Iván Ferreiro: Canciones en una tela de araña

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“He hecho un disco sobre la intimidad, pero hay filosofía y metafísica todo el tiempo, la palabra ‘realidad’ es la que más se repite en todo el disco”

 

Iván Ferreiro tiene nuevo disco, “Casa”, un trabajo que en la versión en CD presenta en una caja de cartón y que contiene toda una galaxia. Doce canciones en las que habla de la libertad y la realidad, y donde se descubre un poco más a sí mismo. De todo ello habla con Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: WILMA LORENZO.

 

A caballo entre Gondomar (Vigo) y Barcelona ha registrado Iván Ferreiro su nuevo disco, “Casa”. Repite equipo: sigue trabajando mano a mano con Amaro, mantiene la misma banda (su hermano y Emilio Sáiz a las guitarras, Pablo Novoa a la guitarra eléctrica, piano y teclados, Xabi Molero en la batería y Santos Berrocal en las percusiones) y Ricky Falkner ha vuelto a encargarse de la producción y del bajo. Leiva llegó con un estribillo fascinante para ‘Farsante’, Martí Perarnau le acompañó en las voces de ‘Los restos del amor’ y Nico Pastoriza le ayudó con ‘Tupolev’. Los amigos han estado ahí, empujando en las canciones y fuera de ellas. Un apoyo fundamental para encarar un trabajo en el que ha abrazado estilos de muy diverso pelaje pero siempre desde su forma de abordar las canciones. Dice Iván que es un disco “de subida”, y jugando con las mismas palabras, “de su vida”, porque provoca emociones siempre a partir de lo que vive. Pero a pesar de los baches que se le han presentado en los últimos años (y que él cuenta en una carta escrita por su personaje Rai Doriva, que acompaña al cedé), el Iván de este disco no pelea con nadie, no vuelve al sentimiento ‘Farenheit’, abre el ángulo y ve siempre la luz aún en mitad de un túnel. Y más que nunca, envuelve. Como si de una tela de araña gigante se tratase, sus canciones piden ser escuchadas en bucle. Un bucle sonoro que ha metido en una caja de cartón firmada por él mismo, que simboliza más que nunca lo concreto y lo universal de sus textos. De todo ello nos habla desde una sala de reuniones de Warner, después de cruzarse con una estrella latina de su compañía que le ha saludado sin tener la menor idea de quién demonios era Iván Ferreiro. Otro quizá se hubiera ofendido, pero él se ríe a más no poder. Porque él sostiene que hay que saber reírse todo el rato. Y con un disco como «Casa» tiene motivos para sonreír.

 

El primer tema que compusiste para este disco fue el que cierra el álbum, “El río alquitrán”, y la canción que lo abre, “Casa, ahora vivo aquí” es la última que escribiste. ¿Por qué propones una escucha a la inversa?
Siempre tuve claro que ‘Casa’ tenía que ser la primera, mientras iba escribiendo me di cuenta de que me faltaba una canción para explicar todo lo anterior. Cuando la gente escuchaba las maquetas del disco a nadie le daba la sensación que me daba a mí, y me di cuenta de que era porque faltaba un tema para explicar de dónde venía todo eso. Yo lo tenía claro, pero no existía en una canción. Lo adecuado era empezar por ‘Casa’, empezar contando las conclusiones a las que he llegado, y luego de dónde salen esas conclusiones.

 

Tenías el concepto claro, pero la canción no acababa de llegar.
Porque iba pasando por las otras partes primero, había tenido un año jodido pero tenía a mis amigos ayudándome todo el rato. Realmente hicimos lo mismo que “Canciones para el tiempo y la distancia” (Warner, 2005): lo escribimos todo y la última fue ‘Canciones para el tiempo y la distancia’, que era la primera. A veces para explicar de qué va el disco tienes que haber escrito todo lo demás, si no, sería una declaración de intenciones que quizá no te salga demasiado bien. Aunque creo que ‘El río Alquitrán’ es lo mismo que ‘Casa’, en el fondo es la misma canción, lo que pasa es que es mucho más opaca en el texto, más hermética, sugiere cosas en vez de decirlas de una forma clara. En las primeras estrofas de ‘Casa’ se dice todo: «Vuelvo a casa, en la zozobra de mi corazón (…) /Pensé que estaba solo y descubrí / que estaban todos los que importan”. Necesitaba que el resumen fuera el principio.

 

Es frecuente que escribas dos canciones que hablan de lo mismo, pero con dos ópticas distintas, ¿surge así?
Creo que casi todo el disco habla de lo mismo, dependiendo de cómo enfoco esa historia, desde ese sitio musical, de melodía, de cómo empleo las palabras… me surgen los cinco significados que me gusta que aparezcan. Hablo de una cosa pero estoy hablando de treinta. Ese mundo cuántico de que las canciones signifiquen muchas cosas a la vez me encanta, es de lo que me alimento, necesito que tengan su puerta trasera. La gente ve una cosa en ‘El pensamiento circular’ y yo veo cinco cosas que no tienen nada que ver con lo que está viendo el oyente. También jugamos a hacer un vídeo que dirija hacia lo que todo el mundo cree. Tener una línea hace que puedas hablar de ochenta cosas manteniéndote dentro de esa línea. Hablando de lo mismo y cambiando el estilo musical, porque son todas muy distintas musicalmente, me están sugiriendo cosas totalmente diferentes, la misma emoción me lleva a sitios distintos. No es lo mismo estar triste solo en casa, que estar triste en una fiesta, estar triste de viaje, triste solo o triste acompañado.

 

 

¿‘El río Alquitrán’ es la transición desde “Val Miñor-Madrid. Historia y cronología del mundo” hasta “Casa”?
Sí. Después de “Val Miñor-Madrid (…)”, que era un disco de amor, ‘El río Alquitrán’ pretendía plantear qué pasa cuando el amor no es un problema, y pasas a cosas más importantes. Mi idea principal era hacer un disco filosófico, y me encuentro con una situación personal en la que me replanteo las cosas, pero no quise salirme de la parte filosófica. He hecho un disco sobre la intimidad, pero hay filosofía y metafísica todo el tiempo, la palabra “realidad” es la que más se repite en todo el disco. ¿Qué coño es la realidad?

 

También hay muchas referencias al espacio: están las naves espaciales en las que casi no hay espacio, la luz que tarda ocho minutos en llegar…
Es que lo tenemos alrededor todo el rato (ríe). Está en mi vida todo el tiempo, me gustaría que los demás miraran al cielo un poco más. ¡Que dejaran de ver la tele y miraran al cielo!

 

En este concepto del disco que tenías tan claro, has descartado canciones. ¿Por qué no has incluido esos temas, y cómo has dado forma al concepto que querías transmitir?
Quería quitar la amargura. Tengo canciones con muy mala hostia, he jugado mucho a eso y me encanta, pero quería que este disco fuera amable. Es duro en muchos aspectos, pero no quería rencor, que nadie se sintiera mal, todo lo contrario. En el caso de la parte sentimental, quería que a la otra persona que ya no está conmigo le sirva el disco exactamente igual que a mi, no es un disco dirigido a ella, espero que ella sienta lo mismo que yo, cuando es triste, alegre… si yo quiero superar las cosas, espero que el otro también. No he querido hacer un ajuste de cuentas como Quique González, que dice que cada canción es una pequeña venganza. No quiero vengarme de nadie en este disco. Siempre que haces una canción puede haber una persona que se sienta mal. ‘Farenheit’ le gusta a mucha gente porque se desahoga, pero hay personas a las que les va a sentar mal cuando la escuchen. No me importaba en ese momento, incluso me apetecía, pero ahora no me apetecía nada. En la película “La juventud”, de Sorrentino, hay un momento en el que el actor dice algo muy increíble: “Me he dado cuenta de que se puede hablar sobre el horror o sobre el deseo, y yo voy a preferir hacer películas sobre el deseo”. Yo he tratado de hacer eso sin darme cuenta. Siento dolor, pero no quiero provocárselo a nadie, quiero que el disco haga sentirse a todo el mundo bien, que el que lo escucha, aunque tenga problemas, piense que todo va a estar bien. Y no es un disco de autoayuda, no te da consejos. Solo digo: “Oye, tranquilo, hay luz todo el rato”. Tú sabrás encontrarla a tu manera. No te voy a decir que medites por las mañanas o que vayas al tarotista, o al psiquiatra. Haz lo que te de la puta gana, pero que sepas que está todo bien, siempre que no tengas una enfermedad terminal, o los dramas de la vida. Mi disco no habla de los dramas de la vida, habla de la parte íntima, y quiero que te sientas bien cuando termines de escuchar el disco. Si te fijas, todas las canciones acaban bien. La única que acaba con un machete es ‘Tupolev’, que en el fondo tiene que ver con la rebeldía de decir: “Mira, no vas a poder atacarme con nada”. Todas las canciones no van a poder conmigo, y ahí pongo la canción como el arma máxima de destrucción masiva. Y si todas las canciones no van a poder conmigo, no va a poder una bomba atómica ni un meteorito.

 

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“No he querido hacer un ajuste de cuentas como Quique González, que dice que cada canción es una pequeña venganza. No quiero vengarme de nadie en este disco”

 

Analizando tu discografía, “Mentiroso mentiroso” y “Picnic extraterrestre” eran dos discos sobre lo mismo, sobre las verdades desde tu punto de vista, uno más amable y otro más amargo; “Val Miñor-Madrid” ¿es un disco sobre el amor y la felicidad?
Sí, la felicidad y el amor en subida.

 

¿Y cómo definirías “Casa”?
Este es como: “Si la subida fue de puta madre, la bajada no tiene que ser un infierno”. La bajada puede estar bien. Disfruta de la bajada. Es un consejo que le dio alguien que tenía una carrera muy larga a un grupo que empezaba: “Os va muy bien, si alguna vez va para abajo… disfrutad de la bajada, que yo no supe hacerlo” (sonríe).

 

Volviendo a ‘El río Alquitrán’, tiene una imagen que le viene muy bien a tus canciones: la tela de la araña irracional. Más allá de lo que quieras decir, hay algo en tu música que consigue atrapar.
¿Tú crees? ¿Una tela de araña, soy? Qué maravilla, me gusta. Dentro de la parte más metafísica del disco, me gusta lo de la tela de araña, que está sacada de los libros de China Miéville, de los libros de “La estación de la calle Perdido”, que es donde está ‘El río Alquitrán’. Cuenta que la realidad la tejen unas arañas gigantescas, que van decidiendo lo que es hermoso y lo que no, y como no las podemos comprender no sabemos por qué toman ciertas decisiones, por eso el mundo es medio raro a veces. Pensar que cada instante es una tela de araña que se va construyendo me parece una idea muy bestia, estamos totalmente atrapados. Si alguien hace la realidad debe ser una araña, no me cabe duda. Cuando hago una canción me quedo atrapado unos días en ella, me gustaría pensar que eso le pasa a los demás. Espero atrapar a la gente con el disco, para eso lo hago. Hago canciones para que te atrapen. Cuando salió ‘El pensamiento circular’ lo que más me gustaba leer era la palabra bucle, es lo que me pasó a mi: la hice y no podía dejar de escucharla. El bucle, cuando es emocional, me gusta. Estoy deseando ver qué sensación da el disco: si se quedan enganchados en cada una o si el bucle es el disco entero.

 

¿Y qué te gustaría más?
Me gustaría que se engancharan a todo y que no supieran donde están, esa sensación que da cuando lo oyes entero, que acaba el disco y no te acuerdas del principio.

 

‘El pensamiento circular’ es muy hipnótica y envolvente, pero también lo es ‘Los restos del amor’. En la primera escucha me recordó a Cabaret Pop, aunque su origen es un loop de ‘Roble inverso’, de Egon Soda.
Es Egon Soda todo el rato, me gusta la idea de coger algo que tocan unos tíos increíbles, es un momentito musical que usan dos veces y me gusta construir algo a partir de eso. Es impresionante. También llamé a Martí de Mucho para que cantara la segunda parte. Creo que los amigos tienen mucho que ver con este disco. Va sobre mi, pero a partir de quien me rodea. Me parecía súper bonito que la cosa más negroide que hay, con más soul y más funky, sean unos tíos de Barcelona, mis putos colegas. Y que otro amigo llegase la segunda parte, la parte increíble. ‘Los restos del amor’ habla de eso y de lo que se queda en medio de la nada, y de lo horrible que son ciertas cosas, pero es agradable porque están todos mis amigos tocando.

 

¿Es algo nuevo, esto de abordar el soul y el funky en tus canciones?
Bueno, lo hago más de lo que parece, pero es la primera vez que decido meterlo en un disco. Cortar y pegar es una de las cosas que mejor se me dan en el mundo. También está mi parte electrónica, la que me gusta, una melodía loopeada y yo tocando botones. Es el disco que tiene todas mis obsesiones.

 

¡Y eso ya es mucho decir!
(Ríe) La verdad es que sí.

 

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“Cuando hago una canción me quedo atrapado unos días en ella, me gustaría pensar que eso le pasa a los demás. Espero atrapar a la gente con el disco, para eso lo hago”

 

He notado cambios en la voz, en ‘Dioses de la distorsión’ empiezas muy grave y tornas al agudo, pero no la desgarras tanto como en otros discos. Tienes que acoplarla a estas canciones.
Creo que para cantar este disco tenía que hacerlo desde un sitio tranquilo, buscar tonos desde la calma. Sí hay nervio, pero me lo guardo todo el rato. Además, me hago mayor y en cada edad uno tiene que ver cómo quiere cantar las cosas. Está bien tener veintitantos años y cantar e ir para arriba, pero ahora tengo 46 y necesito contar las cosas de otra forma, necesito cantar de otra manera, acercarme a la canción de otra manera.

 

Es un cambio importante, porque tú siempre has usado la voz de una forma muy personal, muy enérgica.
Pero creo que he ido cambiando bastante, cuando escuchamos todo para elegir el repertorio del directo nos dimos cuenta de cómo habíamos cambiado el sonido en cada disco. “Canciones para el tiempo y la distancia” es muy abrupto y punki, es todo energía, y nos encantó, y vimos cómo hemos ido cambiando eso. Si quiero sentir que crezco y evoluciono tiene que pasar eso en cada escucha de cada disco. Sí necesitaba cantar desde otro sitio.

 

¿También lo vas a hacer en el escenario?
Creo que también voy a estar en otro sitio, aún tengo que enfrentarme a él. Solo hemos hecho lo de Sevilla el otro día y ha estado guay, pero estaba un poco nervioso, tengo que estar más asentado. Estábamos muy nerviosos, los conciertos tengo que llevarlos desde una serenidad distinta.

 

¿Desde la serenidad que da subirse al escenario del Barclaycard Center el 22 de diciembre?
¡Espero enfrentar eso desde la serenidad! (Ríe) Se supone que tengo que hacer unas canciones y un repertorio, espero poder tener mi cabeza y mi cuerpo en el sitio que tengo que tenerlo, que la voz esté donde tiene que estar. Hay canciones viejas donde voy a tener que apretar, pero me gustaría poder cantar tranquilamente, no tener que estar saltando. Como si fuera Bisbal y hubiera dejado de bailar, o algo así (ríe).

 

Es un escenario muy importante, y por ahí vais a desfilar varios compañeros del rock en diciembre: M Clan, Quique González, Coque Malla, Leiva… ¿Cómo afrontas tu concierto?
iván: Estoy un poco acojonado, pero también estoy tranquilo. Parar no me vino muy bien, creo que había algo de mi inconsciencia que perdí, y me gustaría volver a ganar esa inconsciencia, estos meses mientras hago cosas espero no pensar demasiado, conseguir que me de igual, porque creo que es la forma de hacerlo bien. No es por mi salud o por cómo quiera proyectarme a los demás, creo que el concierto va a ser mejor cuanto más igual me de, y solo me dedique a cantar y a disfrutar de lo que está sonando. Cuanto menos piense en lo de abajo va a ser mejor concierto, pero estoy nervioso, y Amaro está nervioso…
Amaro: Pero bueno, es un reto muy bonito. Está guay tener retos diferentes cada vez, y este es bastante emocionante.

 

Además va a ser uno de los primeros conciertos de la gira, porque antes vais a tocar solo dos veces, el 9 de noviembre en la sala Barts de Barcelona y el 9 de diciembre en el Intro Music Fest de Valladolid. ¿El gran concierto de Madrid lo vas a enfocar como un repaso a toda tu carrera, o como una presentación de “Casa”?
Iván: Hemos preparado un repertorio de dos horas: el disco nuevo dura una hora, y todo lo demás.
Amaro: Hay muchas ganas de tocar el disco nuevo.
Iván: Para mi es una presentación de «Casa», y hemos escogido temas que lo acompañan de puta madre. A eso vamos, a tocar el disco nuevo. Ahora toca esto, pero nos iremos relajando a medida que pasen los meses.

 

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“Soy capaz de versionar cualquier canción, y hacerla mía, pero me faltaba hacer mío cualquier estilo con mis propias canciones”

 

En el tema ‘Farsante’ hablas de la libertad, la canción más clásica de este repertorio. ¿Te echó una mano Leiva?
Iván: La canción nace de Leiva. Nos tocó el estribillo en casa, no sabíamos para qué lo quería él, pero le preguntamos si iba a hacer algo con ella, y nos dijo que no estaba muy seguro. La grabamos con el móvil y dijimos que nos la íbamos a quedar. Costó, porque yo suelo escribir la primera frase y luego lo demás, y esta vez tenía el estribillo y tuve que construir todo. Me puse a trabajar con Amaro, estuvimos un par de meses hasta que volvió a aparecer Leiva y la terminamos entre los tres. Para mí es de las mejores canciones que hemos escrito nunca.
Amaro: Leiva es un capo, es de los mejores compositores que conozco. Está haciendo canciones todo el rato, le da igual desprenderse de esas maravillas.
Iván: Es increíble, ¡si llega a ser mía no se la dejo ni de coña! (Ríe) Es increíble como está todo el rato, tiene mucha musicalidad, llega y toca eso con la guitarra. ¿De dónde saca esos acordes? Aprendo mucho, veo la armonía que utiliza y me tengo que acoplar a esa armonía, tengo que acoplar mi tono porque es muy alto para mi, haces un ejercicio de aprendizaje musical muy potente. Leiva es muy músico, yo soy un letrista que va aprendiendo posturas con la mano para cantar. Leiva sabe lo que toca todo el rato, y yo no tengo ni idea de lo que estoy tocando.

 

Tiene un corte tan melódico que no sabía si era una canción para tu repertorio, o nació pensada para otro artista, como Raphael, al que le has escrito ‘Carrusel’, una canción que va en el disco de extras «Todo lo demás».
Iván: Creo que era uno de esos proyectos de Leiva para alguien, que se quedó ahí. Él estaba con su disco, y cuando me lo tocó se la pedí. Me venía muy bien porque quería que este trabajo tuviera músicas muy distintas, que entraran muchos estilos y que todo fuera coherente. Soy capaz de versionar cualquier canción, y hacerla mía, pero me faltaba hacer mío cualquier estilo con mis propias canciones. Uso unas armonías muy parecidas en los discos por temporadas, y para mí era necesario que hubiera cosas muy distintas.

 

De ahí que haya canciones clásicas como ‘Farsante’ y canciones tan naïf como ‘Todas esas cosas buenas’.
Iván: Esa fue de las primeras que hicimos Pablo (Novoa) y yo. Tenía ese aire musical, y quisimos abrir la mano en el sonido. ‘El pensamiento circular’ también es una jugada que no es propia de mi: juego con dos acordes, repito palabras, y yo no suelo repetir cosas. Estábamos jugando con cada canción, llegué a ‘Los restos del amor’ con lo de Ricky también. No voy a cerrarme a los estilos, voy a abrirme. “Canciones para el tiempo y la distancia” no tenía influencia de nada. He jugado mucho tiempo a no parecerme a nada, a que fuera solo mío y a que fuera atemporal. Me gustaría jugar a ese juego con alguien dentro de 50 años y preguntarle de qué época cree que es este disco. Haciendo el juego contrario, usando muchos estilos, hemos conseguido que sea bastante atemporal.

 

‘Todas esas cosas buenas’ ya contiene el concepto del álbum, la mirada positiva, la declaración de intenciones. ¿Cómo la creaste?
Iván: Sí, explica por qué está tan contento el tipo que canta diciendo esas cosas tan horribles. Al principio iba a acabar mal la canción, pero cuando fuimos a grabarla lo cambié, quería acabarla increíble, que te deje una sonrisa. Ahí decidimos que todo el disco acabase con una sonrisa, aunque fuera un poco amarga en algún momento. Hasta ‘El pensamiento circular’ te deja con una sonrisa, hay mucha ironía y varias lecturas.

 

¿Entonces es un disco de caída suave?
Iván: Es un disco de subida.
Amaro: Sin duda de subida. «Val Miñor-Madrid» es una subida acompañado y esta es una subida en solitario, una subida personal, aunque estés rodeado de gente.
Iván: Sí, no lo había pensado. En “Val Miñor- Madrid” era una subida con alguien de la mano, y aquí estás tú solo, unas veces te da la mano uno, otras otro, otras tú solo… Creo que es una subida mucho más profunda e importante.
Amaro: Y mucho más filosófica, porque acabas hablando mucho más de ti mismo. De la individualidad.

 

Y de conocerte mejor.
Iván: Y del peso de la libertad. La libertad requiere mucha más responsabilidad que la esclavitud o estar acompañado. Pensar en uno implica enfrentarte a muchas cosas, mientras que comprometerte con alguien solo implica comprometerte con esa persona, y eso justifica todo lo que no le des a los demás, está socialmente justificado. Pero estar solo no está justificado nunca. No está mal, es igual de legítimo, pero os hace daño porque no quiero que me acompañéis. En el disco hay un ejercicio de la libertad en el que eres honesto. Yo quiero esto y voy a hacerlo. Se habla de eso, como lo de esclavizarse de una forma más sensata: pensar en mí, y no tomar una decisión porque los demás consideran que es generosa, porque a lo mejor ser generoso no me sienta bien.

 

¿Esta libertad no la has sentido siempre?
Iván: Al ser una persona con pareja mucho tiempo he hecho muchas cosas por los demás.  Están bien, también las hacía por mí, pero algunas las hacía porque tenía miedo de tomar las decisiones yo solo. He tenido una libertad musical todo el rato, pero en lo personal he preferido esclavizarme con cosas que me ayudaban a no tener que pensar demasiado. ¿Qué es lo que quiero realmente? Quiero esto. Nadie lo va a entender, pero lo voy a hacer igual aunque me miren raro.

 

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«Yo hago canciones, pero no quiero que la gente sepa lo que me pasa a mí, yo hago los discos para que el oyente se escuche a sí mismo»

 

Antes te has definido como letrista. ¿Te gusta que la música esté al servicio de la letra?
Iván: La letra manda, pero la música tiene que estar en comunión todo el rato. Creo que esta vez lo hemos conseguido más que nunca. Creo que hemos conseguido un sonido más limpio que nunca. Hay muy pocas distorsiones, nadie se pisa. Eso lo noté grabando: un respeto de todos los músicos haciendo lo mejor que habían hecho nunca y a la vez respetándose todo el tiempo.
Amaro: Nadie tocaba si no era necesario. Hay canciones en las que toca muy poca gente. Lo que importa es que la canción se sostenga y cuente lo que tiene que contar. No hay nada gratuito.
Iván: Si no era algo bonito, no lo tocaban. Cuando llegó Pablo Novoa, casi al final, pensábamos que no le habíamos dejado espacio, pero él hacía sus tres cosas y era precioso, estaba respetando lo que hacían los demás. Contenerse a la hora de tocar le da una importancia muy grande a la música. Todos se esmeraron al límite. Teníamos un mes para grabar y a los quince días habíamos terminado.

 

¿Es un disco minimalista, entonces?
Iván: No, acertaron más desde que llegaron.
Amaro: No creo que sea un disco minimalista. Es un disco que está lleno de música, de arreglos y cosas, pero queríamos que la canción sostuviera lo que se estaba cantando, a veces tocando todos y a veces tocando tres. Le dábamos a la canción solo lo que necesitaba.
Iván: Somos una banda que lleva mucho tiempo tocando juntos, hay mucho respeto y nos admiramos todos mucho. Las guitarras de Emilio son abstracción pura, Amaro está mucho más pulcro, Pablo igual, el bajo de Ricky es eficiente todo el tiempo. Y han respetado mucho mis cosas musicales. He tocado menos, pero mi música está más que en otros discos, mis maquinitas, mi loop de Egon Soda… Hay muchas pistas que se quedaron y que tienen que ver con lo mío, aunque yo no suelo confiar mucho en lo que toco y suelo querer que lo toque otro.

 

‘Laniakea’ es una canción y es la imagen de la portada. ¿Es la que le da sentido a esta portada?
Iván: Nuestra portada era esto (dice, señalando la caja de cartón), pero Bonilla (A&R de Warner) me dijo que hacía falta una portada. Pensé poner algo conceptual, la galaxia, pero Laniakea es mucho más bonita que la galaxia.
Amaro: Y es bonito que una caja contenga Laniakea.
Iván: Me gusta que una canción hable de lo pequeño y que contenga lo grande. Es lo mío de siempre, pero llevado al extremo. Una caja de cartón, de mudanzas, y te llevas tu cúmulo de galaxias con ella. Yo hago canciones, pero no quiero que la gente sepa lo que me pasa a mí, yo hago los discos para que el oyente se escuche a sí mismo. En lugar de poner mi casa puse la casa de todos. Es tu casa, tu vecindario, da igual donde viva yo.

 

Tu música es muy personal, habla mucho de ti, pero esta vez has personalizado hasta el envoltorio, con esta caja de cartón que has firmado a mano.
Iván: Estuvimos siete horas firmando la caja, fue divertido y bonito.
Amaro: Y se convierte en personal para el que lo tenga. Es un símbolo moderno muy potente.
Iván: Y está la carta de Rai, para que hubiera algo realmente personal. Es curioso que sea personal una caja de cartón. Lo que me gusta es que mis cosas personales son igual que las de cualquiera, no hay algo que me distinga dentro de la caja. La caja de cartón le va a recordar a la gente sus mudanzas, o los paquetes que pide por Amazon. Creo que una caja de cartón es más universal que un diseño increíble. A algunos les pondrá muy triste y a otros muy contentos, a veces te pone triste porque a veces es es un final y a veces es un comienzo. Este disco contiene todo eso: los principios, los finales… todo, como ‘Laniakea’. Si Carl Sagan viese la portada, te diría que en ese punto de ahí es donde han existido todos los héroes, todos los villanos, todos los amantes… todo lo que conocemos existe en ese puntito de ahí. La historia, la ciencia, las canciones… Están los Cure, está Prince y está Melendi, también.

La canción ‘El viaje a dondenosabidusientan’, título irreproducible, me ha recordado a la caída libre y acelerada de uno de tus primeros temas en solitario, ‘El viaje de Chihiro’.
Iván: El disco se iba a llamar ‘Dondenosabidusientan’, como se llama mi casa. Es de una canción de SonGoku: mi hijo la cantaba mal, decía eso en vez de «donde nuestro amor no sienta», estas cosas que hacemos de pequeños. Amaro, con buen tino, me dijo que lo llamara «Casa», que si no íbamos a estar repitiendo la palabra toda la promoción y nadie la va a decir bien nunca.
Amaro: Sí, ‘El viaje de Chihiro’ es punk-pop, pero aquí hay un viaje de verdad, la música crea unos ambientes increíbles.
Iván: También es muy simple. Yo creo que es la canción más sexual del disco. Tiene que ver con la montaña rusa sexual que he tenido el último año, pero también es una especie de carta que le mandas a alguien para explicarle dónde estás situado en ese momento. La canción iba a ser muy distinta, pero nos pusimos a tocar y pilló ese punto casi electrónico. Me encanta, es como despeñarse por algún sitio. Sí tiene mucho de ‘El viaje de Chihiro’, no lo había pensado.

¿Encuentras aquí canciones que podrían ser como las hermanas mayores de otros temas de tu repertorio?
Iván: No me doy mucha cuenta, la verdad, más cuando me lo decís. Nosotros siempre escribimos la misma canción y todas las canciones son la misma.
Amaro: Si es la hermana mayor de ‘El viaje de Chihiro’, se nota todo un camino de exploración sonora, algo hemos aprendido en este tiempo.

 

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Casa, en la edición en vinilo, está a la venta en La Tienda de Efe Eme.

 

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