La herencia inmortal de David Bowie

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“Los tintes oscuros y el nihilismo de álbumes como ‘The man who sold the world’, en 1970 sirvieron para que bandas de dark wave como Siouxsie and the Banshees, Nine Inch Nails o The Cure dieran sentido a esas formas que comenzaban a perfilarse como los pasos pioneros del rock gótico”

 

 

El Duque Blanco ha calado hondo en multitud de grupos de diferentes generaciones, desde Joy Division hasta Arcade Fire pasando por Siouxsie and the Banshees, The Cure, Nirvana o Radiohead, como recoge Sara Morales.

 

 

Texto: SARA MORALES.

 

 

Mucho antes de que el punk cruzara el charco desde Nueva York en 1975, David Bowie había vertido ya sus semillas sobre las fértiles tierras de Inglaterra. Preparando y allanando un terreno que se disponía a acoger el movimiento social y estético más convulso de la historia de la música y del que él fue padre a conciencia, pero a su manera.

Todavía hay quienes no logran ubicar en un nicho sonoro al camaleón inglés, merodeando siempre entre los subgéneros de los grandes géneros, de aquí para allá, unas veces ataviado de raso multicolor y lentejuelas, otras de trajes de etiqueta. El punk, la new wave, el rock, el pop, la psicodelia, el espectro experimental, el blues, el soul, la electrónica… Ninguno se resistió a la magia Bowie y él transitó cómodamente por todos ellos. Precisamente en este poder globalizador y poliédrico es donde residía la esencia motora de su obra, porque en cada etapa suya nos regaló un sonido para cada etapa nuestra. Y puede que muchos no las viviéramos al mismo tiempo, víctimas del obvio anacronismo existencial, pero hemos ido pasando por todas ellas como la banda sonora de una vida que nos iba anunciando a través de sus canciones.

Es por este motivo que la sombra de su influencia, sobre bandas y músicos de diferentes generaciones y tendencias, sea inagotable y tan fecunda que jamás desaparecerá. Comenzó a proyectarse un 1 de junio de 1967 con su álbum debut y homónimo, y seguirá haciendo efecto de manera infinita porque sus discos siempre serán, en cualquier época del tiempo, un lugar al que siempre volver.

Los tintes oscuros y el nihilismo de álbumes como «The man who sold the world», en 1970, sirvieron para que bandas de dark wave como Siouxsie and the Banshees, Nine Inch Nails o The Cure dieran sentido a esas formas que comenzaban a perfilarse como los pasos pioneros del rock gótico. En antecedentes como Joy Division, con Ian Curtis a la cabeza fascinado por la figura de Ziggy Stardust, encontramos la admiración que causó aquel antagonismo personificado por el glamour y el tormento. Algo parecido le ocurrió a Santiago Auserón de Radio Futura —aunque la herencia le llegara más de cerca con el «Let’s dance» de 1983— y en general a toda la etapa underground del despertar cultural de España con la Movida madrileña. También Marylin Manson, Boy George, Billy Idol, Lady Gaga y Björk fueron sucumbiendo al encanto transformista y andrógino del polifacético Bowie.

Las hordas del punk y el post punk, con grupos como los Sex Pistols, The Damned, Killing Joke o Magazine siempre bebieron de sus primeros discos en los 70, «Diamond Dogs» y «Station to station». Y su relación con iconos como Iggy Pop y Lou Reed fue cercana y de mutua admiración, lo que le llevó a colaborar en algunos de sus trabajos. «Heroes» marcó el sino del «Double fantasy» de John Lennon y Yoko Ono, y bandas como Devo, The Buggles o Pet Shop Boys transformaron el synthpop en un cometido cercano a la vocación experimental de Bowie basada en su tríada berlinesa, con «Low» a la cabeza. Un disco, este de 1977, que marcaría un antes y un después para centenares de bandas de calado alternativo e independiente como Arcade Fire, Radiohead, Suede, Smashing Pumpkins, The Pretenders, Pulp y un sinfín de ellas, influidas por aquel mano a mano con Brian Eno.

Una anécdota que tuvo lugar en 1986 recuerda que los Pixies nacieron gracias a su música, y para la posteridad ha quedado la versión del ‘The man who sold the world’ que Kurt Cobain regrabó para aquel disco de directo que tanto significó en 1994, » MTV Unplugged in New York».

 

 

Su altruismo creativo le llevó a compartir micrófonos con Sonic Youth, Queen, Pink Floyd, Tina Turner, Placebo o Klaus Nomi, entre otros muchos. Pero por encima de todo ello, lo que de verdad movió siempre al mago del pop fue la autenticidad y el rigor en la transmisión de su obra sobre los corazones anónimos a los que nos hizo creernos, en algún momento de nuestras vidas, «héroes por un día».

 

 

 

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