Ilegales: Hacia las alturas

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“En poco más de una hora hubo tiempo para todo y todo quedó grabado a fuego en ese animal extraño que es el corazón, como la noche en que los Ilegales volvieron a nacer”

 

 

Tras cuatro años de ausencia, los Ilegales regresan a los escenarios para presentar “La vida es fuego”, protagonizando un cálido regreso en su reaparición en directo este miércoles en Madrid. Allí estuvo Chema Domínguez.

 

Ilegales
25 de marzo 2015
Sala Joy Eslava, Madrid

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

Fotos: RODRIGO HARO.

 

 

Muy buena entrada para Ilegales en la madrileña sala Joy Eslava, y mejor aún les acogió el público que acudió a celebrar entusiasmado el regreso a los escenarios de la banda liderada por Jorge Martínez. Sólo ha sido un paréntesis de apenas cuatro años en favor de Jorge Ilegal y Los Magníficos, y la sensación es de que nunca hubo tal parón. Ilegales y su público están encantados de conocerse y han retomado su fértil relación justo como la dejaron, caliente. «La vida es fuego», su nuevo disco publicado hace dos días, sostiene una vez más a Jorge Ilegal como un compositor clave para el rock en español y a Ilegales como una banda de clara referencia en estudio y directo, gracias a esa mezcla de rabia, fiesta, magia y precisión.

Ese empeño tan criminal de endiosar la moneda y sus mercados, entre otras perversiones contemporáneas, es lo que convierte a los ilegales en legales y viceversa. Así, ‘Los chicos desconfían’ y ‘Europa ha muerto’ arrancaron con gran actitud e intención la velada, temas que se llevan algo más de una década (1992 y 1981, respectivamente) y no puede dudarse de su plena actualidad. ‘Voy al bar’ vino inmediatamente después para mostrar el fantástico presente y futuro de la banda.

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Antes de continuar, conviene recordar que Ilegales han sido y son esenciales para el despegue del rock en España y en español, desde que ganaran en 1981 el concurso de rock Villa de Oviedo, alcanzaran desde el principio cifras récord de ventas hasta ese momento impensables para el género, y llenaran grandes recintos, además de una exitosa repercusión en América Latina. Y todo llega hasta hoy, gracias al buen hacer de Jorge Martínez como guitarrista, autor, voz y productor.

Sucede que el bueno de Jorge no es tan bueno, es decir, nunca se mostró dócil con lo establecido y tenía claro lo que quería. Su rock, su blues, su punk y todos los estilos que maneja no son en vano. Quizá eso haya impedido una mayor visibilidad o un mayor reconocimiento de Ilegales, ¿pero a quién le importa si tu público te lo da doblado? Ilegales evitan la elegancia superflua, la falsa educación; no la necesitan, tienen una continua escalera real de color en esta partida.

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Las nuevas canciones y las más veteranas no se distinguían al no haber ese silencio, esa espera habitual cuando se está de estreno para calibrar la validez del material reciente. ‘Yo soy quien espía el juego de los niños’ o ‘Soy un macarra’ eran igual de bien recibidas que ‘Vivir sin novia ni reloj’ o ‘Hipster’. Cierto es que el salto emocional de ‘Tiempos nuevos, tiempos salvajes’, ‘Revuelta juvenil en Mongolia’, ‘Dextroanfetamina’ o el final del directo con ‘Destruye’ lograron agitar y hacer brincar al respetable. Entre las canciones recuperadas, sorprendió escuchar ‘Para siempre’: el propio Jorge indicó que no la tocaban desde su estreno en 1984.

Al lado de Jorge Martinez están los habituales: Alejandro Espina, bajo y coros, y Jaime Belaústegui, batería y coros. Como novedad, la incorporación de Mike Vergara como segunda guitarra y teclados, por dos razones: el líder de Ilegales no puede tocar dos guitarras a la vez aunque lo ha intentado, y las teclas rentabilizan el puesto cuando no está con las seis cuerdas. Ojo, esto lo explicó el propio Jorge en otro momento, otro día, pero así lo soltó. Entre los cuatro están rodando la nueva etapa ‘ilegal’, eligiendo repertorio para un año con muchos puntos calientes, y aprendiendo a salir del paso ante algún inoportuno olvido de letra u otros peligros del directo. En poco más de una hora hubo tiempo para todo y todo quedó grabado a fuego en ese animal extraño que es el corazón, como la noche en que los Ilegales volvieron a nacer.

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