Las grandes B.S.O: “Alien, el octavo pasajero” (1979), música de Jerry Goldsmith

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“Una de las razones por la que Goldsmith es considerado uno de los mejores compositores de la historia es la manera en que se retaba a sí mismo y a la audiencia con cada proyecto”

 

Para este clásico indiscutible, Ridley Scott llamó a uno de los grandes maestros de la música de cine, Jerry Goldsmith. Su música fue todo un éxito, pero la película no respetó la creación original del compositor, como revela Fernando Fernández.

 

Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

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“Alien, el octavo pasajero” (“Alien”)
Música de Jerry Goldsmith, 1979

 

Hoy toca hacer un articulo “meta”. Una película que es todo un clásico del terror (aunque sea espacial o de ciencia-ficción) y que también tuvo su propia historia de terror en lo referente a su maravillosa banda sonora. A los que conozcan bien a su director, Ridley Scott, la historia no les parecerá extraña, más bien todo lo contrario. Para contarla con música llamó al legendario Jerry Goldsmith, todo un maestro. Años más tarde, llegaría a limites más insospechados con su colaboración en la denostada (aunque más interesante de lo que parecen indicar sus críticas) “Legend”.

La música de “Alien, el octavo pasajero” se ha ganado por méritos propios estar doblemente reconocida dentro de las más destacadas de la historia. Por un lado, porque Goldsmith realizó un trabajo impresionante y tremendamente original y atrevido para su época, que no hemos podido disfrutar como fue concebida hasta hace poco, cuando se celebró su vigésimo aniversario. Esa primera edición especial en DVD de la película incluía un canal de audio con la partitura original de Goldsmith, tal y como la había compuesto específicamente. Por otro lado, el director Ridley Scott y su editor, Terry Rawlins, consideraban que en ciertos momentos su partitura era excesivamente “cinematográfica” y decidieron reeditarla a su gusto con piezas repetidas, fuera de lugar, añadiendo de piezas clásicas e incluso de otra película anterior del compositor: “Freud”, de John Houston. En definitiva, hasta con un montaje totalmente deslabazado, manipulado y terrible, la intención y el estilo de Goldsmith consiguió salir a la luz.

 

 

Una partitura “demasiado exuberante”

Habitualmente, los productores de Hollywood son acusados de no atreverse con los sonidos experimentales o más atrevidos y “normalizar” el sonido a lo más habitual del momento, buscando no molestar al espectador más de lo estrictamente necesario. En esta ocasión sucedió lo contrario: los productores y el equipo técnico consideraban que la partitura era demasiado “exuberante” y cinematográfica, cuando perseguían un sonido más extraño, disonante y oscuro para esos mundos creados en la película. Al menos eso dicen, porque analizando la partitura original y la película, lo único que se me ocurre decir es que los dos tenían razón y estaban buscando lo mismo, pero de diferente manera.

 

 

 

Valga de ejemplo una de las piezas más brillantes y destacadas de la banda sonora. Me refiero a esos seis minutos sin diálogos, tras unos brillantes títulos de crédito (que también modificaban la idea original de Goldsmith). La cámara nos lleva por los pasillos de la nave “Nostrómo”, vacíos y cargados de diferentes atmósferas, hasta llegar a la cámara de hibernación donde las camas van abriéndose una a una como si de los pétalos de una flor se tratase. Una música misteriosa nos introduce en este extraño mundo. Sin embargo, donde Goldsmith construye una falsa sensación de utopía y despertar, que luego irá destruyendo en su versión de la banda sonora, Scott sigue un camino mucho más convencional, con una música de créditos mucho menos agresiva y etérea, que luego sustituye por una pequeña y delicada nana (una de las piezas de “Freud”) que, aunque mantiene ese halo de misterio, no consigue crear la atmósfera especial que sí aporta la banda sonora de Goldsmith. Sobre todo, ese motivo de cuatro notas y su efecto de eco que se ha convertido en firma de la película y que fue utilizado en títulos posteriores de la saga. Lo curioso es que dicho sonido se ha convertido en sello de identidad de la película, porque Scott y Rawlings lo utilizan en múltiples ocasiones, pero no de la manera que el compositor tenía en mente.

 

 

Ejemplos como este hay muchos, como la persecución y muerte de Dallas por los pasillos de ventilación mientras intenta huir del monstruo (c utilizando nuevamente la música de “Freud”, mientras Goldsmith había creado una pieza mucho más directa y salvaje). A pesar de todo, el equipo técnico sí tuvo algunos aciertos, como la utilización de ‘Symphony of hope’ de Howard Hanson como cierre de la película, con Ripley entrando en hibernación a la espera de ser rescatada. La pieza mantiene un tono mucho más oscuro y menos definitivo que el tono “victorioso” (aunque también oscuro) que utiliza Goldsmith para cerrar la historia, probablemente por la idea que estuvo manejando Scott durante todo el rodaje de darle un final bastante más depresivo y negro que el que tuvo en realidad.

En definitiva, es una de esas películas magistrales que tienen detrás una historia tan interesante o más que la que nos cuenta la propia cinta. Dos brillantes muestras y visiones de cómo influyen en la historia sutiles modificaciones en la banda sonora. El resultado final, tanto el original como el montado, es una banda sonora en la que Goldsmith consigue aunar una sensación de extrañeza, misterio y humanidad en un mundo espacial y futuro. Un mundo que asaltado por un ser extraño y brutal frente al que no sabemos cómo enfrentarnos, pero que a la vez nos parece extrañamente atractivo. Esa es precisamente una de las razones por las que Goldsmith es considerado uno de los más grandes compositores de la historia: la manera en que se retaba a sí mismo y a la audiencia con cada proyecto.

 

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Ediciones discográficas

Sea cual sea la encarnación de la partitura que nos atraiga más, su música es tan inmersiva e hipnótica que incluso casi 40 años después sigue siendo una de las mejores bandas sonoras de terror y monstruos jamás escritas. Consiguió que incluso en el espacio pudiéramos escuchar los gritos de sus víctimas, especialmente en la edición discográfica más destacada, que es la publicada por la discográfica Intrada en 2007. Una edición de dos discos que incluye la partitura original, tal y como la planificó Goldsmith, así como la edición discográfica original publicada al estreno de la película, y diversas revisiones realizadas por el compositor intentando acomodar los deseos de Ridley Scott. Un auténtico regalo.

 

 

Anterior entrega de Las grandes BSO: Las grandes B.S.O.: “El Rey León” (1994), música de Hans Zimmer.

 

 

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