Jackson Browne: Entre el amor, la política y la soledad

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“No es fácil hablar del amor o de política desde una perspectiva realista… Pero al final es de lo que uno debe y quiere hablar”

 

Leyenda viva del folk estadounidense, el cantautor Jackson Browne tiene nuevo disco, «Standing in the breach», con el que sigue indagando en sus temas habituales (amor, política, soledad), que no dejan de los pilares que mueven al ser humano. En su reciente visita a Madrid, conversó con Wilma Lorenzo.

 

 

Texto: WILMA LORENZO.

 

 

La sabiduría es el resultado de acumular experiencias, aprender de ellas y actuar en consecuencia. El talento sin embargo es algo intrínseco a la persona. La mirada de Jackson Browne es una mezcla de ambas cualidades. Una mirada llena de conocimiento que se mantiene viva por lo genuino de su dueño. Su personalidad reside en su sincera forma de observar el mundo y hablar sobre él; en cómo se refiere con la misma pasión al amor que a la política; en esa forma de querer tanto su entorno que le obliga a defenderlo en sus canciones.

Su carrera le convirtió en miembro de The Rock and Roll Hall of Fame en el año 2004 y compañeros como Bruce Springsteen, Ben Harper, Bonnie Raitt o Lyle Lovett quisieron colaborar en el disco de homenaje que el miembro fundador de The Eagles, Don Henley, dedicó a Browne. Y a cambio de todo ese reconocimiento el resto tenemos su música. Casi cincuenta años componiendo canciones que forman parte de la banda sonora de esta película que es nuestra vida.

«Standing in the breach» (Warner) es su último trabajo, en el que de nuevo Jackson Browne abre su corazón para poner letra a sus canciones. Amor, política, soledad; en definitiva los pilares de la vida contados en primera persona.

«Standing in the breach» es un disco de amor, añoranza, sociedad y política, ¿crees que estas son las grandes preocupaciones del ser humano?
Sí, sí que podría ser. El amor desde luego. Y yo sumaría la muerte y la libertad. La gente quiere vivir bien, que todo sea bonito; precisamente por ese motivo no es sencillo hablar de estos temas en una canción. No es fácil hablar del amor o de política desde una perspectiva realista… Pero al final es de lo que uno debe y quiere hablar. Creo que en este álbum he conseguido que todo ese contenido esté bastante integrado. No son canciones independientes cada una sobre un tema. Ese creo que ha sido el gran logro de este trabajo. En el pasado sí se trataba de unidades independientes.

No debe ser sencillo integrar canciones que versan sobre temas que, aún teniendo su origen en la preocupación humana, son tan diferentes. ¿Cómo lo haces?
Me gusta incluir en las canciones referencias que la gente pueda identificar. Que aunque haya cosas que no entiendan y tengan que buscarlas, el resto de la canción sí les resulte comprensible. Quiero que mis canciones sean invitaciones a investigar y conocer más sobre algo concreto así que supongo que demando algo de atención a la hora de escuchar mis canciones.

Y lo haces en un momento en el que precisamente la atención es un bien muy preciado. Pides a la gente que se detenga a pensar e investigar en el mundo actual que vivimos sobre información que, por otro lado, es muy efímera.
Sí, es cierto. Un mundo en el que te planteas: ¿Por qué me voy a detener y prestar atención a esto en concreto con la cantidad de cosas que demandan eso mismo? Es tristemente cierto. Vivimos rodeados de información y más información; lo que hace muy difícil escoger y prestar atención de verdad a algo.

¿Y cómo afecta esto a la música?, ¿crees que una situación así perjudica o beneficia?
No es ni bueno ni malo, es lo que hay.  El mundo de internet y los medios de comunicación masivos es un regalo, pero probablemente acabe por destruir la vida de las personas tal y como ha funcionado hasta ahora. Tienes que intentar encontrar una buena vida que podrá ser fácilmente destruida por culpa de un simple anuncio. Porque la envidia es el germen de esa destrucción. Vivimos en un momento en el que miramos poco lo que tenemos y más lo que queremos tener. Hablo de ello en ‘Long way around’… Me costó bastante encontrar el principio de la canción que finalmente dice: «I don’t know what to say about these days, I’m seeing people changing in the strangest ways». Porque eso es lo que está pasando: «People don’t know when they’ve got it good, they’ve got the envy, and they got it bad». La envidia no deja ver lo bueno que uno tiene y lo expreso con ese juego de palabras. La envidia como algo que poseer. Me gusta las posibilidades que ofrece el lenguaje y jugar con él en mis canciones.

Precisamente una vez dijiste: «La ambigüedad es el mayor arma de un artista».
[Risas] ¡Me gusta! ¿Dije arma? En todo caso es así, adoro la ambigüedad.

Aunque las letras de tus canciones parece ser bastante claras…
Eso es porque la ambigüedad que manejo hace que cuando escuches una de mis canciones automáticamente la interpretes de una manera que tú decides. Esto es algo que me hacía mi padre constantemente. Cuando le hacía una pregunta directa él siempre me respondía algo que podía significar dos cosas absolutamente diferentes y me obligaba a tomar la decisión de quedarme con uno de los dos sentidos. ¿Conoces la palabra «either»? Se puede pronunciar de dos formas diferentes y mi padre siempre me decía: «Either or either [las pronuncia de diferente manera]?. Escoge la correcta». Me gustaba y me sigue gustando.

Volviendo a «Standing in the breach»,  este álbum comienza con ‘The birds of St. Marks’, canción compuesta en 1967. Has afirmado que es ahora cuando la grabas porque antes no habías conseguido que tuviera el sonido que buscabas. Dudo que hayas estado todo este tiempo buscándolo, ¿por qué vuelves a ella?
Pues la verdad es que la tenía totalmente olvidada y la recordé cuando me encontré con Greg Leisz, el guitarrista de este álbum y también del último de Lucinda Williams. Ya estuvo en «The naked ride home», y toca a la perfección la guitarra de doce cuerdas que necesitaba este tema. Aún así yo ya había pensado en varias ocasiones en rescatar esta canción, pero quería que The Byrds la grabaran. Las veces que me crucé con ellos no la tenía en mente y más tarde ya no tocaban juntos. Llamé a David Crosby para que cantara pero no pudo ser, quizás porque ya no canta tan alto como antes. Canta mejor que nunca, muy fuerte –estuvimos juntos hace un par de semanas y la gente alucinaba con su voz–, pero no lo hace alto.

De modo que la grabas con Greg Leisz a la guitarra eléctrica de doce cuerdas, a lo Roger McGuinn, y por fin logras que suene como sonaba en tu cabeza.
Así es. Lo asombroso es que haya tenido que esperar desde 1967 hasta 2014 para poder llevar a la realidad lo que estaba en mi cabeza. Pero ya está conseguido.

¿Y qué queda del Jackson Browne de 1967?
Esa una pregunta difícil… Creo que ha cambiado casi todo, pero a la vez pienso que precisamente esa es la parte de mí mismo que no puedo ver, la que sigue igual. Cuando estuve en Chile actué en la embajada y conocí a una chica que había escuchado todos mis álbumes y me preguntó: «¿Cómo consigues que todas tus canciones suenen a ti?». Y pienso que todo el mundo debe perseguir esa idea, sonar a uno mismo. Aretha Franklin suena siempre a Aretha Franklin aunque esté haciendo algo diferente. Así que volviendo a tu pregunta diría que sigo siendo yo mismo; y que de 1967 quedan The Byrds, que han vuelto a mí en la canción de la que hablábamos antes, y que también queda algo de The Eagles o de Tom Petty.

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«En un mundo perfecto tendría que aprender a ser capaz de expresar que todo está bien porque ahora mismo no sé hacerlo. Ojalá tenga que aprenderlo»

 

‘Yeah yeah’ es una canción de amor que nada entre el resto de canciones políticas y de contenido social de tu último álbum. ¿No es bonita la metáfora?: Que a pesar de todas nuestras preocupaciones el amor siempre está presente.
Es interesante esta observación que haces porque es verdad que siempre buscamos el amor sin importar o saber el por qué. En mi caso creo que empecé a escribir sobre política cuando no quise escribir más sobre amor. Y el motivo final es que no escribo sobre amor si estoy enamorado. No me apetece hablar sobre eso, solo quiero vivirlo. Y te diré que esto supone un problema con tu pareja porque si eres un compositor que habitualmente hace canciones de amor, esa persona espera de ti que escribas una canción de amor para ella. Es terrible [risas]. Recuerdo que a mí me han dicho: «¿Por qué hay gente que puede escribir cosas como “todo lo que ella hace es magia” y tú escribes cosas como “mi problema eres tú”?». [Risas] ¡Pero no es tan sencillo!. Da para mucho hablar sobre cómo es y qué supone escribir una canción de amor. Tengo otra canción que se llama ‘In the shape of a heart’ en la que hablo de alguien que ha muerto pero no aparece explícitamente; lo más importante de esa canción es cuando digo: «La gente habla de amor pero no saben exactamente de qué están hablando». Lo describo de tres formas diferentes: la gente piensa que el amor es creer, pertenecer, encajar e intentar encontrar un nombre propio para paliar esa sensación de anhelo. Me gusta coger el amor y describirlo de diferentes formas porque realmente es así.

¿Es ‘Yeah yeah’ una forma de describir el amor?
‘Yeah yeah’ es una canción sobre ese chico que quiere pasar toda la vida con una chica a pesar de todas las dificultades que pueda haber: «Estoy mirando por la ventana y parece que quiero irme pero no, estoy bien aquí». La idea es: «Puede que no me veas feliz pero estoy aquí contigo, así que sí lo estoy. Mi forma de ser impide que veas cuánto te quiero». Y la verdad es que esta canción la compuse hace dos o tres relaciones. Así que mi novia actual me preguntó: «¿Entonces esa canción sobre quién es?» [risas]. Yo se lo cuento y creo que más o menos lo entiende. En el anterior disco hay una canción sobre una chica cubana que conocí hace algún tiempo y mi novia también quiso saber quién era. Al final cuando escribes sobre amor la gente a tu alrededor espera que tus canciones sean algo así como un reporte de la salud de tu relación actual. Y no lo es. Y es terrible tener esa presión. Es lo que te decía, creo que eso me llevó a escribir sobre política [risas]. ¡Es mucho más fácil y, desde luego, más seguro!.

¿Y cuando escribes sobre política o problemas sociales lo haces desde el cabreo o es un acto racional?
No es cabreo pero sí es una necesidad de describir el mundo tal y como lo veo. A veces aprendes algo y crees que es bueno que alguien más lo aprenda; pero no se trata de escribir una canción que exprese: «¡Seguidme!». Eso nunca es una buena idea y nunca lo haría, es más invitar a reflexionar. Pero en este disco creo que más o menos todos los temas de los que hablo son conocidos por la gente en mayor o menor medida; porque son canciones sobre el mundo en el que vivimos todos. La idea es mostrar la realidad tal y como yo la veo, y si es posible, hacer pensar a alguien.

En el fondo se parece bastante al trabajo de un periodista: «Esto es lo que está ocurriendo, ahora pensad sobre ello». ¿Cuando la política empezó a tener presencia en tus canciones alguien te intentó frenar por el riesgo que ello conlleva?
¡Los periodistas me lo dijeron! [risas]. Pero es que yo no vivo aislado. Don Was, productor de The Rolling Stones, Bob Dylan y Bonnie Raitt, antes pertenecía al grupo Was (Not was) y en una entrevista le preguntaron por una canción de contenido político que tenían en uno de sus álbumes. Él contesto: «Bueno, no vamos con una pancarta ni apoyamos movimientos reales como Jackson Browne» [risas]. Me pareció algo muy divertido; entonces no nos conocíamos y ahora somos amigos. Y bueno, sí soy algo depresivo con ese tema, aunque creo que incluir demasiada información política no es una buena idea porque si la gente escucha una canción y no entiende de qué va, pueden sentirse culpables por no saber demasiado o directamente no sentirse identificados. Así que hay que encontrar el lenguaje adecuado para que la gente se reconozca en tus canciones.

Quizás el reto es ese: conseguir que las canciones sean claras sin ser evidentes, y a la vez bonitas.
Sí, hacer que la gente conecte con ese tema que a ti te preocupa. Por ejemplo la canción ‘Leaving Winslow’ trata sobre un señor mayor que ha pasado toda su vida saltando de tren en tren. Me interesaba contar su historia, que es una historia de soledad sobre una persona que además nunca ha tenido una responsabilidad real ni un lugar al que aferrarse. Y al final de la canción él habla de la desaparición de la capa de Ozono, de la desaparición de la clase media… Y de la desaparición de él mismo como un hecho más. Es así como espero que la gente conecte.

Si analizamos tus canciones el tiempo pasa, los gobiernos cambian, y sin embargo los problemas que planteas siguen siendo los mismos o aún peores.
Los problemas son peores porque los gobiernos en realidad no cambian. Y así las cosas no mejoran. Los gobiernos no se adaptan a los cambios que se producen en la realidad ni llevan a cabo acciones muy simples para mejorar la situación. En mi país todavía vivimos la Guerra Fría. Nuestro gobierno aún está empeñado en controlar el mundo entero. Tenemos bases militares en 87 países diferentes, ¿para qué? Nada ha cambiado en realidad. Aún nos intentan concienciar para que entendamos por qué vamos a la guerra. Ocurrió con la guerra por Cuba cuando decían que todos los españoles eran monstruos que asesinaban bebés. Y ahora nos convencen inventando razones por las que hay que estar en Irak, Afganistán… «Por el bien de la democracia», ¡eso es una mentira!

¿Crees en la democracia más allá del sistema utópico que vemos sobre el papel?
Pues tengo muchas dudas al respecto la verdad. No creo que tengamos una democracia, eso lo primero. No en mi país al menos. Pero la democracia es una buena idea. Cuando le preguntaron qué pensaba de la civilización occidental a Gandhi, él dijo: «¡Oh, puede ser una buena idea!» [risas]. La democracia es una buena idea pero desde luego en Estados Unidos no se lleva a la práctica. De momento el dinero es el que manda.

Por hablar de algo que sí ha cambiado a lo largo de tu carrera: la industria musical. ¿No crees que ahora hay más artistas que tienen algo que vender que aquellos que tienen algo que contar? Jonathan Franzen en su libro «Libertad» los describe como «fabricantes de chicles» que venden sus canciones en iTunes por 0,99€ que sobreviven en los oídos de la gente lo mismo que un chicle tarda en quedarse sin sabor.
[Risas] Me gusta esa forma de verlo. Siempre han existido grandes estrellas del pop que han vendido un montón de discos pero sí es cierto que tenían su valor aunque a mí no me interesaran. Yo tenía fijación por el folk, el country… Por supuesto Bob Dylan…

¿Y crees que de la generación actual va a salir un nuevo Bob Dylan?
Bueno, es que aunque no tenemos que olvidar que, por ejemplo, The Beatles fueron un fenómeno de masas, los comienzos antes eran otros. Ellos tenían una base musical muy buena y se hicieron populares cuando comenzaron a escribir sobre sus propias vidas. Cuando conocieron a Dylan empezaron a escribir en serio. Pero en todo caso The Beatles siempre fueron, desde el primer día, una banda genuina a pesar del marketing que les rodeaba. Eso les ha hecho sobrevivir porque eran reales. Y hay pocas cosas reales hoy día.

Para terminar, ¿si el mundo fuera perfecto sobre qué escribiría Jackson Browne?
¡Exacto! ¿Sobre qué? En un mundo perfecto tendría que aprender a ser capaz de expresar que todo está bien porque ahora mismo no sé hacerlo. Ojalá tenga que aprenderlo.

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