Izal: La fiesta tropical del club Copacabana

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“Se agradece también esa apuesta por la espontaneidad, quizás uno de los talones de Aquiles de esta agrupación, con transiciones unas veces sin sentido y otras muy trabajadas, pero con poca fluidez que crean altibajos en los conciertos”

 

Con una agenda bien nutrida de actuaciones durante los próximos meses, Izal ha arrancado el año haciendo triplete en el Circo Price madrileño. A la primera de las tres citas acudió Eva Rodríguez.

 

 

Izal
Circo Price, Madrid
21 de enero de 2016

 

 

Texto y fotos: EVA RODRÍGUEZ.

 

 

Comiéndose la vida, como dice una de las letras de su último disco: así va por las salas el quinteto Izal. Han pasado de sacar discos con apoyo del crowdfunding a llenar el Palacio de los Deportes de Madrid y ser cabezas de cartel en los festivales de verano. La cita esta vez era en el Circo Price de la capital, tres días consecutivos con todo vendido, en un ambiente caldeado –por la temperatura y por las ganas del público, mayoritariamente femenino–.

Con letras sencillas han reclutado a un numeroso club de seguidores que ahora les acompaña por su peculiar ‘local de carretera’, un ambiente que pretenden evocar en su última gira “Copacabana”, que también da nombre a su nuevo disco. Unas 1800 personas entraron en el juego de este club con luces de neón y una puesta en escena muy medida.

 

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Una voz susurrante de mujer anunciaba la inminente salida del grupo pasadas las nueve de la noche para dar comienzo a la esperada fiesta con nombre tropical. En este primer día –en el que estuvieron todos bastante contenidos, a excepción del vocalista Mikel Izal– hicieron un repaso a canciones de sus tres discos durante las más de dos horas que duró el concierto. Un placer ver que han cambiado las fórmulas con las que daban paso entre canción y canción en su gira anterior. Se han salido por fin del guion de la celebración de cumpleaños y la presentación de la pequeña Alba previa al tema ‘Agujeros de gusano’. Se agradece también esa apuesta por la espontaneidad, quizás uno de los talones de Aquiles de esta agrupación, con transiciones unas veces sin sentido y otras muy trabajadas pero con poca fluidez que crean altibajos en los conciertos.

A capela, con ‘Copacabana’, comenzaron el show durante el cual Mikel no dejó de animar al auditorio a no quedarse en la butaca del teatro. “Hoy, mañana y pasado no queremos veros sentados”, dijo, a lo que una chica con acento argentino en el asiento de al lado replicaba: “Bailar, baila regular, pero le pone mucha onda”. Con naturalidad todo se puede.

En el repertorio de la noche, en el que tocaron un total de 22 canciones, incluyeron ‘Asuntos delicados’, ‘Hambre’, ‘Despedida’ o ‘Prueba y error’, esta última con la gente saltando y bailando sin parar. “Nos quedaríamos a vivir aquí, sería un buen lugar”, dijo el cantante antes de dar paso a la segunda parte del concierto, precedida una vez más por la voz susurrante de mujer de programa de radio de altas horas de la madrugada.

En una atmósfera más íntima, permanecieron sentados queriendo emular el ambiente de un club de carretera y de las pequeñas salas, a las que también rindieron homenaje. “Id a ver a grupos que no conozcáis. Sin salas pequeñas no habría grandes”, añadió Mikel, y tocaron así ‘Sueños lentos’ y ‘Palos de ciego’, con la incorporación de un nuevo músico al grupo al mando de un xilófono.

Tras este breve intervalo más pausado continuaron con ‘Los seres que me llenan’, una canción aclamada por un seguidor mexicano, que dicen los siguió en la mayoría de sus conciertos en el país centroamericano a grito de “¡Toquen ‘Los seres que me llenan’!”. Esta vez cumplieron sus deseos, aunque a miles de kilómetros.

 

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“Mañana vienen mis padres. Hoy están de turismo. Esta es la canción más emotiva para mí y se la dedicaré a los abuelos de mi sobrina”. Así presentaba Mikel ‘Pequeña gran revolución’, a la que siguió ‘Hacia el norte’ y ‘Tu continente’. Con ‘Agujeros de gusano’ la sala explotaba y retumbaba el suelo.

Una de las canciones que dice haber disfrutado más personalmente el vocalista es ‘Magia y efectos especiales’, y no es para menos, con su letra y sus acordes empezó su éxito pocos años atrás. En esta ocasión, no terminó con ‘La mujer de verde’, que estará presente entre el público durante el concierto del sábado, sino con un tema del último disco. “Ha sido especial. Salud a todos”, exclamó Mikel como preámbulo del final que se aproximaba.

Para cerrar reservaron uno de sus temas más conocidos, ‘Qué bien’, que dirigieron esta vez a todos aquellos que les piden por las redes sociales dedicatorias en forma de canción a algún conocido.

La contención del grupo saltó por fin por los aires en los dos últimos temas de la noche, ‘Pánico práctico’ y ‘El baile’. Quizás esta sea producto de la responsabilidad de levantar tres días de concierto y dosificar fuerzas. “Nos tenemos que ir a dormir porque mañana toca volver. Mañana mandadnos fotos de hoy, para poder decir: “Estos son los diez que mejor se lo pasaron ayer”. Y se despidieron con ritmos tropicales, foto de grupo y guiños al público, entre los que se encontraban numerosos amigos de Emmanuel Pérez (bajo), Alberto Pérez (guitarras), Iván Mella (secuencias), Alejandro Jordá (batería) y el propio Mikel Izal.

 

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