoración de la Noche de los Cristales Rotos, “que marcó el inicio del Holocausto”. Lo primero que sorprendió a Laurie Anderson fue que Lou Reed no tuviera acento británico. “Por alguna razón yo pensaba que The Velvet Underground eran británicos, y tenía una vaga idea de lo que habían hecho. (Lo sé, lo sé.) Yo procedía de un mundo diferente. Y todos los mundos estaban entonces en Nueva York”.

Tras el festival comenzaron a verse y a tocar juntos, hasta acabar uniendo sus vidas. Tras unos años de convivencia, Lou Reed le propuso en 2008 que se casaran, de un día para otro, cuando ambos se encontraban de gira, en lugares diferentes de Estados Unidos. “¿Por qué no nos casamos?  Nos encontraremos a mitad de camino. Voy a Colorado. ¿Qué te parece mañana?”. “¿Um, no te parece demasiado pronto mañana?”. “No, no me lo parece”. Y al día siguiente se casaron en Boulder, Colorado, en el jardín de la casa de unos amigos.

Durante los dos últimos años, Lou Reed estuvo enfermo, “primero con los tratamientos con interferón, una vil pero a veces eficaz serie de inyecciones para tratar la hepatitis C y que tiene un montón de efectos secundarios desagradables. Luego desarrolló el cáncer de hígado, coronado con el avance de la diabetes”. Y tras el trasplante de hígado, que “parecía funcionar a la perfección, y casi al instante recobró la salud y la energía”, llegó lo inevitable. Lou Reed falleció el 27 de octubre.

“Como meditadores, nos habíamos preparado para esto: cómo mover la energía desde el vientre y en el corazón y llevarla hacia fuera a través de la cabeza. Nunca he visto una expresión tan llena de maravillas como Lou mientras moría. Sus manos estaban haciendo el 21 posiciones en que fluye el agua del tai chi. Sus ojos estaban muy abiertos. Sostenía en mis brazos a la persona que más he amado en el mundo, y hablaba con él cuando murió”.

Artículos relacionados