La cara oculta del rock: Cuando John Fogerty bateó con una canción

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«Con el paso de los años parecía que las canciones sobre deportes no encajaban en el diccionario del rock and roll. Había una distinción tácita. Nunca se consideró rock and roll»

 

Tras nueve años de retiro, en 1985 John Fogerty regresó con ganas de pelea y con una canción que se convertiría en un himno del béisbol, ‘Centerfield’. En la que logró unir algo inédito, deporte y rock. La leyenda mítica también ha rodeado su composición.

 

Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

John Fogerty salió escaldado después de la grabación del que iba a ser su tercer disco en solitario, “Hoodoo”, previsto para 1976. El álbum nunca vio la luz ya que no parecía estar a la altura. Aunque Fogerty pidió a la discográfica, Asylum, que destruyera las cintas maestras para que nadie pudiera oírlo, acabarían circulando copias piratas. El mal sabor de boca que este suceso dejó al antiguo líder de Creedence Clearwater Revival, sumado a otras malas experiencias previas relacionadas con los derechos de las canciones de la banda, hizo que el cantautor decidiera alejarse del negocio de la música durante una buena temporada.

El silencio de John Fogerty finalizó casi una década después y en 1984 volvió al terreno de juego. Habían pasado nueve años desde la publicación de su segundo trabajo, llamado como él, simplemente “John Fogerty” (1975). Regresaba a un estudio de grabación para preparar su tercer álbum, ya oficial, y pasar página. El resultado fue “Centerfield” (1985), un álbum que no solo se convertiría en el trabajo en solitario más exitoso del autor después su etapa en la Creedence, sino que además sería un ejercicio de lucimiento y un ejemplo de su carácter perfeccionista, ya que fue el propio John Fogerty el encargado de tocar todos los instrumentos que suenan en el disco. Como en sus trabajos previos, Fogerty se lo guisaba, se lo comía y también se lo autoproducía. ¿Para qué jugar en equipo si podía marcarse un tanto en solitario?

Además, en este álbum, John Fogerty se despachaba a gusto con su enemigo número uno: Saul Zaentz, el propietario de la discográfica Fantasy Records y quien controlaba los derechos de las canciones de la Creedence. Los temas ‘Zanz Kant Danz’, sobre un cerdo que no puede bailar, pero sí puede robar dinero, y ‘Mr. Greed’ están dedicados a su antiguo jefe. Pero ahí no quedó la cosa, ya que Zaentz y Fogerty tuvieron que enfrentarse en los tribunales. Según Saul Zaentz, la canción que abría “Centerfield”, ‘The old man down the road’ sonaba demasiado parecida a ‘Run trough de jungle’ del “Cosmo’s Factory” (1970). Ambos temas habían sido compuestos por John Fogerty, por lo que el cantante fue acusado de plagiarse a sí mismo.

Pero no todo fueron problemas legales o ataques en forma de canción. El tema que daba título al disco era una optimista canción que demostraba que el rock y el deporte no estaban reñidos y podían jugar en el mismo equipo, como aseguró su autor: “Como crecí en el mundo del rock and roll, sabía lo que hacían los chavales de mi edad. El rock and roll tiene una serie de dogmas formales, y el libro de instrucciones dice, ‘aquí no queremos nada que parezca cutre’. Con el paso de los años parecía que las canciones sobre deportes no encajaban en el diccionario del rock and roll. Había una distinción tácita. Nunca se consideró rock and roll”. Por ello, Fogerty decidió componer una canción de rock que rápidamente se convertiría en un clásico de los partidos de béisbol.

Aunque no se podía considerar un buen jugador de béisbol, John Fogerty era un gran aficionado a este deporte. En 1984, el Juego de las Estrellas de las Grandes Ligas de Béisbol, una competición anual en la que participan los mejores jugadores de béisbol de las ligas estadounidenses, se celebró en el estadio Candlestick Park, situado en San Francisco (California), muy cerca de Berkeley, el lugar de nacimiento del músico. La leyenda asegura que John Fogerty se encontraba sentado en las gradas, disfrutando del deporte como un espectador más, y que después de que el reloj del marcador llegara a cero, se le ocurrió la idea de crear una canción de rock que homenajeara a este deporte popular típico de los Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar de que Fogerty sí vio ese partido, esa experiencia deportiva no fue su inspiración, ya que, según una entrevista publicada en la revista “Rolling Stone”, las canciones que formarían “Centerfield” estaban compuestas antes de que tuviera lugar ese partido. La auténtica influencia del tema se encontraba en los recuerdos que John tenía de niño. El músico se crió en El Cerrito, un pueblo cercano a San Francisco, donde no había ningún equipo local de las Grandes Ligas que apoyar. Tendría que esperar a que en 1958, los Giants de Nueva York se mudaran a San Francisco. Hasta entonces, la relación que había entre California y el béisbol la personificaba un jugador de los Yankees de Nueva York: el californiano Joe DiMaggio. Fogerty creció escuchado las proezas que los jugadores de béisbol realizaban y esto hizo que en su cabeza de niño se convirtieran en seres casi mitológicos: “Había oído hablar de (Babe) Ruth y (Joe) DiMaggio, y cuando mi padre y mis hermanos mayores me hablaban de las hazañas de Babe, se les ponían los ojos enormes. Cuando era pequeño, no había equipos en la Costa Oeste, así que la idea de un equipo de la Liga Mayor me parecía una fantasía. Para mí, los jugadores eran héroes, por lo que puedo recordar. La canción fue mi forma de poner un nombre propio a todas las historias que había oído”.

‘Centerfield’ trata sobre las esperanzas de un jugador que pide a su entrenador que le deje salir al campo para jugar como jardinero central (“centerfield”), el mismo lugar que ocupaba DiMaggio. Que Fogerty escogiera esta posición no fue casual: “Debido a todas esas historias que oí sobre DiMaggio, crecí pensando que el lugar más sagrado del universo era el jardín central del estadio de los Yankees. Sabía que había otros jardines centrales, pero para ir al lugar absolutamente perfecto, tenías que ir al estadio de los Yankees. Era el lugar más guay del mundo”. Para homenajear a las grandes leyendas del béisbol, el compositor mencionaba al propio Joe DiMaggio y a otros jugadores como Willie Mays y Ty Cobb. Además, como pretendía unir el deporte con el rock and roll, también hacía un giño a la canción de Chuck Berry ‘Brown eyed handsome man’ (1956).

Pero ‘Centerfield’ no solo es un tema rockero sobre béisbol. Para su autor, esta canción era “una metáfora sobre la motivación, sobre enfrentarse a un reto o, al menos, al comienzo de un esfuerzo”. Este ejemplo también podía aplicarse al momento que el propio Fogerty estaba viviendo. Aquel jugador que estaba pidiendo su oportunidad para entrar en el terreno de juego, armado con un guante destartalado, un bate hecho a mano, un par de zapatos nuevos y toda la ilusión por comerse el estadio, podía ser perfectamente John Fogerty, que tras una década en tiempo muerto abandonaba el banquillo y salía para sorprender a los espectadores con una fabulosa jugada. El verso del estribillo, “I’m ready to play today” (“estoy preparado para jugar hoy”) puede tener una doble interpretación ya que “play” puede significar tanto “jugar”, como “tocar un instrumento”.

Siguiendo con las metáforas deportivas, la carrera de John Fogerty se tomaría un segundo tiempo de descanso. Después de su cuarto disco, el irregular “Eye of the zombie” (1986), no volvería a grabar el siguiente hasta 1997: “Blue Moon swamp”. Por otro lado, el mayor tanto que podía conseguir llegó en el año 2004, cuando por fin pudo recuperar los derechos del material que había compuesto para Creedence Clearwater Revival.

A la hora de subirse al podio, como al antiguo líder de la Creedence no le bastaba con entrar en el Salón de la Fama del Rock and Roll (1993) y en el Salón de la Fama de los Compositores (2005), el 25 de julio de 2010, John Fogerty tuvo el honor de ser el primer músico en entrar en el Salón de la Fama del Béisbol. Como no podía ser de otra manera, interpretó ‘Centerfield’ y donó a dicho Salón la guitarra con forma de bate con la que tocaba esa canción.

John Fogerty demostró que música y deporte podían estar unidos. ¿Pero quién dijo que no podían estarlo? Al fin y al cabo, si de verdad fueran incompatibles, nunca hubiera existido el rock de estadio

 

 

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