“Las lombrices de mi memoria”, de Jaime Córdoba

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DISCOS

“Construye unas melodías perfectamente clásicas y unas letras vividas en primera persona, retazos que parecen personales, cercanía cálida”

 

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Jaime Córdoba
“Las lombrices de mi memoria”
PIANO PLAYER RECORDS

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Tras haber llevado adelante desde sus inicios el proyecto musical que supuso Indras, grupo alicantino de pop calmado y preciosista, Jaime Córdoba se desgajó de su andadura para probar suerte como gestor absoluto de sus canciones, y con ellas lleva tres elepés que poco a poco se afinan más en un pop algo melancólico, fijado en los medios tiempos y con un marcado gusto por sostener la estructura de las canciones en el piano. Es este su instrumento y con él construye unas melodías perfectamente clásicas y unas letras vividas en primera persona, retazos que parecen personales, cercanía cálida. Abre el disco ‘Salas pequeñas’, una estampa autorreferencial que explota el nerviosismo, las escasas certezas, las muchas angustias en un día de concierto. Siempre con aforos reducidos.

En todo caso, el precepto central que anima todo su repertorio es el amor, desde diversas consideraciones: la intuición inicial que indica que los sentimientos se van a desbordar, el establecimiento pleno en la locura, el pasado a todas horas mejorado. Jaime Córdoba acierta siempre en los estribillos, pero a veces parece tocar el tema en sordina para canciones que están pidiendo mayor tensión instrumental, que el fondo musical acelere su presencia en unos textos que en ocasiones alcanzan a recrear la herida, así ‘En el parque’ o ‘Mil razones y un porqué’ enfocan los destrozos amorosos sin la intensidad que podría hacerlas más emotivas. ‘Lo que hubo ayer’, sin embargo, discurre por túneles más nebulosos, acepta a la perfección una guitarra hiriente y destila un romanticismo más nocturno.

Sin embargo, acierta Jaime Córdoba en las canciones en que la base intenta ser festiva. ‘Deja de correr’ es especialmente feliz en su melodía, luminosa, veraniega. También escoge bases de funk para construir ‘Me vas volviendo loco’ –llamadas equivocadas y oxigeno comprimido con vientos–, escoge un aire caribeño para las percusiones que aportan color a ‘Pueden decir’ y llena de swing los arreglos de ‘Esto es así’ con un vibrante saxofón.

Da la impresión de ser un disco que mete mano en heridas sin llegar a apretarlas, lleno de serenos y dolientes mensajes personales –en ‘Yo quiero gritar’ esa indagación sobre qué nos ha hecho el tiempo necesita rabia–, que se mueve mejor en tiempos pausados como en la plácida ‘Aún queda pulmón’ –los dedos de Billy Joel se ven por ahí– y que va a gustar especialmente a los que buscan en el pop español sentimientos sin llegar a la crudeza, interioridades que se vean hábilmente expuestas, pudorosamente retenidas.

 

 

Anterior crítica de disco: “Apelón”, de Roger de Flor.

 

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