“La mirada de los peces”, de Sergio del Molino

Autor:

LIBROS


“Una novela poliédrica, de fácil lectura pero plagada de significados”

 

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Sergio del Molino
“La mirada de los peces”
RANDOM HOUSE

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Tras el inesperado éxito de su anterior referencia, “La España vacía”, Sergio del Molino nos vuelve a ofrecer la imagen de un territorio desolado, pero esta vez no en forma de ensayo, sino de esa combinación entre autobiografía, ficción y circunstancias personales, que tanto juego le ha dado a Javier Cercas o a Isaac Rosa. En este caso la mirada se posa —asombrada, inexpresiva como la de los peces del título que extrae de un episodio de niñez— en la figura de Antonio Aramayona, profesor de esos que empapa a los alumnos de inteligencia y activista social —ya jubilado— a partir del 15M, que hace un año decidió suicidarse —por amor a la vida, señalaba— y dejó un último estremecedor mensaje en su blog. Lo había ido anunciando a los íntimos, era la crónica de una muerte anunciada.

Atenta a los mismos objetivos que, por ejemplo, en los “Episodios Nacionales”, el personaje le sirve al narrador para pintar la España de los años 90, focalizada en Zaragoza aunque podría ser cualquier otro lugar. Descampados, institutos, Barricada, fiestas de pueblo… en un paisaje arrasado y en el que la figura del profesor se desplaza fuera de plano para que el fresco sea tan completo como general.

Continuos saltos en el tiempo hacen nervioso un estilo que se intenta sereno, centrado, muchas veces con digresiones ensayísticas, como este tipo de novela demanda. Así van pasando escenas, casi como diapositivas, en que el pasado y el presente se alían. Es significativo que el narrador, ya escritor reconocido, acuda a dar una charla a su antiguo instituto y aún lleve coleando ese adolescente grandilocuente y trágico que fue. No rechaza el autor el uso de la sentimentalidad, pero matizada siempre y situada entre la levedad y  la tragedia, como en la cena del profesor con antiguos alumnos montada para un documental.

Es asimismo —el género da para mucho— una novela ética: ética de la educación y ética del barrio, perfectamente delimitada esta última: el barrio parece entrar en ruinas cuando aún no ha acabado de construirse. Igual que los jóvenes. En definitiva, una novela poliédrica, de fácil lectura pero plagada de significados. La nueva manera de realismo social en la que, como decimos, el autor, después de “La España vacía”, retrata otro vacío.

Anterior crítica de libros: “Fuera del mapa”, de Alastair Bonnet.

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