Las letras de Loquillo

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loquillo-26-03-15

“La carrera de Loquillo se presenta como la del cantante en activo que más atención ha prestado a los textos de sus canciones; tanto es así que ha superado la categoría de ‘buenas letras’ para jugar en la división de ‘pura literatura’”

 

La carrera de Loquillo se presenta como la del cantante en activo que más atención ha prestado a los textos de sus canciones; tanto es así que ha superado la categoría de “buenas letras” para jugar en la división de “pura literatura”.

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Vista en perspectiva, la carrera de Loquillo se presenta como la del cantante en activo que más atención ha prestado a los textos de sus canciones; tanto es así que ha superado la categoría de “buenas letras” para jugar en la división de “pura literatura”, entiéndase esta como un uso especial del lenguaje para provocar sentimientos. Hay letras en el pop español soberbias, emocionantes, pero su valor se dispara al asociarse con ciertas texturas y ciertas notas; las de Loquillo no. El frontman del Clot siempre ha buscado –o se ha encontrado– textos que, directa o indirectamente, funcionasen por sí solos. Y caray, cómo funcionan.

Varias premisas argumentan esta afirmación, la primera ajena a él: saber rodearse de Sabino Méndez o de Gabriel Sopeña ya garantiza certeras descargas léxicas. En la iconografía de sus canciones han de aparecer carreteras, autocines e iconos norteamericanos, estética obliga; pero no olvidemos que hay en todo rocker un corazón romántico y en Loquillo un dandismo funcional que Sabino sabe aprovechar perfectamente para encajar rabias costumbristas como ‘En las calles de Madrid’ o pedazos de desolación como ‘Magnolia’. La letra de esta última, aun sin acompañamiento musical, simplemente te hiela. En cuanto a Gabriel Sopeña, encaja sobre todo como adaptador y como instrumento para llevar adelante la segunda de las premisas.

Loquillo siempre ha defendido públicamente la labor de los cantautores, no solamente haciendo una versión de ‘La mala reputación’ de Brassens –vía Paco Ibáñez, claro– o colaborando con Aute o Pi de la Serra, sino en múltiples entrevistas en las que asegura que una labor de combate con la palabra tan importante no merece ser ninguneada, como lo fue, como lo está siendo. También se ha hartado de decir que no hay diferencia entre una canción de Lou Reed y un poema de Gil de Biedma a la hora de retratar el submundo nocturno de una ciudad. Es por ello que –junto a Gabriel Sopeña– se arrima a la obra de poetas y con ella conforma tres discos, espléndidos. Quizás el primero, por primero, ‘La vida por delante’, fuera el más impactante, pero es que además de ello refleja visiones soberbias de Pablo Neruda, por ejemplo, con un ‘Niña morena y ágil’ de distinguida pulcritud emocional, o de Octavio Paz, con un ‘Central Park’ de tensión eléctrica. Además cuenta con las dos primeras composiciones de Gabriel Sopeña. ‘Con elegancia’ es una buena continuación, en la que incluye poemas en catalán y un ‘Cuando pienso en los viejos amigos’ de Luis Alberto de Cuenca, a quien dedica los diez temas de “Su nombre era el de todas las mujeres” –aparecidos en el reciente libro “Todas las canciones”–, donde echa el resto para conseguir un disco homogéneo, lleno de detalles y excepcionalmente presentado.

Pero es que además José María Sanz ha desplegado una interesante trilogía, memorias sobre su ciudad y su generación. Si entre los músicos de su quinta hay buenos narradores, no suelen ir más allá de hilvanar deslumbrantes imágenes –el propio Sabino, Edi Clavo, Víctor Coyote con un fantástico libro de relatos–, es únicamente Loquillo quien da forma narrativa a las experiencias de los que tuvieron que partir de un pasado que ya no servía y encarar un futuro que parecía no existir. Si en ‘”El chico de la bomba” el fantasma de la Guerra Civil todavía apuraba un corazón de niño, “Barcelona ciudad” retrata su adolescencia y las trazas de una ciudad que ya no existe y “El hijo de nadie” representa un libro de reflexiones, por tanto más atento a su opinión sobre la literatura. Una literatura que no hay duda alguna que ha defendido, que realmente representa ya para él un ideal de vida y que ha hecho más para difundir que cualquier otro cantante poscantautores. Impecable, pues.

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