Las mejores portadas del rock: Pink Floyd, «Wish you were here»

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«Se necesitaron tres tomas y veinte minutos para conseguir la imagen. Ronnie se colocó un traje ignífugo debajo de sus ropas, una capucha y una peluca, y se le roció con gasolina a la que prendieron fuego»

 

En 1975 Pink Floyd, en su pico más alto de popularidad, confió en el hoy célebre equipo gráfico Hipgnosis la realización de la portada de «Wish you were here». Un diseño que ha terminado por hacer historia. Xavier Valiño nos cuenta todos sus pormenores.

 

Una sección de XAVIER VALIÑO.

Diseñadores: Hipgnosis (Storm Thorgerson y Aubrey Powell) y George Hardie.
Fotógrafos: Hipgnosis (Storm Thorgerson y Aubrey Powell).
Fecha de edición: 12 de septiembre de 1975.
Discográfica: EMI.
Productores: Pink Floyd.

Ningún equipo artístico ha dejado tanta huella en el diseño relacionado con el rock como Hipgnosis. Fundado en 1968 en el Reino Unido, sus socios eran Storm Thorgerson y Aubrey Powell, a los que se unió posteriormente Peter Christopherson (más tarde, componente de Throbbing Gristle) antes de su disolución en 1983. Ellos son responsables de numerosas portadas recordadas y admiradas por generaciones, realizadas para artistas como Led Zeppelin, Yes, T. Rex, The Pretty Things, Peter Gabriel, Genesis, XTC, 10 CC, Wings o Pink Floyd. De todas ellas, quizás la más celebrada es la que diseñaron para «Wish you were here» (1975).

Para conocer los motivos detrás de su portada hay que retroceder un par de años, hasta 1973. Pink Floyd acababan de tener un enorme éxito con «The dark side of the Moon», lo que también le trajo al grupo sus inconvenientes, especialmente la invasión de su privacidad y la imposibilidad de seguir con una vida normal. La banda quería seguir grabando y haciendo giras, pero se les hacía más complicado cada vez mantener sus relaciones personales, su compromiso con las personas queridas.

 

Por lo tanto, cara a su nuevo disco, y con la ayuda de Hipgnosis, eligieron un título que tuviera que ver con todo eso, «Wish you were here» («Ojalá estuvieras aquí»), y trabajaron también en su envoltorio. El tema principal sería la ausencia, tanto física como la ausencia del compromiso emocional, algo que les tocaba muy de cerca. Según David Gilmour, “los dos miembros de Hipgnosis debatieron sobre el tema del álbum con el grupo en varias sesiones. Habitualmente nos presentaban sus ideas en bruto y luego se iban a las localizaciones más raras y lejanas que uno pudiera pensar”.

Así surgió la reconocible portada, con un hombre de negocios devorado por las llamas, incapaz de alejarse de una situación que le duele o, más literalmente, que le quema; mientras tanto, otro profesional le da la mano, cuando debería estar ofreciéndole ayuda en lugar de sonrisas y falsos saludos de negocios. Todo ello representaría el temor a quemarse o a ser herido en una relación que está comenzando, la reticencia a mostrar los verdaderos sentimientos cuando se conoce a alguien. También se refería al negocio musical (algo a lo que aludía claramente la letra de ‘Have a cigar’) y a que el grupo echaba de menos a Syd Barrett, antiguo componente de la banda que los había abandonado en 1968 por problemas mentales. Curiosamente, tras siete años de ausencia, Syd Barrett se pasó un día por el estudio mientras se mezclaba la canción que el grupo le dedicaba, ‘Shine on you crazy diamond’, sin que ninguno de sus compañeros lo reconociera en un principio.

En esa imagen de la portada del álbum intervinieron dos especialistas de cine y televisión, habituales de series como «Dinastía», «Los Ángeles de Charlie» o «Starsky y Hutch», y de películas como «Titanic», «Matrix», «Terminator» o «El último hombre gran héroe». El hombre en llamas es el actor Ronnie Rondell, al que pagaron 500 dólares por su trabajo, y quien le daba la mano es Danny Rodgers, al que se le pagó exactamente la mitad.

Se necesitaron tres tomas y veinte minutos para conseguir la imagen que Hipgonsis iba buscando. Ronnie se colocó un traje ignífugo debajo de sus ropas, una capucha y una peluca, y se le roció con gasolina a la que prendieron fuego. En la primera toma, los dos actores se situaron en la posición que conocemos por la carátula, pero la dirección del viento condujo el fuego hacia la cara de Ronnie, quemándole parte del bigote. Para las dos siguientes tomas se invirtieron los papeles, situándose el hombre en llamas a la izquierda de la imagen, con lo que el apretón lo daba con su mano izquierda. Posteriormente, los diseñadores invirtieron la imagen en el estudio para situarlo definitivamente a la derecha. La sesión de fotos no pudo ser más literal en relación a lo que se pretendía: ahí está el especialista profesional haciendo negocios mientras se quema, algo que también sucedió realmente.

Según el otro actor de la portada, Dany Rodgers, “el fuego rodeaba a Ronnie, pero no me soltaba la mano para que pudiera ayudarle a apagarlo. Estaba ahí parado esperando que tomaran la foto. En ningún momento estuve en peligro. Para mí fue un dinero fácil”. Ronnie Rondell, el hombre ardiendo, también lo tenía claro. “Conozco mis límites”, aseguró, “así que conseguí evitar problemas serios”. Aun así, y por todos los daños sufridos a lo largo de muchos años en su trabajo como especialista, al actor se le pusieron prótesis de caderas, se le reconstruyó un hombro y se le hizo una fusión de vértebras. Según él, “siempre mantuve mi cuerpo como un coche viejo; si algo va mal, lo arreglo”.

El borde del encuadre de la parte central de la cubierta se representó chamuscado en la esquina superior derecha, con la intención de aparentar que se trataba de un agujero rectangular en el blanco de la portada, a través del cual se podía contemplar la escena. La imagen fue tomada en los estudios de la Warner Brothers en Burbank, California, un lugar clave en el mundo del cine, donde los sueños se hacen realidad, donde nada es real y todo es figurado.

«La primera edición llevaba un envoltorio negro que impedía ver la portada que hoy conocemos, como si el disco tampoco existiese en las estanterías de las tiendas de discos. De hecho, hubo quien nunca le quitó la funda, sin llegar a conocer el resto del diseño»

Esa es la imagen más recordada del álbum, pero ni es todo lo que Hipgnosis ideó ni tan siquiera lo primero que se veía al comprar el disco en su primera tirada. Esa edición llevaba un envoltorio negro de plástico con la idea de recalcar la idea de la ausencia, ya que impedía ver la portada que hoy conocemos, como si el disco tampoco existiese en las estanterías de las tiendas de discos. De hecho, hubo quien nunca le quitó la funda, sin llegar a conocer el resto del diseño.

La idea de un embalaje exterior les vino a los diseñadores al conocer que el disco «Country life» de Roxy Music había sido editado en los EE.UU. en un papel opaco de celofán verde para tapar el velado desnudo de sus dos modelos. El envoltorio no gustó nada a la compañía de discos porque impedía ver la portada que tanto había costado diseñar. Llamaron al mánager de la banda, Steve O’Rourke, para que se olvidasen de él, pero aun así el grupo se salió con la suya y consiguieron publicarla.

Finalmente se diseñó una pegatina con una ilustración de George Hardie para hacer que el disco fuese más fácilmente identificable. En ella se veían dos antebrazos robóticos dándose un apretón de manos, como el de la portada, sobre un fondo con los cuatro elementos de la naturaleza –tierra, aire, fuego y agua– que luego aparecían en las distintas imágenes distribuidas por la carpeta del disco y su interior, y que también simbolizaban a los cuatro componentes de la banda. El mismo apretón de manos apareció también en la etiqueta del vinilo, aunque en esta ocasión representado sobre un fondo en el que se podía ver una escena nocturna con un par de pirámides y la luna llena.

Dentro del disco se incluía una tarjeta postal, de las que envía habitualmente alguien que está ausente, con una instantánea de un hombre lanzándose de cabeza a un lago; sin embargo, no había signo alguno de un chapuzón ni de aguas revueltas, ya que, de nuevo, lo que se intentaba transmitir era la idea de un nadador fantasma o ausente. La imagen la tomaron en el Lago Mono de la Sierra Nevada de California. El nadador era un experto en yoga capaz de aguantar su respiración durante dos minutos bajo el agua y, de hecho, se le contrató por ello: en el lecho del lago se situó un dispositivo mecánico que lo mantuvo un buen rato en la pose que conocemos, boca abajo, hasta que el agua estuvo completamente inmóvil y se pudo sacar la fotografía.

Si la portada representaba el fuego y la postal el agua, en la contraportada (la tierra) un hombre de negocios sin cara, sin cuerpo, presumiblemente sin humanidad, aparece en las inmensas dunas de arena del Desierto Yuma, entre el Sur de los EE.UU. y el Norte de México, ofreciendo a quien contempla la imagen una copia del disco de Pink Floyd que va precisamente dentro de la carpeta que envuelve. Y para incluir el aire, la foto de la cubierta interior mostraba un velo rojo flotando en un bosque, que ocultaba realmente la silueta de una mujer desnuda, una vez más con la idea de la ausencia bien presente.

El icónico diseño vino acompañado de sus respectivos rumores. El primero, verdadero, que el coche conducido por uno de los dos componentes de Hipgnosis, Aubrey Powell, había sufrido un accidente mientras buscaba localizaciones para tomar las imágenes. El segundo, falso, que Danny Rodgers, el protagonista de la portada al que no le afectaba el fuego habría muerto posteriormente en un incendio.

Tal vez por su completo concepto o por la dificultad de la imagen, su portada ha motivado pocas réplicas. Además del disco de Govinda «Wish you were India», Siniestro Total también la reprodujeron en su recopilatorio de 1993 «Ojalá estuvieras aquí»: en su portada, con una fotografía de Javier Salas, los estudios de Hollywood fueron sustituidos por un bastante menos lustroso polígono industrial, y uno de los hombres de negocios pasó a ser un gaitero gallego vestido con su traje tradicional.

El propio David Gilmour, guitarrista, vocalista y compositor de Pink Floyd, resumió todo lo anterior en unas declaraciones suyas que bien sirven de punto final: “A pesar de lo difícil que era darle continuidad a ‘The dark side of the Moon’ y la falta de comunicación dentro de la banda en 1974 y 1975, conseguimos hacer el que considero que es nuestro mejor disco, o al menos mi favorito. Para mí la música trata del espacio y la soledad. Storm hizo una portada que era un espejo visual que reflejaba perfectamente el sentimiento de la ausencia que impregnaba por aquel entonces tanto a la música como a los músicos que la hicieron”.

Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: The Clash, “London calling”.

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