Iván Ferreiro: Pensando y haciendo lo que le viene en gana

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«Amaro y yo trabajamos de una forma que a veces parecemos uno solo. Lo que queremos son las mejores canciones posibles, nos da igual de quién es la puta canción»

 

Derrochando talento en cada escenario que pisa y en cada nuevo disco, Iván Ferreiro es una de las piezas esenciales para comprender el pop español del siglo XXI. De su nuevo disco, «Val Miñor-Madrid. Historia y cronología del mundo», conversa con Arancha Moreno.

 

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: JARA VARELA.

 

 

El calor de principios de octubre ha sorprendido a Iván Ferreiro en plena vorágine promocional de su último disco, «Val Miñor-Madrid. Historia y cronología del mundo». Lleva días atendiendo a la prensa, y viajando de una ciudad a otra, y el caos del movimiento hace que se olvide de enviar el teclado a la próxima ciudad en la que tiene que tocar. Es solo un detalle de ese continuo ir y venir que es su vida, la mayor parte del tiempo entre las dos ciudades a las que alude el título del disco, y el resto, girando. A primera hora de la tarde, nos recibe en su casa de Madrid, nos prepara un café y nos acomodamos en el salón, donde guarda sus nuevos vinilos de un precioso azul eléctrico. Los discos vienen acompañados de un tablero de juego y un libreto con su particular forma de ver el mundo; las canciones visten un traje nuevo, más optimista que de costumbre. Muestran la parte “feliz” del vigués que hemos visto en otros escenarios, el carácter que enseña entre sorbo y sorbo de café, pero que no solía colarse en sus composiciones. Y cuenta que, en el proceso compositivo, llegó a sentir pudor.

En tu nuevo trabajo se habla de un nuevo “universo Ferreiro”, pero ese universo plasma todos tus discos, aunque quizá con conceptos diferentes.
Yo no tengo la sensación de cambiar los conceptos de las cosas, sí que siento que las canciones que tengo cada año tienen un tono diferente. Siempre tiene que ver con el universo del oyente. Lo único que hago es jugar a distintas formas de lo mismo, que es como percibo el mundo, como cada uno percibe el suyo, es el discurso más viejo de la historia. Este año queríamos jugar mucho más a eso.

«Val Miñor-Madrid. Historia y cronología del mundo». ¿A cuándo se remonta?
Lo divertido del título es que no habla del pasado, está puesto antes de saber la historia que se va a hacer. En el disco se deja claro que no se quiere hablar del pasado, a mí me importa lo de ahora. El disco va de pasárselo bien y de estar contento.

Así que refleja cómo estás viviendo ahora.
Yo siempre estoy bastante contento, joder. Estoy de peor o mejor humor por temporadas, pero siempre estoy bastante contento, lo que pasa es que queríamos hacer los discos de una manera. Para lo bueno y para lo malo, en cada momento hicimos el disco que queríamos hacer. Nos dábamos cuenta de que nos faltaba una parte emocional, y aprovechando que estábamos de gira, contentos, que la vida nos trataba bien, dijimos “vamos a intentar no amargarnos mucho”.

¿Os disteis cuenta de la falta de “canciones felices” al repasar todo el repertorio en el directo «Confesiones de un artista de mierda»?
Sí. Cuando hicimos «Picnic extraterrestre» sabíamos que era un disco que iba a tener un rechazo, era bonito, pero era incómodo. Cuando hicimos «Confesiones de un artista de mierda», hablamos con la compañía y vimos que estábamos todos en el mismo punto, no teníamos ganas de tener la presión de hacer un disco, teníamos ganas de ir haciendo algo más suave. «Confesiones…» nos dio la opción de descansar y de cambiar la forma de tocar. Necesitaba moverme en pequeño. Estaba cansado, porque era difícil conseguir conciertos con banda, era una responsabilidad muy grande. Empecé yendo yo solo con el piano, hasta prescindí de Amaro una temporada porque quería ir solo. Viajaba solo, llegaba a las salas yo solo y me gustaba irme solo. Luego surgieron más conciertos, había que conducir y venía Manolón [su road manager], metí a Amaro dentro y empezamos a ir los tres en el coche. Nos pusimos con el piano y los acústicos muy duramente, y aprendimos a tocar mejor, viendo los temas desde otro sitio, sin necesidad de una batería. Cada vez que volvíamos nos poníamos a escribir, con mucha calma, pero sin parar.

¿Simplificar los directos os ayudó mucho a crear este disco?
Tocar tenía que ser más simple para que pudiéramos componer con calma. No queríamos el mogollonazo que teníamos todo el rato: un montón de gente viajando, gente en los camerinos, en todos lados, un ritmo de viaje infernal… Entramos en un ritmo infernal también, pero de otra manera más natural: llegábamos, probábamos, cenábamos y tocábamos. Podíamos ir cambiando todo a medida que tocábamos, añadir un tema en cualquier momento, y tenía mi ratito yo solo.

Hacía tiempo que no tocábais así, los dos solos, salvo en alguna ocasión puntual.
Hacíamos algunos así, pero no nos gustaban mucho. Como yo no le metía al piano bien, nunca quería entrar con el piano y era Amaro el que mandaba, y se aburría un montón llevando el ritmo todo el rato y marcando la armonía mientras yo cantaba. Cuando empecé a hacerlo yo solo, cambiamos la forma de tocar, empezaba yo y él venía detrás de mí. Amaro ya podía pararse a tocar música y no tenía que hacer la labor de albañil, ¿sabes? Cambió bastante, empezamos a escribir de otra manera, a juntarnos de otra forma.

¿Escribíais el disco cada uno por vuestro lado?
Escribíamos todo el rato. Si estábamos solos, por nuestra cuenta, si estábamos juntos, pues juntos, y con otras personas. En este disco estamos más mezclados. Solíamos dejar las canciones del otro muy intactas, pero esta vez nos metimos en las canciones, por eso algunas están firmadas por los dos. ‘Bambi Ramone’ y ‘Alien Vs Predator’ salieron de Amaro. Estamos más mezclados, trabajamos de una forma que a veces parecemos uno solo. Lo que queremos son las mejores canciones posibles, nos da igual de quién es la puta canción.

Lleváis casi diez años trabajando juntos, y en cada disco habéis pasado por una fase distinta: melancolía, tristeza, rabia, amargura… ¿En todos los discos estábais los dos a la par, o se partía de tu estado de ánimo y Amaro te ayudaba a empujar?
Siempre fue un poco guiado por mí. En «Canciones para el tiempo y la distancia» estábamos a la par, en «Las siete y media» yo estaba muy triste. Nos han ido acompañando las emociones, sí es cierto que él ha pasado épocas felices en las que yo he estado para abajo, él en «Picnic extraterrestre» estaba mucho más alegre, y yo no, estaba tratando de averiar todo lo que encontrara. La parte musical más optimista la genera él casi todo el rato.

Dices que es un disco feliz, pero tenías miedo a resultar “empalagoso”. ¿Tienes pudor artístico?
Sí, pero ese pudor no está en el disco, está en todo el proceso mientras lo voy haciendo. Cuando se ha grabado el disco ya no tengo miedo. Sí tengo miedo de cómo irán las cosas, muchas cosas de mi vida dependen de cómo vaya un disco. Es un pudor que tenía antes. Teníamos temas más alegres pero no nos entraban en los discos, y no había encontrado la manera de enfrentarlos. Sí hay un pudor, sin pudor no hay valentía. Al final ya estábamos muy contentos, teníamos muy claro cómo era el disco. Fue muy fácil grabarlo, estaba bastante dirigido. Tuvimos mucho en cuenta lo que opinaba David Bonilla [A&R de Warner], y Ricky [Falkner, el productor], y vimos qué era lo que pensaba cada uno.

El disco arranca con ‘El Bosón de Higgs’. Es un disco feliz, pero empieza con cierta nostalgia.
No hay otro tipo de felicidad, el que sienta otra felicidad es muy joven. ‘El Bosón de Higgs’ va de estar tranquilo. Si esperas estar completamente tranquilo, eso va a pasar solo por momentos. Yo tengo hijos que no son tan mayores y ya estoy nervioso pensando en que cuando salgan por la noche y les espere en casa no voy a estar tranquilo. Cuando estoy en Val Miñor echo de menos Madrid, y cuando estoy en Madrid echo de menos Val Miñor. Cuantas más cosas quieres, más cosas vas echando de menos, porque nunca van a estar todas juntas y no vas a tener la seguridad de que todos van a estar bien. Me refiero a las personas, a las cosas y a los lugares. Lo interesante es ser feliz sabiendo que la vida está moviéndose, lo otro es ser un insensato. Hay que estar feliz sabiendo que mañana te pueden llamar con una mala noticia. La canción va de eso, cuando alguien es capaz de estar sin un montón de cosas que echa de menos y estar tranquilo y ser feliz, y echar de menos de una forma feliz.

Pero es diferente la felicidad antes de haber sentido el dolor.
Sí, pero el dolor va intrínseco en cada nueva felicidad. De alguna manera, cada vez que algo sale bien, ya sabes que en algún momento se puede estropear.

¿Y qué hacías leyendo a Isaac Asimov, a quien “robaste” el título de este trabajo?
Nada, divertirme, como siempre, culturizarme no es para mí. Sigo con Asimov, me leo uno suyo y otro de otro escritor. Amaro estaba leyendo «Historia y cronología del mundo», íbamos hablando de historia todo el rato y nos parecía un título precioso. Sobre todo viniendo de dos tíos que no teníamos nada que contar.

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«Yo suelo moverme y posicionarme para tener los máximos conciertos posibles, pero no hay que olvidar que todos estamos en una situación muy fea»

En este disco hablas del mundo, pero desde tu perspectiva.
No podría hacerlo desde otro sitio, es una cuestión de capacidades.

En el libreto del disco se entiende muy bien ese mundo del que hablas: dices que tu mundo empieza con tu primer recuerdo, que fue un trozo de jamón york que te da tu madre en la cocina. El mundo parte del primer recuerdo.
Al final, por mucho que acumulemos, mi día a día es un puto ascensor, da igual donde está Orión. Para poder hacer la historia de la humanidad habría que hablar con todos y cada uno de nosotros.

Pareces el narrador o el personaje de todas tus canciones, ¿lo eres?
Ese es el juego, aunque también hay muchas historias que nacen de hipótesis. Lo importante está en que cada canción te lleve a un lugar, y en ese lugar da igual si estoy yo detrás o no. Siempre estoy, de alguna manera, pero trato de que nunca se vea la manera en la que estoy, no lo muestro claramente.

A nivel musical, ¿qué has explorado esta vez?
Creo que hay una diferencia en los ritmos, en la energía hacia donde va la música. Metimos referencias que antes no metíamos, queríamos que hubiera mucha música detrás. Hemos ido complicándonos a medida que hacíamos discos. Con «Canciones para el tiempo y la distancia» éramos muy sencillos, y hemos ido metiendo elementos. La base de este disco la hacen Ricky y Mole, que llevan tocando el bajo y la batería juntos desde que eran pequeños; Emilio y Amaro mueven las guitarras de puta madre, Pablo pasa a los teclados… Metimos toda la música que pudimos. El papel importante es el de Ricky, que es el que curraba e hizo la mezcla.

¿Has grabado algún instrumento?
Yo he grabado algún tecladito y alguna palma [risas]. Los teclados que destacan son de Pablo, los míos son de relleno todo el rato.

Vuelve a haber cambios en tu banda, pero está perfectamente engrasada.
La banda se fue formando poco a poco, han ido pasando músicos que nos han ido aportando cosas, y han seguido sus caminos con diferentes proyectos. Nos hemos quedado Pablo, Amaro, Emilio y yo, ellos son tres guitarristas de generaciones distintas, queda una banda supercerrada, y la base es perfecta, así que me veo cubierto para poder tocar a mis anchas.

¿Cómo fue la grabación en Barcelona?
Fue muy fácil, rápido, divertido todo el rato, emocionante. No tuvimos parones, fue más o menos un mes. Tardamos un poco más con Julieta [Venegas], porque la grabamos en enero, tuvimos que esperar a hacer el último tema. Vino a Barcelona y lo hicimos aquí, ella quería estar con nosotros. Pablo hizo de puente de toda esta historia.

Un gran acierto, la colaboración de Julieta Venegas en ‘Alien Vs Predator’.
Ella está maravillosa, queda un juego chulo, yo estoy encantado con la canción.

A pesar de haber metido mucha música, parece un disco muy pensado para tocarlo en directo.
Cuando llegamos a ensayar el disco, grabamos los ensayos y sonaba como un tiro. Creo que tiene mucho que ver el hecho de que Amaro y yo estamos tocando todo el rato, que hayamos escrito las canciones tocándolas encima, eran canciones para ser tocadas. Cuando metes los demás elementos encima cada uno disfruta de su parte todo el tiempo. En los últimos bolos que hicimos la gira pasada fuimos contentos, el repertorio era maravilloso y funcionaba muy bien.

¿Y con qué repertorio vas a mezclar este disco?
Hay muchos temas para elegir, cada vez es más difícil, pero hay que tirar del sentido común y de las ganas.

La gira arranca el 25 de octubre en Barcelona, y sigue el 26 por Madrid, antes de pasar por otras ciudades. De nuevo en marcha, ¿pinta bien?
Tengo cositas, la verdad es que no va mal la cosa. Espero que este año me permita más tocar con banda, a ver si hay público.

Pero tú siempre tienes público.
Siempre tengo público, pero mi carrera ha ido oscilando. Hay años que funcionan mejor y otros peor, años que hay más bolos y otros menos, no estoy en un sitio donde siempre vaya a haber conciertos. Yo suelo moverme y posicionarme para tener los máximos conciertos posibles, pero no hay que olvidar que todos estamos en una situación muy fea. Hubo una época en la que la industria estaba en crisis y el país no. Hubo un momento que se vendían menos discos pero los grupos seguíamos tocando, y todos decían “da igual lo de los discos porque los grupos tocan”. Después el país entró en crisis y dejamos de tocar porque la gente no tenía dinero para las entradas. Es una época muy rara, a lo mejor tienes un disco que gusta mucho pero se toca poco. Yo he tenido dos años muy buenos, pero soy consciente de que tiene que ver conmigo y con que he tenido suerte. He tocado un montón y espero seguir tocando un montón.

Desde fuera sí parece que tienes una legión.
Sí, pero también depende de sus cosas personales y de sus vidas. A lo mejor ese día que tocas pasa algo, o hay un partido importante, ya no es algo tan estable como en otros tiempos. No me quejo, sé donde estoy, pero me gustaría rodar a la banda porque merece la pena.

¿Ves las cosas complicadas, entonces?
Veo grupos que van tirando, otros que hacen cosas y van para abajo, veo cómo se venden menos discos y suben las descargas, pero no sé si el dinero de las descargas pagadas y el streaming da, no tengo ni idea. Hace cuatro meses te hubiera dado una opinión, pero estos meses he preguntado cosas, datos de lo que sacamos de Spotify, de los conciertos… Nadie tiene un dato, no sé cómo lo veo. Veo más información de música que nunca, también más clonada que nunca. Siento que tengo más información, pero no sé si es buena, noto que tengo el «feedback» de la gente, de cosas que antes no tenía. Sé muchas cosas, pero no sé qué peso tiene cada una de ellas.

Es curioso, porque siempre has tenido las cosas muy claras.
A lo mejor es que estoy aburrido de analizar, porque son tan desacertados mis análisis a lo largo del tiempo… Sí entiendo cómo lo veía en cada momento, y si volviera a ese momento suscribiría mis palabras, pero tres meses más tarde me doy cuenta de que cosas que daba por ciertas no lo eran. Qué más da, la comprensión del mundo me está empezando a dar igual. También tiene que ver con «La historia y cronología del mundo», no dar ni un solo dato sobre algo que pueda uno corroborar. Ya no sé ni lo que pienso, voy a pensar lo que me da la gana porque al final voy a estar más contento. Es el acto más científico que he hecho en toda mi vida.

Volviendo a la gira, el año pasado, este año tocarás en Valencia el 6 de diciembre para celebrar el 15 aniversario de EFE EME. ¿Vendrás con Amaro?
Yo espero ir con toda la banda, ¡espero ir con toda la carga!

Después de tocar en España, ¿saltarás a otras ciudades de Europa, como otros años?
No sé si habrá algo por Londres o París este año también, ojalá, si me sacan de viaje voy encantado.

¿Y para cuándo Sudamérica?
Estoy viendo la posibilidad de ir a México. México está en mi cabeza todo el rato. Fui una vez con Piratas, y no pasó nada, también fue una cosa pequeñita. Pero iremos la segunda quincena de febrero, si Dios quiere.

Por cierto, ¿cómo viviste ese dúo musico-cómico que te marcaste con Leiva?
Lo de Leiva fue maravilloso. Fue guay, fue de puta madre irnos los dos por ahí, prepararnos un repertorio, tocar… Nos venía muy bien a los dos, no solo a nivel musical, que es importante, lo guay era irnos los dos y estar juntos. Llevamos tres días intentando quedar y no hay manera, probablemente para poder vernos tengamos que montar una gira algún día.

Entonces, ¿habrá secuela?
No lo sé, pero no me extrañaría tampoco. Se vuelve todo complicado para que nos coincidan las cosas. Con los años, cada uno tiene más responsabilidades y menos tiempo. Él está haciendo cosas en América, está con su disco, tiene ochenta y cinco grupos, es el tío que toca con más gente que yo conozco. Creo que cuando relajemos los dos un poco nos veremos y nos iremos a tocar, son vacaciones para nosotros.

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