La Semana Bizarra 11 – 18 septiembre 2007

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Leemos que en alguna lista de estas infames que se realizan para entretener al personal, Michael Jackson se sitúa a la cabeza en el ranking de artistas más denunciados por plagiar canciones de otros. Primero fue Al Bano, quien en los años 90 le sacó dos millones de euros, aunque Jacko fue absuelto en 2001. Los últimos en ganarle han sido los belgas Danny y Eddy Van Passe que se han pasado once años en los tribunales para que al final la sentencia les diera la razón: «You are not alone» es un plagio de «If we can start all over». Pobre Michael, no le dejan en paz. Al final hasta va a volver a caernos simpático.

El momento patético de Britney Spears en la última gala de los premios MTV (véase la noticia de la semana pasada en esta misma sección) oscureció la bronca entre Kid Rock y Tommy Lee. Ambos han estado casados con Pamela Anderson y, según parece, hacía cinco años que se tenían ganas. Pero la guinda llegó cuando en la susodicha gala Lee pasó por la mesa donde estaba Rock y le murmuró algo. Ahí se encendió la mecha y se liaron: «Hice lo que cualquier hombre hubiera hecho. Era inevitable, ya venía esto desde hace mucho tiempo atrás. El último contacto que tuve con él fue cuando Pamela y yo nos estabamos divorciando y fue extremadamente irrespetuoso.» Y es que ya lo dice el sabio refranero: Tiran más dos tetas que dos carretas. Con perdón por lo poco políticamente correcto del comentario.

La verdad es que los premios estos del horrible canal televisivo-musical, siempre tienen miga: En la edición de 2003 Madonna y Britney Spears (antes de que se le fuera la olla) se dieron un beso en los labios. Lo que se conoce como «un piquito», ¿recuerdan? ¿Sí? Pues Muhammad Abdel-Al, también. El tal Muhammad es el líder del Comité de la Resistencia Popular Palestina con base en la Franja de Gaza, y ha declarado en un libro que «Si conozco a estas rameras tendré el honor –repito, tendré el honor– de ser el primero en cortarles la cabeza, si siguen promoviendo la cultura satánica contra el Islam». ¡Toma! Y por si no hubiera quedado claro, la mala bestia añade: «Si estas dos prostitutas siguen haciendo lo que hacen, por supuesto que las castigaremos.» Amigo, calma, que no sabemos qué tiene esto que ver con Satán o con cualquier religión. Tómatelo con humor y sintoniza otros canales televisivos con tu parabólica. Y si esto falla, dile a tu médico que te cambie la medicación.

Otro que necesita medicación, y con urgencia, es Charly García. El que liderara el rock argentino durante un par de décadas parece estar cada día un poco más «p’allá» y cada intervención pública (incluso algunas privadas) se convierte en escándalo. El último lo protagonizó en el segundo de sus conciertos previstos la semana pasada en la sala La Trastienda, de Buenos Aires. Bajo el nombre de Olvídate del rock nacional, García iba a tocar en un ambiente que debía reflejar el clima de un estudio de grabación, así iba a presentar Kill gill, ese disco que nunca termina de editarse pero que lleva meses circulando por la Red. En su estilo, se presentó al local ¡cuatro horas tarde! A esa hora casi no había público (lógico) pese a lo cual el artista comenzó el concierto y ya no quería bajar del escenario, pretendiendo tocar toda la noche. La seguridad del local lo bajó y todos se liaron a golpes, incluyendo a la banda de músicos chilenos que acompañaba a Charly. El representante de los chilenos aseguró que «la situación se convirtió en un serio incidente que terminó con Charly García lesionado, y retirado por personal médico que acudió al recinto». Por su lado, los responsable de la sala, aseguraban que ésta se desalojó a las 3:30 de la madrugada después de que «Charly había partido del lugar y regresado varias veces. Una vez que el escaso público que quedaba ya estaba fuera del lugar, García ingresó diciendo que iba a seguir tocando. (…) El músico revoleó varios instrumentos y ahí fue donde actuó la seguridad». Cualquiera habría comprendido que la noche siguiente no habría concierto, pero Charly García es mucho Charly García y 24 horas después allí estaba, desplazándose en una limusina, con la cara hinchada (se supone que de un golpe recibido en el incidente) y pintada de azul, rojo y blanco, frente a una Trastienda cerrada. Sólo le esperaban algunos fans y un grupo de periodistas; dirigiéndose a estos últimos les gritó: «¿Encima que me pegaron suspendieron el recital? Me pegan a mí porque tengo talento y ustedes son una manga de burros». García se marchó en su lujoso coche, pero dio la vuelta a la manzana, regresó, regaló una botella de champán a los fans y les dijo: “A este lugar, loco, lo tienen que demoler. ¡La Trastienda, un sucucho [antro]! Yo no hago denuncia, no soy un botón [delator], pero mi ejército… ¡Rompan todo!”. Los seguidores, con más sentido común que nuestro antaño admirado rockero, no rompieron nada y se limitaron a aplaudirle. Lo dicho: medicación con urgencia para Charly.

Anterior entrega de La Semana Bizarra.

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